Homilía sobre la gracia de Dios fuera de la Iglesia
1. HOMILIA DEL DOMINGO 26 DEL TO. CICLO B. DÍA 27 DE
SEPTIEMBRE DEL 2015
“Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido
impedir, porque no es de los nuestros”.((Mc 9,38)
Ahí está el problema: “no es de los nuestros”.
No forma parte de nuestro grupo.
No dicen que “uno que no te sigue a ti”, sino que “no es como nosotros”.
El problema no es si “está o no con Jesús”, sino que “no está con nosotros”.
Tampoco importa no es que “haga milagros”, “eche demonios”, “luche en la liberación
de los demás”.
Todo eso vale de poco. Lo importante es que “no es de nuestro equipo”, “no es de
nuestro partido”, “no es de nuestra mentalidad”, “no habla nuestra lengua”, “no es de
nuestro color”, “no es de nuestra clase social”, “no tiene nuestra religión”.
A partir de la Revolución francesa, y sobre todo de la Constitución
Americana, se ha desarrollado la cultura “del individuo”, “del yo”.
El grupo ha reemplazado a Jesús.
La institución reemplaza al Evangelio.
La fidelidad al pasado reemplaza a la novedad del Espíritu.
Actúa en nombre de Jesús, pero no “es de los nuestros”.
Actúa en nombre del Evangelio, pero “no es de los nuestros”.
Ya no es Jesús el punto de referencia, sino “nosotros”.
Ya no importa si hace el bien, sino que “no es de los nuestros”.
No importa lo que es. Sencillamente no es de nuestra Iglesia.
No importa lo que haga. “No es de nuestra Iglesia”.
No importa que esté haciendo mucho bien. “No es de nuestra línea”.
No importa que esté abriendo caminos a los alejados. “No es de nuestro Movimiento”.
Es el eterno problema de cuando la institución ocupa el lugar de Dios.
Es el eterno problema de cuando la institución ocupa el lugar del Evangelio.
Es el problema de cuando el “pasado” y la “tradición” ocupan el lugar del Espíritu Santo.
Es el problema que apuntaba el pasado domingo el Libro de la Sabiduría: “Acechemos al justo,
que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados,
nos reprende de nuestra educación errada. Veamos si sus palabras son verdaderas,
comprobando el desenlace de su vida”.
“No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego
sea capaz de hablar mal de mí”. “Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros”. (Mc
9,39)
La institución es necesaria. Pero no es lo esencial. Lo esencial es la vida.
El cauce del río es importante. Pero lo que realmente importa es el río mismo.
La gracia de Dios no está condicionada a la institución.
Ni la institución puede condicionar a Dios y su gracia.
Dios actúa en la institución, pero en modo alguno es la única geografía de la acción de la
gracia.
2. La Iglesia no es la única donde Dios actúa.
Dios actúa donde quiere y como quiere. También fuera de la Iglesia.
También fuera de la Iglesia se hace mucho bien.
También fuera de la Iglesia se viven muchos valores del Evangelio.
¿Y se lo vamos a prohibir porque no son de los nuestros?
También la gracia de Dios actúa en ellos.
Por más que no hablen de Dios.
Por más que no hablen del Evangelio.
Por más que no hablen de la Iglesia.
Tal vez, no son conscientes de actuar en nombre de Dios.
Pero están cumpliendo los planes de Dios.
Tal vez, no conocen el Evangelio.
Pero lo están viviendo. Tampoco aquellos que “daban de comer al hambriento, vestían al
desnudo, visitaban al enfermo y se iban a las cárceles y daban de beber al sediento” sabían
que se lo hacían a Cristo.
Reconozcamos el bien, al margen de quién lo hace.
Reconozcamos la verdad, independiente de quien nos la dice.
Reconozcamos que Dios actúa en todos los hombres, cristiano o no.
Cristo no murió por la Iglesia, sino por el mundo y por la humanidad