Existen varias objeciones comunes al outsourcing. Se argumenta que el outsourcing es caro y complejo, genera dependencia del cliente hacia el proveedor, y con el tiempo los beneficios económicos y de calidad tienden a desaparecer. Además, el control sobre el servicio se difumina y una vez finalizado el contrato, retornar el servicio interno es difícil. No obstante, estos riesgos pueden mitigarse si el proceso se lleva a cabo de manera adecuada.