Entre 1720 y 1780, la economía europea experimentó un período de prosperidad debido a nuevas fuentes de metales preciosos de América, mayor prosperidad agrícola e industrial, y el desarrollo de nuevos cultivos más productivos. El absolutismo monárquico alcanzó su mayor fuerza en Europa durante este siglo. La burguesía comenzó a oponerse a la monarquía absoluta y aspiró a alcanzar el poder político.