El documento discute los resultados estancados del examen SIMCE y rechaza la explicación común de que la tecnología móvil es la causa, señalando que a lo largo de la historia cada nueva tecnología ha sido vista como una amenaza a la educación aunque no hay evidencia que lo demuestre. En cambio, el problema central es social y comienza con la pobreza infantil, y la educación chilena carece de los recursos para enfrentar este desafío.
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Jjbruner
1. ¿Explicar o justificar el estancamiento?
La suposición de que los nuevos medios de información y comunicación perjudican
la educación de los niños y jóvenes viene repitiéndose desde Platón. Explicar el
estancamiento del Simce por las tecnologías 4G no obedece a ningún diagnóstico
seriamente fundado.
José Joaquín Brunner
Como hace tiempo no ocurría, los resultados del Simce generaron esta vez un relativo consenso. Se
hallan “estancados”, según coinciden casi todos. Y la situación sería “preocupante”. Ambos vocablos
ratifican un hecho ineludible: nuestra educación básica y media no está mejorando.
Luego de claras señalesde progreso durante la primera década de los años 2000, se observa ahora una
pérdida de dinamismo del sistema, un empeoramiento en algunas áreas como comprensión lectora y
no aparecen avances significativos en equidad.
La explicación dada para este inquietante cuadro es la existencia de un desajuste entre la educación
formal y los estilos de aprendizaje de las generaciones nacidas con internet y las tecnologías móviles.
Más concreto, el deteriorose deberíaa que el medioambiente digital causa una sobrecarga cognitiva
y sustrae alosniñosyjóvenes(particularmente hombres) deloscontextostradicionalesde socialización
y enseñanza.
Esta suposición-que los nuevos mediosde información y comunicaciónperjudican la educación de los
niñosy jóvenes- viene repitiéndosedesde antiguo.Ensu momento,Platón acusó a las letras, la cultura
escrita,de debilitarla memoriay dificultarel aprendizaje.Al diosde laescrituradice:“Ellano producirá
sino el olvido en las almas de los que la conozcan, haciéndoles despreciar la memoria; fiados en este
auxilioextrañoabandonarán a caracteres materialesel cuidadode conservar losrecuerdos,cuyo rastro
habrá perdido su espíritu”.
Más tarde, con el arribo de la imprenta, se postuló que esta traería consigo variados males, como
pérdida de autoridad de los maestros, circulación de ideas rebeldes, descontento entre las masas con
suposiciónenlasociedad,etc.En especial,se sostuvo,abriríaunabrechaentre alfabetosyanalfabetos,
como sucedió. Según Voltaire, en 1789 solo un 37% de los franceses sabía firmar.
Frente a las nuevas, modernas, tecnologías de la radio, el cine y la TV, especialmente frente a esta
última, se produjo en tanto una doble reacción.
Por un lado,hubo quieneslasrecibieronconoptimismoy favorecían suuso dentro del sistemaescolar,
imaginandouna rápida y positivatransformación de lasala de clase y los colegios.UmbertoEcocalificó
a estareaccióncomo propiade “integrados” al mundoinformativo-comunicacionalemergente,quienes
cultivaban la esperanza de la TV educativa.
Al frente estabanlos“apocalípticos”,quienesanticipabanunverdaderofinde mundode la alta cultura
y la escolarizaciónmetódicaque solola escuelapodía ofrecer.Conlosmediosaudiovisuales,se sugirió,
2. sobrevendríaun momento de decadenciade la cultura occidental.Niños y jóvenesestarían expuestos
más horas a la pantalla del televisorque a los textosescritos; el libro desaparecería;la formación de la
razón quedaría entregada al torbellino de las imágenes y la continua distracción impediría a los
estudiantes concentrarse en sus tareas.
Exactamente la misma reacción dual que despiertan ahora internet y las tecnologías móviles. Son
objetode enormesilusiones,pero,a la vez,se las percibe como una amenaza para la educación. Se las
invoca repetidamente como base de una nueva civilización y su manejo se celebra como una
competenciaclave del siglo XXI. Al mismotiempose lasresponsabilizapor el despotenciamientode las
prácticas pedagógicas tradicionales y por la alienación de los jóvenes en un mundo virtual.
Estas ambiguas y contradictorias reacciones son parte del momento de confusión que viven nuestras
políticas educacionales.
Explicar el estancamiento del Simce y su preocupante deriva por las tecnologías 4G no obedece, en
efecto,a ningún diagnósticoseriamente fundado.Atribuirlescausalmente el debilitamientodel hábito
lector, que es muy anterior al uso de dispositivos móviles, no pasa de ser una conjetura. Es nada más
que la repetición de un patrón histórico basado en la aprensión, pero no en la evidencia.
Con similar falta de evidencia podría suponerse que el actual estado de nuestra educación se debe a
fallidas políticas gubernamentales, o a una falta de motivación y extendida anomia entre los niños y
jóvenes, o a la parquedad de recursos disponibles, o bien a prácticas docentes inefectivas.
Es imperativo terminar con estos ejercicios discursivos inconducentes y ponernos serios.
Sabemos,estavezsí con apabullante evidencia,que el problemacentral de nuestrosniñosnoesdigital,
sino social, y arranca con la cuna. Mientras no dediquemos una atención y cuidado de extraordinaria
calidad a los infantes nacidos en condiciones vulnerables -que estamos lejísimos de asegurar- los
magros resultados continuarán inalterados.
Sabemos, asimismo, que en la educación básica casi la mitad de nuestros estudiantes no alcanza el
umbral mínimo en los dominios de comprensión lectora, razonamiento científico y manejo numérico.
Sabemos,enfin,que loscolegiosdonde ellosestudiannocuentancon losmedioshumanos,materiales
y financierospara hacer frente por sí solosal enorme desafíoque les imponen el Estado y la sociedad.
En suma, conocemoslo esencial de por qué se mantiene entrampada nuestra educación.Sin embargo,
pasan los años y no nos abocamos a ello;a mejorar la calidad de las oportunidadesde aprendizaje que
ofrecemos a nuestros niños y jóvenes, palanca imprescindible también para aumentar la equidad.
Las nuevas tecnologíasno son la causa del problemani el eje de la solución. Más bien, una formación
escolar de calidad ha de contribuir a que los niños y jóvenes adquieran las competencias necesarias
para emplear reflexiva y críticamente esas tecnologías. Y no como un medio para escapar del mundo.