La monarquía y la nobleza feudal se organizaron tras la caída del Imperio Carolingio, dividiendo Europa en reinos, condados y principados unidos por el cristianismo y la estructura feudal. Los monarcas gobernaban en nombre de Dios sobre sus territorios patrimoniales, mientras que los nobles ejercían como sus vasallos a cambio de tierras. La guerra era la principal actividad de los nobles y caballeros, que vivían de las rentas de sus campesinos siervos atados a la tierra.