La exploración petrolera implica tres etapas: la identificación de áreas de interés mediante métodos geológicos y de reconocimiento aéreo y espacial, la detección de trampas petrolíferas en estas áreas a través de métodos geofísicos como la sísmica 3D, y la verificación de la presencia de petróleo mediante la perforación de pozos exploratorios, una operación costosa y de alto riesgo.