1. Las filósofas en la Edad Media María Jesús Arias Albanés Víctor Reyero Hidalgo Elena Rico Cerezo Bernardo Rodríguez Lobato
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3. Introducción Fue en los monasterios, en las abadías y en los claustros donde las mujeres occidentales, emprendieron, generalmente, el lento camino de la emancipación intelectual. En una extensa época de escasa y difícil circulación de las ideas, las iglesias, los conventos, las sedes episcopales se convirtieron en lo centros de la cultura y elaboraron categorías, lenguajes e ideologías también para aquellas mujeres que la sociedad antigua había excluido del estudio y del conocimiento. Son poquísimas las mujeres laicas con un alto grado de instrucción y de cultura de las que nos ha llegado alguna noticia. En los tres últimos siglos del medievo las mujeres asumieron papeles de una importancia sin precedentes en el campo religioso.
4. Excluidas de las jerarquías eclesiásticas, de la instrucción superior, consideradas intelectual, moral y físicamente inferiores al hombre, se mostraron a favor de un intenso misticismo caracterizado por manifestaciones extremas que volvían a proponer en clave femenina el modelo de la imitiatio Christi. Tras Hildegarda de Bingen se sitúan místicas y escritoras religiosas del s. XIII. La escritura religiosa era la modalidad expresiva fundamental para las mujeres: acceso a la lectura y escritura. Entre las fuentes originadoras de este movimiento espiritual está el pequeño grupo de devotas que, entre el final del s. XII y el comienzo del XIII, se había recogido en torno a Clara de Asís en San Damián Beatriz de Nazaret, Mechthild de Magdeburgo, Margarita de Città di Castello, Clara de Montefalco. Introducción (II)
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13. Hildegarda Von Bingen (Última situación crítica) Aconteció en 1178 cuando dieron sepultura en el cementerio conventual a un noble excomulgado. Por haber sido excomulgado, el derecho canónico prohibía su entierro en suelo sagrado, por lo que se le pidió a Hildegarda que exhumara el cadáver. Ella se negó e incluso hizo desaparecer cualquier rastro del enterramiento, para que nadie pudiera buscarlo. Sostuvo que había sido reconciliado con la Iglesia antes de morir. Al regresar el arzobispo en marzo de 1179, se presentaron testigos que apoyaban la versión de Hildegarda. (Hildegarda Von Bingen)