Felipe II heredó los reinos de Castilla, Aragón y los Países Bajos de su padre Carlos V. Gobernó un vasto imperio que incluía España, Portugal, el Sacro Imperio Romano Germánico y posesiones en América y Asia. Felipe II luchó para mantener la hegemonía española en Europa frente a las amenazas de Francia, Inglaterra y los rebeldes holandeses, y para defender el catolicismo frente al avance del protestantismo.