El documento describe las secuelas del golpe de estado del 5 de abril de 1992 liderado por Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos en Perú. Resalta que este inauguró un periodo autoritario de concentración de poder en el ejecutivo y violación de derechos. Aunque el golpe contó con apoyo inicial, esto se debió más al miedo y zozobra ciudadana que a su legitimidad. El documento también analiza los gobiernos previos y cómo el autoritarismo de Fujimori profundizó problemas como la corrupción
Durante los últimos 30 años, América Latina venía disfrutando de un ininterrumpido período de estabilidad democrática que se había dado en llamar la “Tercera Ola Democratizadora”. Este largo período apenas había sido empañado por aislados intentos de revertir el orden democrático constitucional que normalmente habían fracasado en su intento. Pese a lo anterior, las fuertes desigualdades sociales imperantes en la Región despertaban dudas sobre qué tan solidos e irreversibles eran los avances democratizadores logrados durante este período en América Latina. El exitoso Golpe de Estado perpetrado en Honduras durante el año 2009 es una elocuente respuesta a la pregunta anterior y constituye un pésimo precedente para las Democracias Latinoamericanas.
La crisis política, que por lo demás y de manera paradójica parte de las propias estructuras del Estado, no supone la ruptura del sistema vigente, caracterizado como uno de los más injustos y desiguales del Continente, sino su aparente consolidación. Sin embargo, la crisis lleva en su seno la semilla de la ruptura. Será cuestión de tiempo saber si ésta se produce y cuáles serán sus protagonistas, tiempos y acciones.
El presente ensayo intenta responder al menos a cuatro pregunta básicas: ¿Cómo se explica lo sucedido en Honduras?, ¿cómo se han llegado a alcanzado tan altos niveles de polarización y de violencia?, ¿se repite la historia del Golpismo Latinoamericano, o estamos ante un fenómeno nuevo?, ¿cuáles son los elementos que afloraron en el Golpe y en qué condiciones se podrían reproducir en otros países del Continente?.
La importancia del liderazgo y de la participación de los partidos políticos ...Hugo Guerra
Ponencia presentada en la Facultad de Derecho de la Universidad San Martín de Porres, Lima 23 de octubre de 2015. Sobre los partidos políticos y la crisis del sistema democrático.
Aspectos negativos de la Unidad Popular en Chile (1970-1973)Loreto Rubio
En el contexto de la Historia de Chile contemporánea, considerando la reforma en los actuales programas curriculares, se hace necesaria una reflexión de los estudiantes acerca de períodos poco abordados y que forman parte de nuestro pasado reciente.
Hablar de democracia burguesa es un Oxímoron, contradictio in términis, o figura retórica que consiste en usar dos términos yuxtapuestos que se contradicen o son incoherentes; si la democracia es el movimiento politico del demos, del pueblo, si es una construcción de las fuerzas democráticas y la ideologia burguesa tiene como núcleo el liberalismo o neoliberalismo, antidemocratico por naturaleza, cuyo centro es el individuo y no la comunidad;y que utiliza a las elecciones como su instrumento mas aficaz, no puede haber una democracia burguesa.
Durante los últimos 30 años, América Latina venía disfrutando de un ininterrumpido período de estabilidad democrática que se había dado en llamar la “Tercera Ola Democratizadora”. Este largo período apenas había sido empañado por aislados intentos de revertir el orden democrático constitucional que normalmente habían fracasado en su intento. Pese a lo anterior, las fuertes desigualdades sociales imperantes en la Región despertaban dudas sobre qué tan solidos e irreversibles eran los avances democratizadores logrados durante este período en América Latina. El exitoso Golpe de Estado perpetrado en Honduras durante el año 2009 es una elocuente respuesta a la pregunta anterior y constituye un pésimo precedente para las Democracias Latinoamericanas.
La crisis política, que por lo demás y de manera paradójica parte de las propias estructuras del Estado, no supone la ruptura del sistema vigente, caracterizado como uno de los más injustos y desiguales del Continente, sino su aparente consolidación. Sin embargo, la crisis lleva en su seno la semilla de la ruptura. Será cuestión de tiempo saber si ésta se produce y cuáles serán sus protagonistas, tiempos y acciones.
El presente ensayo intenta responder al menos a cuatro pregunta básicas: ¿Cómo se explica lo sucedido en Honduras?, ¿cómo se han llegado a alcanzado tan altos niveles de polarización y de violencia?, ¿se repite la historia del Golpismo Latinoamericano, o estamos ante un fenómeno nuevo?, ¿cuáles son los elementos que afloraron en el Golpe y en qué condiciones se podrían reproducir en otros países del Continente?.
La importancia del liderazgo y de la participación de los partidos políticos ...Hugo Guerra
Ponencia presentada en la Facultad de Derecho de la Universidad San Martín de Porres, Lima 23 de octubre de 2015. Sobre los partidos políticos y la crisis del sistema democrático.
Aspectos negativos de la Unidad Popular en Chile (1970-1973)Loreto Rubio
En el contexto de la Historia de Chile contemporánea, considerando la reforma en los actuales programas curriculares, se hace necesaria una reflexión de los estudiantes acerca de períodos poco abordados y que forman parte de nuestro pasado reciente.
Hablar de democracia burguesa es un Oxímoron, contradictio in términis, o figura retórica que consiste en usar dos términos yuxtapuestos que se contradicen o son incoherentes; si la democracia es el movimiento politico del demos, del pueblo, si es una construcción de las fuerzas democráticas y la ideologia burguesa tiene como núcleo el liberalismo o neoliberalismo, antidemocratico por naturaleza, cuyo centro es el individuo y no la comunidad;y que utiliza a las elecciones como su instrumento mas aficaz, no puede haber una democracia burguesa.
12/09/2010. Se analiza en el presente ensayo las causas que originaron el fracaso de la mediación de Oscar Arias propuesta para resolver el conflicto generado con el Golpe de Estado ocurrido en Honduras el 28 de Junio del 2009. Para ello se aplica el “modelo para situaciones de negociación y/o mediación” que permite razonar de manera ordenada sobre el mencionado fracaso. Con carácter previo se presentan, en forma breve, los hechos y motivaciones del golpe cívico-militar y se realiza un pormenorizado recorrido por la cronología del proceso de mediación, así como de la posterior negociación abierta con el “Diálogo Guaymuras”.
Es decir, para determinar si la gobernabilidad (como concepto) es compatible con la democracia. Desde esta perspectiva, la gobernabilidad es democrática siempre y cuando se colmen los parámetros de democraticidad derivados de los universales procedimentales.
El 17 de abril pasado la Cámara de Diputados de Brasil abrió las puertas al proceso de destitución de la presidente Dilma Rousseff. Aunque el voto definitivo está en manos del Senado y que Dilma no está dispuesta a convalidar con su renuncia los chanchullos parlamentarios, el golpe está en marcha y Brasil vive momentos de grave y dolorosa crisis política y económica. El tema es analizado en los siguientes artículos de Gilberto Maringoni, Luiz Gonzaga Belluzzo y Gabriel Galípolo.
Acep día internacional de la democracia - 15 septiembreACEP Nacional
Asociación Civil Estudios Populares
Efemérides - Acompañamiento institucional
15 de septiembre - Día Internacional de la Democracia
"De la democracia formal a la democracia real", artículo de opinión del Dr. J. Emilio Graglia
"Colombia hoy es ante todo una herramienta de trabajo fundamental para quien quiera adentrarse en el estudio de nuestra condición como país y como sociedad. Herramientas son, en efecto, los estudios históricos globales de Jaime Jaramillo, Jorge Orlando Melo, Alvaro Tirado y Mario Arrubla; los análisis históricos sectoriales de Jesús Antonio Bejarano y Salomón Kalmanovitz; los inventarios culturales de Juan Gustavo Cobo, Carlos José Reyes, Luis Alberto Alvarez y Germán Rubiano; el ensayo político de Francisco Leal y los prospectivos de Miguel Urrutia y Saúl Pineda. Con ellos queda equipada con los conocimientos básicos cualquier persona interesada en conocer los rasgos centrales de nuestra sociedad, nuestro pasado, presente y eventual futuro" Prologo de Alvaro Camacho Guizado
Tradicionalmente los medios de comunicación han sido, en el escenario democrático, un último recurso de los ciudadanos contra los abusos de poder; de este modo se los llegó a calificar como “el cuarto poder”, que prevenía y denunciaba los abusos de los tres poderes tradicionales, el ejecutivo, el legislativo y el judicial (Ramonet, 2003). Tan importante fue y es el trabajo de los medios en señalar las fallas del sistema democrático que la libertad de prensa alcanzó una condición “quasi-sagrada” e incuestionable que acabó consolidando el mito de que “la libertad de los medios de comunicación es siempre garantía de la libertad colectiva de expresión, base de la democracia”.
Con los fenómenos de la globalización y mundialización, asistimos a la concentración de los medios de comunicación tradicionales en grandes “grupos mediáticos” que integran tareas, un tiempo autónomas, como son las de la cultura de masas, la comunicación y la información (Ramonet, 2003). Estos grandes grupos tienden a confundir su propia libertad de expresión con el derecho de los ciudadanos a recibir una información rigurosa y veraz, en la que la difusión consciente de informaciones falsas o difamaciones, sea severamente sancionada. Pareciera como si los medios ya no se conformaran con ser un “cuarto poder”, sino que cada vez más buscan ser un “poder efectivo” que incida en el desarrollo de los acontecimientos políticos en escala nacional e internacional. En América Latina se observan numerosos ejemplos de esta nueva realidad, especialmente cuando los procesos de cambio politico que se viven en la Región, derivan en Golpes de Estado como el ocurrido en Venezuela en el 2002 o el más reciente de Honduras. En las dos situaciones los procesos de cambio constitucional (concluido, o sometido a consulta previa), estuvieron en el centro de la crisis y mostraron de manera “descarnada” el abandono del papel “imparcial” de los medios informativos en apoyo a la justificación del golpismo. Si bien se considera el ejemplo de Venezuela, centraré mi análisis en el caso Hondureño, pues precisamente éste abre la posibilidad de legitimar la ruptura del orden constitucional con argumentos “pseudo-legales”, generando un peligroso precedente que pudiera hacer retroceder los logros alcanzado con la Tercera Ola Democrática en América Latina.
12/09/2010. Se analiza en el presente ensayo las causas que originaron el fracaso de la mediación de Oscar Arias propuesta para resolver el conflicto generado con el Golpe de Estado ocurrido en Honduras el 28 de Junio del 2009. Para ello se aplica el “modelo para situaciones de negociación y/o mediación” que permite razonar de manera ordenada sobre el mencionado fracaso. Con carácter previo se presentan, en forma breve, los hechos y motivaciones del golpe cívico-militar y se realiza un pormenorizado recorrido por la cronología del proceso de mediación, así como de la posterior negociación abierta con el “Diálogo Guaymuras”.
Es decir, para determinar si la gobernabilidad (como concepto) es compatible con la democracia. Desde esta perspectiva, la gobernabilidad es democrática siempre y cuando se colmen los parámetros de democraticidad derivados de los universales procedimentales.
El 17 de abril pasado la Cámara de Diputados de Brasil abrió las puertas al proceso de destitución de la presidente Dilma Rousseff. Aunque el voto definitivo está en manos del Senado y que Dilma no está dispuesta a convalidar con su renuncia los chanchullos parlamentarios, el golpe está en marcha y Brasil vive momentos de grave y dolorosa crisis política y económica. El tema es analizado en los siguientes artículos de Gilberto Maringoni, Luiz Gonzaga Belluzzo y Gabriel Galípolo.
Acep día internacional de la democracia - 15 septiembreACEP Nacional
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Efemérides - Acompañamiento institucional
15 de septiembre - Día Internacional de la Democracia
"De la democracia formal a la democracia real", artículo de opinión del Dr. J. Emilio Graglia
"Colombia hoy es ante todo una herramienta de trabajo fundamental para quien quiera adentrarse en el estudio de nuestra condición como país y como sociedad. Herramientas son, en efecto, los estudios históricos globales de Jaime Jaramillo, Jorge Orlando Melo, Alvaro Tirado y Mario Arrubla; los análisis históricos sectoriales de Jesús Antonio Bejarano y Salomón Kalmanovitz; los inventarios culturales de Juan Gustavo Cobo, Carlos José Reyes, Luis Alberto Alvarez y Germán Rubiano; el ensayo político de Francisco Leal y los prospectivos de Miguel Urrutia y Saúl Pineda. Con ellos queda equipada con los conocimientos básicos cualquier persona interesada en conocer los rasgos centrales de nuestra sociedad, nuestro pasado, presente y eventual futuro" Prologo de Alvaro Camacho Guizado
Tradicionalmente los medios de comunicación han sido, en el escenario democrático, un último recurso de los ciudadanos contra los abusos de poder; de este modo se los llegó a calificar como “el cuarto poder”, que prevenía y denunciaba los abusos de los tres poderes tradicionales, el ejecutivo, el legislativo y el judicial (Ramonet, 2003). Tan importante fue y es el trabajo de los medios en señalar las fallas del sistema democrático que la libertad de prensa alcanzó una condición “quasi-sagrada” e incuestionable que acabó consolidando el mito de que “la libertad de los medios de comunicación es siempre garantía de la libertad colectiva de expresión, base de la democracia”.
Con los fenómenos de la globalización y mundialización, asistimos a la concentración de los medios de comunicación tradicionales en grandes “grupos mediáticos” que integran tareas, un tiempo autónomas, como son las de la cultura de masas, la comunicación y la información (Ramonet, 2003). Estos grandes grupos tienden a confundir su propia libertad de expresión con el derecho de los ciudadanos a recibir una información rigurosa y veraz, en la que la difusión consciente de informaciones falsas o difamaciones, sea severamente sancionada. Pareciera como si los medios ya no se conformaran con ser un “cuarto poder”, sino que cada vez más buscan ser un “poder efectivo” que incida en el desarrollo de los acontecimientos políticos en escala nacional e internacional. En América Latina se observan numerosos ejemplos de esta nueva realidad, especialmente cuando los procesos de cambio politico que se viven en la Región, derivan en Golpes de Estado como el ocurrido en Venezuela en el 2002 o el más reciente de Honduras. En las dos situaciones los procesos de cambio constitucional (concluido, o sometido a consulta previa), estuvieron en el centro de la crisis y mostraron de manera “descarnada” el abandono del papel “imparcial” de los medios informativos en apoyo a la justificación del golpismo. Si bien se considera el ejemplo de Venezuela, centraré mi análisis en el caso Hondureño, pues precisamente éste abre la posibilidad de legitimar la ruptura del orden constitucional con argumentos “pseudo-legales”, generando un peligroso precedente que pudiera hacer retroceder los logros alcanzado con la Tercera Ola Democrática en América Latina.
Un libro sin recetas, para la maestra y el maestro Fase 3.pdfsandradianelly
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2. HOJA DE RUTA
EL GOLPE DE ESTADO Y EL GOBIERNO
FUJIMORISTA
Estimado estudiante:
Sigue los siguientes pasos para realizar un trabajo autónomo. Recuerda
que puedes consultar al docente que se encuentra en línea a través de la
plataforma.
Paso 1:
Lee detenidamente el anexo N° 01 denominado: “Secuelas del golpe del 5 de abril de
1992”. Luego, anotas los principales datos para una comprensión.
Paso 2:
• A continuación, participa en la elaboración de un análisis sobre el tema
respondiendo las siguientes preguntas:
• ¿Qué acciones realizaron Fujimori y Vladimiro durante la dictadura?
• ¿Por qué crees que la ciudadanía apoyó el golpe de Estado de
Fujimori?
• ¿Cómo describe el autor los gobiernos de Fernando Belaunde y Alan
García?
• ¿Cuáles fueron los dos rasgos del gobierno de Fujimori según el
autor?
• ¿Después del gobierno de Fujimori, cuál sigue siendo el reto de la
democracia peruana?
Indicaciones finales
✓ Evita los errores de ortografía y gramática.
✓ Lee las veces que sea necesario el anexo para una mejor comprensión.
✓ Organiza tu tiempo para cumplir con tus actividades.
3. ANEXO N° 01
SECUELAS DEL GOLPE DEL 5 DE ABRIL DE 1992
05/04/2017
Por Félix Reátegui
Hoy se cumplen veinticinco años desde el golpe de Estado dado por Alberto Fujimori y la cúpula
militar el 5 de abril de 1992. Esa fecha inauguró un periodo autoritario apenas doce años
después de que hubiera concluido la anterior dictadura militar. Se suele discutir si lo que hubo
en el país desde entonces hasta el año 2000 fue una dictadura. Para algunos la realización
periódica de comicios dificulta esa denominación. La cuestión es en cierto modo adjetiva. No se
puede ignorar que desde 1992 un solo poder, el Ejecutivo, y dos personas, Fujimori y Vladimiro
Montesinos, con apoyo de las fuerzas armadas, usurparon todas las funciones del Estado.
Tampoco cabe desconocer que, al usurparlas, atropellaron derechos, empezando por los de las
minorías políticas, cometieron atroces violaciones de derechos humanos, persiguieron
criminalmente a la oposición política y desplegaron una de las más vastas empresas de desfalco
del Estado que registra la historia de la República.
La historia del golpe de Estado de 1992 ofrece diversos motivos de reflexión alarmante sobre el
futuro de la democracia. Uno de ellos, en apariencia nimio, pero significativo, es el consenso en
llamar “autogolpe” al golpe de Estado. Esa imprecisión es el eco de una cierta cultura política;
para ésta, el Poder Ejecutivo es el único y verdadero poder, de manera que cualquier atropello
de este a otro poder del Estado es leído como un golpe contra sí mismo. Hay mucho que cambiar
al respecto.
Se ha discutido mucho sobre lo que significó el golpe de Estado en aquel momento. Los
partidarios del autoritarismo invocan ritualmente el respaldo masivo al golpe. Cerca de 80 por
ciento de la población se manifestó conforme. Esa cifra habla, en realidad, de las condiciones de
éxito del golpe, no de su legitimidad. La población peruana se encontraba en estado de zozobra;
la violencia armada y la crisis económica la hacían demandar respuestas rápidas. Pero el papel
de un estadista no es aprovechar el miedo de la población para someterla a la condición de
súbdita. Y esto último fue lo que sucedió desde el 5 de abril.
Los admiradores del golpe de Estado suelen justificarlo por sus antecedentes y elogiarlo por sus
efectos. Es cierto que los dos gobiernos precedentes no estuvieron a la altura del ideal
democrático. Fernando Belaúnde respetó las instituciones, pero presidió un gobierno altamente
violador de derechos humanos en el que la impunidad fue sistemática y en el que la corrupción
tampoco estuvo ausente. Esta alcanzó dimensiones mayúsculas durante el gobierno de Alan
García, durante el cual se replicó prácticas atroces en la lucha contra Sendero Luminoso. Pero
no era tarea del siguiente gobierno encaramarse sobre esas graves faltas para hacerlas peores.
Y eso fue lo que sucedió. Y si, por otro lado, fue durante los años noventa cuando se derrotó a
Sendero Luminoso, está demostrado que ello no sucedió gracias a los métodos del gobierno sino
a pesar de ellos. Este fue más efectivo en ejecutar un ajuste económico severo y sin precauciones
humanitarias porque, en efecto, los gobiernos autoritarios pueden imponer penurias a la
población sin rendir cuentas. Pero si con ello se ordenó las finanzas y se atrajo capitales
indispensables, ese mismo autoritarismo, ese uso arbitrario del poder, determinó que en el año
2000 el país se encontrara en una grave crisis económica.
4. El legado del 5 de abril todavía pesa sobre la vida política del país. Fujimori y Montesinos no
inventaron el oportunismo de los “independientes”, pero lo aprovecharon y lo impulsaron.
Tampoco fueron ellos quienes indujeron el colapso de los partidos llamados tradicionales. Pero
potenciaron esa tendencia: generalizaron el término “partidocracia” como un estigma y,
mediante la manipulación de las reglas de representación política –es decir, régimen electoral y
ley de partidos—, provocaron la dispersión extrema y la degradación del sistema político. Hoy,
un cuarto de siglo después, todavía vivimos bajo ese régimen que priva a la ciudadanía de una
representación política con significado democrático.
Es imposible evocar el golpe de Estado de 1992 sin mencionar los dos grandes rasgos del
gobierno al que este dio origen: una corrupción sistemática y un régimen de impunidad para
atroces violaciones de derechos humanos. Mucho se ha escrito sobre esos rasgos y resulta
innecesario describirlos aquí. Más útil es resaltar que uno y otro son variaciones y resultados del
hecho central: la concentración de poder, la abolición del Estado de Derecho, el avasallamiento
de las instituciones. La subordinación de la prensa mediante prebendas y amenazas es efecto de
ese autoritarismo, aunque haya sido también una causa de su perduración. Crímenes como la
esterilización forzada de mujeres no se explican sin la confianza, extendida durante la década
de 1990, de que el poder no tiene que responder a nadie por sus actos.
Desde la fuga de Alberto Fujimori, en el año 2000, el Perú intenta reconstruir una democracia
mejor liberándose del lastre de ocho años de autoritarismo, corrupción y degradación radical
del espacio público. Son varios, tal vez muchos, los pasos dados en esa dirección. Pero no son
menos los pasos pendientes. Salvo excepciones, los medios de comunicación parecen todavía
un reflejo de la cultura de la estridencia, la evasión y el ocultamiento orquestada por Vladimiro
Montesinos. Las organizaciones políticas no han logrado constituirse en entidades
razonablemente representativas, por un lado, y comprometidas escrupulosamente con el
Estado de Derecho, por otro lado. Y el país empieza a ser invadido por olas de intolerancia, por
retóricas de exclusión y por un amoralismo que presenta a la política como el reino del interés
privado y no como la arena de las inquietudes públicas. Esas tendencias son un legado furtivo
de los años noventa.
A comienzos del siglo XX un joven intelectual liberal escribió: “jactarse de domeñar la anarquía
desencadenándola y justificándola […] entraña un contrasentido tan grande que sería jocoso si
no fuera tan aflictivo”. José de la Riva-Agüero hablaba, en 1911, del primer gobierno de Leguía,
que ya era la semilla del Oncenio autoritario. Pero podría haber estado hablando, también, de
los cien años siguientes de la vida política peruana, en los que ocasionales gobiernos “de orden”
no han hecho otra cosa que trastornar el régimen democrático y constitucional. A esa peculiar,
paradójica tradición subversiva pertenece el régimen inaugurado el 5 de abril de 1992.
FUENTE: https://idehpucp.pucp.edu.pe/opinion_1/secuelas-del-golpe-del-5-abril-
1992/