Las jarchas fueron las primeras manifestaciones líricas en romance en la Península Ibérica a principios del siglo XI. Eran poemas cortos escritos en mozárabe que aparecían al final de poemas árabes llamados "moaxajas" y expresaban quejas amorosas femeninas por la ausencia del amado de forma sencilla y sin un autor conocido. Tenían una métrica irregular y una estructura de glosa más jarcha.