La oratoria puede ser considerada tanto como una disciplina como una competencia. Como disciplina, enseña a los individuos a expresar sus ideas y resolver conflictos de manera positiva mediante un proceso dinámico. Como competencia, ayuda al orador a transmitir conocimientos de manera persuasiva siguiendo reglas para desempeñarse en ámbitos profesionales y cotidianos. Ambos enfoques comparten elementos como el desarrollo de cualidades del orador, dominio del tema y estilo elegante, pero difieren en sus objetivos específicos.