2. Introducción
1. La idea cristiana de consumación de la historia
a) La negación del sentido de la historia
b) Visiones cíclicas de la historia
c) Una historia con dirección propia
d) Dios como principio y fin de la historia
e) La consumación de la historia en Cristo
3. Introducción
2. Peculiaridades de la escatología cristiana
a) Revelación de verdades escatológicas con palabras y
acciones divinas
b) Apofatismo escatológico y esperanza cristiana
5. La Parusía
• La venida gloriosa de
Jesucristo al final de la
historia.
• Mt 10,23
• Mt 16,28
• Mc 13,30
• 1 Ts 4,15
• Hch 1,6
6. El Reino de Dios
• La aproximación de Dios que culmina en la Parusía
implica su compenetración con las criaturas.
• Ex 15,18
• Jr 31,33
• Dn 7,9.13-14
• Mt 3,2
• Mt 12,28
• Mc 14,62
• Col 1, 13
• Ap 5, 9-10
7. La Resurrección de los Muertos
• Sb 2-5
• Dn 12,2
• 2 Mac 7, 9.11.14
• Mt 22,23
• Hch 23,7-8
• Mc 8,31
• 1 Co 15
• Rm 6,24
• Jn 5, 28-29
8. Los nuevos cielos y tierra
• Is 66,22
• Mt 19,28
• Hch 3,21
• 2 Pe 3,13
• Ap 21,1
9. El Juicio Universal
• Profetas: Am, Is, Ez, Jr
• Mt 25,31-46
• Hch 10, 42-43
• Rm 2,16
• 2 Cor 5,10
• 1 Cor 4,5
10. La vida eterna
• 1 Co 2,9
• 1 Re 8,27
• Mt 5, 16
• Lc 23, 42-43
• 1 Ts 4, 17
• Ex 33, 20
• Mt 5, 8
• 1 Co 13, 12
11. La muerte eterna
• Is 14, 15
• Ez 32, 21-24
• Sal 49,16
• Mt 11,23
• Lc 8,31
• Mt 5, 22
• Mt 25, 31-46
• 1 Co 6, 9-10
• Mt 7, 13-14
12. La purificación ultraterrenal
• Lv 11-16 y 17-23
• Za 13,8-9
• Is 53,12
• 2 Mac 12, 38-46
• Mt 18,34
• Mt 15,10-20
• 1 Co 6,11
• 1 Co 3, 11-15
• St 5,16
14. La Parusía
• El glorioso advenimiento de Cristo, esperanza de Israel
• CEC 673 Desde la Ascensión, el advenimiento de Cristo en la gloria es
inminente (cf Ap 22, 20) aun cuando a nosotros no nos "toca conocer el
tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad" (Hch 1, 7;
cf. Mc 13, 32). Este acontecimiento escatológico se puede cumplir en
cualquier momento (cf. Mt 24, 44: 1 Ts 5, 2), aunque tal acontecimiento y
la prueba final que le ha de preceder estén "retenidos" en las manos de
Dios (cf. 2 Ts 2, 3-12).
15. El Reino de Dios
• CEC 671 El Reino de Cristo, presente ya en su Iglesia, sin embargo, no está
todavía acabado "con gran poder y gloria" (Lc 21, 27; cf. Mt 25, 31) con el
advenimiento del Rey a la tierra. Este Reino aún es objeto de los ataques de los
poderes del mal (cf. 2 Ts 2, 7), a pesar de que estos poderes hayan sido vencidos
en su raíz por la Pascua de Cristo. Hasta que todo le haya sido sometido (cf. 1
Co 15, 28), y "mientras no [...] haya nuevos cielos y nueva tierra, en los que
habite la justicia, la Iglesia peregrina lleva en sus sacramentos e instituciones,
que pertenecen a este tiempo, la imagen de este mundo que pasa. Ella misma
vive entre las criaturas que gimen en dolores de parto hasta ahora y que esperan
la manifestación de los hijos de Dios" (LG 48). Por esta razón los cristianos
piden, sobre todo en la Eucaristía (cf. 1 Co 11, 26), que se apresure el retorno de
Cristo (cf. 2 P 3, 11-12) cuando suplican: "Ven, Señor Jesús" (Ap 22, 20; cf. 1
Co 16, 22; Ap 22, 17-20).
16. La Resurrección de los Muertos
• Cómo resucitan los muertos
• CEC 997 ¿Qué es resucitar? En la muerte, separación del alma y el cuerpo, el cuerpo del hombre cae en la
corrupción, mientras que su alma va al encuentro con Dios, en espera de reunirse con su cuerpo
glorificado. Dios en su omnipotencia dará definitivamente a nuestros cuerpos la vida incorruptible
uniéndolos a nuestras almas, por la virtud de la Resurrección de Jesús.
• CEC 998 ¿Quién resucitará? Todos los hombres que han muerto: "los que hayan hecho el bien resucitarán
para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación" (Jn 5, 29; cf. Dn 12, 2).
• CEC 999 ¿Cómo? Cristo resucitó con su propio cuerpo: "Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo"
(Lc 24, 39); pero Él no volvió a una vida terrenal. Del mismo modo, en Él "todos resucitarán con su propio
cuerpo, del que ahora están revestidos" (Concilio de Letrán IV: DS 801), pero este cuerpo será
"transfigurado en cuerpo de gloria" (Flp 3, 21), en "cuerpo espiritual" (1 Co 15, 44)
17. Los nuevos cielos y tierra
• CEC 1043 La sagrada Escritura llama "cielos nuevos y tierra nueva" a
esta renovación misteriosa que trasformará la humanidad y el mundo (2
P 3, 13; cf. Ap 21, 1). Esta será la realización definitiva del designio de
Dios de "hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los
cielos y lo que está en la tierra" (Ef 1, 10).
• CEC 1044 En este "universo nuevo" (Ap 21, 5), la Jerusalén celestial,
Dios tendrá su morada entre los hombres. "Y enjugará toda lágrima de sus
ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el
mundo viejo ha pasado" (Ap 21, 4; cf. 21, 27).
18. El Juicio Universal
• CEC 1038 La resurrección de todos los muertos, "de los justos y de los
pecadores" (Hch 24, 15), precederá al Juicio final. Esta será "la hora en que todos
los que estén en los sepulcros oirán su voz [...] y los que hayan hecho el bien
resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación"
(Jn 5, 28-29). Entonces, Cristo vendrá "en su gloria acompañado de todos sus
ángeles [...] Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a
los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las
ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda [...] E irán éstos a un castigo
eterno, y los justos a una vida eterna." (Mt 25, 31. 32. 46).
19. La vida eterna
• CEC 1023 Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente
purificados, viven para siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios, porque lo
ven "tal cual es" (1 Jn 3, 2), cara a cara (cf. 1 Co 13, 12; Ap 22, 4):
• «Definimos con la autoridad apostólica: que, según la disposición general de Dios, las almas de
todos los santos [...] y de todos los demás fieles muertos después de recibir el Bautismo de Cristo
en los que no había nada que purificar cuando murieron [...]; o en caso de que tuvieran o tengan
algo que purificar, una vez que estén purificadas después de la muerte [...] aun antes de la
reasunción de sus cuerpos y del juicio final, después de la Ascensión al cielo del Salvador,
Jesucristo Nuestro Señor, estuvieron, están y estarán en el cielo, en el Reino de los cielos y paraíso
celestial con Cristo, admitidos en la compañía de los ángeles. Y después de la muerte y pasión de
nuestro Señor Jesucristo vieron y ven la divina esencia con una visión intuitiva y cara a cara, sin
mediación de ninguna criatura» (Benedicto XII: Const. Benedictus Deus: DS 1000; cf. LG 49).
20. La muerte eterna
• CEC 1033 Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con
Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra Él, contra
nuestro prójimo o contra nosotros mismos: "Quien no ama permanece en la
muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún
asesino tiene vida eterna permanente en él" (1 Jn 3, 14-15). Nuestro Señor nos
advierte que estaremos separados de Él si omitimos socorrer las necesidades
graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos (cf. Mt 25, 31-46).
Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de
Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y
libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y
con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra "infierno".
21. La purificación ultraterrenal
• CEC 1030 Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente
purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una
purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.
• CEC 1031 La Iglesia llama purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es
completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe
relativa al purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS
1820; 1580). La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura (por
ejemplo 1 Co 3, 15; 1 P 1, 7) habla de un fuego purificador:
• «Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador, según lo
que afirma Aquel que es la Verdad, al decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espíritu
Santo, esto no le será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro (Mt 12, 31). En esta frase podemos entender
que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro (San Gregorio Magno,
Dialogi 4, 41, 3).