El documento describe el surgimiento de las naciones modernas en Europa a partir del siglo XVIII, cuando el modelo medieval de una sociedad cristiana universal comenzó a disolverse, dando paso a un mosaico de naciones soberanas con sus propias lenguas e historias. También analiza cómo el romanticismo del siglo XIX popularizó la idea de nación y cómo, a diferencia de Europa, la nación no tenía sentido en los países del sudeste asiático.