1. LA ESPERANZA ES LA RIQUEZA DEL CRISTIANO.
“Al anochecer deldía de la resurrección,estandocerradas las puertas de la
casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó
Jesús en medio de ellos y les dijo:“La paz sea con ustedes”.Dicho esto,les
mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se
llenaron de alegría.
De nuevo les dijo Jesús: “La paz sea con ustedes. Como el Padre me ha
enviado,asítambién los envío yo”.Después de decir esto sopló sobre ellos
y les dijo: “Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados,
les quedarán perdonados;y a los que no se los perdonen, les quedarán sin
perdonar”.
Tomás uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos
cuando vinoJesús,y los otros discípulos le decían:“Hemos visto alSeñor”.
Pero él les contestó:“Sino veo en sus manos la señal de los clavos y si no
meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su
costado, no creeré”.
Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y
Tomás estabacon ellos.Jesús se presentóde nuevo en medio de ellos y les
dijo: “La paz sea con ustedes”. Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis
manos;acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas
dudando, sino cree”. Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús
añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber
visto”.
Otras muchas señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus
discípulos, pero no están escritas en este libro. Se escribieron éstas para
que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que,
creyendo, tengan vida en su nombre”.
Para nuestra forma de pensar, el protagonista, o mejor dicho, el
antagonista de la escena evangélica es Santo Tomás, sin duda
alguien que ha sido conocido como el incrédulo, pero también le
agregaría el día de hoy,... alguien, al igual que los discípulos de
Emaús, aislado de la comunidad que no es capaz de confiar a la
primera en sus compañeros, en sus amigos, en la Comunidad
Apostólica, en lo que Pedro y los demás Apóstoles le dicen, en la
Iglesia, y lo peor de todo,... ¡en lo que Cristo les había prometido!
Su incredulidad surge de la negativa para recordar todo lo que el
2. Señor les había enseñado, pero sobre todo de una actitud reacia para
creerle a la comunidad de los creyentes, aquello que ellos han visto.
En realidad, no ha creído ni siquiera a su Maestro, mucho menos
creerá en los condiscípulos.
Cada uno de nosotros también hemos podido pasar, pasamos y/o
pasaremos, como Santo Tomás, por momentos en que no podemos
creer que la resurreccióny el contenido de la predicación cristiana sea
posible... Y nuestra negativa para aceptar el hecho que los otros
hayan visto, supondrá la máxima prueba que un hombre incrédulo
puede pedir.
Y aquí nos queda la constancia del hecho, como si fuera una muestra
de la situación de ánimo que viviremos en nuestros momentos de
incredulidad.
A Santo Tomás no le sirvió la prueba de los demás. Se puede estar en
nuestra vida Diez contra Uno, y aún así nos parecerá un argumento
mucho más importante nuestra negativa que aquello que los otros
Diez puedan afirmar.
Y,... Santo Tomás ha pasado en la historia del cristianismo como el
prototipo del incrédulo.
Y, no obstante, hay quien ha dicho que su incredulidad ha sido mucho
más valiosa que la fe de los demás.
Y es que, así como Santo Tomás, hay muchos que no le creemos a
San Pedro y a los otros apóstoles, aduciendo siempre nuestra
necesidad, y nuestro derecho, de tener los contactos tangibles y
existenciales para que nos podamos abrir a la fe.
La incredulidad será también la tentación de todo ser que viva su
existencia al margen o aislado de la comunidad. En realidad, no se
puede confiar en la resurrección desde la soledad y el aislamiento.
La resurrección solamente se ve, se conoce, se celebra y se vive
cuando se participa y se vive en comunión con los creyentes que
también viven y esperan lo mismo. Y,... ¡Eso es la Iglesia!
3. Y estas son también nuestras posibilidades: la soledad o la
comunidad, la fe o la incredulidad. Todos podemos optar: "O
incrustarnos en el seno de la familia, de la Iglesia, de nuestra
sociedad.O vivir incrédulos de lo que los demás nos quieren compartir
y así mantenernos aislados, viviendo, o por mejor decirlo, sufriendo la
más terrible de las soledades".
Lejos de la comunidad de creyentes, lejos de San Pedro y de los
demás Apóstoles, lejos del Papa y de los Obispos, lejos de la Iglesia,
se vive la incredulidad, y la incredulidad se convierte en soledad, y la
soledad acaba con la vida de las personas.
En lo personal, yo me resisto a creer que todos ellos, los grandes
hombres y mujeres de la Iglesia, de todos los tiempos y de todos los
pueblos, hayan errado al confiar en el Señor Jesús y en el anuncio de
vida y resurrección.
Yo me resisto a creer que todos aquellos que lo han dejado todo a lo
largo de la vida, que han renunciado a sí mismos, que han tomado la
cruz de Cristo, que han ofrecido su propia existencia, que han vivido la
caridad perfecta, y con ello la santidad, que han revolucionado su
tiempo y su espacio, lo hayan podido hacer al margen de su
comunidad, al margen de la Iglesia.
Los grandes reformadoresdelcristianismo no son los que se alejan de
la Iglesia sino aquellos que permaneciendo en el seno de la Iglesia
han dado su vida para perfeccionarla como la esposa de Cristo que
es. Lutero no ha sido el auténtico reformador del cristianismo, los
reformadores son los santos, como lo fue San Francisco de Asís,
Santa Teresade Ávila, San Carlos Borromeo, San Ignacio de Loyola y
otros muchos, por la gracia de Dios.
Pienso en el temperamental y apasionado San Pedro, en el Docto y
comprometido SanPablo; mi pensamiento se dirige hacia el coherente
San Juan Bautista o bien hacia el Místico Evangelista San Juan; por
un momento estoy pensando en el inquieto y empecinado San Agustín
de Hipona así como me voy encontrando con los eximios San Irineo
de Lyon, San Gregorio de Nisa, San Gregorio de Nacianso, San
Basileo, San Juan Crisóstomo, con San León Magno y con San
Atanasio.
4. Me imagino y espero gozar de la eternidad al lado del angelical San
Francisco de Asís, o junto al genio de santo Tomás de Aquino en la
eterna contemplación del hermoso rostro de Cristo. Pienso, por un
instante, en un honesto San Juan Bosco, en un servicial San Juan
Bautista de la Salle y en el incansable San Ignacio de Loyola.
Me imagino gozando de una vida infinitamente mayor que una visión
en éxtasis, al lado de Santa Teresa de Ávila, o de Santa Teresita del
niño Jesús. Pienso aunque sea por un solo momento en el compartir
una fe transformada en contemplación gloriosa al lado de la
mismísima Madre de Dios o del Señor San José. ¡Es la fe en
Jesucristo! ¡Es la fe de la Iglesia!
Me siento profundamente orgulloso de la Santa Madre Iglesia, a ésta
en la que hemos nacido y crecido y a la que le llamamos católica, y de
la cual todos los que hoy se enorgullecen de llamarse cristianos han
tenido como madre y de ella han recibido el alimento, de sus pechos
se han amamantado, aunque algunos después de haberse nutrido de
lo mejor de ella, al sentirse ya mayores han renunciado al hogar
materno, ¡y emigrando se han sentido adultos e independientes!
La polémica suscitada en torno al Pseudo-Evangelio de Judas
Iscariote hace poco tiempo nos debe llevar a pensar bien las cosas. Si
fuéramos realmente coherentes sabríamos que sin la Iglesia católica,
que ha sido siempre dócil al Espíritu de Dios, ellos no existirían como
cristianos ¿de dónde hubieran salido ellos y cuál verdad habrían
creído, si nuestra Iglesia no hubiera guardado celosamente y
predicado fielmente el depósito de la fe en Jesucristo? ¿Cuál
evangelio predicarían ellos si la Iglesia no lo hubiese conservado y
defendido? ¿Cuál Biblia llevarían bajo el brazo si la Iglesia católica no
hubiese guardado fielmente bajo la acción del Espíritu Santo los textos
sagrados, incluso hasta el ofrecimiento de la vida de muchos de sus
primeros hijos? ¿Cómo iban a bautizar en el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo, si los Papas San Celestino y San Dámaso no
hubiesen defendidoal lado de los Obispos San Atanasio de Alejandría
y San Paulino de Antioquía el símbolo de la fe que profesamos?
En lo personal, y con serios fundamentos; no con los argumentos de
apariciones de ángeles, sino con la doctrina que Cristo resucitado le
5. ha dado a Pedro y a los otros apóstoles, te quiero decir que le creo
más a la Iglesia del sucesor de San Pedro y de los sucesores de los
apóstoles que a quien viene a tocar la puerta y no es capaz de creer
aquello que creen San Pedro y sus sucesores,por el sólo hecho de no
haber metido la mano en su costado o no haber tocado sus llagas.
Cada vez que los contemplo me viene a la memoria aquella sentencia
y bienaventuranza expresada tan claramente por el Señor Jesús:
"Tomás, tu crees porque has visto, dichosos los que creen sin ver".
Pero bueno, ya hablaremos más adelante sobre los incrédulos, hoy es
el tiempo de hablar sobre la incredulidad.
¿Tú te acuerdas? Hemos hablado desde hace dos semanas de las
semanas en la vida: al iniciar la semana santa hablábamos de la
semana de la recreación. La semana pasada hablábamos de la
grandeza de la resurrección acontecida en el primer día de una nueva
semana que no ha terminado en la vida del cristiano.
Y, el día de hoy, surge de nueva cuenta la contabilidad de los días, y
la representación de la vida en la presentación de una semana.
Pero,... temo decirte que la semana de la que hablamos hoy resulta
triste el presentarla, puesto que más que vida nos trae muerte, más
que traer alegría nos sumerge en la tristeza, más que insertarnos en el
grupo de los creyentes nos mantiene en la soledad y al margen de la
comunidad,... no podemos hablar el mismo lenguaje, tampoco
entender el por qué de su despreocupación, de sus cantos, de sus
rezos, de sus celebraciones,... de las danzas y del abrazo, de su
buena cara y aspecto, de su sueño infantil, de la energía que tienen
para realizar sus arduas faenas y agotantes jornadas. Hoy, tenemos
que hablar con tristeza de la semana de la incredulidad.
Se trata de una semana que ha vivido, o mejor dicho, sobrevivido y
malvivido Tomás. Un Tomás que por su incredulidad le agregó otros
ocho días al Misterio de la Vida en su propia vida. ¡Fíjate!, cómo
Tomás no vivió tres días en la tristeza, sino que por su falta de fe,
transformó los tres días del sepulcro en once días de oscuridad.
¿Sabes? Guardo con mucho cariño aquel póster que encontré en la
Parroquia de San Juan Bosco cuando llegué como vicario parroquial
6. aquel jueves 03 de Septiembre de 1992. En la oficina que ocupé
estaba colgado en la pared aquel impreso que tenía un joven pidiendo
limosna con una taza despostillada en la mano, su vestidura rota y
sucia, y su porte lamentable provocaba lástima. En el calce del mismo
se encontraba una leyenda igualmente triste: "Ayúdame que mis días
son más oscuros que tus noches".
A tí te toca optar, o por la comunidad o por la individualidad y el
aislamiento. O por lo que San Pedro y el Colegio Apostólico testifican
o por tus incredulidades. Será difícil, no puedo decir "imposible", que
hoy sigas reclamando meter tus dedos en las llagas y tu mano en el
costado. Es difícil no puedo decir "imposible".
Pero recuerda que en el incrédulo exactamente esto sucede:se pierde
el sentido de la realidad, de lo que hacemos y la razón de la
existencia.
PASAR DE LA NOCHE AL DÍA.
“Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la
casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó
Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz sea con ustedes”. Dicho esto, les
mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se
llenaron de alegría.
¡Que distintas se miran las cosas de esta vida cuando en el corazón se posee la
flama de la esperanza! Y no es que la vida sea distinta,... los que son
distintos son aquellos que poseen en el cofre de la existencia el tesoro
de la fe.
La bóveda celeste se ha tornado en una oscura caverna mientras que
el cristiano puede emerger victorioso de la fosa fatal. Es de noche en
el cielo uránico, pero es de día en el corazón de la Iglesia, y de
aquellos que crean por la predicación de la Iglesia.
La invitación de este domingo no es otra, sino el que permanezcamos
estrechamente unidos como familia de Dios, como cuerpo de Cristo,
como edificación construída en Cristo, la piedra angular y sobre el
7. cimiento de las doce columnas de los apóstoles delCordero.Será esto
lo que nos ayude en los momentos de adversidad.
Muchas personas hemos llegado a pensar que el acercarnos a Dios
nos hace inmunes a las dificultades. Y se encuentran en un error.
Aún los mismos sacerdotes y las personas consagradas tenemos que
enfrentar en algún momento de la vida, la muerte de un ser querido, la
enfermedad que nos postra en el lecho, la soledad, la injusticia, la
persecución. El que alguien entre a un grupo apostólico o vaya a una
experiencia de retiro, no le aleja de los problemas, no le vacuna contra
las dificultades,no le aisla de la incomprensión,del posible desempleo
y de cualquier tipo de situaciones difíciles en la familia.
La vida no cambia en la cercanía con Dios,quienes cambiamos somos
nosotros y ésto es lo que nos capacita para vivir la existencia de una
forma distinta. La muerte no es el final para nosotros; la enfermedad y
el dolorhan adquirido matices salvíficos; en las dificultades es cuando
surge el brillo de la fe y la esperanza.
El cristiano ha comprendido que Dios no quiere el dolor, ni la muerte,
ni la enfermedad, ni la soledad, ni el abandono y tanto es que no lo
quiere, que precisamente lo que mismo que nos hace sufrir a nosotros,
fue lo que hizo sufrir a Cristo en el camino de la cruz y en el Calvario.
El cristiano ha comprendido ahora, que no debemos ponerle un signo
de interrogación a aquellas situaciones de la vida en donde Dios le ha
puesto un punto final.
El que Dios se haya subido a nuestra barca nunca será señal de una
travesía tranquila, sino una señal de que a pesar de las adversidades
podremos arribar felizmente al puerto.
¿Sábes? El pensador inglés John Thelwall, del siglo XIX, consideraba
´injusto influir en la mente de un niño inculpándole opiniones antes que haya
llegado a la edad delraciocinio paraque pueda escoger por sí mismo´. Ante lo
anterior Samuel Taylor Coleridge, amigo de John Thelwall, nos narra una
esclarecedoraanécdota en el libro TABLE TALK, con fecha del 27 de
julio de 1830: “Mostré a John Thelwall mi jardín, y le dije que era mi jardín
botánico.¿Cómo –preguntó-, si está cubierto de malezas?” “Oh –repliqué-, es
porque todavía no hanllegadoa la edad del raciocinio y la elección. Como ves,
8. las malezasse han tomado la libertadde crecer,y me pareció injusto inculcar al
suelo prejuicios a favor de las rosas y de las fresas.”
Hablando sobre el tema de la fe, y de la formación en la fe. ¿Sábes?
En la actualidad muchos padres de familia están sumamente
preocupados del crecimiento físico de sus hijos, lo mismo que del
crecimiento intelectual, y... ¡qué bueno que lo hagan!, pero les falta
una verdadera preocupación por su crecimiento espiritual.
Es conocido de todos,que cuando los hijos tienen algunos logros en el
aspecto físico el padre de familia se siente orgulloso. A los padres
nunca les ha molestado, el que sus hijos experimenten su desarrollo
biológico, todo lo contrario, ésto les provoca complacencia, y hasta
presunción.
De la misma manera, cuando los hijos tienen algunos logros
académicos los padres se sienten realizados. Podríamos decir,que los
logros de los hijos son también logros de los padres. Hoy los padres
se preocupan, con toda la razón del mundo, de la educación básica y
profesional de sus vástagos. Ellos quieren que estudien otra lengua
extranjera, que se inicien desde muy niños en el mundo de la
cibernética.
Todo lo anterior me parece valioso,... pero me preocupa y debiera
preocuparnos el que no exista la misma preocupación por la
educaciónreligiosa. Un hijo podrá pasarse hasta 17 o más años en las
aulas antes del ejercicio de su vida profesional, y en lo religioso,... los
papás hasta se molestan, y reclaman, y le llegan a llamar a la Iglesia
burocrática, por el simple hecho de que en algunas ocasiones, se les
pida un mínimo año de catequesis. Y así es ésta historia,... somos
tantos y tantos los que nos hemos quedado en la infancia de la fe.
Recuerda que la fe tendrá sus pruebas que le fortalezcan: una fe sin
crisis es una fe infantil, una fe en crisis podríamos llamarle que es una fe
adolescente;perouna fe a pesar de nuestras crisis es realmente una fe adulta.
Y esta es nuestra propia vida, la de aquellos que se han quedado
pobres del alma, aún cuando rebosen sus bolsillos. ¿Te acuerdas de
aquel triste lamento convertido en aquel tristemente bello poema de
Gloria Fuertes titulado otros pobres?
9. Hoy me entristecen otros pobres.
Me dan pena los mendigos,
los mendigos de letras,
los mendigos de duda,
los mendigos de ciencia,
esos sí que me dan pena.
Los que no tienen nada
duermen a pierna suelta,
en un banco, en el puente,
beben en la taberna,
dicen: "¡Dios se lo pague!",
se rascan una pierna,
se comen un tomate
y piensan que son profetas.
Mendigo es el que dice:
¿Y si Dios no existiera?
¿Y tús hijos no estarán muriéndose en la más lamentable mendicidad?
Hay quien todavía piensa que la fe es solamente un peso que se debe
soportar, y la verdad es que no puedo estar de acuerdo con ello.
¡Bueno! Les doy un margen de razón, para no caer en la intolerancia
del pensamiento. Nuestra fe es un peso si tú lo quieres ver así, pero
acepta que también se tranforma en un alivio.
Sentimos la fe como un peso cuando nos fijamos sólo en sus
exigencias. Pero se transformará en el mejor de los alivios cuando con
su luz iluminemos todos esos problemas que suele tener nuestra vida
y se encargue de llenar de esperanza el corazón. Pidámosle a Dios
que nos deje sentir la eficacia de su presencia en nuestras vidas.
Hace algunos años,... muchos años tendría que decir,... le hicieron
una entrevista a Don Andrés Henestrosa y entre tantas preguntas que
le hicieron le cuestionaron sobre su vida religiosa. Le preguntaron
concretamente si creía en Dios, y entonces vino aquella afirmación de
Don Andrés: "Sabes: Yo soy ateo de día y,... piadoso creyente de noche”.
10. ¡Oye!¿Y tú familia no estará sumergida en la más terrible de las
oscuridades? No pierdas de vista la labor profética que realizamos
cada uno de los bautizados,... tambien los padres de familia.
Te quiero compartir que en lo personal disfruto de una forma muy
especial de todos esos ritos de la Iglesia que se encuentran insertos
en las Celebraciones de los Sacramentos. Uno de esos momentos se
realiza en la celebración de un Bautismo, en el que la Pascua nos ha
hecho vivir.
La Santa Madre Iglesia pide que alguien de la familia encienda el cirio
bautismal del niño que se bautiza, de preferencia el papá que sea él,
con el Cirio Pascual encendido solemnemente del fuego nuevo en la
Madre de todas las liturgias, aquella que celebramos hace una
semana, en la Vigilia Pascual, la fiesta del Resucitado.
Y lo que enfatiza la Iglesia con este gesto es por demás interesante:
“El padre biológico,aquel que se ha preocupado de engendrar para la fe debe
recordar que la educación en la fe cristiana de sus hijos no es tan sóloun deber
materno sino que también le corresponderá al padre de familia educar con
palabras y obras a sus hijos en la fe cristiana, aquel que se ha de encargar de
cuidar la vida física de los hijos deberá preocuparse de cuidar la vida espiritual”.
Ojala que comprendiéramos que cualquier momento en la vida recibe
su consistencia y su significado verdadero en la medida en que
estamos unidos a Cristo, en la medida de que tengamos fe. Aún la
tristeza, la soledad, el dolor, el abandono, los cansancios, las
desilusiones y la mismísima enfermedad...
¿La enfermedad? ¡Claro, que la enfermedad! Recuerdo en este
momento una afirmación categórica del médico Herbert Benson,
profesor adjunto de medicina de la Universidad de Harvard y autor del
libro: “Curación milenaria: poder y biología de la fe”. Afirma el catedrático:
“La medicina modernaes como un banco de tres patas.Los medicamentos y la
cirugía son dos de esas patas; la tercera es lo que la gente hace por sí misma:
se trata de la fe en Dios y la oración”.
Para Profundizar:
¿Y tú ya pasaste de la noche al día?
¿Y a tus hijos ya les entregaste la lámpara de la fe?
11. RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS...
Tomás uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos
cuando vinoJesús,y los otros discípulos le decían:“Hemos visto alSeñor”.
Pero él les contestó:“Sino veo en sus manos la señal de los clavos y si no
meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su
costado, no creeré”.
¡Felices Pascuas de Resurrección!
Escribía un bellísimo soneto, Don Francisco de Quevedo, sobre una
nueva comprensión cristiana de la muerte a la luz de la resurrección:
Ya formidable y espantosa suena
Dentro del corazón el postrer día,
Y la última hora, negra y fría,
Se acerca, de temor y sombras llena.
Si agradable descanso, paz serena,
La muerte en traje de dolor envía,
Señas de su desdén de cortesía:
Más tiene de caricia que de pena.
¿Qué pretende el temor desacordado
de la que a rescatar piadosa viene
espíritu de miserias añudado?
Llegue rogada, pues mi bien previene;
Halleme agradecido, no asustado;
Mi vida acabe y mi vivir ordene.
Hablemos sobre la eternidad como nuestro destino pero sin dejar de
hablar sobre el tiempo que es nuestro camino.
Decía Antonio Machado que El hombre es el único animal que usa
relojes y le definía como el homo temporales, se trata de una clara
consciencia de nuestra temporalidad como un fluir de la vida. Por su
parte, José María Cabo de Villa en concordancia con lo anterior nos
recordará: Todas las horas hieren, pero la última mata.
12. Efectivamente el tiempo todo lo desgasta: oxida las armas, despinta
las banderas, hace ridículo los vestidos, arruga los rostros, consume
los plazos de las pólizas, pone un límite temporal al solemne
compromiso del amor humano y constituye un desafío a las promesas
humanas.
Y es el tiempo el que sin la conciencia de la eternidad nos hace
ingresar a un misterio que se convierte en nuestra definición: la muerte
ese misterio por el cual los hombres somos definidos como: mortales.
Algunos solemos tratar de una forma ligera este misterio que es de
suma importancia para el hombre, pero sin darle una respuesta.
La muerte, dicen, es una exigencia de la vida. Para que la vida se
diversifique, progrese, las generaciones han de sucederse.
El escultorFrançois Barois por ejemplo,estando bien de salud, afirma:
“¿Por qué temer a la muerte? ¿Es diferente de la vida? Nuestra existencia sólo
es un constante paso de un estado a otro: la muerte sólo es una nueva
transformación.¿Por qué temerla? ¿Qué hay de temible en dejar de ser ese todo
momentáneamente estructurado – que somos? ¿Cómo se puede temer una
restitución de nuestros elementos a un medio inorgánico,dadoque es al mismo
tiempo una vuelta segura a la inconsciencia?
¿Para mí, desde que he comprendido la nada que me espera, el problema de la
muerte no existe. Hasta... disfruto... pensando que mi personalidad no es
duradera... y la certeza de que mi vida es limitada... aumenta especialmente el
placer que experimento...”.
Años después, consumido por la tuberculosis, volvió a leer lo que
había escrito. “Dejó caer el libro sobre sus rodillas. Abrumado por lo que se
había atrevido a escribir, antes, sin saber...”.
Al dejar de visualizar la eternidad se pierden las razones para vivir, y el
perder las razones para vivir, es estar ya muerto. Esos pensadores se
matan inmediatamente para no afrontar la incertidumbre y la angustia
de una pregunta desgarradora e ineluctable.
13. Si un día la tierra será aniquilada, ¿por qué seguir actuando, sufriendo,
procreando? Todo da igual, si todo es inútil. Todo es insensato, si no
hay dirección, meta, utilidad.
Releamos como contraste estas saludables líneas de Theilhard de
Chardin:“... no vale la pena sacrificarsecuando ningúninterés superior está en
juego. Un universo que continuará obrando laboriosamente en la espera
consciente de la muerte absoluta, sería un mundo estúpido, un monstruo del
Espíritu, por no decir una quimera”.
Y es aquí en donde sobreviene la grandeza de nuestra fiesta del día
de hoy. Tenemos que reconocer en la Resurrección de Jesucristo
aquella respuesta necesaria en nuestra vida.
¿Sabes? En el año 2005 la opinión universal deliberó acerca de la
posibilidad de que los médicos decidieran la vida de Theresa Marie
Schiavo, conocida como Terry Schiavo, aquella joven esposa atada a un
respirador artificial, y a quien se le aplicó la sinrazón de la Eutanasia.
En ese año recuperé un artículo que leí y que fue publicado el 31 de
Octubre de 1997 en el Wall Street Journal y que sorprendió a muchos
progresistas escrito por Gary Eisler titulado: “QUE LA MUERTE LLEGUE A
SU TIEMPO”, en el cual narra su oposición a la eutanasia.
Presenta la historia de la enfermedad de su esposa Bonnie, la cual, en mayo de
1987, cuando apenas tenían 15 años de casados, le detectaron un cáncer de
mama y que en noviembre de 1995 se complicó con un cáncer cerebral.
Recuerda la alegría que ella tuvo en ese mesde noviembre por el primer nieto y
cómo el 24 de diciembre después de estar alegremente contemplando a sus
hijos abrir sus regalos navideños, ella entró en coma. En año nuevo abrió los
ojos, habló y comió. Entonces se pasaron la noche platicando Gary y Bonnie
acerca de sus 25 años,se pidieron perdón y se dijeron las últimas palabras de
amor. Gary narra que las últimas horas que pasaron juntos fueron las más
íntimas y preciosas de su matrimonio. Ella murió el primero de enero de 1996.
Ese año 1996 a Gary le llamó poderosamente la atención el que el estado de
Oregon promulgara la ley de Suicidio con Asistencia Médica en el caso de las
enfermedades incurables. Él se preguntaba: ¿Qué hubiera hecho su esposa si
hubiera tenido esa otra alternativa?
14. Un año después,en 1997 Gary recibió otra noticia: el padecimiento de él de un
cáncer en el sistema linfático,tumor canceroso en los ganglios. Se preguntaba
ahora siél quería pedir la asistencia en la muerte y al recordar las últimas horas
con su esposa, tenía algo en claro.
La “razón” y la “compasión” hubieran dictadoque la vida de Bonnie se hubiera
segado varias semanas antes. Pero todos, hasta ella hubieran resultado
empobrecidos. Los últimos días con ella fueron los más bellos, perfectos,
definitivos.
Ahora que le toca a él y que puede decidir,prefiere que la enfermedad le venza.
Aún cuando siente que los buitres le están rondando (doctores, amigos,
familiares, el público), prefiere esperar a que la muerte llegue a su tiempo. No
vaya a ser que él mismo se haya perdidode algo importante, lo mismo que sus
amigos, familiares, médicos y público que le está leyendo.
Para los cristianos la muerte no es un camino cortado sino una meta
alcanzada.
La Pascua de la Vida Eterna la debemos contemplar como la
primavera que llega después de los largos inviernos de la enfermedad,
del dolor, de la soledad, de la dependencia que provoca nuestra
enfermedad.
Dios, el día de hoy, nos está invitando a distinguir entre lo perecedero
y lo eterno, entre lo secundario y lo primario, entre lo sustancial y lo
accidental, entre lo efímeroy lo vital. Para nosotros algo termina y algo
empieza.
Estamos orientados hacia el porvenir. Un “futuro sin porvenir” es un
contrasentido, una especie de condena al sinsentido.
Cuando el telón de mi vida se cierre, me quitaré el maquillaje, me
quitaré el disfraz, le entregaré mi papel al autor, y mientras los
espectadores quizá siguen aplaudiendo, Dios no buscará
condecoraciones sino que buscará cicatrices en mis manos.
El único paso autorizado para la Vida eterna es el compromiso
personal y el de la decisión de tomar en serio las exigencias del
Evangelio, sin intentar astutamente reducir el cociente de dificultades.
15. La entrada no es cuestión de membresías ni de inscripciones,sino que
es un asunto de amor.
La vida terrena se prolonga en la vida celestial, la vida temporal
aparece como antesala de la vida eterna. La vida terrena no se
prolonga al negar la vida de ultratumba sino que se encoge
miserablemente.
Las conclusiones de una reflexión sobre la eternidad no nos llevan a
una tranquilidad adormecedora como nos acusaba Ludwig Andres von
Feuerbach, sino que no lleva a una incesante vigilancia.
El más allá pone los cimientos de las relaciones del más acá.
El hombre no es un ser para la muerte sino un peregrino en busca de
la luz, de un nuevo horizonte.
La muerte no debe ser comparada con la inmensa mar irreversible
sino con un arroyo poco profundo que nos ayuda a cruzar la frontera
para la vida.
Un mundo abandonado por el amor habrá de asumirse en la muerte...
Donde persiste el amor, donde triunfa de cuanto quiera degradarlo, la
muerte acaba definitivamente vencida.
Aquel a quien el amor no toca, camina en la oscuridad. El que no ama
camina en las tinieblas nos dice el Evangelio.
El misterio de la muerte se esclarece por el misterio del amor: A la
muerte del ser amado, la única actitud verdaderamente espiritual es,
en consecuencia,la de la fe y la oración. Sin embargo se nos presenta
una fe en una realidad totalmente nueva: esperamos una
transfiguración no una reproducción.
La vida eterna no es simplemente una prolongación, después de la
muerte, de la existencia terrena, sino un estado de glorificación del
que Cristo nos participa, gracias a su resurrección de entre los
muertos.
Para profundizar:
16. ¿Todavía no asimilas alguna separación de alguien?
¿Crees y Esperas en la Resurrección de los Muertos? ¿Crees y
Esperas en la Vida Eterna? ¿Entonces?
LA AUREOLA DE LA SANTIDAD.
Ocho días después,estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás
estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La
paz sea con ustedes”.Luegole dijo a Tomás:“Aquíestán mis manos; acerca tu
dedo.Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”.
Tomás le respondió:“¡Señor mío y Dios mío!” Jesús añadió: “Tú crees porque
me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”.
¡Felices pascuas de resurrección!
¿Sabías tú que Napoléon Bonaparte cuando iba a emprendersus
célebres batallas de Marengo, Ulm, Ratisbona y de Austerlitz
arengaba a su ejército reunido diciéndoles que todo soldado portaba
en su mochila el bastón de mariscal? Este era uno de sus mecanismos
motivadores y con ello obteníaque aquellos jóvenes se lanzaran
valerosamente para vencer al enemigo.
Ojalá comprendiéramosque todo cristiano trae en su corazón la
aureola de la santidad, que todo cristiano posee en la mochila del
tiempo la semilla de la eternidad, que todo cristiano lleva en el
vehículo del tiempo el pasaje a la gloria y la felicidad.
En la realidad, pasaremos a la amplitud del Reino, en la medida que
vivamos la estrechez de vida consecuente de una amplitud del
corazón. Nuestros horizontes se ensancharán si el corazón se dilata
pasando por la puerta estrecha de la verdadera vida cristiana. La
“estrechez” de lasolidaridad, fraternidad y servicio al hermano frente al
egoísmo;controly dominio del consumismo frente a la idolatría del
dinero...
Asimilemos,en fin, el programa de santidad que Cristo expuso en el
discurso del Monte, cuya obertura son las bienaventuranzas y que se
centra, motiva y fundamenta en la santidad misma de Dios a quien
servimos y en nuestra esperanza de obtener la eternidad viviendo
coherentemente y sin egoísmos nuestro presente.
17. Y es que tenemos que recordar que los grandes imperios,sus
fastuosos palacios,y sus monumentales edificios,han quedado bajo el
olvido de los caminos ignorados.Se ha convertido en labor de los
arqueólogos,el buscar los vestigios para reconstruir los segmentos de
la historia. Los libros se ocupan de ellos. En los museos,si bien les ha
ido, se encuentra parte de sus construcciones.Bajo la misma tierra
que ahora estamos pisando se encuentran los restos de aquellos que
gobernaron en el pasado: Ramsés,Nabucodonosor,Nebuzaradán,
Ciro, Darío, Jerjes,Artajerjes, Filipo, Alejandro Magno, Ptolomeo,
Seleuco,Antioco IV Epífanes,Marco Antonio, Pompeyo,Herodes,
Pilato, Nerón, Constantino, Atila, Dioclesiano,Teodosio,Timurlan,
Pipino, Carlomagno, Salamino, Tlacaelel, Tizoc, Cuitláhuac,
Tezozomoc,Nezahualcoyotl, Luis XVI, Carlos III,Napoleón, Don
Porfirio, Mussolini, Hitler...
Reyes y guerreros de éste mundo, así sus cuerpos como sus imperios
se encuentran bajo la profundidad de la tierra. Incluso muchos de sus
restos mortales yacen en el anonimato del olvido, y ni siquiera
sabemos en donde están enterrados. El polvo ha retornado al polvo...
Y sin embargo,mientras ellos vivían pensaron que sus Reinos nunca
terminarían, que serían eternos y algunos hasta “sacros”se hicieron
llamar. No faltó aquel EmperadorRomano llamado Octaviano, quien
en el año 27 antes de Cristo, asumió el título de “augustus”,afirmando
de este modo con claridad que era él el único y exclusivo depositario
de todos los auspicios,frente a cualquier sorpresadesagradable.Y
llegó un día en el que aquel jactancioso “augustus” se convirtió en un
tremendo “angustus”.
Ellos fueron víctimas de las tentaciones de todos los tiempos y de
todos los hombres.
En la realidad, todo en esta vida es transitorio, efímero e inconstante.
Hay bajo el sol, un tiempo para cada cosa y para cada persona.
Solamente Dios es para siempre y está sobre todo.
Todo lo anteriormente referido pudiera apuntar nuestro pensamiento
hacia el absurdo,esto en el caso de que no fuera iluminado con la
resurrecciónde Cristo, el Hijo eterno del Padre.
18. De esta manera, si la encarnación redentora del Hijo Eterno del Padre,
decididaen el plan divino desde toda la eternidad, nos ofrece a los
hombres la garantía de que no existe nada de ingrato o injusto en la
misma existencia humana. Sin embargo, será la muerte de Jesucristo
y su resurrecciónaquello que nos ofrezca el testimonio de que la
existencia humana es buena, y de que todo en ella tiene un sentido.
Aquel del cual Herodes no pudo evitar en su nacimiento, Anás y Caifás
no podrán evitar en su resurrección.
El acontecimiento de la Pascua de Jesucristo nos muestra cómo la
vida y la muerte también se encuadran en el plan divino de la
salvación, y cómo Dios sabe obtenerbien del mal.
Si la Encarnación del Divino Verbo,por obra y gracia del Espíritu
Santo, en el vientre inmaculado de la Virgen María, ha sido la entrada
de Dios en la historia; entonces la muerte y la resurreccióndel Hijo de
Dios hecho hombre es la entrada del hombre a la metahistoria, es
decir, es nuestro ingreso a la eternidad.
Es en Cristo en donde hemos comprendidoque la muerte no es el
término del existir sino que se convierte en el paso, el tránsito, la
entrada y la liberación. La muerte es la salida de una condicióny de un
estado llamémosle esclavizante, para poderingresar a una situación
de plenitud y de victoria.
El hombre durante su vida, mientras poseaun respiro y tenga un
resquicio de tiempo,podrá elegir libremente entre la vida o la muerte
(Mt 25,31-46).
Es por lo anterior, que la muerte será vista por nuestros hermanos los
Santos de una forma distinta a la que la contemplan aquellos que no
tienen fe. Algunos le llaman la hermana, otros le llaman la amiga, o
bien el final de la espera, le refierencomo la salida del hotel de
segunda o el abandono de esa pieza de hospital en donde se
extrañará a aquellos que nos atendieron, pero que ellos mismos
deberíanalegrarse de que hayamos dejado esa condición...La muerte
ya no es vista como enemiga.
19. Démonos cuenta de cómo la Resurrecciónde Jesucristo se ha
convertido en la medicina que cura absolutamente todos nuestros
males.
Resucitar no es revivir como lo proponíaPlatón y, como lo proponen
muchos otros después de él, algunos aún hoy en nuestros días, que
andan tocando nuestras puertas, para cumplir con el legalismo de sus
setenta horas de apostolado,nuevas tradiciones que anulan la Palabra
de Dios, puesto que ni siquiera son cristianos, aunque ellos no lo
acepten. ¡Exacto!, me refiero a los que consideran que al cielo
solamente irán 144 mil.
Para los cristianos la Resurrecciónes una “transformacióngloriosa”,
cosa que no sucede con el sólo hecho de volver a esta vida. La
resurrecciónno es un hecho obvio a la razón, sino algo inaudito y
definitivo, una realidad sobrenatural. La Resurrecciónes el dominio
sobre la muerte, se trata de una palabra que aclara una vida
desconocida.
La fe cristiana en la Resurrecciónno se basa solamente en el destino
humano sino principalmente en la promesacristiana. La Resurrección
que esperamos es un futuro para los creyentes en Cristo, no es la
meta final de la humanidad.
Nosotros los cristianos esperamos un futuro totalmente nuevo, no la
reiteración del presente terreno, aunque sea transformado.Nosotros
no esperamos elretorno a un pasado original sino el acceso a la
eternidad, porque Cristo así nos lo ha dicho.
Al hablar, en torno a las realidades que están más allá de la
conclusiónde nuestros signos vital-temporales, debemos ser
conscientes de que los cristianos no creemos ni en reciclajes ni en
reencarnaciones,sino en una transformación gloriosa a imagen de
Cristo.
En este sentido me agrada la apreciación que sobre este tema hace el
padre Louis Evely cuando afirma: “Nosotros los cristianos no creemos
en una vida futura sino en la vida eterna, que es algo muy diferente.
Porque si es eterna, es porque ya ha comenzado”.No obstante,
difiriendo un poco del Padre Evely, te quisiera decir esta tarde, que la
20. vida verdadera es eterna y es futura: es eterna porque se inició
cuando se nos comunicó la vida sobrenatural en nuestro bautismo, y
es futura porque superará lo que en este mal espejo estamos viendo.
La superioridad de Cristo, de su naturaleza, de su obrar y de sus
promesas,sobre cualquier instancia espacio-temporalla ha
manifestado,predicado y testimoniado con la misma sangre, nuestra
fe cristiana, desde elprimer momento en que fue contemplado su
rostro resucitado.