1. Creatividad en las traducciones de Borges
Encontramos en los textos de Borges, desde ensayos, reseñas, prólogos hasta en sus
ficciones, brillantes observaciones acerca de la traducción. Aunque estas observaciones
producidas desde y en diversos espacios del autor y, conforme a lo expresado por él en lo
que respecta al pensamiento y lenguaje, no constituyen una sistematicidad aun cuando se
consolidan con coherencia. En este sentido, no existe una teoría de la traducción borgeana.
Borges dudaba de la utilidad o posibilidad práctica de esa teoría: los problemas de la
traducción eran problemas prácticos que sólo debían ser planteados frente a textos
concretos, como un párrafo, un verso.
En una entrevista de los ochenta, afirmaba: “Esos problemas generales no existen… él
único problema es traducir una oración particular. Deberíamos tomar un verso o párrafo y
ver cómo se lo puede traducir. Porque no hay ningún problema en cuanto al modo en que
los hombres deberían traducir pero está el problema en cuanto a estas líneas, este párrafo o
aquel. El resto, diría yo, carece de sentido. No creo que sea necesaria una teoría general de
la traducción, cuando hay que traducir algo hay que encarar un problema muy real”.
Entonces, es posible creer a partir de esto que para Borges la teoría plantearía preguntas y
respuestas abstractas que carecerían de un nexo con lo real.
El primer texto crítico borgeano dedicado a la traducción es un artículo publicado en 1926
titulado Las dos maneras de traducir, que anticipa todo lo que después Borges afirmará
sobre la traducción. En este artículo retoma la distinción habitual entre dos maneras de
traducir, pero con el fin de ubicarla en el marco de una oposición más general. A cada una
de las maneras de traducir le corresponde una ideología de la literatura, una manera de
creer en la literatura: clásica o romántica; Borges se pregunta qué hay detrás de esa
discusión.
A la ideología clásica de la literatura le importan menos los escritores que los textos; para
esta concepción que minimiza los localismos, los énfasis personales, el traductor no está
obligado a retener todas las irregularidades del texto original porque poco importan desde
2. la perspectiva impersonal de una ideología clásica, manteniendo la visión de la que la
literatura es anónima y de todos.
Por otro lado, para la ideología romántica la individualidad de los autores importan tanto
como o más que los textos, considerando al traductor como un intermediario necesario
entre el tesoro original y el desconocimiento del lector. Borges escribe: “Los románticos no
solicitan jamás la obra de arte, solicitan al hombre. Y el hombre no es intemporal ni
arquetípico… es poseedor de un clima, de un cuerpo, de una ascendencia, de un hacer algo,
de un no hacer nada, de un presente, de un pasado, de un porvenir y hasta de una muerte
que es suya. Haciendo todo en el romántico un lugar casi sagrado y, principalmente, el
texto.
Borges ha sido central en la literatura tanto por la calidad de sus producciones literarias
como por la enorme imaginación dispuesta en la creación; además ha sabido posicionarse
como el escritor que poseía impecable manejo de la lengua extranjera, legitimándose dentro
del campo cultural con esta pauta de diferenciación que es el dominio de la lengua
extranjera dentro del campo intelectual. Borges reivindica los libros ingleses y la lengua
extranjera como posibilidad de apropiación. Pero sus elecciones de traductor poseen el tono
rioplatense que se vincula con lo afectivo, combinando lenguaje, pensamiento y cultura de
forma singular.
Los principios que destaca Borges son la valoración personal o afectiva que puede justificar
la diferencia, el texto no es “definitivo” y la originalidad puede ser fundadora y creadora.
No faltan argumentos para sostener que adhirió a la ideología clásica de la literatura,
teniendo presente la cuestión de publicaciones en revistas literarias, principalmente la
revista Sur dirigida por Victoria Ocampo, que implica una escritura con cierta periodicidad
y ubicuidad, e incluso hubieron algunas traducciones no firmadas o realizadas en
colaboración.
En sus dos mayores ensayos de traducción: Las versiones homéricas y Los traductores de
las 1001 noches, Borges realiza un trabajo sumamente extenso y con un amplio espacio
para la creatividad. Desde los primeros textos, Borges deja ver que comprende que el
género de las traducciones es muy importante en la historia literaria y que es posible
3. progresos en lo que respecta al lenguaje, la narración y la filosofía, con interesantes
dimensiones desde el espacio de la traducción.
La literatura siempre es susceptible de traducción y Borges demuestra que las escrituras
pueden ser ampliamente creativas, escrituras que cabalgan de lado al original aun no siendo
exactamente iguales a éste.
Borges es un traductor que construye un lugar de enunciación dentro de la literatura
nacional estando constituido también desde la literatura universal y los movimientos de
vanguardia. Es un escritor que crea un recorrido original en sus ficciones como en la
escritura de traducción, porque se produce en un encuentro de diferentes caminos. Su obra
es de una mistura ilimitada, se desplaza por varias culturas que llegan a ciertos encuentros.
A veces, Borges desestabiliza las grandes tradiciones occidentales y las Orientales,
cruzándolas en el espacio rioplatense. De este modo, su obra puede ser caracterizada por
una interrogación constante sobre las formas de la literatura de un lugar excéntrico.
Borges constituye una línea cultural desde una operación estética e ideológica de
cosmopolitismo, que recorre su obra de los años 20 y 30, pero esta cuestión no se clausura
siendo una visión constante en sus ficciones y cuentos.
Es posible pensar que el reordenamiento de las tradiciones culturales nacionales lo habilita
para seleccionar y reacomodar libremente las literaturas extranjeras, haciendo un uso
desprejuiciado de todas las culturas y, por lo tanto, consigue una literatura que se relaciona
con la occidental desde un lugar de creatividad y con una visión estética que se consolida
con el recorrido del escritor.
Para concluir, la traducción parece connotar un sentido desestabilizador que promueve lo
inconmensurable como lugar de creación, mientras que las palabras representación y
descripción están ligada a los viejos paradigmas de escritura reflejo; quizás en un lugar
intermedio entre estas nociones se ubica la obra de Borges a modo de “filtro” en donde las
traducciones permiten el acceso a otras visiones de mundo sin llegar a adoptarlas
completamente. De este modo, la obra de Borges permite comparar las estructuras mentales
y de sentimientos de diversas culturas y abre la posibilidad del conocimiento literario en las
continuas traducciones, en torno a los procesos de desplazamiento y crecimiento cultural.