Pablo llega a la ciudad de Tesalónica durante su segundo viaje misionero para predicar el evangelio. Predica en la sinagoga los sábados explicando las Escrituras y demostrando que Jesús era el Mesías profetizado. Muchos judíos y gentiles creen, incluidas mujeres nobles. Sin embargo, algunos judíos no creen y generan disturbios en la ciudad. Pablo huye a Berea pero luego es obligado a ir a Atenas para escapar de los que lo perseguían.

1. lección 1
30 de junio al 6 de julio
el evangelio
llega a Tesalónica
«Así que no dejamos de dar gracias a Dios, porque al oír ustedes
la palabra de Dios que les predicamos, la aceptaron no como
palabra humana sino como lo que realmente es, palabra de Dios,
la cual actúa en ustedes los creyentes».
1 Tesalonicenses 2: 13
Edición facilitada por:
RECURSOS ESCUELA SABATICA ®

2. Introducción
sábado
30 de junio
Hechos 17: 1-3;
1 Tesalonicenses 2: 13 Recibiendo la verdad
Tesalónica, donde viven judíos y gentiles, es un activo puerto en el mar Egeo y
la capital de la provincia romana de Macedonia durante el siglo I d. C. Pablo llega
a dicha ciudad durante su segunda gira misionera con el propósito de compartir el
mensaje del evangelio con los residentes del lugar. Las buenas nuevas fluyen de sus
labios al igual que la brisa marina. Pablo enfatiza de manera especial la gloriosa
resurrección del Hijo de Dios. El relato bíblico afirma que «entró en la sinagoga y
tres sábados seguidos discutió con ellos. Basándose en las Escrituras, les explicaba
y demostraba que era necesario que el Mesías padeciera y resucitara. Les decía:
“Este Jesús que les anuncio es el Mesías”» (Hech. 17: 2, 3).
La Palabra de Dios ha demostrado una y otra vez su poder
para cambiar las vidas de aquellos que la reciben.
Cuando los tesalonicenses escucharon las buenas nuevas, las aceptaron consi-
derándolas como palabras verdaderas que provenían de Dios (1 Tes. 2: 13). La
naciente iglesia cristiana comenzó a crecer, como parte de la semilla en la parábola
del sembrador que Jesús relató al principio de su ministerio terrenal. En aquella
parábola un agricultor esparce semillas en el terreno esperando recoger una cose-
cha abundante. Algunas semillas cayeron en un terreno duro y las aves se las comie-
ron. Otras cayeron entre las rocas y no pudieron echar raíces. Las malas hierbas
ahogaron el crecimiento de otras semillas. Sin embargo, las que cayeron en un buen
terreno produjeron una buena cosecha. «Pero otros son como lo sembrado en buen te-
rreno: oyen la palabra, la aceptan y producen una cosecha que rinde el treinta, el
sesenta y hasta el ciento por uno» (Mar. 4: 20).
¿Por qué piensas que los tesalonicenses quedaron tan convencidos por el men-
saje de Pablo? ¡Ellos sabían que Pablo no estaba relatando cosas fantasiosas! Él apoyó
su mensaje en razonamientos lógicos. Muchos de los que estaban presentes en la
sinagoga donde Pablo predicaba deben haber conocido los escritos de los profetas,
entre ellos Isaías, que hablaban en forma específica de la venida de un salvador.
Pablo habló con la autoridad de un Jesús resucitado, realizando claramente una
comparación entre la vida de Cristo y las profecías mesiánicas. Esto hizo que los te -
salonicenses se convencieran de la verdad y se entusiasmaran respecto a compartir
aquel mensaje de esperanza.
La Palabra de Dios ha demostrado una y otra vez su poder para cambiar las
vidas de quienes la reciben. Al estudiar la lección de esta semana, ora para que tu
corazón se abra a la Palabra de Dios y para que seas impresionado o impresionada
por el Espíritu Santo. Puedes tener la seguridad de que la Biblia es hoy tan confia-
ble como lo fue en el siglo I.
Julie Keaton, Silver Spring, Maryland, EE. UU. 7

3. domingo
1º de julio
Isaías 9: 1-7; 53;
Jeremías 23: 1-6;
Logos Hechos 16: 9-40; 17: 1-4, 12;
Un evangelio personalizado Romanos 1: 16;
1 Tesalonicenses 2
Las mismas reglas de juego (Hech. 16: 9-40; 17: 14)
Con la llegada de Jesucristo como el salvador prometido, surgió también una mara-
villosa esperanza con que la también surgió un santo orgullo entre los creyentes de ori-
gen judío. Es en aquellos momentos de arrogancia que les llega el evangelio a los gen-
tiles. Precisamente a través de aquel maravilloso mensaje el mundo recibirá una mara-
villosa esperanza de vida.
Según los gentiles iban aceptando el evangelio en lugares como Tesalónica, algu-
nos judíos comenzaron a reconocer que todos los seres humanos eran iguales. El evan-
gelio afirmaba que Jesús amaba a todos por igual. Esto igualó las reglas de juego en el
terreno de la salvación. Ya los judíos no podían ufanarse de que contaban con una
santa aprobación mientras que los demás eran condenados.
A Pablo se le mostró en una visión que debía predicar el evangelio en Tesalónica.
Eso lo ayudó a él y a otros judíos a entender que Dios los estaba llamando a predicar
el evangelio a los gentiles (Hech. 16: 9). También confirmó la igualdad de todos los cre-
yentes. Dios envió a numerosos predicadores para que guiaran y dirigieran a los genti-
les con el objetivo de que establecieran una relación salvadora con Jesús. No eran úni-
camente judíos los que aceptaban aquella nueva enseñanza, sino que también los grie-
gos creían (Hech. 17: 1-4, 12). Esto constituyó una confirmación adicional de que Dios
dirigía la labor de Pablo.
Hay mucho que aprender del ejemplo de Pablo. Él predicó en forma abierta y amis-
tosa el mensaje de salvación a los perdidos, sin tomar en cuenta la raza, el género, la
situación financiera o las creencias de sus oyentes.
La promesa de un salvador (Isa. 53)
Durante generaciones, los judíos habían esperado la llegada de un salvador. Jamás
soñaron que el Mesías sería un medio de salvación no solamente para ellos, sino para
el resto de los seres humanos.
Isaías 53 parece un documento que describe la vida de Jesús: «No había en él belle-
za ni majestad alguna; su aspecto no era atractivo y nada en su apariencia lo hacía dese-
able» (Isa. 53: 2). Este versículo describe a Jesús y a la forma en que iba a adoptar la natu-
raleza humana y a llevar nuestros pecados. Encerrado en esa promesa está el oscuro cua-
dro de su dolor y tormentos. En aquellos tiempos muchos no estaban dispuestos a acep-
tar a un salvador sufriente, sino más bien a uno que fuera poderoso.
Esa promesa fue dada mucho antes de la llegada del Salvador. Los judíos estudia-
ron y creyeron los numerosos textos que lo señalaban en los santos escritos. Más tarde,
en Tesalónica, el mensaje del Mesías prometido sería aceptado y creído con presteza.
Aquellos creyentes no tenían conocimientos previos al respecto, sin embargo su acep-
tación fue instantánea.
Las ovejas esparcidas (Jer. 23: 1-6)
En Jeremías 23: 1-6 se les advierte a los «pastores» que las ovejas serían esparcidas.
¿Sería esa la forma en que Dios estaba preparando a los judíos para que el evangelio se
predicara a los gentiles? Aquí el Señor promete no solamente que proveerá un salvador,
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4. sino también que juntará a sus ovejas. Asimismo hay también una promesa de creci-
miento: «Pondré sobre ellas pastores que las pastorearán, y ya no temerán ni se espan-
tarán, ni faltará ninguna de ellas» (Jer. 23: 4).
Más bien, habla con orgullo y seguridad, motivado por la certeza
de un salvador resucitado y el conocimiento de su regreso.
De la misma manera en que Dios capacitó a los primeros misioneros para que
compartieran el evangelio, también les aseguró que serían juntados de acuerdo a sus
creencias y a su fe. La igualdad abarcó a todos los creyentes, manifestándose en gran
medida en Tesalónica donde hubo una amplia aceptación del evangelio. Pablo demues-
tra en un conocido texto su voluntad a arriesgar incluso su propia vida: «A la verdad,
no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los
que creen: de los judíos primeramente, pero también de los gentiles» (Rom. 1: 16).
¿Abrigaremos acaso alguna duda respecto a que Pablo era vehemente al predicar el
evangelio, sin importar la respuesta que pudiera recibir?
En forma clara y fuerte (1 Tes. 2)
Notamos una tranquila seguridad de parte de Pablo al leer sus palabras en 1 Tesalo-
nicenses 2: 4: «Al contrario, hablamos como hombres a quienes Dios aprobó y les con-
fió el evangelio: no tratamos de agradar a la gente sino a Dios, que examina nuestro
corazón». Él no es tímido. Más bien, habla con orgullo y seguridad, motivado por la
certeza de un salvador resucitado y por el conocimiento de su regreso.
Las cartas a los tesalonicenses nos recuerdan que Pablo y aquellos primeros misio-
neros sentían un gran amor por las almas perdidas. Aunque ese amor no ha desapare-
cido, muchos cristianos de la actualidad podrían beneficiarse al recordar esa actitud.
Existe hambre y sed por la verdad divina. «Así que no dejamos de dar gracias a Dios,
porque al oír ustedes la palabra de Dios que les predicamos, la aceptaron no como pala-
bra humana sino como lo que realmente es, palabra de Dios, la cual actúa en ustedes
los creyentes» (1 Tes. 2: 13).
Sí, Pablo habla con fortaleza y orgullo a la vez que es un canal del amor, del per-
dón y de la salvación de Dios. Hay mucho que podemos aprender de él, muchas cosas
que podemos memorizar y aplicarlas a nuestras vidas. Pablo nos estimula a que estemos
en pie, a que no nos avergoncemos y a que llevemos la antorcha por Jesús, tomando en
cuenta la igualdad de los seres humanos y la promesa de un salvador.
PARA COMENTAR
1. ¿Qué puedes aprender de la firme visión de Pablo respecto a los perdidos?
¿Cómo podrías seguir sus pisadas?
2. ¿Por qué piensas que Dios se esforzó tanto para mostrarles a los judíos que ellos
no serían los únicos salvados?
3. ¿En qué formas prácticas podrías ser un misionero enviado «a Tesalónica»?
Julene Duerksen-Kapao, Palmerston North, Nueva Zelanda 9

5. lunes
2 de julio Testimonio Hechos 17: 1-10
Un mensaje que
requiere una respuesta
En el libro Hechos de los apóstoles la historia de la misión de Pablo a los tesalo-
nicenses comienza con su prédica: «Al predicar a los tesalonicenses, Pablo apeló a las
profecías del Antiguo Testamento concernientes al Mesías».1 Esta repetición de las prin-
cipales profecías sirvió para señalar a Jesús.
«Mientras Pablo proclamaba con santa audacia el evangelio en la sinagoga de
Tesalónica, se derramaron raudales de luz sobre el verdadero significado de los ritos
y ceremonias relacionados con el servicio del tabernáculo. Pablo creía en la segunda
venida de Cristo. Tan clara y vigorosamente presentó las verdades concernientes a
este suceso, que ellas hicieron en la mente de muchos que oían una impresión que
nunca se borró. Cuando se proclamaron así las verdades del evangelio en Tesalónica
con gran poder, se cautivó la atención de grandes congregaciones. “Y algunos de
ellos creyeron, y se juntaron con Pablo y Silas; y de los Griegos religiosos grande mul-
titud, y mujeres nobles no pocas”».2
«Los mensajeros de la cruz deben velar y orar, y seguir adelante
con fe y ánimo, trabajando siempre en el nombre de Jesús».
También hubo quienes reaccionaron en una forma violenta y negativa, y aun-
que el mensaje de ellos llamó la atención no siempre fue recibido favorablemente.
«Los que enseñan hoy verdades poco populares no necesitan desanimarse si en
ocasiones no son recibidos más favorablemente, aun por los que pretenden ser cris-
tianos, de lo que lo fueron Pablo y sus colaboradores por la gente entre la cual tra-
bajaron. Los mensajeros de la cruz deben velar y orar, y seguir adelante con fe y
ánimo, trabajando siempre en el nombre de Jesús. Deben exaltar a Cristo como el
mediador del hombre en el santuario celestial, en quien se concentraban todos los
sacrificios de la dispensación del Antiguo Testamento, y por cuyo sacrificio expiato-
rio los transgresores de la ley de Dios pueden hallar paz y perdón».3
PARA COMENTAR
1. ¿Cuán importante es la Biblia para entender a Jesús y lo que él hace por noso-
tros?
2. A tu modo de ver, ¿reacciona la gente en forma positiva o negativa, respecto
a las buenas nuevas relacionadas con Jesús? ¿Por que piensas que esto sucede?
3. ¿Cómo podemos allanar el camino a favor del evangelio? Por otro lado, ¿cons-
tituye eso únicamente la obra del Espíritu Santo?
______________
1. Los hechos de los apóstoles, cap. 22, p. 167.
2. Ibíd., p. 172.
3. Ibíd., p. 173.
Nathan Brown, Melbourne, Australia
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6. Isaías 9: 1-7; 53; martes
3 de julio
Jeremías 23: 1-6;
Hechos 16: 9-40;
Evidencia
17: 1-4, 12;
Romanos 1: 16
La visión de Macedonia
Pablo estaba involucrado en una misión y confiaba que era Dios mismo quien
lo dirigía todo. Después de que fueron bloqueados sus planes originales de viaje,
él recibió «una visión en la que un hombre de Macedonia» le rogaba su ayuda
(Hech.16: 9). En sintonía con el Espíritu y obediente al llamado, él y los demás se
prepararon inmediatamente para partir. En aquel tiempo Macedonia era una pro-
vincia romana ubicada en la península de los Balcanes. El mayor impacto del grupo
estuvo primeramente localizado en la ciudad de Filipos. Fue allí que Lidia y sus fami-
liares recibieron el mensaje y fueron bautizados. También allí echaron fuera el demo-
nio que poseía a una joven esclava adivinadora y como consecuencia fueron lleva-
dos a la cárcel. Sin embargo, algo bueno surgió de todo aquello cuando el carcelero
sus familiares creyeron en Jesús y fueron bautizados (Hech. 16: 11-40).
En medio de grandes sufrimientos ellos permanecieron fieles.
Cuando Pablo y sus compañeros llegaron a Tesalónica, los recalcitrantes diri-
gentes judíos incitaron a una turba para que se opusiera a ellos (Hech. 17: 1-9). Los
viajeros llegaron a Tesalónica alrededor del año 50 d. C. Tesalónica está situada en
el norte de Grecia, y esa ciudad portuaria alberga en la actualidad a 1 millón de per-
sonas y continúa siendo un prominente centro cultural. Al predicar en la sinagoga
local, Pablo les mostró mediante las profecías que Jesús era el Mesías. Algunos judíos
y muchos griegos, incluyendo a destacadas mujeres, se les unieron. Sin embargo, a
causa de las acciones del populacho, Pablo fue forzado a dirigirse a Berea donde
tanto los judíos como los griegos recibieron el mensaje (Hech. 17: 1-4, 12). No obs-
tante, algunos judíos tesalonicenses los siguieron y suscitaron otras controversias,
por lo que los creyentes una vez más hicieron que Pablo se marchara.
Los tesalonicenses, al igual que los profetas y que Jesús, soportaron muchas difi-
cultades a causa del evangelio. Es de notar que incluso en medio de grandes sufri-
mientos ellos permanecieron fieles (1 Tes. 1: 6). Pablo sufriría muchas persecuciones
en su ministerio para luego afirmar: «no me avergüenzo del evangelio, pues es poder
de Dios para la salvación de todos los que creen» (Rom. 1: 16).
Los creyentes de aquella ciudad fueron realmente transformados por el evange-
lio. Pablo fue un medio para que aquella comunidad cerrada y dinámica reafirmara
su fe y su perseverancia. Su fama se esparció y fueron un modelo en toda aquella
región. Aunque Pablo les señaló algunos defectos y los animó a seguir mejorando,
los apóstoles se gloriaron y se gozaron en ellos (1 Tes. 2: 19).
PARA COMENTAR
¿Te sientes entusiasmado o entusiasmada con el evangelio, y confías en Dios a
pesar de la oposición o de los insultos?
Colin MacLaurin, Brisbane, Australia 11

7. miércoles
4 de julio Romanos 12; 15: 4;
Cómo actuar 1 Tesalonicenses 1: 3, 8-10;
La palabra viva 2 Timoteo 3: 14-16
Aunque los seres humanos cayeron no todo se perdió. Alguien vino a redimirlos
mediante su muerte. Ese «alguien» es Jesús y en los evangelios del Nuevo Testamento
podemos encontrar un registro de su vida, de su muerte y de su resurrección. Juan
3: 16, 17 lo resume: «Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito,
para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió
a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él» Los
creyentes de Tesalónica aceptaron este mensaje de todo corazón después de escuchar
a Pablo explicar el cumplimiento de las Escrituras en Jesús. Luego el gozo y la espe-
ranza que llenó sus corazones se desbordaron para llenar cada aspecto de sus vidas.
Se convirtieron en sacrificios vivos (Rom. 12), y en un poderoso testimonio del poder
transformador del amor divino.
El Espíritu Santo es definitivamente alguien
que deberías conocer.
Nosotros también podemos vivir nuestras vidas en una forma plena y compartir
el gozo que tenemos en Cristo con aquellos que nos rodean. Podrás lograrlo al hacer
lo siguiente:
• Estudia la Biblia. Pablo afirma: «De hecho, todo lo que se escribió en el pasado
se escribió para enseñarnos, a fin de que, alentados por las Escrituras, persevere-
mos en mantener nuestra esperanza» (Rom. 15: 4). Cuando estudiamos la Biblia
aprendemos acerca del plan divino de salvación y adquirimos un renovado enten-
dimiento del mundo que nos rodea. Podremos ver la mano de Dios dirigiendo
los acontecimientos históricos. El cumplimiento de las profecías de la Biblia nos
muestra que la Palabra de Dios es confiable y eso fortalecerá nuestra fe.
• Recuerda que el gozo es contagioso. Pablo se apasionaba respecto a lo que creía
y en el hecho de que muchos de sus oyentes serían alcanzados por este mismo
sentimiento.
• Dale la bienvenida al Espíritu Santo. Ora para que el Espíritu Santo entre a tu
vida. Él tiene el poder para transformarla y es definitivamente alguien que debe-
rías conocer: Amigo, Consejero, Consolador, presente en todo momento de difi-
cultad.
• Actúa. Reúnete con la gente. Ayuda a quienes lo necesitan. No tienes que espe-
rar hasta que te sientas preparado o preparada para impartir estudios bíblicos pro-
fundos. Muéstrales a quienes te rodean lo mucho que Jesús ha cambiado tu vida.
PARA COMENTAR
1. ¿Cuáles son algunas de tus promesas bíblicas favoritas?
2. ¿En qué sentido te inspiran dichas promesas y el cumplimiento de las Escrituras?
3. ¿Cómo influyen ellas en la forma que interactúas con el mundo que te rodea?
Monique Owen, Perth, Western Australia
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8. jueves
Mateo 28: 19, 20
Opinión 5 de julio
El evangelio llega
a Tesalónica
Hace unos dos mil años que Jesús encargó a sus discípulos la Gran Comisión
que encontramos en Mateo 28: 19, 20. En aquel tiempo la tarea debe haber pareci-
do algo imposible. Estoy segura de que al menos uno de los discípulos pensó: «¿A
todo el mundo? ¡Tan solo somos unos pocos!»
Él amaba su labor. ¡Fue lo que siempre
quiso hacer durante toda su vida!
Para el momento en que Pablo entra en escena, la misión había tomado veloci-
dad y el apóstol estuvo listo para llevar el mensaje a nuevas regiones del mundo. No
había escasez de parajes adonde esparcir el mensaje. La parte más difícil de com-
partir las buenas nuevas consistía en trasladarse a dichos lugares, esto es si no toma-
mos en cuenta el factor de la persecución.
Con el paso del tiempo, cada vez hay menos lugares donde el evangelio de
Cristo no ha sido predicado. Durante muchos años hemos enviado misioneros, no
a enseñar una nueva religión, sino a estimular la gente en la fe.
En 1948, Hugh Dickins llegó a Papúa Nueva Guinea como uno de esos misio-
neros. Su objetivo era repartir folletos de Escuela Sabática en las aldeas, así como
estimular a los jóvenes. Él trabajó duramente para cumplir con esa misión. Durante
años tradujo las lecciones de la Escuela Sabática a un inglés sencillo de forma que
fueran asequibles a los aldeanos a quienes él visitaba.
Dickins demoraba semanas para llegar a algunas aldeas, permaneciendo alejado
de su esposa e hijos durante meses. Su mayor desafío era el cansancio. Hubo oca-
siones en las que estaba tan cansado que se dormía en medio de una conversación
¡con los ojos abiertos! A pesar de todo, él amaba su labor. ¡Fue lo que siempre quiso
hacer durante toda su vida! Encontró fortaleza para continuar sus labores en su fami-
lia y sobre todo en Dios, a quien servía.
En la actualidad tenemos oportunidades para animar a otros en su fe. La Gran
Comisión no concluye con el bautismo. Debemos continuar aleccionándonos
mutuamente. Al igual que Pablo al escribir sus cartas, o el pastor Dickins al traducir
las lecciones de la Escuela Sabática, nuestra tarea es una misión que no termina. La
labor de animar a otros puede cifrarse en una palabra amable, en una mano ayuda-
dora, o incluso en un obsequio en el momento apropiado. Ya sea algo grande o
pequeño, nuestros actos de estímulo están dirigidos a edificar a la gente y a honrar
el mandato de Cristo para hacer discípulos en todo el mundo.
PARA COMENTAR
1. ¿Cuál es el mayor desafío que enfrentas al compartir tu fe?
2. ¿Cuáles son nuestras responsabilidades para aquellos que son «nuevos» en la fe? ¿Y
para los que son «viejos» en la fe?
Kristin Thiele, Cooranbong, Australia 13

9. viernes
6 de julio Exploración
Las altas y bajas 1 Tesalonicenses 2: 11-13;
Hechos 17: 1-5
del ministerio
PARA CONCLUIR
Aunque el Espíritu Santo envió a Pablo y a Silas a Macedonia, los que escu-
charon el mensaje evangélico de ellos no siempre respondieron con gozo y acepta-
ción. En Tesalónica, los judíos celosos crearon un disturbio acusando a Pablo y a
Silas de predicar que Jesús era un rey rival de César. Sin embargo, muchos judíos
y griegos, incluyendo un buen número de mujeres recibió el mensaje de ellos como
palabra de Dios, antes de que se vieran obligados a abandonar la ciudad. Pablo y
Silas trabajaron esforzada y amorosamente a favor de la amada joven iglesia de
Tesalónica. Esa misma iglesia fue más tarde conocida por su fe, por su aceptación
del evangelio y por su devoción. Fue un modelo para otras jóvenes iglesias.
CONSIDERA
• Preparar una lista de oración que incluya a los nombres de aquellos por quie-
nes has testificado y trabajado, tomando en cuenta tu hogar, tu centro de la-
bores o cualquier otro ministerio en el que hayas estado involucrado. Pre-
senta a esas personas a diario en oración.
• Escribir una carta de estímulo a alguien que esté en tu lista de oración, uti-
lizando como modelo a 1 Tesalonicenses 1 y 2.
• Crear un modelo de papel o cartulina para colgar y que al ser movido por la
brisa, ilustre las altas y bajas así como los gozos y los desafíos del ministerio
al que te ha llamado Dios. ¿En qué sentido los gozos compensan o sobrepa-
san las dificultades?
• Observar la diversidad racial y cultural de tu congregación. Idear un plan
mediante el cual podrías conocer y apoyar a alguien que no es de tu misma
cultura, trasfondo social o género.
• Diseñar un afiche que promueva algún aspecto del ministerio de la mujer en
tu congregación.
• Planificar un viaje misionero, a alguna Macedonia moderna, imitando de
esa forma los pasos de Pablo.
PARA CONECTAR
Los hechos de los apóstoles, cap. 22.
Cheryl Des Jarlais, Ringgold, Georgia, EE. UU. Edición facilitada por:
14 RECURSOS ESCUELA SABATICA ®