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LA PALABRA DE “EL
                 UNGIDO”
LOS ORANTES AGUSTINIANOS CON

       LA   LECTIO DIVINA
SON DISCÍPULOS Y MISIONEROS DE
JESUCRISTO , PARA QUE COLOMBIA,
          TENGA VIDA EN ÉL.
EL DISCÍPULO SIGUE A JESÚS DESPOJÁNDOSE DE TODO


 Domingo XXVIII (B) 14 de Octubre de 2012

               “No quiso creer al Señor,
            que puede conservar en el cielo
         lo que habrá de perecer en la tierra”
                      San Agustín


      EL CAMINO DE JESÚS HACIA JERUSALÉN
      Y LA FORMACIÓN DE LOS DISCÍPULOS (V):
          La dinámica del más. “Una cosa te falta”
                Lectio de Marcos 10, 17-30
Vende todo lo que tienes y sígueme



                             Año de la fe
En la página del Vaticano, vatican.va, lee el Catecismo de la Iglesia Católica y los documentos del Concilio
                                                Vaticano II.
Introducción


En nuestro recorrido del Evangelio de Marcos en este año litúrgico,
llegamos al corazón del Evangelio:


El camino de Jesús y sus discípulos hacia Jerusalén, un camino en el cual
Jesús se dedica a la formación de sus discípulos (Marcos 8,27-10,52).


Es tan importante esta sección del Evangelio, que le dedicaremos 7
domingos a la lectura orante de los pasajes más significativos.


Hagámonos una primera idea, visualizando el itinerario que realizaremos en
estos 7 domingos:


(1) Domingo 24: Marcos 8,27-35
Confesión de fe – Primer anuncio de la Pasión –
Llamado al seguimiento de la Cruz


(2) Domingo 25: Marcos 9,30-37
     Segundo anuncio de la Pasión –
Consecuencias comunitarias del seguimiento: la autoridad y el servicio


(3) Domingo 26: Marcos 9,38-43
Consecuencias comunitarias del seguimiento: convivencia y escándalos


(4) Domingo 27: Marcos 10,2-16
Consecuencias comunitarias del seguimiento: fidelidad matrimonial


(5) Domingo 28: Marcos 10,17-30
Consecuencias comunitarias del seguimiento: la nueva comunidad de
Jesús


(6) Domingo 29: Marcos 10,35-45
Tercer anuncio de la pasión –
Consecuencia: la autoridad y el servicio


(7) Domingo 30: Marcos 10,46-52
Un modelo de discípulo que sabe entrar en el camino de Jesús: Bartimeo


Tenemos, entonces, la oportunidad de vivir muy de cerca el camino del
discipulado en el Evangelio según san Marcos.


Estos siete domingos son una verdadera escuela sobre el “seguimiento”
del Señor.


Otro obstáculo que impide el seguimiento de Jesús en su camino a
Jerusalén son las riquezas y valores de este mundo cuando se anteponen a
Él.


1.    El texto: Marcos 10,17-30


17 Jesús estaba a punto de partir, cuando un hombre corrió a su encuentro, se
arrodilló delante de él y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para
conseguir la vida eterna?»
18 Jesús le dijo: « ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo Dios.
19 Ya conoces los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no
digas cosas falsas de tu hermano, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre.»
20 El hombre le contestó: «Maestro, todo eso lo he practicado desde muy joven.»
21 Jesús fijó su mirada en él, le tomó cariño y le dijo: «Sólo te falta una cosa: vete,
vende todo lo que tienes y reparte el dinero entre los pobres, y tendrás un tesoro en
el Cielo. Después, ven y sígueme.»
22 Al oír esto se desanimó totalmente, pues era un hombre muy rico, y se fue triste.
23 Entonces Jesús paseó su mirada sobre sus discípulos y les dijo: « ¡Qué
difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas!»
24 Los discípulos se sorprendieron al oír estas palabras, pero Jesús insistió: «Hijos,
¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios!
25 Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar
en el Reino de Dios.»
26 Ellos se asombraron todavía más y comentaban: «Entonces, ¿quién podrá
salvarse?» 27 Jesús los miró fijamente y les dijo: «Para los hombres es imposible,
pero no para Dios, porque para Dios todo es posible.»
28 Entonces Pedro le dijo: «Nosotros lo hemos dejado todo para seguirte.»
29 Y Jesús contestó: «En verdad les digo: Ninguno que haya dejado casa, hermanos,
hermanas, madre, padre, hijos o campos por mi causa y por el Evangelio quedará sin
recompensa.
30 Pues, aun con persecuciones, recibirá cien veces más en la presente vida en
casas, hermanos, hermanas, hijos y campos, y en el mundo venidero la vida eterna.



Tenemos ante Jesús un hombre que no es del grupo pero seguramente
había oído hablar de Él y no quería dejar pasar la ocasión para ‘la
pregunta del millón’ .


Es por esto que lo vemos llegar corriendo, trae algo urgente para Él.


Este hombre, reconoce en Jesús alguien con autoridad, como ya lo había
expresado antes la gente, y es por esto que estando ante Jesús se
arrodilla.


Inmediatamente lanza al aire su inquietud.


No busca sanación ni para él ni para otros.


No inquiere cosas pasajeras y banales sino que formula la pregunta
fundamental del hombre, la que decide su presente y su futuro.


Se siente hijo de Dios y habla no de poseer, sino de heredar.


Su pregunta revela un gran deseo de alcanzar altas metas.


La pregunta suena así:


         “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna? (18).



Maestro bueno: con estas palabras el hombre reconoce en Jesús no
solamente un maestro como todos sino un maestro que él califica como
bueno y al cual se le puede creer.
Un maestro en quien se puede confiar; de quien solo podemos esperar lo
bueno.


Jesús lo llama a reflexionar y ponderar sus palabras.


En realidad solo Dios es bueno.


En todo lo creado se esconde la raíz del mal, así sean las limitaciones de la
vida.


Notemos que la expresión siguiente no está dicha en uno de esos plurales
vagos que a menudo usamos:


¿Qué debemos hacer?, ni tampoco en un impersonal ¿Que hay que hacer?


El hombre habla en primera persona: “Qué debo hacer” .


Mi proceso es mío y de nadie más.


Por toda respuesta Jesús le recuerda que existen los mandamientos
como vía para alcanzar la vida eterna y le enumera algunos.


La respuesta inicial de Jesús podría ser dada por un maestro de Israel.


Conoces, mejor, sabes los mandamientos.


Jesús, de un saber que va más allá de la simple información, de conocer un
texto, le sugiere cumplirlos, identificarse en la práctica con ellos.


Le ayuda recitándolos él mismo; añade algo que no está en el texto
tradicional: no estafarás.
Casi sin dejar terminar a Jesús, el hombre le asegura que todo esto lo ha
vivido desde joven.


En eso no hay novedad para él porque ha sido un judío observante de la
ley, un israelita sin engaño.


Siente que puede hacer algo más pero no sabe qué.


En este momento el texto dice que Jesús lo miró con cariño, mirada distinta
de otras miradas que el evangelio de Marcos señala.


Otras traducciones dicen “lo miró y lo amó” .


En la mirada había ya una invitación.


¿Cómo resistir esa mirada?


Era un hombre íntegro y estaba preparado para dar un paso más hacia la
perfección.


En realidad Jesús lo captó así y por esto le lanzó un reto más:


                                “Aún te falta una cosa” .



Es precisamente la frase que el hombre estaba esperando.


Es ese más, eso que debía agregar a su vida, y que le estaba faltando, lo
que quería saber.


Es fácil imaginarnos la mirada con una expresión de interrogante, que le
lanzó a Jesús, en espera de que esa cosa faltante.


Pero algo no funcionó después.
La siguiente frase de Jesús paralizó su deseo.


                 “Ve, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres.
             Así tendrás una riqueza en el cielo. Luego ven y sígueme” (21).



Era esta una invitación muy radical:


1. Vender todo


2. Darlo a los pobres.


3. Seguir a Jesús.


Jesús lo invita a un despojo y desprendimiento total.


Vender todo lo que posee, no precisamente para abrir una cuenta en el
banco por si se necesita más tarde.


El motivo de venderlo todo es darlo a los pobres , pero el motivo superior
es seguir a Jesús .


El hecho de darlo todo a los pobres indica un desprendimiento total.


Los pobres lo máximo que pueden hacer por ti es agradecerte, pero de
ellos no se puede esperar que más tarde te lo devuelvan y menos aún con
intereses.


Pero todo esto no tiene sino una única finalidad:”seguir a Jesús”


Con el corazón y las manos libres, se puede seguir mejor a Jesús y hacer
lo que Él nos diga.
Me viene a la mente una frase que encontré en una estampa:


    “Cuando morimos, dejamos lo que tenemos y nos llevamos lo que
                                  dimos” .


Después de estas palabras de Jesús, la mirada de aquel ‘buen’ hombre se
nubló.


La tristeza invadió su corazón.


La riqueza que poseía pudo más que la invitación clara que le hizo Jesús y
se retiró de la escena.


Para el hombre, Jesús deber ser lo mayor que hay que buscar.


Para Jesús ese hombre que está allí es lo que él busca.


Es como si le hubiera dicho: no me interesan tus riquezas, me interesas tú;
lo que busco y amo eres tú, solo tú.


Todo se resuelve en la negativa del hombre en el momento máximo de su
ser religioso, de su fe.


Prefirió no seguir a Jesús; optó por seguir cultivando sus bienes, efímeros,
perecederos, imposibles de parangonar con el Hijo de Dios.


Hay una enseñanza fundamental: es posible para el hombre, para todo
hombre, para nosotros, equivocar el camino; fallar en el momento de elegir.


Pecado significa fundamentalmente errar el tiro, no dar en el blanco al
disparar.
¿Lo entendieron los discípulos de entonces? ¿Lo entendemos los
discípulos de hoy? ¿No está allí el secreto fundamental de negarse a seguir
a Jesús en el camino de la vida cristiana? ¿O de seguirlo sin compromiso,
lo que equivale a no seguirlo?


Jesús da la clave.


Si esto se mira con criterios humanos, los que hoy aprendemos en los
talleres de la promoción del hombre, en las luchas por hallar puesto en la
sociedad, no lo entendemos y no lo aceptamos.


El solo recurso al que hay que acudir es Dios mismo.
Jesús, ante el hecho, dirigiéndose a sus discípulos les dijo:


            “Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios” (24).



Ya lo habían constatado con la actitud de ese hombre rico, aunque bueno.


Como los discípulos se asombraron, Jesús les explicó con un ejemplo lo
difícil y casi imposible que era.


La pregunta que a continuación le hicieron sus discípulos:


                           ¿Y quien podrá salvarse? (26),



da a entender como si los ricos fueran la mayoría y eso no era ni ha sido
así en ninguna sociedad.


Tal vez se podría interpretar como la riqueza no solamente material sino
otro tipo de riqueza: poder, prestigio, agresividad, influencias etc. y con esto
sí que es difícil entrar en el Reino.


Jesús abre la espiral de la esperanza con la respuesta que les da.
“Para los hombres es imposible no para Dios porque para Él todo es posible” (27).



  2. Releamos el Evangelio con un Padre de la Iglesia




                  Domingo 28º Tiempo Ordinario (B)
                Mc 10, 17-30: Homilía de san Agustín
                               Sermón 38, 7-8


«… Por eso, aquel rico, que se deleitaba enormemente en sus riquezas, –
pues tenía muchas riquezas y grandes posesiones–, creo que estaba
siendo atormentado por el temor de la muerte, y se estaba consumiendo
entre delicias, pues llegaba a pensar en que llegaría el día en que debería
tener que dejar todos sus bienes.


Los había amontonado, sin saber para quién; y puesto que deseaba algo
que fuera eterno, se llegó al Señor, y le dijo: Maestro bueno, ¿qué debo
hacer de bueno para alcanzar la vida eterna? (Mt 19, 16; cf. Mc 10, 18).


La vida me va bien, pero lo que poseo se me va de las manos; me va bien,
pero de improviso desaparecerá lo que poseo.


Dime cómo puedo conseguir aquello que dure para siempre; dime cómo
puedo llegar a aquello que nunca pueda perder.


Y el Señor le respondió: Si quieres entrar en la vida, guarda los
mandamientos (Mt 19, 17).
Le preguntó al Señor a qué mandamientos se refería.


Lo escuchó, y replicó que él los había guardado desde su juventud.


Y el Señor, consejero de la vida eterna, le dijo:


Una sola cosa te falta. Si quieres ser perfecto, anda, vende todo lo que
tienes, y dáselo a los pobres; y tendrás un tesoro en el cielo (Mt 19, 21; cf.
Mc 10, 21).


Aquel que se deleitaba en sus riquezas y que, por ello, preguntó al Señor
qué debía hacer de bueno para alcanzar la vida eterna, buscando así
encadenar unas delicias tras otras, estando aterrorizado, por temor a tener
que abandonar las presentes, en las que se deleitaba, se retiró triste,
volviendo a sus tesoros terrenos.


No quiso creer al Señor, que puede conservar en el cielo lo que habrá de
perecer en la tierra.


No quiso ser verdadero amador de su tesoro.


Reteniéndolo malamente, lo perdió: amándolo en demasía, lo perdió.


Pues si lo hubiera amado rectamente, lo hubiera hecho llegar al cielo,
adonde lo seguiría él después».


Para cultivar la semilla de la Palabra en la vida:


1. ¿En qué sentido la riqueza impide el verdadero seguimiento
de Jesús?
2. ¿Cuáles son mis riquezas, aquellas que me están impidiendo
hacer un camino detrás de Jesús, aquellas a las cuales estoy
más apegado/a (dinero, poder, opiniones, ideas, modos de
actuar, cosas, etc.)?”
3. ¿Qué siento que el Señor me pide en el evangelio de hoy?




Anexo


                 Lectura del libro de la sabiduría 7, 7-11


7 Oré y me fue dada la inteligencia; supliqué, y el espíritu de sabiduría vino a mí.
8 La preferí a los cetros y a los tronos, y estimé en nada la riqueza al lado de ella.
9 Vi que valía más que las piedras preciosas; el oro es sólo un poco de arena
delante de ella, y la plata, menos que el barro.
10 La amé más que a la salud y a la belleza, incluso la preferí a la luz del sol, pues
su claridad nunca se oculta.
11 Junto con ella me llegaron todos los bienes: sus manos estaban repletas de
riquezas incontables.



La perícopa es el comienzo de un himno a la sabiduría.


La sabiduría y sus dones se obtienen únicamente por medio de la oración.


Ella es mas estimable que todos los bienes y valores de la naturaleza y del
hombre y ni siquiera se puede parangonar con todos ellos (cfr. Job 28, 15-
19; Prov. 3, 14ss; 8, 10s.19; 16, 16).


Nada hay más hermoso en la naturaleza que la luz, pero la sabiduría la
supera (cfr. Sab 7, 29).


El sabio no desprecia los bienes de la naturaleza; sabe que son buenos y
por eso los utiliza como término de referencia para ensalzar la sabiduría.


Pero prefiere la sabiduría a todos ellos.
La sabiduría o es el mismo Dios o pertenece al orden de lo divino (cfr. Sab
7, 25ss).


El libro de la Sabiduría prepara el camino a los autores del Nuevo
Testamento para la plena revelación de “la sabiduría de Dios” ,
Jesucristo (1 Cor 1, 14; cfr. Hb 1, 3).


Las riquezas y los valores de este mundo no son malos en sí y son dones
de Dios al hombre.


Pero son relativos y no pueden constituirse en un fin último.


La sabiduría es fuente de los valores y riquezas del mundo.


La fuente es más valiosa que lo que de ella mana. Nada vendría sin la
fuente.


Esa sabiduría que es luz y envuelve a Dios como un manto.




                              Salmo 89 (90) 12-17


Danos parte en los tesoros de tu reino

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos;

Danos parte en los tesoros de tu reino

Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Danos alegría, por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas.

Danos parte en los tesoros de tu reino
Que tus siervos vean tu acción
y sus hijos tu gloria.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.


Danos parte en los tesoros de tu reino



La vida humana es breve, nuestros años se acaban como un suspiro…
pasan aprisa y vuelan, como pasó la vida, aún joven de Abel.


Pero el cristiano conoce otra vida sin fin; y con la esperanza que nos da la
resurrección y la eternidad que nos prepara la misericordia de Dios, toda
nuestra vida es alegría y júbilo.


Incluso uno puede estar dispuesto a renunciar a no pocos bienes de este
mundo –como Jesús le propone al joven del Evangelio- pues sabemos que
tenemos un tesoro en el cielo.


               Lectura de la Carta a los Hebreos 4, 12-13


12 La palabra de Dios es viva y eficaz, más penetrante que espada de doble filo, y
penetra hasta donde se dividen el alma y el espíritu, las articulaciones y los
tuétanos, haciendo un discernimiento de los deseos y los pensamientos más íntimos.


13 No hay criatura a la que su luz no pueda penetrar; todo queda desnudo y al
descubierto a los ojos de aquél al que rendiremos cuentas.



Este texto justifica la exegesis bíblica, esencial a Hebreos (Libro del Nuevo
Testamento que más y mejor reproduce el texto de los LXX=70), y aquí
concretamente la argumentación de 3, 7-4, 11.


La Palabra de Dios es, pues, la Sagrada Escritura que contiene su mensaje
salvador.
Dios nos habla como a hijos (12, 5: dialeguetai, concebido como un dialogo
íntimo) ahora por el Hijo, como primero a los Padres por los profetas (1, 1-
2).
Dos tiempos de una misma revelación, cuyas relaciones –del boceto al plan
acabado, de la figura a la realidad- trata de desentrañar el autor.


Por eso los sentidos que descubre en el Antiguo Testamento no son
acomodaciones, sino un sentido típico global, verdadera anticipación de la
realidad definitiva.


Su propósito exhortativo:


Este “diálogo” es vivo, tiene permanencia y vigencia eterna:


El “hoy” de 3, 10-4,11 (sobre todo 3, 13)


Es un hoy eterno, Palabra de Dios en Cristo de ayer, hoy y siempre (13, 7-
8; cfr. 1Ped 1, 23; Is 40, 8).


Es eficaz, no queda en letra muerta ni vuelve a Dios sin haber cumplido su
fin (Is 55, 10-11; Sab 18, 14-15; Zac 1, 5-6).


Penetrante como espada y como ojo hasta las intimidades del ser (cfr. Sal
32, 14-15).


Por eso esta Palabra-diálogo exige interlocutor y respuesta:


Hay que dar cuenta a Dios de ella, leyendo, escuchando, meditando,
dejándose empapar de ella, como del agua que empapa la tierra, la
fecunda y la hace fructificar (Is 55,10), con frutos de fe, confianza (v. 14.16;
13, 7), amor a Dios y al prójimo (13, 15-16) y perseverancia (3, 14).
Lunes 15 de Octubre
                                              Semana 28 del tiempo ordinario


                                  Lucas 11, 29-32
             Piden una señal, pero no tendrán más señal que la señal de Jonás



29   En aquel tiempo, aumentaba la multitud por la gente que llegaba y Jesús empezó a
decir: «La gente de este tiempo es gente mala. Piden una señal, pero no tendrán más señal
que la señal de Jonás.


30 Porque así como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, de igual manera el
Hijo del Hombre será una señal para esta generación.


31 La reina del Sur resucitará en el día del Juicio junto con la gente de hoy y los acusará,
porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y
aquí tienen ustedes mucho más que Salomón.


32 Los habitantes de Nínive resucitarán en el día del Juicio junto con la gente de hoy y los
acusarán, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí ustedes tienen
mucho más que Jonás.




  No hay otro signo que la simplicidad y la fuerza de la Palabra


Nos encontramos hoy con la segunda disputa entre Jesús y sus
adversarios, la primera ya la habíamos visto el viernes pasado.


Esta vez la identidad de los adversarios de Jesús es más clara: es un
personaje colectivo a quien califica de “generación malvada” (11,29ª).


La disputa es suscitada por una petición que le han hecho a Jesús y que
estaba en el texto del viernes pasado: “Otros, para ponerle a prueba,
le pedían una señal del cielo” (11,16); esta petición todavía estaba
pendiente por responder.


Es claro que “una señal del cielo” es una obra poderosa y contundente,
en la cual no queda ninguna ambigüedad de que la está realizando el
mismísimo Dios.
¿Cómo responde Jesús?


Jesús dice:


“No se dará otra señal que la señal de Jonás” (11,19b).




Esta señal se refiere a la predicación del profeta (atención: no la
confundamos con la versión de Mateo, para quien la aventura de Jonás es
un ejemplo la resurrección futura de Jesús).


El énfasis está en la predicación de la Palabra de Dios.


No hay signos extraordinarios sino la simplicidad y el poder de la
predicación de Jesús, a ella es que hay que remitirse.


Para mostrar la grandeza de su Palabra, Jesús alude a dos personajes
conocidos en las historias del Antiguo Testamento:


1. El episodio del rey Salomón.


Este rey fue considerado el gran sabio de Israel, sin embargo quien más lo
valoró como tal fue una extranjera, la reina de Saba [la “malkat sheba” de 1
Reyes 10,1, cuyo reino se hallaba probablemente en la región en que hoy
se encuentra Yemen].


Salomón era tan grande como sabio que su fama a nivel internacional
atrajo a esta peregrina.


2. El episodio de Jonás en Nínive.


Este profeta, el profeta rebelde, evangelizó la ciudad pagana de Nínive y
contra sus pronósticos, se encontró con que la ciudad pagana le creyó
inmediatamente y dio pruebas de conversión.
El mismo Jonás se queda sorprendido no sólo con la gente sino con la
magnificencia de Dios que quiere salvar y extender su misericordia a los
paganos (Jonás 4,1-2).


Con estas comparaciones Jesús interpela a su auditorio para que:


1. Descubra su grandeza.


Jesús dice:


-    “Aquí hay algo más que Salomón” (11,31c).


La sabiduría de Jesús no tiene comparación (ver Lc 7,35).


-    “Aquí hay algo más que Jonás” (11,32c).


Ciertamente es un profeta como nunca antes visto (ver Lc 7,16; 24,19).


2. En consecuencia, escuche con atención su Palabra.


Si la reina del sur, aún sin ser hebrea, tuvo el coraje de ponerse a la
“escucha” de Salomón, cuánto más habrá que hacerlo con Jesús.


¡Jesús es el mayor de todos los predicadores!


(Ver las multitudes que atraía en Lc 4,42; 5,1; 6,17; 8,4; 9,37; 12,1; 14,25;
18,36; 19,48).


3. Y la escucha de la Palabra los lleve a la conversión (como los ninivitas
obedecieron a Jonás).
Si el pueblo ninivita no tuvo reparo en escuchar al profeta tembloroso Jonás
y, sobre todo le hizo caso, llegando a convertirse (11,32b), cuánto más
habrá que tomar en serio la palabra de Jesús y convertirse.


Tres pasos son claros:


(1) reconocer la grandeza de Jesús,


(2) escucharlo y


(3) convertirse.


Con estos dos casos concretos, Jesús anuncia un juicio:


     “La reina del sur se levantará en juicio con los hombres de esta generación” (11,31a),



     “los ninivitas se levantarán en juicio con esta generación y la condenarán” (11,32b).




En este contexto se entiende la respuesta de Jesús a aquellos que lo
desafían pidiéndole una señal:


Cuando Jesús aparezca en el Juicio final como el Hijo del hombre (ver
11,30b), entonces esta generación incrédula tendrá que reconocer su error
por no haber escuchado a Jesús, un predicador incomparablemente
superior a Jonás.


Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:


1.     Según Lucas, ¿Cuál es la señal de Jonás? ¿Cuál es la
señal de Jesús?


2.     ¿Qué       pasos       debo      dar     cada      vez     que     escucho        una
predicación?
3.   ¿En mi contexto comunitario y pastoral, cuáles son los
nuevos ninivitas y las nuevas reinas de Saba, que nos dan
ejemplo de conversión sin ponerle tantas resistencias a Dios?
¿A qué me desafían estos hermanos?
Martes 16 de Octubre
                                                 Semana 28 del tiempo ordinario


                                    Lucas 11, 37-41
                           Con dar limosnas todo queda purificado



37 En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa.
Entró y se sentó a la mesa.
38 El fariseo entonces se extrañó al ver que Jesús no se había lavado las manos antes de
ponerse a comer.
39 El Señor le dijo: «Así son ustedes, los fariseos. Ustedes limpian por fuera las copas y
platos, pero el interior de ustedes está lleno de rapiñas y perversidades. ¡Estúpidos!
40 El que hizo lo exterior, ¿no hizo también lo interior?
41 Pero, según ustedes, simplemente con dar limosnas todo queda purificado.



                                La pureza interior (I)


Después del relato de Marta y María (Lc 10,38-42), en la que el evangelio
nos educó en la manera de acoger a Jesús Maestro peregrino (ver también
11,27-28), Lucas nos ha presentado dos controversias de Jesús con
aquellos que lo rechazan, de manera que comprendamos qué es lo que
“bloquea” una experiencia de fe y cómo ésta situación se puede superar
(ver 11,14-26, que leímos el viernes pasado, y 11,29-32, que leímos ayer).


Entramos en el tercer y último debate de Jesús con sus adversarios.


Éstos     están    claramente        identificados:     los   fariseos     y   los   legistas
(=Maestros).


Este discurso del Señor tiene como paralelo el de los “siete ayes” de Mt
23, pero tiene sus particularidades.


El contexto es el de una cena compartida en casa de un fariseo (11,37).
No es la primera vez que esto sucede (ver 7,36-50; también 14,1-6) ni
mucho menos que en medio de ella se dé una confrontación (ver 7,39-43).


La mesa, que es el lugar de la comunión, puede ser también el lugar de las
rupturas (como en la última cena, 22,14-38).


Donde se teje la relación con los amigos también pueden surgir
adversarios.


¿Cómo comienza la discusión?


Comienza con la observación de que “Jesús había omitido las abluciones
antes de comer” (11,38).


Mientras que en otros pasajes (como Mt 15,2), son los discípulos quienes
son criticados por este comportamiento, en este caso es el comportamiento
del mismo Jesús el que llama la atención.


Jesús responde con tres afirmaciones fuertes:
1.   Con relación al ritual:


“Ustedes... purifican por fuera la copa y el plato, mientras por
dentro están llenos de rapiña y maldad” (11,39).


Todo el ritual que los fariseos hacen para quedar puros puede limpiarlos
externamente, pero no ha limpiado lo más importante: el corazón.


Ese corazón está lleno de “rapiña y maldad”, es decir, de codicia, de
ambición, de egoísmo.


Se puede pensar también que lo que llena los platos durante ese banquete
es el fruto de su rapiña.
2.   Con relación al sentido de la pureza:


“El que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior?” (11,40).


El Dios creador hizo al hombre completo y la integridad del hombre
depende de la coherencia entre lo interior y lo exterior.


No hay, entonces, ningún motivo para diferenciar lo exterior de lo interior,
preocuparse por lo primero descuidando lo segundo.


Hay que comenzar con la limpieza interior.


3.   Con relación a cómo es que se purifica verdaderamente el
corazón:


“Den más bien en limosna lo que tienen, y así todas las cosas
serán puras para ustedes” (11,41).


Cuando hay amor expresado en generosidad, en solidaridad, en compartir
desinteresado, el corazón se purifica de su egoísmo, ambición y codicia.


Esta es la obra de Jesús, que toca profundamente la vida de todo discípulo,
y que se había explicado ya en el Sermón de la Llanura (ver 6,27-38).


La generosidad del corazón, que lo lleva a uno a vivir –como el crucificado–
en función de los demás, es el camino de la auténtica pureza interior, que
es la que cuenta definitivamente.


Para cultivar la semilla de la Palabra en lo profundo del
corazón:


¿Estoy más preocupado por lo externo que por lo interno?
¿Cuál es el camino de la verdadera purificación?
¿Cómo lo voy a hacer?
Miércoles 17 de Octubre
                                                 Semana 28 del tiempo ordinario


                                    Lucas 11, 42-46
       ¡Pobres de ustedes, fariseos! ¡Pobres de ustedes también, maestros de la Ley!



42 En aquel tiempo, dijo el Señor: ¡Pobres de ustedes, fariseos! Ustedes dan para el Templo
la décima parte de todo, sin olvidar la menta, la ruda y las otras hierbas, pero descuidan la
justicia y el amor a Dios. Esto es lo que tienen que practicar, sin dejar de hacer lo otro.
43 ¡Pobres de ustedes, fariseos, que les gusta ocupar el primer puesto en las sinagogas y
ser saludados en las plazas!
44 ¡Pobres de ustedes!, porque son como esas tumbas que apenas se notan: uno no se da
cuenta sino cuando ya las ha pisado.»
45 Un maestro de la Ley tomó entonces la palabra y dijo: «Maestro, al hablar así nos
ofendes también a nosotros.»
46 El contestó: « ¡Pobres de ustedes también, maestros de la Ley, porque imponen a los
demás cargas insoportables, y ustedes ni siquiera mueven un dedo para ayudarles!




                                La pureza interior (II)


Después de haber visto ayer la introducción del debate de Jesús con los
fariseos y legistas, en la que se sentó el horizonte desde el cual deben ser
valorados todos los comportamientos, veamos hoy los primeros “ayes” de
Jesús sobre el comportamiento errado de los animadores de la experiencia
religiosa de Israel.


Pero antes tengamos presentes dos observaciones:


- El discurso de Jesús se realiza al ritmo de seis “ayes”, tres de ellos se
dirigen a los fariseos (no a ninguno en particular sino a todos como escuela,
como una cierta orientación de la espiritualidad) y los otros tres a los
legistas (los maestros de la Ley).


- El término “¡ay!”, como lo dimos a entender cuando leímos el discurso en
Mateo, no es propiamente una maldición sino un oráculo de desventura que
indica que el comportamiento señalado es más bien un camino de
perdición.


Sin perder de vista el camino que Jesús ya ha trazado para lograr la
verdadera y más profunda pureza, que es el vivir amorosa y servicialmente
en función de los demás (ver 11,41), detengámonos en cada uno de los
comportamientos y actitudes que Jesús quiere corregir para que se ponga
en la dirección que ya señaló:


Primer “¡ay!”:


“Pagan el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza,
y dejan a un lado la justicia y el amor de Dios” (11,,42ª).



No es que Jesús esté en contra de la práctica de la Ley (ver Dt 12,22; Lv
27,30), más bien parece aceptarla, lo que Él no aprueba es la manera de
exigirla.


Los fariseos le puesto un excesivo celo a las exigencias y han caído en un
“detallismo” que los lleva a perder el verdadero sentido de lo que hacen.


Lo que importa es el Amor de Dios y la Justicia con los hermanos.


Segundo “¡ay!”:


“Aman el primer asiento en las sinagogas y que se los salude en las plazas” (11,43).



Puesto que el ser líder religioso da prestigio, un gran peligro es buscar la
honra por la honra: el puesto y el título en los lugares públicos.


En este caso se está pensando en sí mismo, en la propia imagen, en el
esfuerzo por que los demás los consideren puros y justos, como gente
buena.
Tercer “¡ay!”:


“Son como los sepulcros blanqueados que no se ven,
sobre los que andan los hombres sin saberlo” (11,44).



Esta comparación es el eco de la exigencia de pureza en los cementerios
según Nm 19,16, según la cual tocar un sepulcro era causa de impureza,
razón por la cual había que hacerlas más visibles con la pintura blanca.


Lucas interpreta de una manera novedosa:


Los sepulcros son los líderes religiosos que se destacan (“blanqueados” es
una referencia a la visibilidad de que habla el segundo “¡ay!”) y la gente que
los rodea continuamente para escuchar sus enseñanzas son los que
quedan impuros, porque en el contacto con ellos se contaminan de sus
vicios sin darse cuenta.


Cuarto “¡ay!”:


“Imponen a los hombres cargas intolerables,
y ustedes no las tocan ni con uno de sus dedos” (11, 46).



Los legistas, a quienes se dirige este último “¡ay!” que consideramos hoy,
eran reconocidos por su interpretación rigurosa de la Ley, a ella le
agregaban algunas obligaciones que no tenían justificación.


Pero ellos, por su parte se las arreglaban astutamente para no hacer lo que
le mandaban hacer a los otros.




Para cultivar la semilla de la Palabra en lo profundo del
corazón:
1.   ¿Qué finalidad tienen los “¡ay!” que Jesús pronuncia en el
Evangelio?
2.   ¿Cuáles son las rutas por las cuales una vida se desvía del
camino de la verdadera pureza según el Evangelio de hoy?
3.   ¿Cuál es el problema de fondo en los cuatro “¡ay!” que
leímos hoy?
Jueves 18 de Octubre
                                                Semana 28 del tiempo ordinario


                                   Lucas 11, 47-54
             ¡Pobres de ustedes, que construyen monumentos a los profetas!
                         ¡Pobres de ustedes, maestros de la Ley!



47 En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos y legistas: ¡Pobres de ustedes, que construyen
monumentos a los profetas! ¿Quién los mató sino los padres de ustedes?
48 Así, pues, ustedes reconocen lo que hicieron sus padres, pero siguen en lo mismo: ellos
se deshicieron de los profetas, y ustedes ahora pueden construir.
49 La Sabiduría de Dios dice también: Yo les voy a enviar profetas y apóstoles, pero esta
gente matarán a unos y perseguirán a otros.
50 Por eso, a esta generación se le pedirá cuentas de la sangre de todos los profetas
derramada desde la creación del mundo:


51 desde la sangre de Abel, hasta la de Zaca rías, que fue asesinado entre el altar y el
Santuario. Sí, yo se lo aseguro: la generación presente es la que tendrá que responder.
52 ¡Pobres de ustedes, maestros de la Ley, que se adueñaron de la llave del saber! Ustedes
mismos no entraron, y cerraron el paso a los que estaban entrando.
53 Cuando salió de allí, los maestros de la Ley y los fariseos comenzaron a hostigarlo muy
duramente.
54 Le pedían su parecer sobre un montón de cosas y le ponían trampas para sorprenderlo en
alguna de sus respuestas.




                               La pureza interior (III)


Dijimos ayer que, según Lucas, los “ayes” que Jesús pronuncia contra
fariseos y legistas son siete. Ya leímos cuatro, veamos los otros dos y la
conclusión del discurso.


Quinto “¡ay!”:


“Edifican los sepulcros de los profetas que sus padres mataron” (11,47).




Jesús hace un razonamiento según el cual toda la piedad exterior del culto
de los mártires del Antiguo Testamento, particularmente los profetas, es
vacío, ya que no está acompañado de una verdadera obediencia a la
Palabra de Dios.
Si no hay compromiso con el profeta asesinado –mediante la conversión–
no se hace más que asumir la herencia de su asesino.


Por lo tanto:


-     Hay que escuchar a los “profetas y apóstoles”, mensajeros que envía
Jesús (11,49).


-     El rechazo de los predicadores –hasta el martirio de éstos– se volverá
juicio divino sobre los oyentes pérfidos (11,51c), un juicio que tendrá el
mismo rigor que el de los asesinos de los primeros profetas e, incluso, se
les sumarán todas esas culpas pasadas:



Desde Abel hasta Zacarías (del primer al último asesinato conocido por la
Biblia y el contexto judío del S. 1 d.C).


Sexto “¡ay!”:


“Se han llevado la llave de la ciencia, no entran ustedes,
y a los que están entrando se lo ha impedido” (11,52).




Los adversarios de Jesús no solo se oponen a su predicación, rechazando
la gracia excepcional que les está ofreciendo y para la cual sólo se necesita
la apertura del arrepentimiento, sino que ellos mismos se erigen como
plenipotenciarios de la revelación divina, dicen tener: “la llave la ciencia”.


Esta “ciencia” es el “cómo salvarse”.


En Lc 1,71, en el Cántico de Zacarías, se expresa así:


        “Y dar a su pueblo conocimiento de salvación por el perdón de sus pecados”.
Por eso Jesús denuncia que la falsa interpretación de las Sagradas
Escrituras que están promoviendo estos maestros no hace más impedir el
verdadero conocimiento de Dios y la salvación que Él ofrece.


El último “¡ay!” nos permite entender que la pureza interior que Jesús
ofrece, por el camino del amor, es el primer paso del proceso de
conocimiento del verdadero rostro de Dios, de su proyecto (que lo que la
“Ley”, en cuanto “enseñanza” de los caminos de Dios, pretende señalar) y
de la manera como lo lleva a cabo.


De ahí que Jesús le dice de frente que quien tiene “la llave de la ciencia” es
Él y que Él –por el proceso de discipulado– sí está llevando a muchos
entrar al Reino del Padre.


Ante estas palabras de Jesús la reacción no se deja esperar:


“Comenzaron los escribas y fariseos a acosarle implacablemente y hacerle hablar de muchas
         cosas, buscando con insidias, cazar alguna palabra de su boca” (11,53-54).




Sus últimas afirmaciones suscitan el acoso por parte de los adversarios
para buscarle una herejía.


Con la emboscada que los adversarios le colocan al final de su discurso, la
persona de Jesús queda a las puertas de la Cruz.


Pero precisamente allí Él ratificará la validez de su enseñanza.




Para cultivar la semilla de la Palabra en lo profundo del
corazón:
1.   ¿Cuál es la consecuencia del rechazo de los predicadores,
“profetas y “apóstoles” de Jesús?
2.   ¿Por qué sólo Jesús tiene la “llave del conocimiento de
Dios y de su proyecto salvífico”? ¿Qué implicaciones tiene para
nuestra vida de discipulado este hecho?
3.   ¿Qué compromisos nos pide Jesús que tomemos a partir de
la escucha de su Palabra?
Viernes 19 de Octubre
                                 Semana 28 de octubre del tiempo ordinario


                                        Lucas 12,1-7
                          Incluso los cabellos de ustedes están contados.



1 En aquel tiempo se habían reunido miles y miles de personas, hasta el punto de que se
aplastaban unos a otros. Entonces Jesús se puso a decir, especialmente para sus discípulos:
«Cuídense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.
2 Nada hay tan oculto que no haya de ser descubierto o tan escondido que no haya de ser
conocido.
3 Por el contrario, todo lo que hayan dicho en la oscuridad será oído a la luz del día, y lo
que hayan dicho al oído en las habitaciones será proclamado desde las azoteas.
4 Yo les digo a ustedes, amigos míos: No teman a los que matan el cuerpo y después ya no
pueden hacer nada más.


5 Yo les voy a mostrar a quién deben temer: Teman a Aquel que, después de quitarle a uno
la vida, tiene poder para echarlo al infierno. Créanme que es a ése a quien deben temer.
6 ¿No se venden cinco pajaritos por dos monedas? Pues bien, delante de Dios ninguno de
ellos ha sido olvidado.
7 Incluso los cabellos de ustedes están contados. No teman, pues ustedes valen más que un
sinnúmero de pajarillos.




                            El corazón puro del discípulo


Después de haber denunciado proféticamente las incoherencias de los
fariseos y legistas (Lucas 11,37-52), Jesús ahora mira de frente a sus
discípulos (distinguiéndolos dentro la multitud inmensa, 12,1ª) y los
confronta sobre el mismo tema:


“Guárdense de la levadura de los fariseos ” (12,1b).




De esta manera se hace un paralelo entre los fariseos y los discípulos, pero
también se le advierte a los discípulos que la “ hipocresía ” puede ser
también su tentación.


Así se concluye una etapa del camino de formación y comienza otra en la
que se profundiza sobre la actitud del discípulo frente al tiempo final:
El juicio, allí donde demostrará la verdadera pureza de su corazón (ver
Lucas 12,1 a 13,20).


Ante Jesús, y ya a estas alturas de su camino de formación, cada discípulo
debe abrir de par en par las puertas de su corazón.


La frase inicial, “guárdense de la levadura de los fariseos, que es
la hipocresía ” (12,1b), lleva a cada discípulos a dirigir su atención hacia
su propia vida, porque una de las mayores tentaciones es pensar que los
“hipócritas” son siempre los demás.


La hipocresía (término griego que significa “comediante”, en sentido
peyorativo) consiste en poner cara de santo sin serlo realmente, hacer las
veces de quien está convertido pero está lejos de ello.


Pues bien, hay que ejercer una seria vigilancia sobre la propia vida para
que esto no se convierta en un principio de acción.


La imagen de la “levadura” evoca la manera de “trabajar” la vida espiritual,
es el conjunto de los esfuerzos con los que se le da consistencia a una vida
según Dios.


De ahí que el ideal es el de la mujer panadera que prepara un excelente
pan fermentándolo íntegramente con la levadura del Reino (imagen que
aparece justo en la conclusión de esta sección, en 13,20-21).


Invitando entonces a la vigilancia sobre la propia vida (“Guárdense”) Jesús
pasa revista de cuatro aspectos de la vida del discípulo, cuando está de
cara a los demás.


En cada uno de ellos se hace una contraposición:
(1) lo que se dice en secreto / lo que se dice en público;


(2) tener miedo / tener confianza;


(3) confesar públicamente a Jesús / negar públicamente a Jesús;


(4) hablar por cuenta propia ante el tribunal / hablar siguiendo la enseñanza
del Espíritu.


Como puede verse, el contexto es el de las persecuciones, esto es, el de
las presiones externas del ambiente adverso para cambiar la opción de los
discípulos.


Las persecuciones por causa de la opción cristiana y de la tarea
evangelizadora en el mundo son ya un “primer juicio” para el discípulo, ahí
se ve la verdad de su corazón.


El juicio en el último día está correlacionado con la actitud que tome ante
sus “críticos” (jueces) en la tierra.


Pero lo que suceda aquí no debe ser causa de temor, el verdadero temor
debe ser ante el juicio de Dios.


El pasaje de hoy se detiene en las dos primeras contraposiciones ya
señaladas (vv.2-3 y 4-7), que con todo este marco ya podemos comenzar a
profundizar.




Para cultivar la semilla de la Palabra en la vida:


1.   ¿Mi vida es coherente con mi opción cristiana?
2.   ¿Cuál es la levadura que debe darle consistencia a mi
vida?
3.   ¿Lo que proclamo con mis palabras es la expresión viva y
fiel de mi relación intensa, profunda y honesta con el Señor?
4.   ¿Tengo miedo del juicio? ¿A qué le debo temer realmente?
5.   ¿En qué se apoya mi confianza frente a las adversidades
de   esta vida? ¿Esta confianza me da la suficiente solidez para
no   hacer   componendas   ni   tomar   decisiones   que   –para
     protegerme- me apartan del Señor?
Sábado 20 de Octubre
                               Vigesimoctava semana del tiempo ordinario


                                     Lucas 12,8-12
    “El Espíritu Santo les enseñará en aquel mismo momento lo que les conviene decir”



8 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Si uno se pone de mi parte delante de los
hombres, también el Hijo del Hombre se pondrá de su parte delante de los ángeles de Dios;
9 pero el que me niegue delante de los hombres, será también negado él delante de los
ángeles de Dios.
10 Para el que critique al Hijo del Hombre habrá perdón, pero no habrá perdón para el que
calumnie al Espíritu Santo.
11 Cuando los lleven ante las sinagogas, los jueces y las autoridades, no se preocupen de
cómo se van a defender o qué van a decir;


12 llegada la hora, el Espíritu Santo les enseñará lo que tengan que decir.»



         Ser amigo de Jesús implica ser fiel en el testimonio


                   “Se puso a decir primeramente a sus discípulos ” (12,1a).



Después del discurso contra los fariseos y rabinos (Lc 11,37-54; ver los
evangelios del martes al jueves), Lucas nos reporta una instrucción sobre el
justo comportamiento de los discípulos en el mundo.


La vida de los discípulos está amenazada por muchos peligros externos (la
persecución) e internos (la falta de firmeza interior).


Por eso tienen que trabajar continuamente su vida interior:


       “ Guárdense de la levadura de los fariseos que es la hipocresía ” (12,1b).



Esta “levadura de los fariseos” es la que fue denunciada en el discurso
anterior: pretender una vida exterior correcta cuando por dentro se va en
otra dirección.
La hipocresía es contagiosa.


La sabiduría de la vida enseña que a lo largo de la vida, la verdadera
naturaleza de las personas no puede permanecer mucho tiempo escondida.


Lo que consideramos nuestros grandes secretos, con el tiempo terminan
manifestándose:


   “Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto ni oculto que no haya de
                                  saberse ” (12,2).



Por eso no tiene sentido la hipocresía.


Ahora bien, los discípulos –quienes son conocidos como los “ amigos de
Jesús ”- muy pronto serán perseguidos.


Pero no deben tener miedo de nada –ni de los enemigos ni del martirio-
fuera de Dios, “No teman… teman más bien a… ” (12,4-5), porque él
no los abandonará (ver 12,6-7).


Sí, Dios no los abandonará a sus discípulos en la persecución.


Esta convicción se remarca en el pasaje que leemos hoy:


(1) el Padre creador los sostendrá así como vela por la vida de sus pajaritos
(12,6-7);


(2) el Hijo los respaldará a la hora del juicio final (12,8-9);


(3) El Espíritu Santo los asistirá poniendo en sus labios las palabras que
necesitan en el momento del interrogatorio ante el tribunal (12,11-12).
La protección por parte de Dios a los discípulos está acompañado por la
manera como él afronta a los perseguidores:


•    Quien ve en el Jesús terreno solamente a un hombre y en él ofende al
“Hijo del hombre” (=Mesías), esto hasta se le puede perdonar:


“A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará ” (12,10ª)



Ver por ejemplo en el relato de la Pasión:


              “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen ”; 23,34).



•    El problema grave es con aquél que se cierra definitivamente a la
acción del Espíritu Santo que se manifiesta en Jesús y en los discípulos,
éste estará perdido para siempre:


        “Al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ” (12,10b).



Sólo hay un “pero”.


Si Dios se compromete de esta forma con el discípulo perseguido, entonces
se le exige también al discípulo firmeza para no echar atrás:


Debe “declarar ” y no “negar ” que es amigo de Jesús (12,8-9).


A través de la confesión de fe de los discípulos, el Espíritu Santo estará
siempre dando testimonio de Jesús resucitado, exaltado por el Padre desde
los abismos de la muerte, y conduciendo a todo hombre a la salvación.


Es el Espíritu Santo quien le da a todos la posibilidad de la conversión y del
perdón (ver Hch 2,32-41; 3,12-26 y 5,30-32).


Miremos entonces la nueva consecuencia para el perseguidor:
Precisamente porque es a través del anuncio apostólico sobre Jesús donde
obra el Espíritu Santo, aquél que rechace el “testimonio” de los discípulos
no podrá ser perdonado, porque despreció la posibilidad del perdón.


Esta es la “blasfemia contra el Espíritu Santo ”, la cual lo convierte
entonces en “adversario de Dios ” (como dice Hch 5,39).




Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón


1.   ¿Cuáles son las principales enseñanzas de Lc 12,1-12?
¿Cómo se conectan las diversas partes de esta preciosa cartilla
de discipulado?
2.   ¿Qué respaldo le ofrece Dios al evangelizador? ¿Hay una
acción trinitaria en su favor? ¿Qué le espera al perseguidor?
3.   ¿Qué se le exige al discípulo? ¿Cómo lo debe hacer?


                             En Dios no temo


“‘Bienaventurados los que están escritos en el libro de esta vida’.
Mas tú, alma mía, si lo eres, ¿por qué estás triste y me conturbas? (ver Sal
41,12).


Espera en Dios, que aún ahora le confesaré a El mis pecados y sus
misericordias,
y de todo junto haré cantar las alabanzas al Salvador mío.
Podrá ser venga algún día, cuando le cante mi gloria (Sal 29,13),
donde ya cesarán todos los miedos.


Más entre tanto, en esperanza y silencio, será mi fortaleza (Is 30,15).
Más quiero vivir y morir en pretender y esperar la vida eterna que poseer
todas las criaturas y todos los bienes que se han de acabar.
No me desampares, Señor, porque en ti espero no sea confundida mi
esperanza;
sírvate yo siempre y has de mi lo que quieras (Sal 30,1)”


                         (Santa Teresa de Jesús)

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  • 1. LA PALABRA DE “EL UNGIDO” LOS ORANTES AGUSTINIANOS CON LA LECTIO DIVINA SON DISCÍPULOS Y MISIONEROS DE JESUCRISTO , PARA QUE COLOMBIA, TENGA VIDA EN ÉL. EL DISCÍPULO SIGUE A JESÚS DESPOJÁNDOSE DE TODO Domingo XXVIII (B) 14 de Octubre de 2012 “No quiso creer al Señor, que puede conservar en el cielo lo que habrá de perecer en la tierra” San Agustín EL CAMINO DE JESÚS HACIA JERUSALÉN Y LA FORMACIÓN DE LOS DISCÍPULOS (V): La dinámica del más. “Una cosa te falta” Lectio de Marcos 10, 17-30
  • 2. Vende todo lo que tienes y sígueme Año de la fe En la página del Vaticano, vatican.va, lee el Catecismo de la Iglesia Católica y los documentos del Concilio Vaticano II.
  • 3. Introducción En nuestro recorrido del Evangelio de Marcos en este año litúrgico, llegamos al corazón del Evangelio: El camino de Jesús y sus discípulos hacia Jerusalén, un camino en el cual Jesús se dedica a la formación de sus discípulos (Marcos 8,27-10,52). Es tan importante esta sección del Evangelio, que le dedicaremos 7 domingos a la lectura orante de los pasajes más significativos. Hagámonos una primera idea, visualizando el itinerario que realizaremos en estos 7 domingos: (1) Domingo 24: Marcos 8,27-35 Confesión de fe – Primer anuncio de la Pasión – Llamado al seguimiento de la Cruz (2) Domingo 25: Marcos 9,30-37 Segundo anuncio de la Pasión – Consecuencias comunitarias del seguimiento: la autoridad y el servicio (3) Domingo 26: Marcos 9,38-43 Consecuencias comunitarias del seguimiento: convivencia y escándalos (4) Domingo 27: Marcos 10,2-16 Consecuencias comunitarias del seguimiento: fidelidad matrimonial (5) Domingo 28: Marcos 10,17-30 Consecuencias comunitarias del seguimiento: la nueva comunidad de Jesús (6) Domingo 29: Marcos 10,35-45
  • 4. Tercer anuncio de la pasión – Consecuencia: la autoridad y el servicio (7) Domingo 30: Marcos 10,46-52 Un modelo de discípulo que sabe entrar en el camino de Jesús: Bartimeo Tenemos, entonces, la oportunidad de vivir muy de cerca el camino del discipulado en el Evangelio según san Marcos. Estos siete domingos son una verdadera escuela sobre el “seguimiento” del Señor. Otro obstáculo que impide el seguimiento de Jesús en su camino a Jerusalén son las riquezas y valores de este mundo cuando se anteponen a Él. 1. El texto: Marcos 10,17-30 17 Jesús estaba a punto de partir, cuando un hombre corrió a su encuentro, se arrodilló delante de él y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para conseguir la vida eterna?» 18 Jesús le dijo: « ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo Dios. 19 Ya conoces los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no digas cosas falsas de tu hermano, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre.» 20 El hombre le contestó: «Maestro, todo eso lo he practicado desde muy joven.» 21 Jesús fijó su mirada en él, le tomó cariño y le dijo: «Sólo te falta una cosa: vete, vende todo lo que tienes y reparte el dinero entre los pobres, y tendrás un tesoro en el Cielo. Después, ven y sígueme.» 22 Al oír esto se desanimó totalmente, pues era un hombre muy rico, y se fue triste. 23 Entonces Jesús paseó su mirada sobre sus discípulos y les dijo: « ¡Qué difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas!» 24 Los discípulos se sorprendieron al oír estas palabras, pero Jesús insistió: «Hijos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! 25 Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de Dios.» 26 Ellos se asombraron todavía más y comentaban: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?» 27 Jesús los miró fijamente y les dijo: «Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para Dios todo es posible.»
  • 5. 28 Entonces Pedro le dijo: «Nosotros lo hemos dejado todo para seguirte.» 29 Y Jesús contestó: «En verdad les digo: Ninguno que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o campos por mi causa y por el Evangelio quedará sin recompensa. 30 Pues, aun con persecuciones, recibirá cien veces más en la presente vida en casas, hermanos, hermanas, hijos y campos, y en el mundo venidero la vida eterna. Tenemos ante Jesús un hombre que no es del grupo pero seguramente había oído hablar de Él y no quería dejar pasar la ocasión para ‘la pregunta del millón’ . Es por esto que lo vemos llegar corriendo, trae algo urgente para Él. Este hombre, reconoce en Jesús alguien con autoridad, como ya lo había expresado antes la gente, y es por esto que estando ante Jesús se arrodilla. Inmediatamente lanza al aire su inquietud. No busca sanación ni para él ni para otros. No inquiere cosas pasajeras y banales sino que formula la pregunta fundamental del hombre, la que decide su presente y su futuro. Se siente hijo de Dios y habla no de poseer, sino de heredar. Su pregunta revela un gran deseo de alcanzar altas metas. La pregunta suena así: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna? (18). Maestro bueno: con estas palabras el hombre reconoce en Jesús no solamente un maestro como todos sino un maestro que él califica como bueno y al cual se le puede creer.
  • 6. Un maestro en quien se puede confiar; de quien solo podemos esperar lo bueno. Jesús lo llama a reflexionar y ponderar sus palabras. En realidad solo Dios es bueno. En todo lo creado se esconde la raíz del mal, así sean las limitaciones de la vida. Notemos que la expresión siguiente no está dicha en uno de esos plurales vagos que a menudo usamos: ¿Qué debemos hacer?, ni tampoco en un impersonal ¿Que hay que hacer? El hombre habla en primera persona: “Qué debo hacer” . Mi proceso es mío y de nadie más. Por toda respuesta Jesús le recuerda que existen los mandamientos como vía para alcanzar la vida eterna y le enumera algunos. La respuesta inicial de Jesús podría ser dada por un maestro de Israel. Conoces, mejor, sabes los mandamientos. Jesús, de un saber que va más allá de la simple información, de conocer un texto, le sugiere cumplirlos, identificarse en la práctica con ellos. Le ayuda recitándolos él mismo; añade algo que no está en el texto tradicional: no estafarás.
  • 7. Casi sin dejar terminar a Jesús, el hombre le asegura que todo esto lo ha vivido desde joven. En eso no hay novedad para él porque ha sido un judío observante de la ley, un israelita sin engaño. Siente que puede hacer algo más pero no sabe qué. En este momento el texto dice que Jesús lo miró con cariño, mirada distinta de otras miradas que el evangelio de Marcos señala. Otras traducciones dicen “lo miró y lo amó” . En la mirada había ya una invitación. ¿Cómo resistir esa mirada? Era un hombre íntegro y estaba preparado para dar un paso más hacia la perfección. En realidad Jesús lo captó así y por esto le lanzó un reto más: “Aún te falta una cosa” . Es precisamente la frase que el hombre estaba esperando. Es ese más, eso que debía agregar a su vida, y que le estaba faltando, lo que quería saber. Es fácil imaginarnos la mirada con una expresión de interrogante, que le lanzó a Jesús, en espera de que esa cosa faltante. Pero algo no funcionó después.
  • 8. La siguiente frase de Jesús paralizó su deseo. “Ve, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás una riqueza en el cielo. Luego ven y sígueme” (21). Era esta una invitación muy radical: 1. Vender todo 2. Darlo a los pobres. 3. Seguir a Jesús. Jesús lo invita a un despojo y desprendimiento total. Vender todo lo que posee, no precisamente para abrir una cuenta en el banco por si se necesita más tarde. El motivo de venderlo todo es darlo a los pobres , pero el motivo superior es seguir a Jesús . El hecho de darlo todo a los pobres indica un desprendimiento total. Los pobres lo máximo que pueden hacer por ti es agradecerte, pero de ellos no se puede esperar que más tarde te lo devuelvan y menos aún con intereses. Pero todo esto no tiene sino una única finalidad:”seguir a Jesús” Con el corazón y las manos libres, se puede seguir mejor a Jesús y hacer lo que Él nos diga.
  • 9. Me viene a la mente una frase que encontré en una estampa: “Cuando morimos, dejamos lo que tenemos y nos llevamos lo que dimos” . Después de estas palabras de Jesús, la mirada de aquel ‘buen’ hombre se nubló. La tristeza invadió su corazón. La riqueza que poseía pudo más que la invitación clara que le hizo Jesús y se retiró de la escena. Para el hombre, Jesús deber ser lo mayor que hay que buscar. Para Jesús ese hombre que está allí es lo que él busca. Es como si le hubiera dicho: no me interesan tus riquezas, me interesas tú; lo que busco y amo eres tú, solo tú. Todo se resuelve en la negativa del hombre en el momento máximo de su ser religioso, de su fe. Prefirió no seguir a Jesús; optó por seguir cultivando sus bienes, efímeros, perecederos, imposibles de parangonar con el Hijo de Dios. Hay una enseñanza fundamental: es posible para el hombre, para todo hombre, para nosotros, equivocar el camino; fallar en el momento de elegir. Pecado significa fundamentalmente errar el tiro, no dar en el blanco al disparar.
  • 10. ¿Lo entendieron los discípulos de entonces? ¿Lo entendemos los discípulos de hoy? ¿No está allí el secreto fundamental de negarse a seguir a Jesús en el camino de la vida cristiana? ¿O de seguirlo sin compromiso, lo que equivale a no seguirlo? Jesús da la clave. Si esto se mira con criterios humanos, los que hoy aprendemos en los talleres de la promoción del hombre, en las luchas por hallar puesto en la sociedad, no lo entendemos y no lo aceptamos. El solo recurso al que hay que acudir es Dios mismo. Jesús, ante el hecho, dirigiéndose a sus discípulos les dijo: “Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios” (24). Ya lo habían constatado con la actitud de ese hombre rico, aunque bueno. Como los discípulos se asombraron, Jesús les explicó con un ejemplo lo difícil y casi imposible que era. La pregunta que a continuación le hicieron sus discípulos: ¿Y quien podrá salvarse? (26), da a entender como si los ricos fueran la mayoría y eso no era ni ha sido así en ninguna sociedad. Tal vez se podría interpretar como la riqueza no solamente material sino otro tipo de riqueza: poder, prestigio, agresividad, influencias etc. y con esto sí que es difícil entrar en el Reino. Jesús abre la espiral de la esperanza con la respuesta que les da.
  • 11. “Para los hombres es imposible no para Dios porque para Él todo es posible” (27). 2. Releamos el Evangelio con un Padre de la Iglesia Domingo 28º Tiempo Ordinario (B) Mc 10, 17-30: Homilía de san Agustín Sermón 38, 7-8 «… Por eso, aquel rico, que se deleitaba enormemente en sus riquezas, – pues tenía muchas riquezas y grandes posesiones–, creo que estaba siendo atormentado por el temor de la muerte, y se estaba consumiendo entre delicias, pues llegaba a pensar en que llegaría el día en que debería tener que dejar todos sus bienes. Los había amontonado, sin saber para quién; y puesto que deseaba algo que fuera eterno, se llegó al Señor, y le dijo: Maestro bueno, ¿qué debo hacer de bueno para alcanzar la vida eterna? (Mt 19, 16; cf. Mc 10, 18). La vida me va bien, pero lo que poseo se me va de las manos; me va bien, pero de improviso desaparecerá lo que poseo. Dime cómo puedo conseguir aquello que dure para siempre; dime cómo puedo llegar a aquello que nunca pueda perder. Y el Señor le respondió: Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos (Mt 19, 17).
  • 12. Le preguntó al Señor a qué mandamientos se refería. Lo escuchó, y replicó que él los había guardado desde su juventud. Y el Señor, consejero de la vida eterna, le dijo: Una sola cosa te falta. Si quieres ser perfecto, anda, vende todo lo que tienes, y dáselo a los pobres; y tendrás un tesoro en el cielo (Mt 19, 21; cf. Mc 10, 21). Aquel que se deleitaba en sus riquezas y que, por ello, preguntó al Señor qué debía hacer de bueno para alcanzar la vida eterna, buscando así encadenar unas delicias tras otras, estando aterrorizado, por temor a tener que abandonar las presentes, en las que se deleitaba, se retiró triste, volviendo a sus tesoros terrenos. No quiso creer al Señor, que puede conservar en el cielo lo que habrá de perecer en la tierra. No quiso ser verdadero amador de su tesoro. Reteniéndolo malamente, lo perdió: amándolo en demasía, lo perdió. Pues si lo hubiera amado rectamente, lo hubiera hecho llegar al cielo, adonde lo seguiría él después». Para cultivar la semilla de la Palabra en la vida: 1. ¿En qué sentido la riqueza impide el verdadero seguimiento de Jesús? 2. ¿Cuáles son mis riquezas, aquellas que me están impidiendo hacer un camino detrás de Jesús, aquellas a las cuales estoy
  • 13. más apegado/a (dinero, poder, opiniones, ideas, modos de actuar, cosas, etc.)?” 3. ¿Qué siento que el Señor me pide en el evangelio de hoy? Anexo Lectura del libro de la sabiduría 7, 7-11 7 Oré y me fue dada la inteligencia; supliqué, y el espíritu de sabiduría vino a mí. 8 La preferí a los cetros y a los tronos, y estimé en nada la riqueza al lado de ella. 9 Vi que valía más que las piedras preciosas; el oro es sólo un poco de arena delante de ella, y la plata, menos que el barro. 10 La amé más que a la salud y a la belleza, incluso la preferí a la luz del sol, pues su claridad nunca se oculta. 11 Junto con ella me llegaron todos los bienes: sus manos estaban repletas de riquezas incontables. La perícopa es el comienzo de un himno a la sabiduría. La sabiduría y sus dones se obtienen únicamente por medio de la oración. Ella es mas estimable que todos los bienes y valores de la naturaleza y del hombre y ni siquiera se puede parangonar con todos ellos (cfr. Job 28, 15- 19; Prov. 3, 14ss; 8, 10s.19; 16, 16). Nada hay más hermoso en la naturaleza que la luz, pero la sabiduría la supera (cfr. Sab 7, 29). El sabio no desprecia los bienes de la naturaleza; sabe que son buenos y por eso los utiliza como término de referencia para ensalzar la sabiduría. Pero prefiere la sabiduría a todos ellos.
  • 14. La sabiduría o es el mismo Dios o pertenece al orden de lo divino (cfr. Sab 7, 25ss). El libro de la Sabiduría prepara el camino a los autores del Nuevo Testamento para la plena revelación de “la sabiduría de Dios” , Jesucristo (1 Cor 1, 14; cfr. Hb 1, 3). Las riquezas y los valores de este mundo no son malos en sí y son dones de Dios al hombre. Pero son relativos y no pueden constituirse en un fin último. La sabiduría es fuente de los valores y riquezas del mundo. La fuente es más valiosa que lo que de ella mana. Nada vendría sin la fuente. Esa sabiduría que es luz y envuelve a Dios como un manto. Salmo 89 (90) 12-17 Danos parte en los tesoros de tu reino Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato. Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos; Danos parte en los tesoros de tu reino Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo. Danos alegría, por los días en que nos afligiste, por los años en que sufrimos desdichas. Danos parte en los tesoros de tu reino
  • 15. Que tus siervos vean tu acción y sus hijos tu gloria. Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos. Danos parte en los tesoros de tu reino La vida humana es breve, nuestros años se acaban como un suspiro… pasan aprisa y vuelan, como pasó la vida, aún joven de Abel. Pero el cristiano conoce otra vida sin fin; y con la esperanza que nos da la resurrección y la eternidad que nos prepara la misericordia de Dios, toda nuestra vida es alegría y júbilo. Incluso uno puede estar dispuesto a renunciar a no pocos bienes de este mundo –como Jesús le propone al joven del Evangelio- pues sabemos que tenemos un tesoro en el cielo. Lectura de la Carta a los Hebreos 4, 12-13 12 La palabra de Dios es viva y eficaz, más penetrante que espada de doble filo, y penetra hasta donde se dividen el alma y el espíritu, las articulaciones y los tuétanos, haciendo un discernimiento de los deseos y los pensamientos más íntimos. 13 No hay criatura a la que su luz no pueda penetrar; todo queda desnudo y al descubierto a los ojos de aquél al que rendiremos cuentas. Este texto justifica la exegesis bíblica, esencial a Hebreos (Libro del Nuevo Testamento que más y mejor reproduce el texto de los LXX=70), y aquí concretamente la argumentación de 3, 7-4, 11. La Palabra de Dios es, pues, la Sagrada Escritura que contiene su mensaje salvador.
  • 16. Dios nos habla como a hijos (12, 5: dialeguetai, concebido como un dialogo íntimo) ahora por el Hijo, como primero a los Padres por los profetas (1, 1- 2). Dos tiempos de una misma revelación, cuyas relaciones –del boceto al plan acabado, de la figura a la realidad- trata de desentrañar el autor. Por eso los sentidos que descubre en el Antiguo Testamento no son acomodaciones, sino un sentido típico global, verdadera anticipación de la realidad definitiva. Su propósito exhortativo: Este “diálogo” es vivo, tiene permanencia y vigencia eterna: El “hoy” de 3, 10-4,11 (sobre todo 3, 13) Es un hoy eterno, Palabra de Dios en Cristo de ayer, hoy y siempre (13, 7- 8; cfr. 1Ped 1, 23; Is 40, 8). Es eficaz, no queda en letra muerta ni vuelve a Dios sin haber cumplido su fin (Is 55, 10-11; Sab 18, 14-15; Zac 1, 5-6). Penetrante como espada y como ojo hasta las intimidades del ser (cfr. Sal 32, 14-15). Por eso esta Palabra-diálogo exige interlocutor y respuesta: Hay que dar cuenta a Dios de ella, leyendo, escuchando, meditando, dejándose empapar de ella, como del agua que empapa la tierra, la fecunda y la hace fructificar (Is 55,10), con frutos de fe, confianza (v. 14.16; 13, 7), amor a Dios y al prójimo (13, 15-16) y perseverancia (3, 14).
  • 17. Lunes 15 de Octubre Semana 28 del tiempo ordinario Lucas 11, 29-32 Piden una señal, pero no tendrán más señal que la señal de Jonás 29 En aquel tiempo, aumentaba la multitud por la gente que llegaba y Jesús empezó a decir: «La gente de este tiempo es gente mala. Piden una señal, pero no tendrán más señal que la señal de Jonás. 30 Porque así como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, de igual manera el Hijo del Hombre será una señal para esta generación. 31 La reina del Sur resucitará en el día del Juicio junto con la gente de hoy y los acusará, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí tienen ustedes mucho más que Salomón. 32 Los habitantes de Nínive resucitarán en el día del Juicio junto con la gente de hoy y los acusarán, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí ustedes tienen mucho más que Jonás. No hay otro signo que la simplicidad y la fuerza de la Palabra Nos encontramos hoy con la segunda disputa entre Jesús y sus adversarios, la primera ya la habíamos visto el viernes pasado. Esta vez la identidad de los adversarios de Jesús es más clara: es un personaje colectivo a quien califica de “generación malvada” (11,29ª). La disputa es suscitada por una petición que le han hecho a Jesús y que estaba en el texto del viernes pasado: “Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo” (11,16); esta petición todavía estaba pendiente por responder. Es claro que “una señal del cielo” es una obra poderosa y contundente, en la cual no queda ninguna ambigüedad de que la está realizando el mismísimo Dios.
  • 18. ¿Cómo responde Jesús? Jesús dice: “No se dará otra señal que la señal de Jonás” (11,19b). Esta señal se refiere a la predicación del profeta (atención: no la confundamos con la versión de Mateo, para quien la aventura de Jonás es un ejemplo la resurrección futura de Jesús). El énfasis está en la predicación de la Palabra de Dios. No hay signos extraordinarios sino la simplicidad y el poder de la predicación de Jesús, a ella es que hay que remitirse. Para mostrar la grandeza de su Palabra, Jesús alude a dos personajes conocidos en las historias del Antiguo Testamento: 1. El episodio del rey Salomón. Este rey fue considerado el gran sabio de Israel, sin embargo quien más lo valoró como tal fue una extranjera, la reina de Saba [la “malkat sheba” de 1 Reyes 10,1, cuyo reino se hallaba probablemente en la región en que hoy se encuentra Yemen]. Salomón era tan grande como sabio que su fama a nivel internacional atrajo a esta peregrina. 2. El episodio de Jonás en Nínive. Este profeta, el profeta rebelde, evangelizó la ciudad pagana de Nínive y contra sus pronósticos, se encontró con que la ciudad pagana le creyó inmediatamente y dio pruebas de conversión.
  • 19. El mismo Jonás se queda sorprendido no sólo con la gente sino con la magnificencia de Dios que quiere salvar y extender su misericordia a los paganos (Jonás 4,1-2). Con estas comparaciones Jesús interpela a su auditorio para que: 1. Descubra su grandeza. Jesús dice: - “Aquí hay algo más que Salomón” (11,31c). La sabiduría de Jesús no tiene comparación (ver Lc 7,35). - “Aquí hay algo más que Jonás” (11,32c). Ciertamente es un profeta como nunca antes visto (ver Lc 7,16; 24,19). 2. En consecuencia, escuche con atención su Palabra. Si la reina del sur, aún sin ser hebrea, tuvo el coraje de ponerse a la “escucha” de Salomón, cuánto más habrá que hacerlo con Jesús. ¡Jesús es el mayor de todos los predicadores! (Ver las multitudes que atraía en Lc 4,42; 5,1; 6,17; 8,4; 9,37; 12,1; 14,25; 18,36; 19,48). 3. Y la escucha de la Palabra los lleve a la conversión (como los ninivitas obedecieron a Jonás). Si el pueblo ninivita no tuvo reparo en escuchar al profeta tembloroso Jonás y, sobre todo le hizo caso, llegando a convertirse (11,32b), cuánto más
  • 20. habrá que tomar en serio la palabra de Jesús y convertirse. Tres pasos son claros: (1) reconocer la grandeza de Jesús, (2) escucharlo y (3) convertirse. Con estos dos casos concretos, Jesús anuncia un juicio: “La reina del sur se levantará en juicio con los hombres de esta generación” (11,31a), “los ninivitas se levantarán en juicio con esta generación y la condenarán” (11,32b). En este contexto se entiende la respuesta de Jesús a aquellos que lo desafían pidiéndole una señal: Cuando Jesús aparezca en el Juicio final como el Hijo del hombre (ver 11,30b), entonces esta generación incrédula tendrá que reconocer su error por no haber escuchado a Jesús, un predicador incomparablemente superior a Jonás. Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón: 1. Según Lucas, ¿Cuál es la señal de Jonás? ¿Cuál es la señal de Jesús? 2. ¿Qué pasos debo dar cada vez que escucho una predicación?
  • 21. 3. ¿En mi contexto comunitario y pastoral, cuáles son los nuevos ninivitas y las nuevas reinas de Saba, que nos dan ejemplo de conversión sin ponerle tantas resistencias a Dios? ¿A qué me desafían estos hermanos?
  • 22. Martes 16 de Octubre Semana 28 del tiempo ordinario Lucas 11, 37-41 Con dar limosnas todo queda purificado 37 En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa. Entró y se sentó a la mesa. 38 El fariseo entonces se extrañó al ver que Jesús no se había lavado las manos antes de ponerse a comer. 39 El Señor le dijo: «Así son ustedes, los fariseos. Ustedes limpian por fuera las copas y platos, pero el interior de ustedes está lleno de rapiñas y perversidades. ¡Estúpidos! 40 El que hizo lo exterior, ¿no hizo también lo interior? 41 Pero, según ustedes, simplemente con dar limosnas todo queda purificado. La pureza interior (I) Después del relato de Marta y María (Lc 10,38-42), en la que el evangelio nos educó en la manera de acoger a Jesús Maestro peregrino (ver también 11,27-28), Lucas nos ha presentado dos controversias de Jesús con aquellos que lo rechazan, de manera que comprendamos qué es lo que “bloquea” una experiencia de fe y cómo ésta situación se puede superar (ver 11,14-26, que leímos el viernes pasado, y 11,29-32, que leímos ayer). Entramos en el tercer y último debate de Jesús con sus adversarios. Éstos están claramente identificados: los fariseos y los legistas (=Maestros). Este discurso del Señor tiene como paralelo el de los “siete ayes” de Mt 23, pero tiene sus particularidades. El contexto es el de una cena compartida en casa de un fariseo (11,37).
  • 23. No es la primera vez que esto sucede (ver 7,36-50; también 14,1-6) ni mucho menos que en medio de ella se dé una confrontación (ver 7,39-43). La mesa, que es el lugar de la comunión, puede ser también el lugar de las rupturas (como en la última cena, 22,14-38). Donde se teje la relación con los amigos también pueden surgir adversarios. ¿Cómo comienza la discusión? Comienza con la observación de que “Jesús había omitido las abluciones antes de comer” (11,38). Mientras que en otros pasajes (como Mt 15,2), son los discípulos quienes son criticados por este comportamiento, en este caso es el comportamiento del mismo Jesús el que llama la atención. Jesús responde con tres afirmaciones fuertes: 1. Con relación al ritual: “Ustedes... purifican por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña y maldad” (11,39). Todo el ritual que los fariseos hacen para quedar puros puede limpiarlos externamente, pero no ha limpiado lo más importante: el corazón. Ese corazón está lleno de “rapiña y maldad”, es decir, de codicia, de ambición, de egoísmo. Se puede pensar también que lo que llena los platos durante ese banquete es el fruto de su rapiña.
  • 24. 2. Con relación al sentido de la pureza: “El que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior?” (11,40). El Dios creador hizo al hombre completo y la integridad del hombre depende de la coherencia entre lo interior y lo exterior. No hay, entonces, ningún motivo para diferenciar lo exterior de lo interior, preocuparse por lo primero descuidando lo segundo. Hay que comenzar con la limpieza interior. 3. Con relación a cómo es que se purifica verdaderamente el corazón: “Den más bien en limosna lo que tienen, y así todas las cosas serán puras para ustedes” (11,41). Cuando hay amor expresado en generosidad, en solidaridad, en compartir desinteresado, el corazón se purifica de su egoísmo, ambición y codicia. Esta es la obra de Jesús, que toca profundamente la vida de todo discípulo, y que se había explicado ya en el Sermón de la Llanura (ver 6,27-38). La generosidad del corazón, que lo lleva a uno a vivir –como el crucificado– en función de los demás, es el camino de la auténtica pureza interior, que es la que cuenta definitivamente. Para cultivar la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón: ¿Estoy más preocupado por lo externo que por lo interno? ¿Cuál es el camino de la verdadera purificación?
  • 25. ¿Cómo lo voy a hacer?
  • 26. Miércoles 17 de Octubre Semana 28 del tiempo ordinario Lucas 11, 42-46 ¡Pobres de ustedes, fariseos! ¡Pobres de ustedes también, maestros de la Ley! 42 En aquel tiempo, dijo el Señor: ¡Pobres de ustedes, fariseos! Ustedes dan para el Templo la décima parte de todo, sin olvidar la menta, la ruda y las otras hierbas, pero descuidan la justicia y el amor a Dios. Esto es lo que tienen que practicar, sin dejar de hacer lo otro. 43 ¡Pobres de ustedes, fariseos, que les gusta ocupar el primer puesto en las sinagogas y ser saludados en las plazas! 44 ¡Pobres de ustedes!, porque son como esas tumbas que apenas se notan: uno no se da cuenta sino cuando ya las ha pisado.» 45 Un maestro de la Ley tomó entonces la palabra y dijo: «Maestro, al hablar así nos ofendes también a nosotros.» 46 El contestó: « ¡Pobres de ustedes también, maestros de la Ley, porque imponen a los demás cargas insoportables, y ustedes ni siquiera mueven un dedo para ayudarles! La pureza interior (II) Después de haber visto ayer la introducción del debate de Jesús con los fariseos y legistas, en la que se sentó el horizonte desde el cual deben ser valorados todos los comportamientos, veamos hoy los primeros “ayes” de Jesús sobre el comportamiento errado de los animadores de la experiencia religiosa de Israel. Pero antes tengamos presentes dos observaciones: - El discurso de Jesús se realiza al ritmo de seis “ayes”, tres de ellos se dirigen a los fariseos (no a ninguno en particular sino a todos como escuela, como una cierta orientación de la espiritualidad) y los otros tres a los legistas (los maestros de la Ley). - El término “¡ay!”, como lo dimos a entender cuando leímos el discurso en Mateo, no es propiamente una maldición sino un oráculo de desventura que
  • 27. indica que el comportamiento señalado es más bien un camino de perdición. Sin perder de vista el camino que Jesús ya ha trazado para lograr la verdadera y más profunda pureza, que es el vivir amorosa y servicialmente en función de los demás (ver 11,41), detengámonos en cada uno de los comportamientos y actitudes que Jesús quiere corregir para que se ponga en la dirección que ya señaló: Primer “¡ay!”: “Pagan el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejan a un lado la justicia y el amor de Dios” (11,,42ª). No es que Jesús esté en contra de la práctica de la Ley (ver Dt 12,22; Lv 27,30), más bien parece aceptarla, lo que Él no aprueba es la manera de exigirla. Los fariseos le puesto un excesivo celo a las exigencias y han caído en un “detallismo” que los lleva a perder el verdadero sentido de lo que hacen. Lo que importa es el Amor de Dios y la Justicia con los hermanos. Segundo “¡ay!”: “Aman el primer asiento en las sinagogas y que se los salude en las plazas” (11,43). Puesto que el ser líder religioso da prestigio, un gran peligro es buscar la honra por la honra: el puesto y el título en los lugares públicos. En este caso se está pensando en sí mismo, en la propia imagen, en el esfuerzo por que los demás los consideren puros y justos, como gente buena.
  • 28. Tercer “¡ay!”: “Son como los sepulcros blanqueados que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo” (11,44). Esta comparación es el eco de la exigencia de pureza en los cementerios según Nm 19,16, según la cual tocar un sepulcro era causa de impureza, razón por la cual había que hacerlas más visibles con la pintura blanca. Lucas interpreta de una manera novedosa: Los sepulcros son los líderes religiosos que se destacan (“blanqueados” es una referencia a la visibilidad de que habla el segundo “¡ay!”) y la gente que los rodea continuamente para escuchar sus enseñanzas son los que quedan impuros, porque en el contacto con ellos se contaminan de sus vicios sin darse cuenta. Cuarto “¡ay!”: “Imponen a los hombres cargas intolerables, y ustedes no las tocan ni con uno de sus dedos” (11, 46). Los legistas, a quienes se dirige este último “¡ay!” que consideramos hoy, eran reconocidos por su interpretación rigurosa de la Ley, a ella le agregaban algunas obligaciones que no tenían justificación. Pero ellos, por su parte se las arreglaban astutamente para no hacer lo que le mandaban hacer a los otros. Para cultivar la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:
  • 29. 1. ¿Qué finalidad tienen los “¡ay!” que Jesús pronuncia en el Evangelio? 2. ¿Cuáles son las rutas por las cuales una vida se desvía del camino de la verdadera pureza según el Evangelio de hoy? 3. ¿Cuál es el problema de fondo en los cuatro “¡ay!” que leímos hoy?
  • 30. Jueves 18 de Octubre Semana 28 del tiempo ordinario Lucas 11, 47-54 ¡Pobres de ustedes, que construyen monumentos a los profetas! ¡Pobres de ustedes, maestros de la Ley! 47 En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos y legistas: ¡Pobres de ustedes, que construyen monumentos a los profetas! ¿Quién los mató sino los padres de ustedes? 48 Así, pues, ustedes reconocen lo que hicieron sus padres, pero siguen en lo mismo: ellos se deshicieron de los profetas, y ustedes ahora pueden construir. 49 La Sabiduría de Dios dice también: Yo les voy a enviar profetas y apóstoles, pero esta gente matarán a unos y perseguirán a otros. 50 Por eso, a esta generación se le pedirá cuentas de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo: 51 desde la sangre de Abel, hasta la de Zaca rías, que fue asesinado entre el altar y el Santuario. Sí, yo se lo aseguro: la generación presente es la que tendrá que responder. 52 ¡Pobres de ustedes, maestros de la Ley, que se adueñaron de la llave del saber! Ustedes mismos no entraron, y cerraron el paso a los que estaban entrando. 53 Cuando salió de allí, los maestros de la Ley y los fariseos comenzaron a hostigarlo muy duramente. 54 Le pedían su parecer sobre un montón de cosas y le ponían trampas para sorprenderlo en alguna de sus respuestas. La pureza interior (III) Dijimos ayer que, según Lucas, los “ayes” que Jesús pronuncia contra fariseos y legistas son siete. Ya leímos cuatro, veamos los otros dos y la conclusión del discurso. Quinto “¡ay!”: “Edifican los sepulcros de los profetas que sus padres mataron” (11,47). Jesús hace un razonamiento según el cual toda la piedad exterior del culto de los mártires del Antiguo Testamento, particularmente los profetas, es vacío, ya que no está acompañado de una verdadera obediencia a la Palabra de Dios.
  • 31. Si no hay compromiso con el profeta asesinado –mediante la conversión– no se hace más que asumir la herencia de su asesino. Por lo tanto: - Hay que escuchar a los “profetas y apóstoles”, mensajeros que envía Jesús (11,49). - El rechazo de los predicadores –hasta el martirio de éstos– se volverá juicio divino sobre los oyentes pérfidos (11,51c), un juicio que tendrá el mismo rigor que el de los asesinos de los primeros profetas e, incluso, se les sumarán todas esas culpas pasadas: Desde Abel hasta Zacarías (del primer al último asesinato conocido por la Biblia y el contexto judío del S. 1 d.C). Sexto “¡ay!”: “Se han llevado la llave de la ciencia, no entran ustedes, y a los que están entrando se lo ha impedido” (11,52). Los adversarios de Jesús no solo se oponen a su predicación, rechazando la gracia excepcional que les está ofreciendo y para la cual sólo se necesita la apertura del arrepentimiento, sino que ellos mismos se erigen como plenipotenciarios de la revelación divina, dicen tener: “la llave la ciencia”. Esta “ciencia” es el “cómo salvarse”. En Lc 1,71, en el Cántico de Zacarías, se expresa así: “Y dar a su pueblo conocimiento de salvación por el perdón de sus pecados”.
  • 32. Por eso Jesús denuncia que la falsa interpretación de las Sagradas Escrituras que están promoviendo estos maestros no hace más impedir el verdadero conocimiento de Dios y la salvación que Él ofrece. El último “¡ay!” nos permite entender que la pureza interior que Jesús ofrece, por el camino del amor, es el primer paso del proceso de conocimiento del verdadero rostro de Dios, de su proyecto (que lo que la “Ley”, en cuanto “enseñanza” de los caminos de Dios, pretende señalar) y de la manera como lo lleva a cabo. De ahí que Jesús le dice de frente que quien tiene “la llave de la ciencia” es Él y que Él –por el proceso de discipulado– sí está llevando a muchos entrar al Reino del Padre. Ante estas palabras de Jesús la reacción no se deja esperar: “Comenzaron los escribas y fariseos a acosarle implacablemente y hacerle hablar de muchas cosas, buscando con insidias, cazar alguna palabra de su boca” (11,53-54). Sus últimas afirmaciones suscitan el acoso por parte de los adversarios para buscarle una herejía. Con la emboscada que los adversarios le colocan al final de su discurso, la persona de Jesús queda a las puertas de la Cruz. Pero precisamente allí Él ratificará la validez de su enseñanza. Para cultivar la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:
  • 33. 1. ¿Cuál es la consecuencia del rechazo de los predicadores, “profetas y “apóstoles” de Jesús? 2. ¿Por qué sólo Jesús tiene la “llave del conocimiento de Dios y de su proyecto salvífico”? ¿Qué implicaciones tiene para nuestra vida de discipulado este hecho? 3. ¿Qué compromisos nos pide Jesús que tomemos a partir de la escucha de su Palabra?
  • 34. Viernes 19 de Octubre Semana 28 de octubre del tiempo ordinario Lucas 12,1-7 Incluso los cabellos de ustedes están contados. 1 En aquel tiempo se habían reunido miles y miles de personas, hasta el punto de que se aplastaban unos a otros. Entonces Jesús se puso a decir, especialmente para sus discípulos: «Cuídense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. 2 Nada hay tan oculto que no haya de ser descubierto o tan escondido que no haya de ser conocido. 3 Por el contrario, todo lo que hayan dicho en la oscuridad será oído a la luz del día, y lo que hayan dicho al oído en las habitaciones será proclamado desde las azoteas. 4 Yo les digo a ustedes, amigos míos: No teman a los que matan el cuerpo y después ya no pueden hacer nada más. 5 Yo les voy a mostrar a quién deben temer: Teman a Aquel que, después de quitarle a uno la vida, tiene poder para echarlo al infierno. Créanme que es a ése a quien deben temer. 6 ¿No se venden cinco pajaritos por dos monedas? Pues bien, delante de Dios ninguno de ellos ha sido olvidado. 7 Incluso los cabellos de ustedes están contados. No teman, pues ustedes valen más que un sinnúmero de pajarillos. El corazón puro del discípulo Después de haber denunciado proféticamente las incoherencias de los fariseos y legistas (Lucas 11,37-52), Jesús ahora mira de frente a sus discípulos (distinguiéndolos dentro la multitud inmensa, 12,1ª) y los confronta sobre el mismo tema: “Guárdense de la levadura de los fariseos ” (12,1b). De esta manera se hace un paralelo entre los fariseos y los discípulos, pero también se le advierte a los discípulos que la “ hipocresía ” puede ser también su tentación. Así se concluye una etapa del camino de formación y comienza otra en la que se profundiza sobre la actitud del discípulo frente al tiempo final:
  • 35. El juicio, allí donde demostrará la verdadera pureza de su corazón (ver Lucas 12,1 a 13,20). Ante Jesús, y ya a estas alturas de su camino de formación, cada discípulo debe abrir de par en par las puertas de su corazón. La frase inicial, “guárdense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía ” (12,1b), lleva a cada discípulos a dirigir su atención hacia su propia vida, porque una de las mayores tentaciones es pensar que los “hipócritas” son siempre los demás. La hipocresía (término griego que significa “comediante”, en sentido peyorativo) consiste en poner cara de santo sin serlo realmente, hacer las veces de quien está convertido pero está lejos de ello. Pues bien, hay que ejercer una seria vigilancia sobre la propia vida para que esto no se convierta en un principio de acción. La imagen de la “levadura” evoca la manera de “trabajar” la vida espiritual, es el conjunto de los esfuerzos con los que se le da consistencia a una vida según Dios. De ahí que el ideal es el de la mujer panadera que prepara un excelente pan fermentándolo íntegramente con la levadura del Reino (imagen que aparece justo en la conclusión de esta sección, en 13,20-21). Invitando entonces a la vigilancia sobre la propia vida (“Guárdense”) Jesús pasa revista de cuatro aspectos de la vida del discípulo, cuando está de cara a los demás. En cada uno de ellos se hace una contraposición:
  • 36. (1) lo que se dice en secreto / lo que se dice en público; (2) tener miedo / tener confianza; (3) confesar públicamente a Jesús / negar públicamente a Jesús; (4) hablar por cuenta propia ante el tribunal / hablar siguiendo la enseñanza del Espíritu. Como puede verse, el contexto es el de las persecuciones, esto es, el de las presiones externas del ambiente adverso para cambiar la opción de los discípulos. Las persecuciones por causa de la opción cristiana y de la tarea evangelizadora en el mundo son ya un “primer juicio” para el discípulo, ahí se ve la verdad de su corazón. El juicio en el último día está correlacionado con la actitud que tome ante sus “críticos” (jueces) en la tierra. Pero lo que suceda aquí no debe ser causa de temor, el verdadero temor debe ser ante el juicio de Dios. El pasaje de hoy se detiene en las dos primeras contraposiciones ya señaladas (vv.2-3 y 4-7), que con todo este marco ya podemos comenzar a profundizar. Para cultivar la semilla de la Palabra en la vida: 1. ¿Mi vida es coherente con mi opción cristiana?
  • 37. 2. ¿Cuál es la levadura que debe darle consistencia a mi vida? 3. ¿Lo que proclamo con mis palabras es la expresión viva y fiel de mi relación intensa, profunda y honesta con el Señor? 4. ¿Tengo miedo del juicio? ¿A qué le debo temer realmente? 5. ¿En qué se apoya mi confianza frente a las adversidades de esta vida? ¿Esta confianza me da la suficiente solidez para no hacer componendas ni tomar decisiones que –para protegerme- me apartan del Señor?
  • 38. Sábado 20 de Octubre Vigesimoctava semana del tiempo ordinario Lucas 12,8-12 “El Espíritu Santo les enseñará en aquel mismo momento lo que les conviene decir” 8 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Si uno se pone de mi parte delante de los hombres, también el Hijo del Hombre se pondrá de su parte delante de los ángeles de Dios; 9 pero el que me niegue delante de los hombres, será también negado él delante de los ángeles de Dios. 10 Para el que critique al Hijo del Hombre habrá perdón, pero no habrá perdón para el que calumnie al Espíritu Santo. 11 Cuando los lleven ante las sinagogas, los jueces y las autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir; 12 llegada la hora, el Espíritu Santo les enseñará lo que tengan que decir.» Ser amigo de Jesús implica ser fiel en el testimonio “Se puso a decir primeramente a sus discípulos ” (12,1a). Después del discurso contra los fariseos y rabinos (Lc 11,37-54; ver los evangelios del martes al jueves), Lucas nos reporta una instrucción sobre el justo comportamiento de los discípulos en el mundo. La vida de los discípulos está amenazada por muchos peligros externos (la persecución) e internos (la falta de firmeza interior). Por eso tienen que trabajar continuamente su vida interior: “ Guárdense de la levadura de los fariseos que es la hipocresía ” (12,1b). Esta “levadura de los fariseos” es la que fue denunciada en el discurso anterior: pretender una vida exterior correcta cuando por dentro se va en otra dirección.
  • 39. La hipocresía es contagiosa. La sabiduría de la vida enseña que a lo largo de la vida, la verdadera naturaleza de las personas no puede permanecer mucho tiempo escondida. Lo que consideramos nuestros grandes secretos, con el tiempo terminan manifestándose: “Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto ni oculto que no haya de saberse ” (12,2). Por eso no tiene sentido la hipocresía. Ahora bien, los discípulos –quienes son conocidos como los “ amigos de Jesús ”- muy pronto serán perseguidos. Pero no deben tener miedo de nada –ni de los enemigos ni del martirio- fuera de Dios, “No teman… teman más bien a… ” (12,4-5), porque él no los abandonará (ver 12,6-7). Sí, Dios no los abandonará a sus discípulos en la persecución. Esta convicción se remarca en el pasaje que leemos hoy: (1) el Padre creador los sostendrá así como vela por la vida de sus pajaritos (12,6-7); (2) el Hijo los respaldará a la hora del juicio final (12,8-9); (3) El Espíritu Santo los asistirá poniendo en sus labios las palabras que necesitan en el momento del interrogatorio ante el tribunal (12,11-12).
  • 40. La protección por parte de Dios a los discípulos está acompañado por la manera como él afronta a los perseguidores: • Quien ve en el Jesús terreno solamente a un hombre y en él ofende al “Hijo del hombre” (=Mesías), esto hasta se le puede perdonar: “A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará ” (12,10ª) Ver por ejemplo en el relato de la Pasión: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen ”; 23,34). • El problema grave es con aquél que se cierra definitivamente a la acción del Espíritu Santo que se manifiesta en Jesús y en los discípulos, éste estará perdido para siempre: “Al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ” (12,10b). Sólo hay un “pero”. Si Dios se compromete de esta forma con el discípulo perseguido, entonces se le exige también al discípulo firmeza para no echar atrás: Debe “declarar ” y no “negar ” que es amigo de Jesús (12,8-9). A través de la confesión de fe de los discípulos, el Espíritu Santo estará siempre dando testimonio de Jesús resucitado, exaltado por el Padre desde los abismos de la muerte, y conduciendo a todo hombre a la salvación. Es el Espíritu Santo quien le da a todos la posibilidad de la conversión y del perdón (ver Hch 2,32-41; 3,12-26 y 5,30-32). Miremos entonces la nueva consecuencia para el perseguidor:
  • 41. Precisamente porque es a través del anuncio apostólico sobre Jesús donde obra el Espíritu Santo, aquél que rechace el “testimonio” de los discípulos no podrá ser perdonado, porque despreció la posibilidad del perdón. Esta es la “blasfemia contra el Espíritu Santo ”, la cual lo convierte entonces en “adversario de Dios ” (como dice Hch 5,39). Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón 1. ¿Cuáles son las principales enseñanzas de Lc 12,1-12? ¿Cómo se conectan las diversas partes de esta preciosa cartilla de discipulado? 2. ¿Qué respaldo le ofrece Dios al evangelizador? ¿Hay una acción trinitaria en su favor? ¿Qué le espera al perseguidor? 3. ¿Qué se le exige al discípulo? ¿Cómo lo debe hacer? En Dios no temo “‘Bienaventurados los que están escritos en el libro de esta vida’. Mas tú, alma mía, si lo eres, ¿por qué estás triste y me conturbas? (ver Sal 41,12). Espera en Dios, que aún ahora le confesaré a El mis pecados y sus misericordias, y de todo junto haré cantar las alabanzas al Salvador mío. Podrá ser venga algún día, cuando le cante mi gloria (Sal 29,13), donde ya cesarán todos los miedos. Más entre tanto, en esperanza y silencio, será mi fortaleza (Is 30,15). Más quiero vivir y morir en pretender y esperar la vida eterna que poseer todas las criaturas y todos los bienes que se han de acabar.
  • 42. No me desampares, Señor, porque en ti espero no sea confundida mi esperanza; sírvate yo siempre y has de mi lo que quieras (Sal 30,1)” (Santa Teresa de Jesús)