Este documento discute la importancia de la personalidad del líder y cómo debe reflejar el carácter de Dios. Explica que Dios creó al hombre para reproducir Su propio carácter de amor, justicia y capacidad de convivir en sociedad. Un buen líder debe dejarse moldear por el Espíritu Santo para producir los frutos del Espíritu y tener un carácter ejemplar. También enfatiza la necesidad de alimentar la fe a diario, mantener el equilibrio y comprometer a la familia en el ministerio.