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TEMA	64.	LA	NOVELA	ESPAÑOLA	EN	LA	PRIMERA	
MITAD	DEL	XX	
1. INTRODUCCIÓN	
El	 público	 lector	 finisecular	 viene	 ya	 creado	 por	 la	
literatura	 realista,	 de	 tal	 forma	 que	 se	 benefician	 de	 su	
existencia	las	corrientes	marginales	de	la	época.	Los	autores	
se	 benefician	 de	 las	 oportunidades	 que	 los	 periódicos	 les	
brindan,	pero	aun	así	existe	un	freno	a	la	difusión	provocado	
por	el	alto	índice	de	analfabetismo	(un	55%	de	los	hombres	y	
un	 72%	 de	 las	 mujeres).	 Sí	 que	 tienen	 gran	 difusión	 las	
colecciones	populares	fruto	de	la	costumbre	de	las	lecturas	
recreativas	 familiares	 que	 habían	 iniciado	 las	 entregas.	 Son	
ejemplos	 de	 ello	 El	 cuento	 semanal,	 creado	 y	 dirigido	 por	
Eduardo	Zamacois	en	1907,	Los	contemporáneos	(1909-1926)	
o	El	libro	popular	(1912-1914),	los	tres	de	bajo	precio,	con	gran	
variedad	de	obras,	alcanzaron	a	un	amplio	público.		
En	1930	el	número	de	analfabetos	era	del	45%	y	en	1940,	
tras	 las	 campañas	 educativas	 de	 la	 república	 el	 porcentaje	
desciende	al	33%,	lo	que	supone	un	aumento	considerable	de	
público	lector,	a	pesar	de	que	muchos	solamente	sabían	leer	
para	realizar	operaciones	básicas.	El	género	predilecto	por	las	
masas	en	esta	época	es	el	erótico	de	Felipe	Trigo,	mientras	
que	 los	 novecentistas	 se	 encargan	 de	 separar	 en	 dos	
conjuntos	 a	 los	 lectores	 de	 muy	 desigual	 cuantía	 con	 una	
literatura	de	élite	reservada	a	unos	pocos.		
Tras	la	revolución	rusa	(1917),	la	concienciación	política	y	
obra	del	campesinado	se	encauza	a	través	de	la	pasión	de	leer	
y	aprender,	como	medio	de	lucha	para	erradicar	las	injusticias	
(Fuentes).	En	ese	momento,	y	coincidiendo	con	el	desarrollo	
de	otras	editoriales	como	Calpe	(pionera	en	el	libro	de	bolsillo)	
que	se	fusionó	pronto	con	Espasa,	o	la	Revista	de	Occidente,	
se	crean	también	editoriales	de	izquierdas	que	tratan	de	abrir	
una	 brecha	 en	 la	 coraza	 en	 la	 hegemonía	 ideológica	 de	 la	
burguesía.		
Aunque	con	la	censura	durante	la	dictadura	esta	literatura	
se	estanca	y	la	que	sale	adelante	es	la	de	Vanguardia,	más	
tarde	vuelve	el	signo	progresista	en	colecciones	de	novelas	
cortas	como	La	novela	social,	La	novela	política,	La	novela	roja	
o	La	novela	proletaria	(Santoya).	
La	situación	de	la	literatura	inmediatamente	después	de	
la	guerra	civil	es	desoladora.	En	palabas	de	Luis	Abellán,	se	
trata	 de	 un	 “páramo	 intelectual”.	 Por	 un	 lado,	 hay	 autores	
exiliados,	y	los	que	se	quedan	pierden	la	palabra	por	medio	a	
represalias,	 hostigamiento	 o	 por	 cansancio.	 En	 los	 años	
cuarenta	el	Estado	aspira	a	crear	una	cultura	dirigida	y	señala	
cómo	han	de	ser	los	libros.	Una	fuerte	censura	desde	la	ley	del	
22	 de	 abril	 del	 38	 da	 pie	 a	 que	 el	 censor	 pueda	 prohibir	
cualquier	 obra	 de	 discrepara	 mínimamente	 con	 la	 doctrina	
oficial	o	que	fuera	escrita	por	un	“autor	hostil	al	régimen”.	A	
ello	se	le	unió	la	penuria	generalizada,	la	falta	de	papel	y	el	
bajísimo	consumo.	Para	desmentir	propagandísticamente	su	
inquina	 a	 la	 literatura	 se	 promovieron	 diversas	 iniciativas	
mediante	un	sector	falangista,	entre	cuyos	novelistas	destaca	
Agustín	 de	 Foxá.	 Con	 la	 entrevista	 de	 Garcilaso	 de	 Juan	
																																																																				
1
	Estudiada	 por	 García	 Lara,	 F.	 (1986),	 El	 lugar	 de	 la	 novela	 erótica	
española,	Exma.	Diputación	Provincial	de	Granada.		
Aparicio	se	publicaron	a	los	poetas	neoclásicos,	autores	afines	
al	 régimen	 (como	 Manuel	 Machado)	 y	 se	 alentó	 la	 novela	
tremendista.	También	se	crearon	premios	literarios,	de	entre	
los	cuales	el	que	sigue	en	nuestros	días	es	el	Nadal	(1944).	Al	
lado	de	esta	literatura	se	desarrolló	otra	que	pobló	de	fantasía	
a	 las	 masas:	 tebeos,	 novelas	 del	 oeste,	 novelas	 rosa,	
fotonovelas,	seriales	radiofónicos…	La	literatura	mayor	era	un	
producto	para	las	minorías,	tanto	por	el	tratamiento	de	temas	
poco	 agradables	 como	 por	 las	 técnicas	 y	 el	 lenguaje	
empleados.	Incluso	fue	así	con	la	novela	de	intención	social.		
2. LA	NOVELA	A	PRINCIPIOS	DEL	S.	XX	
A. CORRIENTES	DE	LA	NOVELA	EN	LA	ÉPOCA.		
EPÍGONOS	DE	LA	NOVELA	REALISTA-NATURALISTA:	
• Senda	 del	 naturalismo	 aplicado	 a	 temas	 eróticos	 y	 con	
decadentismo	modernista	à	Alejandro	Sawa.		
• Realismo	desusado	à	Ricardo	León,	Concha	Espina.		
• Narrativa	de	testimonio	y	denuncia	à	Ciro	Bayo,	Manuel	
Ciges	Aparicio,	José	López	Pinillos.		
• Vicente	 Blasco	 Ibáñez,	 que	 acaban	 con	 el	 movimiento	
realista-naturalista.	 Comienzos	 folletinescos	 a	 novelas	
sociales	(La	bodega),	psicológicas	(Sangre	y	arena),	y	de	
aventuras	 e	 históricas	 (El	 Papa	 del	 mar),	 tras	 haber	
encontrado	 su	 verdadero	 puesto	 en	 los	 relatos	 de	
ambiente	valenciano	(La	Barraca,	1898).		
• Novela	erótica
1
:	Se	las	llamaba	eufemísticamente	“novelas	
galantes”	 y	 “sicalípticas”.	 Aunque	 se	 le	 adelantó	 en	 el	
tiempo	 Eduardo	 Zamacois,	 el	 que	 pasa	 por	 creador	 y	
superior	 en	 esta	 modalidad	 es	 Felipe	 Trigo.	 Sus	 obras	
tienen	episodios	truculentos,	broncas,	violencias	y	reflejan	
las	 inquietudes	 sociales.	 La	 pieza	 de	 mayor	 éxito	 es	
Jarrapellejos	 (1914).	 El	 novelista	 adopta	 una	 actitud	
combativa	por	la	libertad	sexual	y	aspira	a	transformar	el	
comportamiento	de	la	sociedad.		
LA	NUEVA	FORMA	DE	NOVELAR	
La	 novela	 cobra	 caracteres	 líricos,	 se	 hace	 más	 subjetiva	 e	
impresionista.	Se	interesa	más	por	el	mundo	interior	de	los	
personajes	 y	 sus	 sensaciones.	 G.	 Gullón
2
	apunta	 que	 la	
narrativa	 moderna	 nacerá	 cuando	 los	 autores	 se	 vayan	
distanciando	de	la	representación	literal	de	lo	real,	cuando	el	
ímpetu	mimético	“sea	sustituido	por	el	interés	en	lo	formal	[…]	
y	vayan	convirtiéndose	en	textos	autosuficientes”.	
La	narrativa	incorpora	elementos	propios	del	ensayo,	la	lírica	
y	el	drama:		
- Divagación	intelectual.		
- Emociones	personales	
- Acción	descompuesta	en	escenas	sueltas.		
- El	paisaje	como	símbolo,	no	marco.		
- La	 voz	 de	 los	 protagonistas	 en	 largos	 monólogos	 o	
monodiálogos.		
Cada	creador	busca	un	sello	personal,	pero	hay	rasgos	que	
constituyen	una	divisa	de	la	época,	como	la	reducción	de	los	
periodos.	La	frase	simple	y	la	oración	nominal	predominan.	En	
algunos,	como	Valle-Inclán	o	Azorín,	el	ritmo	de	la	prosa	y	la	
imagen	lírica	hacen	de	cada	página	un	poema	(Rodríguez	y	
Jiménez).		
LA	NOVELA	REGENERACIONISTA:		
2
	Gullón,	 G.	 (1992),	 La	 novela	 moderna	 en	 España	 (1885-1902).	 Los	
albores	de	la	modernidad,	Madrid:	Taurus.
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A	través	de	textos	de	estructura	poco	trabada	tienen	vehículo	
de	expresión	inquietudes	regeneracionistas	que	conforman	el	
panorama	finisecular.	Abundan	en	excursos	y	disquisiciones	
ideológicas	 según	 conviene	 a	 la	 intención	 de	 los	 autores.	
Vienen	a	ser	ensayos	novelados.	Son	relevantes	las	obras	de	
Ángel	 Ganivet	 (La	 conquista	 del	 reino	 Maya	 por	 el	 último	
conquistador	 español	 Pío	 Cid,	 Los	 trabajos	 del	 infatigable	
creador	Pío	Cid)	y	Silverio	Lanza	(La	rendición	de	Santiago).	
Joaquín	Costa	también	dejó	una	serie	de	proyectos	narrativos	
inacabados	en	torno	al	tema	de	España:	Justo	de	Valdediós,	
Último	día	del	paganismo	y	primero	de…	lo	mismo.		
	
Los	cambios	narrativos	a	comienzos	del	XX	tienen	una	nueva	
voluntad	de	estilo	que	contribuye	a	la	depuración	lingüística,	
a	 lo	 que	 contribuye	 una	 conciencia	 estética	 exacerbada.	
Dentro	de	las	corrientes	que	hemos	visto	y	del	estilo	personal	
de	algunos	autores	que	vamos	a	tratar	a	continuación,	hay	
otras	tendencias	unitarias:	
- Tendencia	satírico-filosófica:	Amor	y	Pedagogía	de	Unamuno,	
Paradox	rey	de	Baroja.		
- Decadentismo:	Sonatas	de	Valle.		
- Erotismo	con	elementos	regionales:	F.	Trigo	y	Blasco	Ibáñez.		
- Influencia	del	cine	en	la	novela:	Chaplin,	Keaton	y	Lloyd	atraían	
con	 su	 silencio	 elocuente	 por	 su	 crítica	 de	 la	 sociedad	 y	 su	
reflejo	del	absurdo	de	la	vida	moderna	que	llega	al	esperpento	
valleinclanesco,	y	provocan	la	admiración	de	Fco.	Ayala,	Lorca	
o	Alberti.	La	narrativa	convertida	en	cuestión	de	perspectiva.		
- Rechazo	 de	 lo	 humano-sentimental	 y	 actitudes	 elitistas	 de	
estirpe	nietzscheana	en	los	vanguardismos.		
- Respeto	por	la	literatura	pasada	e	interés	por	la	europea,	en	la	
francesa	por	parte	de	Azorín,	en	inglés	de	Pérez	de	Ayala	o	
Cernuda	o	la	germanofilia	de	Unamuno.		
B. 	LA	NOVELA	DE	UNAMUNO3
	
Las	novelas	de	Unamuno	han	sido	menos	valoradas	por	la	
irrupción	 del	 autor	 en	 la	 función	 de	 los	 narradores,	 la	
arbitrariedad	 de	 desenlaces	 o	 la	 exploración	 del	 agonismo	
existencial,	 no	 típicas	 del	 género.	 Sin	 embargo,	 él	 la	
consideraba	como	el	cauce	más	idóneo	para	sus	reflexiones	
sobre	la	vida	y	la	muerte	al	no	tener	que	seguir	la	técnica	de	
argumentación	 propia	 del	 tratado,	 lo	 que	 le	 daba	 mayor	
libertad	de	fantasía.	Para	evitar	que	le	reprocharan	que	sus	
relatos	no	se	atenían	a	las	características	del	género,	acuñó	el	
término	“nivola”.	Suele	considerarse	Amor	y	pedagogía	(1902)	
como	el	punto	de	transición	hacia	la	nueva	estética,	que	está	
definitivamente	madura	en	Niebla	(1914).		
Confluyen	en	Unamuno	novela	y	filosofía,	de	forma	que	
la	 obra	 adquiere	 trascendencia.	 Pasa	 a	 ser	 una	 forma	 de	
conocimiento	e	indagación	en	lo	más	íntimo	del	individuo.	La	
acción	se	concentra	y	se	prescinde	de	la	pintura	del	entorno	
para	ceñirse	a	los	conflictos	existenciales	y	de	personalidad.	
Hay	un	tiempo	íntimo	que	vive	el	personaje	en	el	ámbito	de	su	
consciencia,	de	forma	que	más	que	la	trama	lo	que	interesa	es	
la	acción	interior	que	se	nos	revela	a	través	de	la	técnica	del	
monodiálogo.	Es	una	novela	subjetiva	y	lírica.		
!Paz	en	la	guerra	(1897):	Escrita	con	moldes	clásicos,	sobre	
recuerdos	 infantiles	 de	 la	 última	 guerra	 carlista.	
Representa	la	intrahistoria	de	la	colectividad.		
																																																																				
3
	A	finales	del	XX,	Günter	Grass	dijo	de	él	que	“Los	europeos	necesitan	a	
escritores	 como	 Unamuno,	 dotados	 de	 una	 gran	 intensidad	 reflexiva,	 no	
desprovista	a	la	vez	de	ironía	y	poseedores	de	una	veta	filosófica	desde	la	que	
!	Niebla	(1914):	Transcribe	a	relato	la	temática	filosófica	de	
Del	sentimiento	trágico	de	la	vida.	Augusto	Pérez	vive	en	el	
plano	 superficial	 una	 historia	 de	 amor	 y	 en	 el	 plano	
profundo	se	reflexiona	sobre	la	autonomía	del	personaje	
respecto	 a	 su	 autor,	 como	 metáfora	 dramática	 del	
problema	de	la	libertad	del	hombre	frente	al	designio	de	la	
Divinidad.	 Augusto	 visita	 a	 su	 creador,	 D.	 Miguel	 de	
Unamuno,	y	pretende	suicidarse,	pero	descubre	que	no	es	
real,	sino	ficción,	y	en	dependencia	de	un	autor	que	tiene	
derecho	a	vida	y	muerte	sobre	él.	Técnicamente	propone	
duplicaciones	y	sustituciones	según	el	modelo	cervantino.	
Carlos	Clavería	ha	visto	un	influjo	de	Carlyle	en	su	técnica	
de	mezclarse	el	autor	en	la	acción.	Los	personajes	de	esta	
nivola	son	“una	ausencia	en	espera	del	lector	que	le	dará	
presencia	al	leer	el	texto”,	lo	que	sitúa	a	Unamuno	cerca	
de	la	fenomenología	de	Husserl	y	a	la	moderna	estética	de	
la	 recepción.	 Estas	 tesis	 se	 tratan	 en	 su	 autobiografía	
novelesca	Cómo	se	hace	una	novela.		
! San	Manuel	Bueno,	mártir	(1931):	plantea	el	problema	
de	la	duda	religiosa	y	la	necesidad	de	salvar	la	ingenua	fe	
de	los	demás	para	no	aumentar	su	desolación	interior.		
C. PÍO	BAROJA	
San	Sebastían	(1872-1956),	médico,	pero	es	el	narrador	
por	 excelencia	 de	 su	 generación.	 Escribió	 sesenta	 novelas,	
cuentos,	ensayos,	versos	y	memorias.	Rompe	con	los	moldes	
tradicionales	y	disgrega	el	relato	en	escenas	o	cuadros	sueltos	
que	tienen	como	hilo	conductor	un	personaje	que	protagoniza	
acciones	 diversas	 o	 que,	 simplemente,	 va	 entrando	 en	
contacto	con	distintos	ambientes	e	individuos.	Sus	obras	son	
fragmentos	 de	 vida	 en	 los	 que,	 con	 técnica	 impresionista,	
selecciona	los	detalles	que	considera	más	significativos	de	la	
realidad	que	nos	muestra.		
Parte	 de	 la	 observación	 de	 la	 realidad,	 pero	 lo	 más	
importante	para	él	son	las	sensaciones	y	reflexiones	que	esa	
percepción	suscita.	Proyecta	en	sus	ficciones	sus	vivencias	y	
recuerdos,	 ansias,	 frustraciones	 íntimas,	 pensamiento	 e	
inquietudes	 intelectuales.	 Son	 muchas	 las	 obras	
protagonizadas	 por	 un	 álter	 ego	 que	 es	 trasunto	 de	 su	
creador:	Fernando	Ossorio	de	Camino	de	perfección	(1902),	
Andrés	Hurtado	de	El	árbol	de	la	ciencia	(1911),	Luis	Murguía	
de	 La	 sensualidad	 pervertida	 (1920),	 José	 Larrañaga	 de	 la	
trilogía	Agonías	de	nuestro	tiempo	(1926-1927…).		
Formación	y	concepción	del	mundo:	científica	+	lectura	
de	 Kant,	 Schopenhauer	 o	 Nietzsche.	 El	 mundo	 en	 torno	 al	
dolor	 y	 al	 pecado,	 la	 voluntad	 de	 dominio	 y	 pesimismo	
escéptico	en	materia	religiosa	o	política.	Sentía	desconfianza	
hacia	 la	 democracia	 y	 era	 anticlerical,	 pero	 también	
antisocialista.	Sus	ideas	raciales	provienen	en	parte	de	Taine.	
A	pesar	de	todo,	tenía	fe	en	la	dimensión	moral.	Sobejano	lo	
sitúa	en	el	nihilismo	finisecular.	Tiene	un	perfil	de	descreído	
contra	todo	pensamiento	dominante.	Se	planteó	la	salvación	
individual	como	tema	novelesco.	Su	gran	tema	es	la	acción	“La	
vida	 es	 una	 sucesión	 de	 aventuras	 cuyo	 sentido	 se	 nos	
escapa”.		
Héroe	 barojiano:	 antisocial.	 Tiene	 los	 estigmas	
románticos	 del	 desencanto	 ante	 el	 mundo	 y	 del	 culto	 a	 la	
es	 posible	 afrontar	 las	 lacras	 y	 los	 desvelos	 humanos.	 Unamuno	 invita	 a	
pensar,	es	un	ilustrado	en	cuanto	a	la	necesidad	de	clarificar	ideas	e	introduce	
—al	igual	que	Lessing—	elementos	de	amplitud	didáctica	en	la	literatura”.
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libertad.	 Las	 criaturas	 novelescas	 se	 muestran	 inquietas,	
andariegas,	 deambulatorias,	 sin	 más	 justificación	 que	 el	
desasosiego.	 No	 solo	 interesa	 el	 personaje	 central,	 sino	
también	los	individuos	que	pululan	a	su	alrededor.	Presenta	
sus	vivencias	como	manifestaciones	de	su	temperamento.		
Estilo:	 directo	 y	 expresivo.	 Intenta	 liberar	 la	 lengua	
literaria	de	la	tradición	decimonónica.	Para	él,	lo	esencial	es	la	
precisión	y	la	llaneza.	Ortega	le	criticó	la	apariencia	desaliñada	
de	su	relato,	pero	consideró	que	era	ideal	para	que	fluyera	la	
sinceridad.	 Azorín	 comparó	 su	 estilo	 “claridad,	 precisión	 y	
rapidez”	 con	 el	 de	 cervantes.	 A	 pesar	 de	 que	 dijo	 que	 no	
escribía	con	plan	previo,	su	novela	nace	conforme	a	reglas.		
Obras:	él	mismo	sistematizó	su	obra	en	trilogías.		
!La	vida	fantástica:	Aventuras,	inventos	y	mixtificaciones	de	
Silvestre	 Paradox,	 con	 caricatura	 expresionista,	
regeneracionismo	 en	 Camino	 de	 perfección	 (presenta	 un	
protagonista	 anulado	 entre	 su	 enfermiza	 sexualidad	 y	 sus	
impulsos	místicos,	con	el	viaje	al	interior	lírico	de	Castilla).		
!La	lucha	por	la	vida:	La	busca	(1904),	Mala	hierba	(1904),	
Aurora	 roja	 (1905).	 Presenta	 un	 Madrid	 marginal	 con	 un	
aventurero	arrabalero,	Manuel	Alcázar,	que	se	inclina	a	la	vida	
del	orden,	mientras	que	su	hermano	Juan	se	convierte	en	un	
iluminado	 anarquista,	 héroe	 de	 Aurora	 roja,	 novela	
revolucionaria.	El	anarquismo	se	presenta	ahí	como	un	ideal	
para	el	individuo,	pero	no	para	la	masa.		
!El	 pasado:	 Evocación	 histórica.	 La	 feria	 de	 los	 discretos	
(1905),	 con	 andaluz	 estereotipado,	 Las	 tragedias	 grotescas	
(1907),	París	del	II	Imperio	y	una	familia	española.		
!Tierra	vasca:	relato	de	aventuras	de	Zalacaín	el	aventurero	
(1909),	entre	épico	y	fundamental,	con	el	decidido	Zalacaín	en	
la	frontera	vasca	durante	la	guerra	carlista.		
!La	 raza:	 La	 dama	 errante	 (1908),	 La	 ciudad	 de	 la	 niebla	
(1909),	pero	sobre	todo	El	árbol	de	la	ciencia
4
	(1911).		
!Las	ciudades:	César	o	nada	(1910),	novela	política	con	César	
Moncada,	trasunto	de	César	Borgia.	Cuando	vuelve	a	España	
se	convierte	en	líder	regeneracionista	y	los	conservadores	lo	
asesinan	a	tiros.	El	mundo	es	ansí	(1912).		
!El	mar:	Las	inquietudes	de	Shanti	Andía	(1911),	al	modo	de	
Stevenson.		
	
En	2005,	la	editorial	Caro	Raggio	ha	publicado	un	inédito	de	
Baroja,	La	guerra	civil	en	la	frontera,	donde	se	trata	el	conflicto	
del	36-39	en	tono	memorialista.	En	2006	se	publica	Miserias	
de	la	guerra,	en	su	día	rechazado	por	la	censura	franquista,	
que	trata	la	Guerra	Civil	desde	su	exilio	parisino.	Es	un	libro	
despiadado	con	la	brutalidad	de	unos	y	otros,	con	excepcional	
altura	narrativa.		
D. JOSÉ	MARTÍNEZ	RUIZ,	AZORÍN	
Como	los	demás	miembros	de	su	generación,	se	aparta	
de	 los	 esquemas	 narrativos	 convencionales.	 Considera	
																																																																				
4
	Presenta	a	Andrés	Hurtado	como	álter	ego	del	autor.	Es	un	médico	sin	
vocación,	con	un	sentido	crítico	que	le	hace	desdeñar	la	vida	académica,	el	
ambiente	intelectual	o	la	mezquindad	moral	del	pueblo.	La	ciencia	es	la	“única	
construcción	fuerte	de	la	humanidad”,	pero	el	joven	es	destinado	a	Alcolea	
del	 Campo,	 donde	 se	 tropieza	 con	 un	 absurdo	 orden	 social,	 fanatismo	
religioso,	egoísmo	insolidario	de	los	caciques	y	la	incapacidad	ignorante	del	a	
gente	común.	Su	felicidad	dura	poco,	pues	su	esposa	muere	tras	el	parto	y	él	
acaba	suicidándose.		
5
	Presenta	 al	 personaje	 Azorín	 en	 una	 Yecla	 estancada.	 El	 sacerdote	
Puche	 conversa	 con	 la	 joven	 Justina	 sobre	 el	 sinsentido	 de	 la	 vida.	 Yuste,	
esencial	la	observación	puntual	de	la	realidad,	pero	trata	de	
plasmar	un	punto	solo	de	detalles	y	apuntes	significativos	à	
relato	de	estructura	fragmentaria	y	discontinua,	propugna	una	
“antinovela”	que	no	presenta	los	caracteres	del	género.		
Su	 labor	 como	 ensayista	 difumina	 su	 dimensión	 como	
novelista	de	forma	injusta.	Para	él,	“la	vida	no	tiene	fábula:	es	
diversa,	 multiforme,	 ondulante,	 contradictoria”	 y	 por	 ello	
condensa	la	vida	de	sus	personajes	en	las	encrucijadas	de	sus	
vidas.		
La	 escasa	 acción	 se	 ve	 interrumpida	 por	 digresiones	 y	
descripciones.	 La	 atención	 se	 dispersa	 hacia	 multitud	 de	
objetos,	de	forma	que	lo	que	se	nos	brinda	no	es	la	realidad	
misma,	 sino	 la	 impresión	 que	 produce.	 El	 diálogo	 entre	 los	
personajes	en	realidad	son	largos	monólogos	dedicados	a	la	
exposición	 de	 ideas,	 en	 los	 que	 uno	 de	 los	 interlocutores	
adopta	una	actitud	pasiva,	receptiva.		
Temas	 dominantes:	 meditación	 sobre	 la	 existencia,	 la	
muerte,	el	paso	del	tiempo,	la	antítesis	entre	vida	activa/vida	
contemplativa,	la	disolución	de	la	voluntad,	la	descripción	de	
los	pueblos	españoles…	
Son	novelas	poemáticas,	con	intenso	lirismo	y	recursos	
estilísticos,	 así	 como	 elementos	 rítmicos.	 Es	 modelo	 de	
concisión	y	economía	expresiva.	
En	 1900	 prepara	 con	 Baroja	 el	 homenaje	 a	 Larra,	 y	
empieza	 La	 Voluntad
5
,	 con	 la	 que	 se	 acerca	 a	 la	 prosa	
impresionista	 europea.	 Antonio	 Azorín	 se	 convierte	 en	
síntoma	social	del	“estar	ante	el	mundo”.	Anticipa	la	novela	
lírica	y	vanguardista.	Junto	con	ella,	constituyen	una	trilogía	
autobiográfica	 Antonio	 Azorín	 (1903),	 donde	 domina	 el	
desengaño	 y	 la	 tristeza,	 y	 Las	 confesiones	 de	 un	 pequeño	
filósofo	(1904),	que	evoca	la	infancia	de	Azorín.		
Más	tarde	se	dedica	a	reflexionar	sobre	mitos	literarios:	
Tomás	 Rueda	 (1915),	 Don	 Juan	 (1922),	 Doña	 Inés	 (1925),	
donde	el	sociólogo	se	hace	lírico	y	se	sume	en	el	ensueño.	
Coincidiendo	con	el	triunfo	de	las	Vanguardias,	escribe	obras	
experimentales:	 El	 caballero	 inactual	 (1928),	 El	 libro	 de	
Levante	(1929)	y	Pueblo	(1930).		
E. VALLE-INCLÁN	
Villanueva	 de	 Arosa,	 1866-1936,	 hijo	 de	 labradores	
acomodados,	es	la	“vocación	literaria	más	pura”
6
.	Es	rey	de	las	
tertulias	 bohemias	 madrileñas,	 donde	 conoció	 a	 Alejandro	
Sawa	(su	Max	Estrella)	y	a	R.	Darío.	Quiso	ser	actor,	pero	una	
herida	 que	 se	 hizo	 en	 una	 pelea	 con	 el	 periodista	 Manuel	
Bueno	se	gangrenó	y	le	amputaron	el	antebrazo	izquierdo.		
Se	 inicia	 en	 el	 ámbito	 del	 decadentismo	
modernista/prerrafaelita,	que	llega	a	su	plenitud	en	la	prosa	
impresionista	 de	 las	 Sonatas	 (1902-1905).	 Son	 alarde	 de	
esteticismo	 y	 sensualidad	 que,	 al	 describir	 los	 interiores	
lujosos	 y	 jardines	 en	 los	 que	 se	 desarrollan	 las	 aventuras	
eróticas	del	marqués	de	Bradomín,	transmiten	la	belleza	de	la	
forma.	Hay	ecos	parnasianos.	La	naturaleza	aparece	recreada	
escritor	de	ideas	anarquistas,	lanza	acusaciones	contra	la	propiedad	privada,	
y	define	los	males	de	España:	escepticismo,	perversidad,	incultura,	miseria,	
falta	de	voluntad,	pero	elogiando	a	los	campesinos,	únicos	portadores	de	“la	
fe	de	los	antiguos	míticos”,	“la	vieja	España	legendaria,	heroica”,	con	lo	que	
se	acerca	al	concepto	de	intrahistoria	de	Unamuno.	Otra	escena	presenta	a	
Azorín	 en	 la	 corte,	 donde	 su	 desencanto	 se	 acrecienta	 Madrid	 está	
culturalmente	muerta.		
6
	Fernández	 Almagro,	 M	 (1996),	 Vida	 y	 literatura	 de	 Valle-Inclán,	
Madrid,	Taurus.
http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com		 4	
con	preciosismo.	Valle	se	deja	llevar	por	el	culto	a	la	sensación.	
La	presencia	del	marqués	de	Bradomín	en	otras	de	sus	obras	
lo	 convierte	 en	 “personaje-emblema”	 de	 su	 universo	
narrativo.		
En	los	primeros	tiempos	de	su	andadura	literaria	publica	
varias	colecciones	de	cuentos	que	se	inscriben	también	en	la	
estética	modernista.	Unos	son	lascivos	y	galantes	(Femeninas.	
Seis	 historias	 amorosas,	 1895)	 y	 otros	 de	 terror	 y	 misterio	
(Jardín	umbrío,	1903).		
En	 la	 evolución	 hacia	 la	 novela	 histórico-esperpéntica	
tiene	un	lugar	fundamental	la	trilogía	La	guerra	carlista	(1908-
1909),	 mezcla	 de	 personajes	 reales	 y	 ficticios	 sobre	 un	
cañamazo	histórico.	Se	sitúa	en	una	perspectiva	intrahistórica	
en	la	que	lo	que	interesa	son	los	aconteceres	de	la	vida	diaria.	
La	guerra	civil	entre	carlistas	y	liberales	tiene	los	ingredientes	
de	 una	 epopeya	 y,	 aunque	 se	 desarrolla	 en	 un	 pasado	
inmediato,	 parece	 transportarnos	 a	 un	 mundo	 remoto	 y	
heroico.	 Recurre	 a	 una	 prosa	 grave	 que	 en	 determinadas	
escenas	 es	 desgarrada	 y	 bronca.	 El	 protagonismo	 se	 ha	
desplazado	en	esta	cruzada	a	los	ambientes	campesinos.		
El	ciclo	esperpéntico	que	ya	se	había	abierto	en	su	teatro,	
culmina	 en	 el	 campo	 de	 la	 narrativa	 con	 Tirano	 Banderas	
(1926),	 espeluznante	 retablo	 grotesco	 de	 una	 dictadura	
hispanoamericana.	 El	 estado	 de	 violencia	 que	 preside	 la	
acción	se	ofrece	a	nuestros	ojos	de	forma	cruel	y	despiadada.	
El	 estilo	 oscila	 entre	 las	 hipérboles	 macabras	 del	
expresionismo	y	las	imágenes	que	descomponen	la	realidad	
con	 técnica	 cubista.	 Culmina	 esta	 evolución	 con	 El	 ruedo	
ibérico,	un	proyecto	inconcluso	del	que	solo	aparecieron	tres	
novelas:	La	corte	de	los	milagros	(1927),	Viva	mi	dueño	(1928)	
y	Baza	de	espadas	(1932).	Se	parodia	el	reinado	de	Isabel	II.	El	
fragmentarismo	llega	a	un	punto	extremo	en	que	cada	libro	es	
una	 cadena	 de	 breves	 cuadros	 tan	 autosuficientes	 e	
independientes	que	el	lector	no	siempre	encuentra	el	hilo	que	
los	ensarta.	Son	escenas	broncas	y	ridículas	con	un	lenguaje	
que	pone	la	técnica	de	la	selección	impresionista	al	servicio	de	
una	sátira	corrosiva.	Pone	en	evidencia	los	graves	problemas	
que	atravesaba	la	España	de	la	época.		
Estilo	 y	 crítica:	 vivía	 la	 hegemonía	 burguesa	 como	
nostalgia,	 ya	 aristocratizante,	 ya	 revolucionaria.	 Su	 moral	
estaba	escindida	entre	la	voluntad	de	poder	nietzscheana	y	la	
sensación	de	fracaso,	lo	que	potenciaba	la	ironía.	Incorpora	el	
plagio	como	material	estético	y	la	búsqueda	obsesiva	de	la	
perfección
7
.	 Su	 estilo	 se	 basa	 en	 lo	 que	 Valle	 llamó	 en	 La	
lámpara	 maravillosa	 “El	 milagro	 musical”	 à	 Para	 que	 el	
escritor	 pueda	 comunicar	 lo	 fatalmente	 hermético,	 en	 su	
interior	debe	conceder	a	las	palabras	un	valor	emotivo	sobre	
el	significado,	para	alzarse	a	alusiones	eternas.		
Valle	une	todos	los	elementos	recolectados	y	crea	un	tipo	
de	 “supraespañol”,	 un	 diasistema	 donde	 cabe	 la	
intertextualidad,	 la	 mezcla	 de	 lo	 sublime	 con	 lo	 vulgar,	 los	
clásicos	 con	 el	 lumpen,	 para	 terminar	 con	 una	 enérgica	
desautomatización	 del	 código	 literario	 que	 en	 su	 tiempo	
concebía	como	aletargado.
8
	
3. LA	NOVELA	NOVECENTISTA	
																																																																				
7
	Zamora	Vicente,	A.	Fragmento	de	Rico	en	Hª	y	crítica	vol.	6.		
8
	Estrella	Montolío	Durán,	“La	conciencia	lingüística	de	Valle	Inclán:	la	
voluntad	de	renovar	la	lengua	literaria”.	Actas	del	II	Congreso	Internacional	de	
La	 novela	 cede	 durante	 esta	 época	 el	 protagonismo	 al	
ensayo,	pero	no	por	ello	deja	de	tener	enorme	importancia.		
	
A. Novela	intelectual	
Ramón	Pérez	de	Ayala.		
Ramón	Pérez	de	Ayala	(1880-1962),	el	hecho	de	declarar	
sus	novelas	como	intelectuales	es	una	manera	de	declararlo	
escritor	 consciente	 de	 sus	 propósitos	 y	 de	 la	 técnica	
empleada:	aspiración	clásica,	debilidad	ante	las	tentaciones	
del	barroco	e	inevitable	contagio	romántico.		
Este	 tipo	 de	 novela	 se	 caracteriza	 por	 fundir	 la	 acción	
novelesca	 con	 reflexiones	 ensayísticas	 de	 signo	 filosófico	 o	
estético,	de	forma	que	el	producto	pasa	a	ser	culturalista	y	
destinado	a	la	élite.	Esta	evolución	se	origina	por	el	desgaste	
paulatino	de	la	novela	impresionista	y	naturalista.	A	Pérez	de	
Ayala	 lo	 caracterizan	 el	 gusto	 por	 el	 perspectivismo,	 el	
contraste	 y	 la	 doble	 visión	 de	 la	 realidad:	 Troteras	 y	
danzaderas	(1913),	Belarmino	y	Apolonio	(1921)…		
	
Gabriel	Miró	
Uno	de	los	esfuerzos	para	superar	el	relato	impresionista	
consistió	 en	 intensificar	 sus	 rasgos,	 acentuar	 su	 lirismo	 y	
exacerbar	las	percepciones	sensoriales	subjetivas.	En	esa	línea	
se	mueve	la	obra	de	Gabriel	Miró.	Sus	historias	se	narran	por	
medio	de	estampas	líricas,	con	morosidad	cercana	al	tempo	
lento	que	proponía	Ortega	para	la	novela,	y	una	complejidad	
léxica	 que	 dificultaba	 la	 lectura	 a	 cualquiera.	 La	 narración	
Nómada,	 premiada	 en	 el	 concurso	 de	 “El	 cuento	 Semanal”	
que	dirigía	Zamacois	le	dio	a	conocer.	El	tema	narrativo	de	
Miró	es	el	hallazgo	de	la	felicidad.	Sus	personajes	la	buscan	en	
su	 miseria,	 y	 el	 autor	 a	 través	 de	 sus	 personajes.	 También	
critica	el	caciquismo	eclesiástico,	pero	domina	la	proyección	
estético-afectiva	y	la	tensión	del	ser.		
Son	 obras	 suyas	 Nuestro	 padre	 san	 Daniel	 y	 El	 obispo	
leproso,	en	Oleza	(trasunto	de	Orihuela).	Sigüenza	es	su	alter	
ego	en	El	libro	de	Sigüenza	y	Años	y	leguas	(1928).		
Las	 cerezas	 del	 cementerio	 culmina	 la	 etapa	
sentimentalista	y	de	suaves	tonos	eróticos	y	místicos	cercanos	
a	Valle-Inclán.	Figuras	de	la	pasión	del	Señor	(1916)	son	glosas	
del	N.	T.		
Ramón	Gómez	de	la	Serna	
En	sus	relatos	cobran	un	relieve	inusitado	las	imágenes	
lírico-humorísticas	que	bautizó	con	el	nombre	de	greguerías.	
Los	demás	elementos	ocupan	un	segundo	plano,	a	veces	como	
mera	excusa	para	ensartar	estos	rasgos	de	ingenio.	Algunos	
Historia	de	la	Lengua	Española.	Tomo	II,	Madrid,	Pabellón	de	España,	1992,	
pp.	777-786	
Obra:	
A) Ciclo	autobiográfico	y	lírico:	Tinieblas	en	las	cumbres,	A.M.D.G.,	La	pata	
de	la	raposa,	Troteras	y	danzaderas	à	giran	en	torno	a	Alberto	Díaz	de	
Guzmán,	alter	ego	del	autor.		
B) “Novelas	poemáticas	de	la	vida	española”:	novelas	cortas	Prometeo,	La	
caída	de	los	limones,	Luz	de	domingo,	con	denuncia	paralela	a	la	del	98	
pero	equilibrio	clásico	y	depuración	estilística.	Suponen	la	cumbre	del	
autor.		
C) “Novelas	 intelectuales”:	 el	 humor	 devuelve	 el	 tono	 creador	 en	
Berlarmino	y	Apolonio,	obra	cumbre,	con	despliegue	de	ideas	a	dos	
voces:	 desapasionada	 del	 narrador;	 comprometida,	 la	 del	
protagonista.
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rozan	 el	 absurdo	 (El	 incongruente),	 pero	 con	 frecuencia	 se	
mezclan	 la	 pirueta	 verbal	 y	 el	 análisis	 de	 psicologías	
extravagantes	(La	quinta	de	Palmyra,	La	Nardo)	o	del	proceso	
de	creación	literaria	(El	novelista,	1923).		
	
Corpus	Bargas	
A	 medio	 camino	 entre	 la	 corriente	 novecentista	 y	 la	
renovación	estética	de	las	Vanguardias.	Sus	relatos	(La	vida	
rota,	reelaborada	en	1973	en	Los	galgos	verdugos)	son	de	gran	
originalidad.	 La	 voz	 narradora	 interpela	 a	 sus	 personajes,	
utiliza	 la	 enumeración	 caótica,	 imágenes	 de	 filiación	
vanguardista,	ingeniosas	descripciones	cubistas…		
B. HUMORISMO	TRADICIONAL	
Corrientes	más	apegadas	a	las	convenciones	establecidas,	
aunque	 no	 carente	 de	 originalidad.	 Wenceslao	 Fernández	
Flórez	crea	una	novela	humorística	escéptica,	caricaturesca,	
que,	pese	a	no	ser	formalmente	revolucionaria,	sorprende	al	
lector	 por	 su	 juego	 irónico,	 unas	 veces	 tiernas	 y	 otras	
sarcástico.	Volvoreta,	El	secreto	de	Barba	Azul,	El	hombre	que	
compró	 un	 automóvil.	 Tras	 la	 guerra,	 escribió	 El	 bosque	
animado	(1944),	llevada	al	cine	por	J.L.	Cuerda	en	el	87.	Se	
refugia	en	un	realismo	simbolista	y	estetizante.		
4. NOVELA	 ERÓTICA,	 ROSA,	 COSTUMBRISMO	 Y	
NOVELA	REGENERACIONISTA.		
NOVELA	ERÓTICA	à	Se	sigue	desarrollando	con	enorme	
éxito	 popular.	 Los	 nuevos	 autores	 rebajan	 el	 áspero	 tono	
naturalista.	Buscan	complacer	a	un	amplio	público	al	que	solo	
interesa	la	insinuación	libidinosa	(muy	tenue	y	morigerada,	no	
nos	llamemos	a	engaño)	o	el	retrato	de	un	irreal	ambiente	
cosmopolita	y	despreocupado.	Es	comercial	y	de	escaso	vuelo	
artístico,	pero	interesante	fenómeno	social.	Sus	cultivadores	
más	 destacados	 son:	 Pedro	 Mata,	 Rafael	 López	 de	 Haro,	
Alberto	Insúa,	Antonio	de	Hoyos	y	Vinent…).	En	los	años	20	se	
inicia	una	decadencia	del	género.		
NOVELA	 ROSA	 à	 Escalón	 más	 bajo	 en	 la	 capacidad	
expresiva.	 Es	 insulsa,	 pero	 con	 gran	 aceptación	 entre	 el	
público	 femenino.	 Nora
9
	dice	 que	 se	 caracteriza	 por	 “una	
constante	deformación	de	la	realidad	hacia	lo	agradable”.	Son	
por	 lo	 general	 superficiales,	 maniqueas,	 sentimentaloides,	
falsamente	idealizadoras	y	llenas	de	tópicos.		
NOVELA	 COSTUMBRISTA	 à	 Relatos	 de	 intenso	 sabor	
local	aplicados	a	la	contemplación	de	lo	vulgar	y	cotidiano,	
pero	ajenos	a	los	aspectos	desagradables	y	conflictivos	de	la	
realidad.	 Conformistas.	 Son	 autores	 destacados	 Francisco	
Camba	o	Luis	Antón	del	Olmet.		
NOVELA	 REGENERACIONISTA	 à	 Félix	 de	 Urabayen	
(Toledo,	la	despojada,	1923;	Don	Amor	volvió	a	Toledo,	1936),	
cultiva	un	relato	de	inspiración	galdosiana	y	barojiana	a	medio	
camino	entre	la	descripción	realista	y	el	simbolismo.	Eugenio	
Noel	 (Las	 siete	 Cucas,	 1927)	 tiene	 un	 estilo	 casticista	 y	
arcaizante	con	aplomo	en	las	reflexiones	moralizantes.	José	
																																																																				
9
	Nora,	E.	de	(1971),	La	novela	española	contemporánea	(1898-1967),	
Madrid:	Gredos.		
10
	McDonald,	 E.C.	 «La	 novela	 moderna	 vista	 por	 Ortega»,	 en	 Darío	
Villanueva,	 La	 novela	 lírica,	 II.	 Ramón	 Pérez	 de	 Ayala,	 Benjamín	 Jarnés,	
Madrid:Taurus.	1983.		
11
	Bosveuil,	S.	“Proust	y	la	novela	española	de	los	años	30.	Ensayo	de	
interpretación”,	en	Darío	Villanueva,	La	novela	lírica,	II.	Ramón	Pérez	de	Ayala,	
Benjamín	Jarnés,	Madrid:Taurus.	1983.		
Gutiérrez	 Solana	 (La	 España	 negra,	 1920),	 crea	 un	
costumbrismo	expresionista,	caricatura	fúnebre	y	violenta	de	
la	realidad	de	su	tiempo.		
	
	
5. LA	NOVELA	EXPERIMENTAL	
La	obra	de	los	narradores	de	Vanguardia	se	enmarca	en	la	
dictadura	 de	 Primo	 de	 Rivera.	 Como	 en	 toda	 Europa,	 el	
ambiente	 que	 se	 respira	 es	 de	 vitalidad	 y	 optimismo	 que	
origina	un	cambio	de	sensibilidad,	traducido	en	una	distinta	
visión	del	mundo	y	del	arte	de	novelar.	Los	jóvenes	autores	
manifiestan	un	rechazo	radical	hacia	las	formas	y	el	lenguaje	
de	 la	 tradición	 realista-naturalista	 y	 aspiran	 a	 empezar	 de	
nuevo,	partiendo	de	cero.		
Cultivan	una	novela	experimental	dentro	de	un	espíritu	
cosmopolita,	y	vuelven	los	ojos	a	la	vida	urbana	moderna,	las	
novedades	 científicas	 y	 técnicas	 de	 su	 tiempo.	 El	 narrador	
omnisciente	del	XIX	da	paso	a	una	o	varias	voces	situadas	en	
una	 perspectiva	 concreta	 y	 que	 no	 gozan	 del	 don	 de	 la	
aseidad.		
Ortega,	 en	 Ideas	 sobre	 la	 novela	 (1925)	 señaló	 el	
agotamiento	de	la	vieja	narrativa.	La	nueva	aspira	a	crear	un	
universo	autónomo,	hermético,	desligado	del	mundo	real	y	
regido	por	sus	propias	leyes;	lo	que	cuenta	es	su	coherencia	
interna	lingüística	y	estructural.
10
	
La	 aparición	 del	 surrealismo,	 pese	 a	 tener	 un	 influjo	
limitado,	da	ocasión	a	un	tipo	de	relato	irracional,	absurdo,	
donde	las	imágenes	oníricas	se	encadenan	sin	que	lleguen	a	
formar	 un	 argumento	 inteligible.	 Son	 ingredientes	
imprescindibles	del	nuevo	arte	la	fantasía,	la	imaginación,	la	
originalidad	y	la	exaltación	vitalista	y	sensual,	que	a	menudo	
eligen	 como	 cauce	 de	 expresión	 el	 mito	 y	 la	 leyenda.	 El	
novelista	se	sirve	del	humor	y	la	ironía	para	distanciarse	de	la	
realidad.	 Surge	 una	 narrativa	 alegórica	 o	 simbólica,	
esencialmente	lírica	e	intelectual	con	una	fuerte	proyección	
autobiográfica.	El	tema	se	desdibuja	y	la	acción	es	muy	escasa,	
mero	 pretexto	 para	 elucubraciones	 filosóficas	 y	 alardes	 de	
ingenio.	 Se	 advierten	 coincidencias	 con	 autores	 extranjeros	
como	 Giraudoux,	 Coctau,	 Morand	 y,	 por	 supuesto	 Proust.	
Como	 él,	 nuestros	 novelistas	 recurren	 “al	 mundo	 de	 las	
sensaciones	para	evocar	una	imagen	esfumada,	casi	perdida	y	
recrearla	en	toda	su	plenitud”.
11
	
Para	Crispin
12
,	esta	narrativa	intenta	incorporar	“el	estilo	
metafórico	 predominante	 en	 la	 poesía,	 la	 visión	 rápida	
inspirada	 en	 el	 cine,	 y	 la	 construcción	 fragmentada	
descubierta	en	la	pintura	cubista	y	futurista”.		
Su	 ideal	 es	 cultivar	 un	 arte	 puro,	 trivial,	 libre	 de	 todo	
compromiso,	 en	 el	 que	 domina	 el	 interés	 por	 los	 aspectos	
formales,	 lo	 que	 ha	 dado	 a	 estos	 autores	 el	 sambenito	 de	
frívolos	 y	 deshumanizados.	 Fuentes
13
	afirma	 que	 tras	 la	
apariencia	 de	 un	 “estetizante	 y	 gratuito	 juego	 artístico”,	 se	
oculta	algo	más	hondo:	la	manifestación	del	rechazo	“de	la	
	
12
	Crispin,	 J.	 (1966),	 “La	 novela	 de	 la	 generación	 de	 1925:	 Antonio	
Espina”,	en	Archivum,	XVI.		
13
	Fuentes,	 V.	 “La	 narrativa	 española	 de	 vanguardia	 (1923-1931);	 Un	
ensayo	 de	 interpretación”	 en	 Darío	 Villanueva,	 La	 novela	 lírica,	 II.	 Ramón	
Pérez	de	Ayala,	Benjamín	Jarnés,	Madrid:Taurus.	1983.
http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com		 6	
realidad	establecida,	represiva	y	antivital,	y	de	la	aspiración,	
como	 contrapartida,	 a	 una	 nueva	 realidad	 basada	 en	 la	
gratificación	 integral	 del	 hombre	 y	 la	 naturaleza”.	 Así,	 los	
creadores	se	rebelarían	contra	el	falso	sentimentalismo	y	la	
rutina.		
Benjamín	 Jarnés:	 Locura	 y	 muerte	 de	 nadie	 (1929),	
Teoría	del	zumbel	(1930).		
Rosa	 Chacel:	 discípula	 de	 Ortega,	 quien	 le	 encargó	
Teresa	(amante	de	Espronceda,	1941).	Es	una	narradora	con	
sólido	 bagaje.	 En	 Barrio	 de	 maravillas	 (1976)	 recupera	 su	
niñez.		
Max	Aub:	Geografía,	1929,	Luis	Álvarez	Petreña,	1934.		
Francisco	 Ayala:	 Cazador	 en	 el	 alba	 (1930),	 con	
elementos	 deshumanizados	 y	 surrealistas	 del	 27,	 exhibe	
absoluta	 libertad	 argumental.	 Su	 trayectoria	 en	 el	 exilio	
americano	es	brillante:	Muertes	de	perro,	El	fondo	del	vaso	o	
libros	de	relatos	como	La	cabeza	del	cordero,	Los	usurpadores.		
6. HACIA	LA	NOVELA	SOCIAL	
A. REALISMO	CONVENCIONAL	
Entre	 1920	 y	 1935	 hay	 autores	 que	 se	 oponen	 al	 arte	
deshumanizado	y	cultivan	una	novela	realista.	Nora	los	llama	
“disidentes	 de	 la	 nueva	 literatura”.	 Desarrollan	 conflictos	
individuales	 y	 se	 centran	 en	 el	 análisis	 psicológico	 de	 los	
personajes.	 Se	 inscriben	 en	 una	 ideología	 conservadora.	
Ferreras	
14
	destaca	 que	 en	 ocasiones	 adoptan	 una	 visión	
crítica	ante	la	sociedad,	pero	no	revolucionaria,	sino	más	bien	
reformista	 y	 moralizadora.	 La	 valoración	 de	 sus	 autores	 es	
desigual,	 pues	 mientras	 que	 unos	 siguen	 las	 fórmulas	
galdosianas	 o	 barojianas,	 en	 otros	 encontramos	 la	
anticipación	 de	 la	 problemática	 y	 las	 técnicas	 realistas	 o	
neorrealistas	 de	 la	 novela	 de	 posguerra.	 Son	 autores	 de	
transición	 que	 marcan	 el	 paso	 hacia	 la	 tendencia	 de	 años	
siguientes.	 Se	 encuentran	 entre	 ellos	 Francisco	 de	 Cossío,	
Tomás	Borrás	o	Bartolomé	Soler.		
B. REALISMO	SOCIAL	
En	los	últimos	tiempos	de	la	dictadura	de	Primo	de	Rivera	
surge	 una	 corriente	 de	 narrativa	 comprometida.	 Sus	
representantes	 pretenden	 devolver	 la	 novela	 a	 la	 realidad	
política	y	social	de	donde	la	ha	sacado	la	Vanguardia.	Les	guía	
un	ideal	de	solidaridad,	progreso	y	justicia	social.	Lo	individual	
cede	 el	 paso	 a	 lo	 colectivo.	 La	 protagonista	 es	 la	 clase	
trabajadora	en	el	campo	y	en	la	ciudad.		
Se	considera	como	inicio	de	esta	tendencia	el	año	28,	en	
que	la	editorial	Historia	Nueva	empieza	a	publicar	La	novela	
social;	pero	algunas	obras	se	adelantan	a	esta	fecha.	Cuando	
se	 proclama	 la	 república,	 el	 arte	 social	 ha	 triunfado	
definitivamente	y	se	produce	un	cambio	de	orientación.	Pese	
al	origen	pequeñoburgués	de	la	mayor	parte	de	los	autores,	
se	sitúan	en	una	perspectiva	ideológica	de	lucha	de	clases	y	
defienden	el	movimiento	revolucionario	como	único	camino	
para	conseguir	un	cambio	en	las	estructuras	sociales.	El	grupo	
se	 consolida.	 En	 los	 primeros	 años	 se	 multiplican	 las	
publicaciones	 dedicadas	 a	 difundir	 estos	 principios.	 Con	 el	
triunfo	de	la	derecha	en	1933,	se	agravan	las	tensiones	y	sufre	
																																																																				
14
	Ferreras,	J.	I.	(1970),	Tendencias	de	la	novela	española	actual	(1931-
1969),	París:	Ediciones	Hispano-Americanas.		
un	retroceso	la	novela	social.	Su	trayectoria	queda	truncada	al	
estallar	la	guerra.		
Las	huelgas,	agitaciones	de	obreros	y	campesinos	durante	
esos	 años,	 y	 la	 represión	 que	 sufren,	 son	 motivos	 siempre	
presentes.	También	es	tema	importante	la	toma	de	conciencia	
progresiva	 de	 los	 intelectuales	 y	 su	 inserción	 en	 la	 lucha	
revolucionaria.	Sus	ideales	pacifistas	los	llevan	a	ver	la	guerra	
como	una	aberración	absurda;	las	campañas	de	África	darán	
argumento	 a	 algunas	 novelas	 de	 relieve.	 Estas	 obras	 las	
protagonizan	 personajes	 rebeldes,	 en	 tono	 idealista	 y	
exaltado.		
El	 rótulo	 que	 predomina	 es	 “Realismo	 social	 de	
preguerra”.	Partiendo	del	título	de	un	ensayo	fundamental	de	
José	 Díaz	 Fernández,	 algunos	 críticos	 han	 preferido	 la	
denominación	“Nuevo	Romanticismo”
15
.		
Desde	 el	 punto	 de	 vista	 artístico,	 no	 renuncia	 a	 los	
hallazgos	del	siglo,	pero	sus	objetivos	y	el	deseo	de	llegar	a	
todo	 el	 mundo	 les	 inclinan	 hacia	 el	 realismo.	 Manejan	 una	
prosa	coloquial	recortada	y	escueta.	Como	señala	Fuentes,	la	
suya	 es	 novela-puente	 entre	 el	 lirismo	 vanguardista	 y	 el	
objetivismo,	que	concilia	lo	poemático-subjetivo	y	lo	social.		
Debemos	tener	en	cuenta	la	calidad	de	algunas	de	sus	
obras,	 aunque	 la	 mayoría	 hayan	 caído	 en	 el	 olvido,	
interesantes	tanto	como	documento	de	época	como	por	el	
influjo	 que	 ejercieron	 en	 los	 narradores	 de	 posguerra.	 Es	
evidente,	 sin	 embargo,	 que	 buena	 parte	 de	 su	 producción	
carece	 de	 valor	 literario	 y	 no	 son	 más	 que	 panfletos	
propagandísticos.		
José	 Díaz	 Fernández:	 El	 blocao,	 1928;	 La	 venus	
mecánica,	1929.	
Ramón	 J.	 Sender	 (Imán,	 1930;	 Siete	 domingos	 rojos,	
1932).	 Mr.	 Witt	 en	 el	 Cantón,	 Premio	 Nacional	 en	 1935,	
presenta	el	esfuerzo	documental	para	captar	el	levantamiento	
cantonal	de	Cartagena	en	la	I	República.		
	César	María	Arconada	(La	turbina,	1930).		
	Joaquín	Arderíus	(Campesinos,	1931).		
	 Manuel	 D.	 Benavides	 (Un	 hombre	 de	 treinta	 años,	
1933).		
	Andrés	Carranque	de	Ríos	(Cinematógrafo,	1936).		
7. LA	PRIMERA	POSGUERRA	
La	actividad	literaria	se	ha	divido	con	criterios	discutibles	
en	 “vencedores”	 y	 “vencidos”.	 Según	 el	 momento	 de	 su	
producción	se	ha	hablado	de	diferentes	promociones.	En	este	
caso,	vamos	a	ocuparnos	de	la	promoción	de	los	cuarenta.		
Exilio	
No	 se	 puede	 tener	 una	 visión	 completa	 de	 la	 novela	
española	de	posguerra	sin	tener	en	cuenta	la	producción	de	
los	 exiliados	 que,	 aunque	 no	 constituyen	 un	 grupo	
homogéneo,	 al	 estar	 fuera	 del	 contacto	 directo	 con	 la	
evolución	 de	 la	 sociedad	 española,	 van	 a	 permanecer	
aferrados	a	unos	temas	que	les	son	propios.	Sus	reflexiones	
sobre	 España	 giran	 siempre	 en	 torno	 a	 la	 guerra	 civil	 y	 las	
secuelas	que	ha	dejado	en	quienes	tuvieron	que	marcharse.		
• Tendencia	 que	 continúa	 el	 impulso	 realista	 y	
humanizador	de	la	novela	social	de	los	años	treinta,	sin	
dejar	de	incorporar	técnicas	innovadoras.		
15
	Vilches,	M.	F.	(1984),	La	generación	del	Nuevo	Romanticismo.	Estudio	
bibliográfico	y	crítico	(1924-1939),	Madrid:	Universidad	Complutense.
http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com		 7	
o Apego	 a	 la	 tradición:	 Arturo	 Barea	 (La	 forja	 de	 un	
rebelde),	 Ramón	 J.	 Sender	 en	 Crónicas	 del	 alba;	
Esteban	Salazar	Chapela	en	Perico	en	Londres.	Max	
Aub	 en	 El	 laberinto	 mágico	 (1938-1968),	 ciclo	 en	
torno	 a	 la	 guerra	 de	 España,	 con	 lenguaje	 rico,	
exuberancia	léxica	y	sutilezas	estilísticas.		
o Orientación	 simbólica:	 Ramón	 J.	 Sender	 en	
Epitalamio	 del	 Prieto	 Trinidad,	 Manuel	 Andújar	 en	
Lare	y	penares.		
o Inquietudes	metafísicas	en	José	Ramón	Arana,	El	cura	
de	Almuniaced.	
• Herederos	directos	de	la	estética	de	Vanguardia:	Rosa	
Chacel	y	Francisco	Ayala.		
Narrativa	de	los	vencedores.		
Rafael	García	Serrano,	con	21	años	escribía	Eugenio	o	la	
proclamación	de	la	primavera	(1938),	en	defensa	de	ideales	
falangistas.	 La	 fiel	 infantería	 mitificaba	 la	 juventud	 que	
encarnaba	los	valores	“auténticos”	de	la	raza	española.		
Agustín	de	Foxá	escribe	Madrid	de	Corte	a	Cheka	(1938)	
con	 estilo	 brillante,	 pero	 inmisericorde	 con	 el	 enemigo	
republicano	(Rodríguez	Puértolas).		
El	 vasco	 Juan	 Antonio	 de	 Zunzunegui	 enfoca	 procesos	
desintegradores	de	la	burguesía,	con	crítica	social	amena.	El	
supremo	 bien	 (1951)	 trata	 la	 hambruna	 de	 posguerra.	 Esta	
oscura	desbandada	(1952)	es	su	obra	más	representativa.		
La	refundación	narrativa	
En	 los	 años	 40	 hay	 intentos	 narrativos	 vinculados	 a	 la	
preguerra,	 como	 Darío	 Fernández	 Flórez,	 con	 Lola,	 espejo	
oscuro	(1950),	cercana	a	la	novela	erótica	de	los	años	20.		
En	la	década	de	los	40	hay	un	modesto	resurgir	literario	
sobre	 bases	 nuevas,	 que	 termina	 por	 arrinconar	 a	 los	
triunfadores.	A	ello	contribuye	el	tremendismo	de	Cela	con	La	
familia	Pascual	Duarte	y	la	irrupción	del	Premio	Nadal	(1945,	
Carmen	Laforet	con	Nada)	que	lanza	a	la	notoriedad	a	Delibes	
(La	sombra	del	ciprés	es	alargada,	1948).		
	
8. CONCLUSIÓN	
- La	literatura	de	la	época	tiene	vocación	ideológica:	
o Novela	social	entre	escritores	socialistas	
o Novela	erótica	siente	vocación	de	ser	una	
fórmula	liberadora.		
o Novela	 de	 los	 triunfadores	 tiene	 función	
propagandística	y	exculpatoria.		
- Antes	de	la	Guerra	Civil,	regeneración	de	España	bajo	
diversas	invocaciones,	tratan	de	alcanzar	influencia	
social.		
- Descontento	 en	 las	 élites	 intelectuales	 que	 habían	
apoyado	la	sublevación	contra	la	república	à	Cela,	
Torrente	 Ballester,	 Zunzunegui,	 Delibes,	 Luis	
Romero,	J.	L.	Castillo	Puche,	quienes	resucitarán	la	
idea	 de	 una	 literatura	 política	 para	 combatir	 las	
deformidades	del	sistema.		
	
	
	
	
9. BIBLIOGRAFÍA	
AMORÓS,	 A.	 (1972),	 La	 novela	 intelectual	 de	 Pérez	 de	 Ayala,	
Madrid:	Gredos.		
DOMINGO,	J.	(1973),	La	novela	española	del	siglo	XX,	Barcelona:	
Labor.		
FERRERAS,	J.	I.	(1970)	Tendencias	de	la	novela	española	actual	
(1931-1969),	París:	Ediciones	Hispanoamericanas.		
GIL	CASADO,	P.	(1973)	La	novela	social	española,	Barcelona:	Seix	
Barral.		
GUILLÉN,	 J.	 (1969),	 “Lenguaje	 suficiente:	 Gabriel	 Miró”,	 en	
Lenguaje	y	poesía,	Madrid:	Alianza	Editorial.		
MAINER,	J.	C.	(2012),	Pío	Baroja,	Madrid:	Taurus.		
NORA,	E.	de	(1971),	La	novela	española	contemporánea	(1898-
1967),	Madrid:	Gredos.		
LIVINGSTONE,	L.	(1970),	Tema	y	forma	en	las	novelas	de	Azorín,	
Madrid:	Gredos.		
ORTEGA	Y	GASSET,	J.	(1927-1928),	“La	deshumanización	del	arte	
e	ideas	sobre	la	novela”,	en	Obras	completas,	III.		
RICO,	F.	(dir.),	(1984),	Historia	y	crítica	de	la	literatura	española,	
vol.	7	a	cargo	de	Víctor	García	de	la	Concha,	Barcelona:	
Crítica.		
RODRÍGUEZ	PUÉRTOLAS,	J.	(2008),	Historia	de	la	literatura	fascista	
española,	Madrid:	Akal.		
SANZ	VILLANUEVA,	S.	(1972),	Tendencias	de	la	novela	española	
actual.		
SOBEJANO,	G.	(1970),	Novela	española	de	nuestro	tiempo	(en	
busca	del	pueblo	perdido),	Madrid:	Prensa	española.

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Tema 64

  • 1. http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com 1 TEMA 64. LA NOVELA ESPAÑOLA EN LA PRIMERA MITAD DEL XX 1. INTRODUCCIÓN El público lector finisecular viene ya creado por la literatura realista, de tal forma que se benefician de su existencia las corrientes marginales de la época. Los autores se benefician de las oportunidades que los periódicos les brindan, pero aun así existe un freno a la difusión provocado por el alto índice de analfabetismo (un 55% de los hombres y un 72% de las mujeres). Sí que tienen gran difusión las colecciones populares fruto de la costumbre de las lecturas recreativas familiares que habían iniciado las entregas. Son ejemplos de ello El cuento semanal, creado y dirigido por Eduardo Zamacois en 1907, Los contemporáneos (1909-1926) o El libro popular (1912-1914), los tres de bajo precio, con gran variedad de obras, alcanzaron a un amplio público. En 1930 el número de analfabetos era del 45% y en 1940, tras las campañas educativas de la república el porcentaje desciende al 33%, lo que supone un aumento considerable de público lector, a pesar de que muchos solamente sabían leer para realizar operaciones básicas. El género predilecto por las masas en esta época es el erótico de Felipe Trigo, mientras que los novecentistas se encargan de separar en dos conjuntos a los lectores de muy desigual cuantía con una literatura de élite reservada a unos pocos. Tras la revolución rusa (1917), la concienciación política y obra del campesinado se encauza a través de la pasión de leer y aprender, como medio de lucha para erradicar las injusticias (Fuentes). En ese momento, y coincidiendo con el desarrollo de otras editoriales como Calpe (pionera en el libro de bolsillo) que se fusionó pronto con Espasa, o la Revista de Occidente, se crean también editoriales de izquierdas que tratan de abrir una brecha en la coraza en la hegemonía ideológica de la burguesía. Aunque con la censura durante la dictadura esta literatura se estanca y la que sale adelante es la de Vanguardia, más tarde vuelve el signo progresista en colecciones de novelas cortas como La novela social, La novela política, La novela roja o La novela proletaria (Santoya). La situación de la literatura inmediatamente después de la guerra civil es desoladora. En palabas de Luis Abellán, se trata de un “páramo intelectual”. Por un lado, hay autores exiliados, y los que se quedan pierden la palabra por medio a represalias, hostigamiento o por cansancio. En los años cuarenta el Estado aspira a crear una cultura dirigida y señala cómo han de ser los libros. Una fuerte censura desde la ley del 22 de abril del 38 da pie a que el censor pueda prohibir cualquier obra de discrepara mínimamente con la doctrina oficial o que fuera escrita por un “autor hostil al régimen”. A ello se le unió la penuria generalizada, la falta de papel y el bajísimo consumo. Para desmentir propagandísticamente su inquina a la literatura se promovieron diversas iniciativas mediante un sector falangista, entre cuyos novelistas destaca Agustín de Foxá. Con la entrevista de Garcilaso de Juan 1 Estudiada por García Lara, F. (1986), El lugar de la novela erótica española, Exma. Diputación Provincial de Granada. Aparicio se publicaron a los poetas neoclásicos, autores afines al régimen (como Manuel Machado) y se alentó la novela tremendista. También se crearon premios literarios, de entre los cuales el que sigue en nuestros días es el Nadal (1944). Al lado de esta literatura se desarrolló otra que pobló de fantasía a las masas: tebeos, novelas del oeste, novelas rosa, fotonovelas, seriales radiofónicos… La literatura mayor era un producto para las minorías, tanto por el tratamiento de temas poco agradables como por las técnicas y el lenguaje empleados. Incluso fue así con la novela de intención social. 2. LA NOVELA A PRINCIPIOS DEL S. XX A. CORRIENTES DE LA NOVELA EN LA ÉPOCA. EPÍGONOS DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA: • Senda del naturalismo aplicado a temas eróticos y con decadentismo modernista à Alejandro Sawa. • Realismo desusado à Ricardo León, Concha Espina. • Narrativa de testimonio y denuncia à Ciro Bayo, Manuel Ciges Aparicio, José López Pinillos. • Vicente Blasco Ibáñez, que acaban con el movimiento realista-naturalista. Comienzos folletinescos a novelas sociales (La bodega), psicológicas (Sangre y arena), y de aventuras e históricas (El Papa del mar), tras haber encontrado su verdadero puesto en los relatos de ambiente valenciano (La Barraca, 1898). • Novela erótica 1 : Se las llamaba eufemísticamente “novelas galantes” y “sicalípticas”. Aunque se le adelantó en el tiempo Eduardo Zamacois, el que pasa por creador y superior en esta modalidad es Felipe Trigo. Sus obras tienen episodios truculentos, broncas, violencias y reflejan las inquietudes sociales. La pieza de mayor éxito es Jarrapellejos (1914). El novelista adopta una actitud combativa por la libertad sexual y aspira a transformar el comportamiento de la sociedad. LA NUEVA FORMA DE NOVELAR La novela cobra caracteres líricos, se hace más subjetiva e impresionista. Se interesa más por el mundo interior de los personajes y sus sensaciones. G. Gullón 2 apunta que la narrativa moderna nacerá cuando los autores se vayan distanciando de la representación literal de lo real, cuando el ímpetu mimético “sea sustituido por el interés en lo formal […] y vayan convirtiéndose en textos autosuficientes”. La narrativa incorpora elementos propios del ensayo, la lírica y el drama: - Divagación intelectual. - Emociones personales - Acción descompuesta en escenas sueltas. - El paisaje como símbolo, no marco. - La voz de los protagonistas en largos monólogos o monodiálogos. Cada creador busca un sello personal, pero hay rasgos que constituyen una divisa de la época, como la reducción de los periodos. La frase simple y la oración nominal predominan. En algunos, como Valle-Inclán o Azorín, el ritmo de la prosa y la imagen lírica hacen de cada página un poema (Rodríguez y Jiménez). LA NOVELA REGENERACIONISTA: 2 Gullón, G. (1992), La novela moderna en España (1885-1902). Los albores de la modernidad, Madrid: Taurus.
  • 2. http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com 2 A través de textos de estructura poco trabada tienen vehículo de expresión inquietudes regeneracionistas que conforman el panorama finisecular. Abundan en excursos y disquisiciones ideológicas según conviene a la intención de los autores. Vienen a ser ensayos novelados. Son relevantes las obras de Ángel Ganivet (La conquista del reino Maya por el último conquistador español Pío Cid, Los trabajos del infatigable creador Pío Cid) y Silverio Lanza (La rendición de Santiago). Joaquín Costa también dejó una serie de proyectos narrativos inacabados en torno al tema de España: Justo de Valdediós, Último día del paganismo y primero de… lo mismo. Los cambios narrativos a comienzos del XX tienen una nueva voluntad de estilo que contribuye a la depuración lingüística, a lo que contribuye una conciencia estética exacerbada. Dentro de las corrientes que hemos visto y del estilo personal de algunos autores que vamos a tratar a continuación, hay otras tendencias unitarias: - Tendencia satírico-filosófica: Amor y Pedagogía de Unamuno, Paradox rey de Baroja. - Decadentismo: Sonatas de Valle. - Erotismo con elementos regionales: F. Trigo y Blasco Ibáñez. - Influencia del cine en la novela: Chaplin, Keaton y Lloyd atraían con su silencio elocuente por su crítica de la sociedad y su reflejo del absurdo de la vida moderna que llega al esperpento valleinclanesco, y provocan la admiración de Fco. Ayala, Lorca o Alberti. La narrativa convertida en cuestión de perspectiva. - Rechazo de lo humano-sentimental y actitudes elitistas de estirpe nietzscheana en los vanguardismos. - Respeto por la literatura pasada e interés por la europea, en la francesa por parte de Azorín, en inglés de Pérez de Ayala o Cernuda o la germanofilia de Unamuno. B. LA NOVELA DE UNAMUNO3 Las novelas de Unamuno han sido menos valoradas por la irrupción del autor en la función de los narradores, la arbitrariedad de desenlaces o la exploración del agonismo existencial, no típicas del género. Sin embargo, él la consideraba como el cauce más idóneo para sus reflexiones sobre la vida y la muerte al no tener que seguir la técnica de argumentación propia del tratado, lo que le daba mayor libertad de fantasía. Para evitar que le reprocharan que sus relatos no se atenían a las características del género, acuñó el término “nivola”. Suele considerarse Amor y pedagogía (1902) como el punto de transición hacia la nueva estética, que está definitivamente madura en Niebla (1914). Confluyen en Unamuno novela y filosofía, de forma que la obra adquiere trascendencia. Pasa a ser una forma de conocimiento e indagación en lo más íntimo del individuo. La acción se concentra y se prescinde de la pintura del entorno para ceñirse a los conflictos existenciales y de personalidad. Hay un tiempo íntimo que vive el personaje en el ámbito de su consciencia, de forma que más que la trama lo que interesa es la acción interior que se nos revela a través de la técnica del monodiálogo. Es una novela subjetiva y lírica. !Paz en la guerra (1897): Escrita con moldes clásicos, sobre recuerdos infantiles de la última guerra carlista. Representa la intrahistoria de la colectividad. 3 A finales del XX, Günter Grass dijo de él que “Los europeos necesitan a escritores como Unamuno, dotados de una gran intensidad reflexiva, no desprovista a la vez de ironía y poseedores de una veta filosófica desde la que ! Niebla (1914): Transcribe a relato la temática filosófica de Del sentimiento trágico de la vida. Augusto Pérez vive en el plano superficial una historia de amor y en el plano profundo se reflexiona sobre la autonomía del personaje respecto a su autor, como metáfora dramática del problema de la libertad del hombre frente al designio de la Divinidad. Augusto visita a su creador, D. Miguel de Unamuno, y pretende suicidarse, pero descubre que no es real, sino ficción, y en dependencia de un autor que tiene derecho a vida y muerte sobre él. Técnicamente propone duplicaciones y sustituciones según el modelo cervantino. Carlos Clavería ha visto un influjo de Carlyle en su técnica de mezclarse el autor en la acción. Los personajes de esta nivola son “una ausencia en espera del lector que le dará presencia al leer el texto”, lo que sitúa a Unamuno cerca de la fenomenología de Husserl y a la moderna estética de la recepción. Estas tesis se tratan en su autobiografía novelesca Cómo se hace una novela. ! San Manuel Bueno, mártir (1931): plantea el problema de la duda religiosa y la necesidad de salvar la ingenua fe de los demás para no aumentar su desolación interior. C. PÍO BAROJA San Sebastían (1872-1956), médico, pero es el narrador por excelencia de su generación. Escribió sesenta novelas, cuentos, ensayos, versos y memorias. Rompe con los moldes tradicionales y disgrega el relato en escenas o cuadros sueltos que tienen como hilo conductor un personaje que protagoniza acciones diversas o que, simplemente, va entrando en contacto con distintos ambientes e individuos. Sus obras son fragmentos de vida en los que, con técnica impresionista, selecciona los detalles que considera más significativos de la realidad que nos muestra. Parte de la observación de la realidad, pero lo más importante para él son las sensaciones y reflexiones que esa percepción suscita. Proyecta en sus ficciones sus vivencias y recuerdos, ansias, frustraciones íntimas, pensamiento e inquietudes intelectuales. Son muchas las obras protagonizadas por un álter ego que es trasunto de su creador: Fernando Ossorio de Camino de perfección (1902), Andrés Hurtado de El árbol de la ciencia (1911), Luis Murguía de La sensualidad pervertida (1920), José Larrañaga de la trilogía Agonías de nuestro tiempo (1926-1927…). Formación y concepción del mundo: científica + lectura de Kant, Schopenhauer o Nietzsche. El mundo en torno al dolor y al pecado, la voluntad de dominio y pesimismo escéptico en materia religiosa o política. Sentía desconfianza hacia la democracia y era anticlerical, pero también antisocialista. Sus ideas raciales provienen en parte de Taine. A pesar de todo, tenía fe en la dimensión moral. Sobejano lo sitúa en el nihilismo finisecular. Tiene un perfil de descreído contra todo pensamiento dominante. Se planteó la salvación individual como tema novelesco. Su gran tema es la acción “La vida es una sucesión de aventuras cuyo sentido se nos escapa”. Héroe barojiano: antisocial. Tiene los estigmas románticos del desencanto ante el mundo y del culto a la es posible afrontar las lacras y los desvelos humanos. Unamuno invita a pensar, es un ilustrado en cuanto a la necesidad de clarificar ideas e introduce —al igual que Lessing— elementos de amplitud didáctica en la literatura”.
  • 3. http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com 3 libertad. Las criaturas novelescas se muestran inquietas, andariegas, deambulatorias, sin más justificación que el desasosiego. No solo interesa el personaje central, sino también los individuos que pululan a su alrededor. Presenta sus vivencias como manifestaciones de su temperamento. Estilo: directo y expresivo. Intenta liberar la lengua literaria de la tradición decimonónica. Para él, lo esencial es la precisión y la llaneza. Ortega le criticó la apariencia desaliñada de su relato, pero consideró que era ideal para que fluyera la sinceridad. Azorín comparó su estilo “claridad, precisión y rapidez” con el de cervantes. A pesar de que dijo que no escribía con plan previo, su novela nace conforme a reglas. Obras: él mismo sistematizó su obra en trilogías. !La vida fantástica: Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox, con caricatura expresionista, regeneracionismo en Camino de perfección (presenta un protagonista anulado entre su enfermiza sexualidad y sus impulsos místicos, con el viaje al interior lírico de Castilla). !La lucha por la vida: La busca (1904), Mala hierba (1904), Aurora roja (1905). Presenta un Madrid marginal con un aventurero arrabalero, Manuel Alcázar, que se inclina a la vida del orden, mientras que su hermano Juan se convierte en un iluminado anarquista, héroe de Aurora roja, novela revolucionaria. El anarquismo se presenta ahí como un ideal para el individuo, pero no para la masa. !El pasado: Evocación histórica. La feria de los discretos (1905), con andaluz estereotipado, Las tragedias grotescas (1907), París del II Imperio y una familia española. !Tierra vasca: relato de aventuras de Zalacaín el aventurero (1909), entre épico y fundamental, con el decidido Zalacaín en la frontera vasca durante la guerra carlista. !La raza: La dama errante (1908), La ciudad de la niebla (1909), pero sobre todo El árbol de la ciencia 4 (1911). !Las ciudades: César o nada (1910), novela política con César Moncada, trasunto de César Borgia. Cuando vuelve a España se convierte en líder regeneracionista y los conservadores lo asesinan a tiros. El mundo es ansí (1912). !El mar: Las inquietudes de Shanti Andía (1911), al modo de Stevenson. En 2005, la editorial Caro Raggio ha publicado un inédito de Baroja, La guerra civil en la frontera, donde se trata el conflicto del 36-39 en tono memorialista. En 2006 se publica Miserias de la guerra, en su día rechazado por la censura franquista, que trata la Guerra Civil desde su exilio parisino. Es un libro despiadado con la brutalidad de unos y otros, con excepcional altura narrativa. D. JOSÉ MARTÍNEZ RUIZ, AZORÍN Como los demás miembros de su generación, se aparta de los esquemas narrativos convencionales. Considera 4 Presenta a Andrés Hurtado como álter ego del autor. Es un médico sin vocación, con un sentido crítico que le hace desdeñar la vida académica, el ambiente intelectual o la mezquindad moral del pueblo. La ciencia es la “única construcción fuerte de la humanidad”, pero el joven es destinado a Alcolea del Campo, donde se tropieza con un absurdo orden social, fanatismo religioso, egoísmo insolidario de los caciques y la incapacidad ignorante del a gente común. Su felicidad dura poco, pues su esposa muere tras el parto y él acaba suicidándose. 5 Presenta al personaje Azorín en una Yecla estancada. El sacerdote Puche conversa con la joven Justina sobre el sinsentido de la vida. Yuste, esencial la observación puntual de la realidad, pero trata de plasmar un punto solo de detalles y apuntes significativos à relato de estructura fragmentaria y discontinua, propugna una “antinovela” que no presenta los caracteres del género. Su labor como ensayista difumina su dimensión como novelista de forma injusta. Para él, “la vida no tiene fábula: es diversa, multiforme, ondulante, contradictoria” y por ello condensa la vida de sus personajes en las encrucijadas de sus vidas. La escasa acción se ve interrumpida por digresiones y descripciones. La atención se dispersa hacia multitud de objetos, de forma que lo que se nos brinda no es la realidad misma, sino la impresión que produce. El diálogo entre los personajes en realidad son largos monólogos dedicados a la exposición de ideas, en los que uno de los interlocutores adopta una actitud pasiva, receptiva. Temas dominantes: meditación sobre la existencia, la muerte, el paso del tiempo, la antítesis entre vida activa/vida contemplativa, la disolución de la voluntad, la descripción de los pueblos españoles… Son novelas poemáticas, con intenso lirismo y recursos estilísticos, así como elementos rítmicos. Es modelo de concisión y economía expresiva. En 1900 prepara con Baroja el homenaje a Larra, y empieza La Voluntad 5 , con la que se acerca a la prosa impresionista europea. Antonio Azorín se convierte en síntoma social del “estar ante el mundo”. Anticipa la novela lírica y vanguardista. Junto con ella, constituyen una trilogía autobiográfica Antonio Azorín (1903), donde domina el desengaño y la tristeza, y Las confesiones de un pequeño filósofo (1904), que evoca la infancia de Azorín. Más tarde se dedica a reflexionar sobre mitos literarios: Tomás Rueda (1915), Don Juan (1922), Doña Inés (1925), donde el sociólogo se hace lírico y se sume en el ensueño. Coincidiendo con el triunfo de las Vanguardias, escribe obras experimentales: El caballero inactual (1928), El libro de Levante (1929) y Pueblo (1930). E. VALLE-INCLÁN Villanueva de Arosa, 1866-1936, hijo de labradores acomodados, es la “vocación literaria más pura” 6 . Es rey de las tertulias bohemias madrileñas, donde conoció a Alejandro Sawa (su Max Estrella) y a R. Darío. Quiso ser actor, pero una herida que se hizo en una pelea con el periodista Manuel Bueno se gangrenó y le amputaron el antebrazo izquierdo. Se inicia en el ámbito del decadentismo modernista/prerrafaelita, que llega a su plenitud en la prosa impresionista de las Sonatas (1902-1905). Son alarde de esteticismo y sensualidad que, al describir los interiores lujosos y jardines en los que se desarrollan las aventuras eróticas del marqués de Bradomín, transmiten la belleza de la forma. Hay ecos parnasianos. La naturaleza aparece recreada escritor de ideas anarquistas, lanza acusaciones contra la propiedad privada, y define los males de España: escepticismo, perversidad, incultura, miseria, falta de voluntad, pero elogiando a los campesinos, únicos portadores de “la fe de los antiguos míticos”, “la vieja España legendaria, heroica”, con lo que se acerca al concepto de intrahistoria de Unamuno. Otra escena presenta a Azorín en la corte, donde su desencanto se acrecienta Madrid está culturalmente muerta. 6 Fernández Almagro, M (1996), Vida y literatura de Valle-Inclán, Madrid, Taurus.
  • 4. http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com 4 con preciosismo. Valle se deja llevar por el culto a la sensación. La presencia del marqués de Bradomín en otras de sus obras lo convierte en “personaje-emblema” de su universo narrativo. En los primeros tiempos de su andadura literaria publica varias colecciones de cuentos que se inscriben también en la estética modernista. Unos son lascivos y galantes (Femeninas. Seis historias amorosas, 1895) y otros de terror y misterio (Jardín umbrío, 1903). En la evolución hacia la novela histórico-esperpéntica tiene un lugar fundamental la trilogía La guerra carlista (1908- 1909), mezcla de personajes reales y ficticios sobre un cañamazo histórico. Se sitúa en una perspectiva intrahistórica en la que lo que interesa son los aconteceres de la vida diaria. La guerra civil entre carlistas y liberales tiene los ingredientes de una epopeya y, aunque se desarrolla en un pasado inmediato, parece transportarnos a un mundo remoto y heroico. Recurre a una prosa grave que en determinadas escenas es desgarrada y bronca. El protagonismo se ha desplazado en esta cruzada a los ambientes campesinos. El ciclo esperpéntico que ya se había abierto en su teatro, culmina en el campo de la narrativa con Tirano Banderas (1926), espeluznante retablo grotesco de una dictadura hispanoamericana. El estado de violencia que preside la acción se ofrece a nuestros ojos de forma cruel y despiadada. El estilo oscila entre las hipérboles macabras del expresionismo y las imágenes que descomponen la realidad con técnica cubista. Culmina esta evolución con El ruedo ibérico, un proyecto inconcluso del que solo aparecieron tres novelas: La corte de los milagros (1927), Viva mi dueño (1928) y Baza de espadas (1932). Se parodia el reinado de Isabel II. El fragmentarismo llega a un punto extremo en que cada libro es una cadena de breves cuadros tan autosuficientes e independientes que el lector no siempre encuentra el hilo que los ensarta. Son escenas broncas y ridículas con un lenguaje que pone la técnica de la selección impresionista al servicio de una sátira corrosiva. Pone en evidencia los graves problemas que atravesaba la España de la época. Estilo y crítica: vivía la hegemonía burguesa como nostalgia, ya aristocratizante, ya revolucionaria. Su moral estaba escindida entre la voluntad de poder nietzscheana y la sensación de fracaso, lo que potenciaba la ironía. Incorpora el plagio como material estético y la búsqueda obsesiva de la perfección 7 . Su estilo se basa en lo que Valle llamó en La lámpara maravillosa “El milagro musical” à Para que el escritor pueda comunicar lo fatalmente hermético, en su interior debe conceder a las palabras un valor emotivo sobre el significado, para alzarse a alusiones eternas. Valle une todos los elementos recolectados y crea un tipo de “supraespañol”, un diasistema donde cabe la intertextualidad, la mezcla de lo sublime con lo vulgar, los clásicos con el lumpen, para terminar con una enérgica desautomatización del código literario que en su tiempo concebía como aletargado. 8 3. LA NOVELA NOVECENTISTA 7 Zamora Vicente, A. Fragmento de Rico en Hª y crítica vol. 6. 8 Estrella Montolío Durán, “La conciencia lingüística de Valle Inclán: la voluntad de renovar la lengua literaria”. Actas del II Congreso Internacional de La novela cede durante esta época el protagonismo al ensayo, pero no por ello deja de tener enorme importancia. A. Novela intelectual Ramón Pérez de Ayala. Ramón Pérez de Ayala (1880-1962), el hecho de declarar sus novelas como intelectuales es una manera de declararlo escritor consciente de sus propósitos y de la técnica empleada: aspiración clásica, debilidad ante las tentaciones del barroco e inevitable contagio romántico. Este tipo de novela se caracteriza por fundir la acción novelesca con reflexiones ensayísticas de signo filosófico o estético, de forma que el producto pasa a ser culturalista y destinado a la élite. Esta evolución se origina por el desgaste paulatino de la novela impresionista y naturalista. A Pérez de Ayala lo caracterizan el gusto por el perspectivismo, el contraste y la doble visión de la realidad: Troteras y danzaderas (1913), Belarmino y Apolonio (1921)… Gabriel Miró Uno de los esfuerzos para superar el relato impresionista consistió en intensificar sus rasgos, acentuar su lirismo y exacerbar las percepciones sensoriales subjetivas. En esa línea se mueve la obra de Gabriel Miró. Sus historias se narran por medio de estampas líricas, con morosidad cercana al tempo lento que proponía Ortega para la novela, y una complejidad léxica que dificultaba la lectura a cualquiera. La narración Nómada, premiada en el concurso de “El cuento Semanal” que dirigía Zamacois le dio a conocer. El tema narrativo de Miró es el hallazgo de la felicidad. Sus personajes la buscan en su miseria, y el autor a través de sus personajes. También critica el caciquismo eclesiástico, pero domina la proyección estético-afectiva y la tensión del ser. Son obras suyas Nuestro padre san Daniel y El obispo leproso, en Oleza (trasunto de Orihuela). Sigüenza es su alter ego en El libro de Sigüenza y Años y leguas (1928). Las cerezas del cementerio culmina la etapa sentimentalista y de suaves tonos eróticos y místicos cercanos a Valle-Inclán. Figuras de la pasión del Señor (1916) son glosas del N. T. Ramón Gómez de la Serna En sus relatos cobran un relieve inusitado las imágenes lírico-humorísticas que bautizó con el nombre de greguerías. Los demás elementos ocupan un segundo plano, a veces como mera excusa para ensartar estos rasgos de ingenio. Algunos Historia de la Lengua Española. Tomo II, Madrid, Pabellón de España, 1992, pp. 777-786 Obra: A) Ciclo autobiográfico y lírico: Tinieblas en las cumbres, A.M.D.G., La pata de la raposa, Troteras y danzaderas à giran en torno a Alberto Díaz de Guzmán, alter ego del autor. B) “Novelas poemáticas de la vida española”: novelas cortas Prometeo, La caída de los limones, Luz de domingo, con denuncia paralela a la del 98 pero equilibrio clásico y depuración estilística. Suponen la cumbre del autor. C) “Novelas intelectuales”: el humor devuelve el tono creador en Berlarmino y Apolonio, obra cumbre, con despliegue de ideas a dos voces: desapasionada del narrador; comprometida, la del protagonista.
  • 5. http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com 5 rozan el absurdo (El incongruente), pero con frecuencia se mezclan la pirueta verbal y el análisis de psicologías extravagantes (La quinta de Palmyra, La Nardo) o del proceso de creación literaria (El novelista, 1923). Corpus Bargas A medio camino entre la corriente novecentista y la renovación estética de las Vanguardias. Sus relatos (La vida rota, reelaborada en 1973 en Los galgos verdugos) son de gran originalidad. La voz narradora interpela a sus personajes, utiliza la enumeración caótica, imágenes de filiación vanguardista, ingeniosas descripciones cubistas… B. HUMORISMO TRADICIONAL Corrientes más apegadas a las convenciones establecidas, aunque no carente de originalidad. Wenceslao Fernández Flórez crea una novela humorística escéptica, caricaturesca, que, pese a no ser formalmente revolucionaria, sorprende al lector por su juego irónico, unas veces tiernas y otras sarcástico. Volvoreta, El secreto de Barba Azul, El hombre que compró un automóvil. Tras la guerra, escribió El bosque animado (1944), llevada al cine por J.L. Cuerda en el 87. Se refugia en un realismo simbolista y estetizante. 4. NOVELA ERÓTICA, ROSA, COSTUMBRISMO Y NOVELA REGENERACIONISTA. NOVELA ERÓTICA à Se sigue desarrollando con enorme éxito popular. Los nuevos autores rebajan el áspero tono naturalista. Buscan complacer a un amplio público al que solo interesa la insinuación libidinosa (muy tenue y morigerada, no nos llamemos a engaño) o el retrato de un irreal ambiente cosmopolita y despreocupado. Es comercial y de escaso vuelo artístico, pero interesante fenómeno social. Sus cultivadores más destacados son: Pedro Mata, Rafael López de Haro, Alberto Insúa, Antonio de Hoyos y Vinent…). En los años 20 se inicia una decadencia del género. NOVELA ROSA à Escalón más bajo en la capacidad expresiva. Es insulsa, pero con gran aceptación entre el público femenino. Nora 9 dice que se caracteriza por “una constante deformación de la realidad hacia lo agradable”. Son por lo general superficiales, maniqueas, sentimentaloides, falsamente idealizadoras y llenas de tópicos. NOVELA COSTUMBRISTA à Relatos de intenso sabor local aplicados a la contemplación de lo vulgar y cotidiano, pero ajenos a los aspectos desagradables y conflictivos de la realidad. Conformistas. Son autores destacados Francisco Camba o Luis Antón del Olmet. NOVELA REGENERACIONISTA à Félix de Urabayen (Toledo, la despojada, 1923; Don Amor volvió a Toledo, 1936), cultiva un relato de inspiración galdosiana y barojiana a medio camino entre la descripción realista y el simbolismo. Eugenio Noel (Las siete Cucas, 1927) tiene un estilo casticista y arcaizante con aplomo en las reflexiones moralizantes. José 9 Nora, E. de (1971), La novela española contemporánea (1898-1967), Madrid: Gredos. 10 McDonald, E.C. «La novela moderna vista por Ortega», en Darío Villanueva, La novela lírica, II. Ramón Pérez de Ayala, Benjamín Jarnés, Madrid:Taurus. 1983. 11 Bosveuil, S. “Proust y la novela española de los años 30. Ensayo de interpretación”, en Darío Villanueva, La novela lírica, II. Ramón Pérez de Ayala, Benjamín Jarnés, Madrid:Taurus. 1983. Gutiérrez Solana (La España negra, 1920), crea un costumbrismo expresionista, caricatura fúnebre y violenta de la realidad de su tiempo. 5. LA NOVELA EXPERIMENTAL La obra de los narradores de Vanguardia se enmarca en la dictadura de Primo de Rivera. Como en toda Europa, el ambiente que se respira es de vitalidad y optimismo que origina un cambio de sensibilidad, traducido en una distinta visión del mundo y del arte de novelar. Los jóvenes autores manifiestan un rechazo radical hacia las formas y el lenguaje de la tradición realista-naturalista y aspiran a empezar de nuevo, partiendo de cero. Cultivan una novela experimental dentro de un espíritu cosmopolita, y vuelven los ojos a la vida urbana moderna, las novedades científicas y técnicas de su tiempo. El narrador omnisciente del XIX da paso a una o varias voces situadas en una perspectiva concreta y que no gozan del don de la aseidad. Ortega, en Ideas sobre la novela (1925) señaló el agotamiento de la vieja narrativa. La nueva aspira a crear un universo autónomo, hermético, desligado del mundo real y regido por sus propias leyes; lo que cuenta es su coherencia interna lingüística y estructural. 10 La aparición del surrealismo, pese a tener un influjo limitado, da ocasión a un tipo de relato irracional, absurdo, donde las imágenes oníricas se encadenan sin que lleguen a formar un argumento inteligible. Son ingredientes imprescindibles del nuevo arte la fantasía, la imaginación, la originalidad y la exaltación vitalista y sensual, que a menudo eligen como cauce de expresión el mito y la leyenda. El novelista se sirve del humor y la ironía para distanciarse de la realidad. Surge una narrativa alegórica o simbólica, esencialmente lírica e intelectual con una fuerte proyección autobiográfica. El tema se desdibuja y la acción es muy escasa, mero pretexto para elucubraciones filosóficas y alardes de ingenio. Se advierten coincidencias con autores extranjeros como Giraudoux, Coctau, Morand y, por supuesto Proust. Como él, nuestros novelistas recurren “al mundo de las sensaciones para evocar una imagen esfumada, casi perdida y recrearla en toda su plenitud”. 11 Para Crispin 12 , esta narrativa intenta incorporar “el estilo metafórico predominante en la poesía, la visión rápida inspirada en el cine, y la construcción fragmentada descubierta en la pintura cubista y futurista”. Su ideal es cultivar un arte puro, trivial, libre de todo compromiso, en el que domina el interés por los aspectos formales, lo que ha dado a estos autores el sambenito de frívolos y deshumanizados. Fuentes 13 afirma que tras la apariencia de un “estetizante y gratuito juego artístico”, se oculta algo más hondo: la manifestación del rechazo “de la 12 Crispin, J. (1966), “La novela de la generación de 1925: Antonio Espina”, en Archivum, XVI. 13 Fuentes, V. “La narrativa española de vanguardia (1923-1931); Un ensayo de interpretación” en Darío Villanueva, La novela lírica, II. Ramón Pérez de Ayala, Benjamín Jarnés, Madrid:Taurus. 1983.
  • 6. http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com 6 realidad establecida, represiva y antivital, y de la aspiración, como contrapartida, a una nueva realidad basada en la gratificación integral del hombre y la naturaleza”. Así, los creadores se rebelarían contra el falso sentimentalismo y la rutina. Benjamín Jarnés: Locura y muerte de nadie (1929), Teoría del zumbel (1930). Rosa Chacel: discípula de Ortega, quien le encargó Teresa (amante de Espronceda, 1941). Es una narradora con sólido bagaje. En Barrio de maravillas (1976) recupera su niñez. Max Aub: Geografía, 1929, Luis Álvarez Petreña, 1934. Francisco Ayala: Cazador en el alba (1930), con elementos deshumanizados y surrealistas del 27, exhibe absoluta libertad argumental. Su trayectoria en el exilio americano es brillante: Muertes de perro, El fondo del vaso o libros de relatos como La cabeza del cordero, Los usurpadores. 6. HACIA LA NOVELA SOCIAL A. REALISMO CONVENCIONAL Entre 1920 y 1935 hay autores que se oponen al arte deshumanizado y cultivan una novela realista. Nora los llama “disidentes de la nueva literatura”. Desarrollan conflictos individuales y se centran en el análisis psicológico de los personajes. Se inscriben en una ideología conservadora. Ferreras 14 destaca que en ocasiones adoptan una visión crítica ante la sociedad, pero no revolucionaria, sino más bien reformista y moralizadora. La valoración de sus autores es desigual, pues mientras que unos siguen las fórmulas galdosianas o barojianas, en otros encontramos la anticipación de la problemática y las técnicas realistas o neorrealistas de la novela de posguerra. Son autores de transición que marcan el paso hacia la tendencia de años siguientes. Se encuentran entre ellos Francisco de Cossío, Tomás Borrás o Bartolomé Soler. B. REALISMO SOCIAL En los últimos tiempos de la dictadura de Primo de Rivera surge una corriente de narrativa comprometida. Sus representantes pretenden devolver la novela a la realidad política y social de donde la ha sacado la Vanguardia. Les guía un ideal de solidaridad, progreso y justicia social. Lo individual cede el paso a lo colectivo. La protagonista es la clase trabajadora en el campo y en la ciudad. Se considera como inicio de esta tendencia el año 28, en que la editorial Historia Nueva empieza a publicar La novela social; pero algunas obras se adelantan a esta fecha. Cuando se proclama la república, el arte social ha triunfado definitivamente y se produce un cambio de orientación. Pese al origen pequeñoburgués de la mayor parte de los autores, se sitúan en una perspectiva ideológica de lucha de clases y defienden el movimiento revolucionario como único camino para conseguir un cambio en las estructuras sociales. El grupo se consolida. En los primeros años se multiplican las publicaciones dedicadas a difundir estos principios. Con el triunfo de la derecha en 1933, se agravan las tensiones y sufre 14 Ferreras, J. I. (1970), Tendencias de la novela española actual (1931- 1969), París: Ediciones Hispano-Americanas. un retroceso la novela social. Su trayectoria queda truncada al estallar la guerra. Las huelgas, agitaciones de obreros y campesinos durante esos años, y la represión que sufren, son motivos siempre presentes. También es tema importante la toma de conciencia progresiva de los intelectuales y su inserción en la lucha revolucionaria. Sus ideales pacifistas los llevan a ver la guerra como una aberración absurda; las campañas de África darán argumento a algunas novelas de relieve. Estas obras las protagonizan personajes rebeldes, en tono idealista y exaltado. El rótulo que predomina es “Realismo social de preguerra”. Partiendo del título de un ensayo fundamental de José Díaz Fernández, algunos críticos han preferido la denominación “Nuevo Romanticismo” 15 . Desde el punto de vista artístico, no renuncia a los hallazgos del siglo, pero sus objetivos y el deseo de llegar a todo el mundo les inclinan hacia el realismo. Manejan una prosa coloquial recortada y escueta. Como señala Fuentes, la suya es novela-puente entre el lirismo vanguardista y el objetivismo, que concilia lo poemático-subjetivo y lo social. Debemos tener en cuenta la calidad de algunas de sus obras, aunque la mayoría hayan caído en el olvido, interesantes tanto como documento de época como por el influjo que ejercieron en los narradores de posguerra. Es evidente, sin embargo, que buena parte de su producción carece de valor literario y no son más que panfletos propagandísticos. José Díaz Fernández: El blocao, 1928; La venus mecánica, 1929. Ramón J. Sender (Imán, 1930; Siete domingos rojos, 1932). Mr. Witt en el Cantón, Premio Nacional en 1935, presenta el esfuerzo documental para captar el levantamiento cantonal de Cartagena en la I República. César María Arconada (La turbina, 1930). Joaquín Arderíus (Campesinos, 1931). Manuel D. Benavides (Un hombre de treinta años, 1933). Andrés Carranque de Ríos (Cinematógrafo, 1936). 7. LA PRIMERA POSGUERRA La actividad literaria se ha divido con criterios discutibles en “vencedores” y “vencidos”. Según el momento de su producción se ha hablado de diferentes promociones. En este caso, vamos a ocuparnos de la promoción de los cuarenta. Exilio No se puede tener una visión completa de la novela española de posguerra sin tener en cuenta la producción de los exiliados que, aunque no constituyen un grupo homogéneo, al estar fuera del contacto directo con la evolución de la sociedad española, van a permanecer aferrados a unos temas que les son propios. Sus reflexiones sobre España giran siempre en torno a la guerra civil y las secuelas que ha dejado en quienes tuvieron que marcharse. • Tendencia que continúa el impulso realista y humanizador de la novela social de los años treinta, sin dejar de incorporar técnicas innovadoras. 15 Vilches, M. F. (1984), La generación del Nuevo Romanticismo. Estudio bibliográfico y crítico (1924-1939), Madrid: Universidad Complutense.
  • 7. http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com 7 o Apego a la tradición: Arturo Barea (La forja de un rebelde), Ramón J. Sender en Crónicas del alba; Esteban Salazar Chapela en Perico en Londres. Max Aub en El laberinto mágico (1938-1968), ciclo en torno a la guerra de España, con lenguaje rico, exuberancia léxica y sutilezas estilísticas. o Orientación simbólica: Ramón J. Sender en Epitalamio del Prieto Trinidad, Manuel Andújar en Lare y penares. o Inquietudes metafísicas en José Ramón Arana, El cura de Almuniaced. • Herederos directos de la estética de Vanguardia: Rosa Chacel y Francisco Ayala. Narrativa de los vencedores. Rafael García Serrano, con 21 años escribía Eugenio o la proclamación de la primavera (1938), en defensa de ideales falangistas. La fiel infantería mitificaba la juventud que encarnaba los valores “auténticos” de la raza española. Agustín de Foxá escribe Madrid de Corte a Cheka (1938) con estilo brillante, pero inmisericorde con el enemigo republicano (Rodríguez Puértolas). El vasco Juan Antonio de Zunzunegui enfoca procesos desintegradores de la burguesía, con crítica social amena. El supremo bien (1951) trata la hambruna de posguerra. Esta oscura desbandada (1952) es su obra más representativa. La refundación narrativa En los años 40 hay intentos narrativos vinculados a la preguerra, como Darío Fernández Flórez, con Lola, espejo oscuro (1950), cercana a la novela erótica de los años 20. En la década de los 40 hay un modesto resurgir literario sobre bases nuevas, que termina por arrinconar a los triunfadores. A ello contribuye el tremendismo de Cela con La familia Pascual Duarte y la irrupción del Premio Nadal (1945, Carmen Laforet con Nada) que lanza a la notoriedad a Delibes (La sombra del ciprés es alargada, 1948). 8. CONCLUSIÓN - La literatura de la época tiene vocación ideológica: o Novela social entre escritores socialistas o Novela erótica siente vocación de ser una fórmula liberadora. o Novela de los triunfadores tiene función propagandística y exculpatoria. - Antes de la Guerra Civil, regeneración de España bajo diversas invocaciones, tratan de alcanzar influencia social. - Descontento en las élites intelectuales que habían apoyado la sublevación contra la república à Cela, Torrente Ballester, Zunzunegui, Delibes, Luis Romero, J. L. Castillo Puche, quienes resucitarán la idea de una literatura política para combatir las deformidades del sistema. 9. BIBLIOGRAFÍA AMORÓS, A. (1972), La novela intelectual de Pérez de Ayala, Madrid: Gredos. DOMINGO, J. (1973), La novela española del siglo XX, Barcelona: Labor. FERRERAS, J. I. (1970) Tendencias de la novela española actual (1931-1969), París: Ediciones Hispanoamericanas. GIL CASADO, P. (1973) La novela social española, Barcelona: Seix Barral. GUILLÉN, J. (1969), “Lenguaje suficiente: Gabriel Miró”, en Lenguaje y poesía, Madrid: Alianza Editorial. MAINER, J. C. (2012), Pío Baroja, Madrid: Taurus. NORA, E. de (1971), La novela española contemporánea (1898- 1967), Madrid: Gredos. LIVINGSTONE, L. (1970), Tema y forma en las novelas de Azorín, Madrid: Gredos. ORTEGA Y GASSET, J. (1927-1928), “La deshumanización del arte e ideas sobre la novela”, en Obras completas, III. RICO, F. (dir.), (1984), Historia y crítica de la literatura española, vol. 7 a cargo de Víctor García de la Concha, Barcelona: Crítica. RODRÍGUEZ PUÉRTOLAS, J. (2008), Historia de la literatura fascista española, Madrid: Akal. SANZ VILLANUEVA, S. (1972), Tendencias de la novela española actual. SOBEJANO, G. (1970), Novela española de nuestro tiempo (en busca del pueblo perdido), Madrid: Prensa española.