El documento argumenta que es necesario reconocer a los demás antes de poder lograr la convivencia. Señala que primero se deben satisfacer las necesidades básicas de supervivencia y los derechos humanos para todos, de manera igualitaria, para luego poder hablar de ciudadanía y convivencia. También afirma que una sociedad fracturada económica y políticamente no puede facilitar realmente la convivencia debido a las grandes desigualdades que alimenta.