La autora argumenta que la infancia ha cambiado debido a la tecnología, con los niños pasando más tiempo con dispositivos en lugar de jugar y socializar. Señala que los padres deben limitar el uso de la tecnología y en su lugar alentar a los niños a jugar al aire libre, interactuar con otros niños y disfrutar sanamente de su infancia. Concluye que los padres deben recuperar el tiempo para compartir con sus hijos y enseñarles valores a través del juego como solían hacer las generaciones anteriores