El documento argumenta que los maestros necesitan desarrollar dos competencias específicas: 1) el conocimiento didáctico del contenido matemático, especialmente el razonamiento algebraico elemental, y 2) la capacidad de reconocer este tipo de razonamiento en los materiales curriculares y en la resolución de problemas de los estudiantes. Esto les permitirá diseñar procesos de enseñanza efectivos y abordar posibles conflictos en el aprendizaje matemático de los estudiantes.