1. La conciencia y la vida
Explica Bergson que el pensamiento abstracto especulativo conduce a una teoría general,
todo aquello que la experiencia enseño sobre la idea/cosa y que se afirmaría posteriormente,
tal vez con carácter de legitimación, consiste en un proceso de pensamiento que se anticipa
a la experiencia, únicamente mediante la fuerza del raciocinio que coloca
retrospectivamente en la idea. Este procedimiento consiste en un avance racional que
abarca de antemano, en una concepción más amplia, las concepciones efectivamente más
restrictas y, por lo tanto, las únicas difíciles de formar y las únicas útiles de conservar, a las
cuales se llega por la profundización de los hechos.
A esta concepción es posible representarla como un ideograma de una secuencia natural, en
la cual el conjunto se moviliza a la par, al tiempo que el espíritu avanza y retrocede por un
eje establecido de acuerdo a leyes preestablecidas lógica o racionalmente.
Este mecanismo de pensamiento es replicado por Bergson diciendo que nada es más fácil
que raciocinar geométricamente sobre ideas abstractas porque de este modo se construye
sin dificultad una doctrina en la cual se sustenta y que pareciera imponerse por el rigor.
Pero, según Bergson ese rigor resulta haber operado sobre una idea esquemática, en lugar
de seguir los contornos sinuosos y móviles de la realidad. Entonces, Bergson se inclina
hacia una filosofía construida más modestamente, que vaya directamente al objeto sin
preocuparse con los principios de los cuales parece depender. Es preferible este camino
filosófico porque no ambicionaría una certeza inmediata que sólo puede ser efímera. De
este modo, este filosofar, dice Bergson, se haría sin prisa y sería una ascensión gradual a la
luz. Llevados por una experiencia cada vez más amplia para probabilidades cada vez más
altas, tenderíamos como un límite para la certeza definitiva.
Bergson señala que por este trabajo filosófico existen unas líneas de hechos que no van tan
lejos cuanto sería preciso, pero que podemos prolongar hipotéticamente. Cada línea de
hecho, tomada aisladamente nos conduciría a una conclusión simplemente probable, pero
todas juntas por su convergencia nos colocarán delante de una acumulación de
probabilidades que nos harán sentir en el camino a la certeza.
2. Entonces, la filosofía no será un sistema/obra sistemática de un pensador único, lo cual
promueve Bergson porque comportará y atraerá continuamente adiciones, correcciones,
retoques y avanzará constituyéndose como una filosofía hecha en colaboración.
Conciencia y memoria
Bergson hace referencia tanto al espíritu como a la conciencia en su relación con la
memoria y afirma que la conciencia es memoria, conservación y acumulación del pasado en
el presente.
Toda conciencia es anticipación del futuro, nuestro espíritu se ocupa de aquello que existe,
teniendo en vista lo que va a existir.
Bergson explica y destaca la importancia de la atención que es una espera, no hay
conciencia sin cierta atención para la vida. El futuro está allí, nos llama, nos empuja para sí
con una atracción ininterrumpida que es la que nos hace avanzar en el camino del tiempo y
también es la causa que nos hace actuar continuamente. Toda acción es, de algún modo,
una invasión al futuro.
La conciencia es un trazo de unión entre lo que fue y lo que será, un puente lanzado entre el
pasado y el futuro.
La conciencia retiene el pasado y anticipa el futuro y es llamada a efectuar una elección
mediante el cerebro como órgano de elección; para elegir es preciso pensar en lo que puede
hacerse y rememorar las consecuencias, ventajosas o perjudiciales de lo que ya se hizo, es
preciso prever y recordar.
Las variaciones de intensidad de nuestra conciencia parecen corresponderse a la suma
considerable de elecciones o de creación que distribuimos en nuestra conducta.
En el crecimiento y evolución de la conciencia, Bergson afirma que es necesario un
direccionamiento en el sentido del movimiento y de la acción; en un movimiento cada vez
más eficiente y una acción cada vez más libre. Eso es el riesgo y la aventura, pero también
es conciencia con sus grados crecientes de profundidad e intensidad.
3. Con la vida aparece el movimiento imprevisible y libre. El ser vivo escoge o tiende a
escoger, su papel es crear el futuro y es preciso preparar algo en el presente; preparación de
lo que será, hecha con lo que fue.
La vida conserva el pasado y anticipa el futuro en una duración en que pasado, presente y
futuro se encabalgan y forman una continuidad indivisa: memoria y anticipación que son la
propia conciencia coextendida a la vida.
Materialidad y conciencia. Formas antagónicas y diferentes.
La materia es necesidad y la conciencia es libertad, por más que se opongan una a otra la
vida encuentra una manera de reconciliarlas. Esto porque la vida es precisamente la libertad
insiriéndose en la necesidad y utilizándola en su provecho.
La vida sería imposible si el determinismo al que la materia obedece no pudiera flexibilizar
su rigor. Cuando la materia ofrece alguna elasticidad allí va a instalarse la conciencia. Va a
instalarse gradualmente porque dispone de tiempo, dará tanta libertad cuanto desee.
Cuanto mayor es la porción de pasado que cabe en el presente, dice Berson que es más
pesada la masa que el hombre lanza en el futuro para presionar contra las eventualidades
que se preparan: su acción, como flecha, dispara para frente con más fuerza cuanto más
tensada para atrás es su representación.
Bergson se pregunta si acaso la tensión de duración en un ser consiente no mediría
precisamente su poder de accionar, la cantidad de actividad libre y creadora que puede
introducir en el mundo.
En medio de la materia, la conciencia llega a libertarse bastante para que el individuo
encuentre algún sentimiento y, consecuentemente, alguna latitud de elección.
La sociedad y su constante intercambio de energías individuales, se beneficia con los
esfuerzos de todos y torna más fácil el esfuerzo de cada uno.
4. Las sociedades humanas son las únicas que mantienen la mirada fijada en los dos objetivos
a atingir, hacer las voluntades individuales inserirse en la voluntad social sin perder la
originalidad ni la independencia en una sociedad más amplia.
A través de inúmeros obstáculos, la vida trabaja individualizando e integrando a fin de
obtener la mayor cantidad, la más rica variedad y las más altas cualidades de invención y
esfuerzo.
El alma y el cuerpo
Bergson afirma que el pensamiento está direccionado para la acción y cuando no resulta en
una acción real, esboza una o más acciones virtuales, las acciones simplemente posibles.
La relación entre el cerebro y el pensamiento es compleja y sutil, explica Bergson que hay
una intención de imitación respecto de la vida del espíritu, en esta imitación se juegan las
situaciones externas a las cuales el espíritu debe adaptarse. Pero, el cerebro justamente
porque extrae de la vida del espíritu todo lo que ella tiene de ejecutable en movimiento y en
posibilidad de materialización, constituye así un punto de inserción del espíritu en la
materia, garantizando a todo momento la adaptación del espíritu a las circunstancias y
manteniendo ininterrumpidamente el espíritu en contacto con realidades.
De este modo, Bergson va definiendo un camino de aproximación hacia la situación de
constante movimiento, en tanto que dice que el espíritu no es órgano de pensamiento, ni de
sentimiento, ni de conciencia, pero hace que la conciencia, el sentimiento y el pensamiento
permanezcan tensionados para la vida real y, consecuentemente, sean capaces de una
acción eficaz. Por tanto, el cerebro es el órgano de atención para la vida.
El cerebro es el que nos presta el servicio de mantener nuestra atención concentrada en la
vida; explica Bergson y describe cómo la vida por su parte mira hacia el frente y sólo se da
vuelta para atrás en la medida en que el pasado puede ayudarla a aclarar y preparar el
futuro.
5. Vivir, para el espíritu es esencialmente concentrarse en el acto a ser realizado y, por lo
tanto, es inserirse en las cosas por intermedio de un mecanismo que extraerá de la
conciencia todo lo que es utilizable para la acción y, lo interesante destacado por Bergson
es que este proceso lo realizará inclusive obscureciendo lo restante porque es la función del
cerebro en la operación de la memoria: ella no sirve para conservar el pasado sino para
primero encubrirlo y después dejar transparentar aquello que sea útil en la práctica.
En esta explicación, adquiere relevancia el espíritu en la constancia del movimiento porque,
dice Bergson, éste ultrapasa el cerebro por todos lados y la actividad cerebral corresponde
apenas a una ínfima parte de la actividad mental. Significa también que la vida del espíritu
no puede ser un efecto de la vida del cuerpo y que todo acontece como si el cuerpo fuera
simplemente utilizado por el espíritu y, por lo tanto, no tenemos ningún motivo para
suponer que el cuerpo y el espíritu estén inseparablemente ligados el uno al otro.
En la óptica de Bergson, hay un cerebro que trabaja y una conciencia que siente, piensa y
quiere. De este modo, si la vida mental transborda la vida cerebral, si el cerebro se limita a
traducir en movimientos una pequeña parte de lo que pasa en la conciencia, entonces la
sobrevivencia se torna verosímil, el espíritu transcendería el tiempo vital del cuerpo.
En esta aproximación filosófica, Bergson invita a optar entre el puro raciocinio que se
encamina a un resultado definitivo, al cual Bergson lo llama imperfecto en la paradójica
posición de ser considerado perfecto. Por otro lado, es posible una observación paciente
que da apenas resultados aproximativos, susceptibles de ser corregidos y complementados
indefinidamente.
El primer método es lo simple probable que procura la certeza inmediata, es decir, lo puro
posible, que puede servir para demostrar dos tesis opuestas, igualmente coherentes. El
segundo método observa la probabilidad que puede aumentar sin fin, llevándonos
gradualmente a un estado que equivale prácticamente a la certeza.