1. ISQUIOTIBIALES: Mecanismos de Lesión,
Factores de Riesgo e Implementación de
Programas Preventivos
Stefano Benítez · 12 Septiembre, 2014
El grupo muscular de los isquiotibiales se compone de cuatro vientres musculares, el semitendinoso
(ST), semimembranoso (SM) y la cabeza larga y corta del bíceps femoral (BFL y BFS,
respectivamente). Estos músculos son también frecuentemente clasificados como zona medial de
los isquiotibiales (ST y SM) y zona lateral (BF), en base a su función rotacional sobre la tibia,
interviniendo como extensores de la cadera y flexores de la rodilla. En función del número de
articulaciones sobre las que actúan, también se pueden clasificar en biarticulares (ST, SM y BFL) o
monoarticulares (BFS) (41).
2. Las lesiones por roturas de los isquiotibiales, son las lesiones por no contacto más frecuentes en
deportes de equipo (campo grande) como el fútbol(19), fútbol australiano (26,27), fútbol americano
(22) o rugby(11) entre otros. En deportes como el fútbol australiano son los responsables del 13-
15% (46), 12-14% en fútbol (19) y 15% en rugby unión (9,10) de todas las lesiones. Además, las
roturas de los isquiotibiales son la causa más grande de pérdida de minutos de competición en
fútbol Australiano (27), y el tipo de lesión predominante en fútbol, responsable de un prolongado
periodo de ausencia (>28 días) en entrenamientos y competición (19). También manifiestan una
elevada tasa de lesiones recurrentes, correspondiendo al 27% de la totalidad de las lesiones en
fútbol australiano, al 32% de las lesiones en fútbol americano (34), al 21% en rugby union(11) y al
16% en fútbol (18). Este valor está tendiendo a reducirse gracias a una aproximación más
conservadora en el retorno a la competición,
Mientras que un golpeo, un placaje, un cambio brusco de dirección o un estiramiento excesivo
puede resultar en una rotura de isquiotibiales, la carrera se considera el primer mecanismo lesivo
(>60% de las roturas, Figura 1) para este grupo muscular en deportes como el fútbol (62) o el rugby
(11). Un estudio reciente muestra que dos tercios de esas roturas musculares ocurrieron durante
carreras a altas velocidades (44). Estas lesiones son caracterizadas por un dolor agudo en la parte
posterior del muslo provocando una interrupción/ruptura en las fibras musculares de esta
3. musculatura (60). El rango de gravedad en este tipo de lesión va desde un desgarro menor con algo
de pérdida de la función (grado I), hasta una ruptura completa del músculo con una total pérdida de
la función (grado III) (6). El bíceps femoral es el músculo de los tres que más se lesiona (36,59,62),
precisamente la unión músculo - tendinosa y las fibras musculares adyacentes son los lugares más
comunes de las roturas (36). Un estudio interesante sobre lesiones de los isquiotibiales en fútbol,
informó que las roturas del bíceps femoral estarían en torno al 53% de la totalidad, las del
semitendinoso alrededor del 16%, las del semimembranoso el 13% y el 18-19% restante
correspondería a lesiones no especificadas o de las cuales no se tuvo información (62).
Figura 1. Roturas de los isquiotibiales por mecanismos de no contacto. Tomado de Woods (62).
Estudios sobre biomecánica de la carrera han encontrado que los isquiotibiales están activos durante
todo el ciclo de la carrera con picos de activación en la fase final del recobro, donde estos músculos
son requeridos a contraerse con fuerza mientras existe un alargamiento para desacelerar la rodilla
extendida (con la cadera flexionada), siendo también en esta fase donde alcanzan su máxima
longitud (56,57). De los 3 músculos, el BFL se somete a un gran estiramiento durante la fase final
del recobro alcanzado casi el 110% de la longitud que tiene en posición recto vertical, mientras que
el SM y ST alcanzan hasta un 107.5% y 108.2%, respectivamente (57). En contraste, el torque
máximo para la extensión de cadera y flexión de rodilla se encuentra durante el contacto con el
suelo (39), donde los isquiotibiales actúan principalmente de manera concéntrica para extender la
cadera, aunque se ha reflejado que también ocurre una contracción excéntrica de esta musculatura
durante la fase última de apoyo, justo antes de perder el contacto con la superficie mientras se está
esprintando (66). Esta presencia de una fuerte contracción excéntrica durante las fases de apoyo
(66) y de recobro (56,57,66), probablemente contribuya a las altas tasas de roturas en estos
músculos durante máximas velocidades de carrera. La fase final del recobro está considerada como
la más peligrosa, donde la unidad músculo – tendinosa se encuentra durante el ciclo de la carrera a
su mayor longitud, y la musculatura está más fuertemente activada (56,57,66). Durante la
4. deceleración en la extensión de la rodilla, existe un rápido e intenso cambio de una máxima
contracción excéntrica a una concéntrica, siendo este momento donde los isquiotibilales son más
vulnerables a lesionarse (1,60). La fase de apoyo es el otro posible periodo de susceptibilidad para
que se produzca una rotura, debido al torque producido por la gran extensión de la cadera y la
flexión de la rodilla, aunque se implican longitudes de isquiotibiales más cortas comparadas con la
fase final del recobro (56,57,66).
Diversas investigaciones han sugerido que lesiones por roturas musculares in vivo son asociadas a
una alta fuerza en contracciones excéntricas (56,66), provocando que las demandas de alargamiento
a las que se somete el músculo, excedan los límites mecánicos del tejido (16). Queda por ver si
tanto la alta fuerza excéntrica, como la alta distensión muscular son condiciones necesarias para una
rotura muscular, o si cada una por sí mismo es suficiente para que se produzca esta lesión. Lo que
parece obvio es que es necesaria la condición de que exista una contracción excéntrica durante la
carrera, ya que en deportes más concéntricos como el ciclismo o la natación, existe una escasez o
carencia de este tipo de lesiones. También tenemos que tener en cuenta que la acumulación de un
microscópico daño muscular, puede dejar al tejido muscular en un estado más vulnerable y
susceptible a poder sufrir una lesión (43).
En la mayoría de los casos este tipo de lesión provoca durante un tiempo considerable una
inhabilitación del jugador para participar en entrenamientos y partidos, que tiene como resultado
unos importantes costes económicos para los clubs (62), además de no poder contar con el jugador
lesionado con lo que esto puede conllevar de cara al rendimiento del equipo en la competición.
Datos epidemiológicos obtenidos en fútbol australiano, rugby union y fútbol a lo largo de varios
años, indican que el número de lesiones en los isquiotibiales no se ha disminuido en la última
década (43), en contraposición con otro tipo de lesiones como esguinces de tobillo o rotura del
ligamento cruzado posterior (19,48). Numerosos factores de riesgo han sido propuestos para este
tipo de lesiones, de los cuales podemos destacar el incremento en la edad, una lesión previa,
etnicidad, desequilibrios en la fuerza, flexibilidad o la fatiga (43,58), considerándose como más
relevantes:
-El incremento de la edad ha sido identificado como un factor de riesgo en deportes como el fútbol
australiano (26,47) y fútbol (2,33,35), encontrando a los jugadores mayores de 23-24 años con un
riesgo sustancialmente mayor que los más jóvenes. La manera de determinar este rango de edad no
es del todo convincente (43), por lo tanto, estudios longitudinales a largo plazo son requeridos para
determinar esto.
-Una previa lesión ha sido indicado como posiblemente el mayor factor de riesgo. De esta manera,
jugadores de fútbol australiano con previas lesiones, tienen un elevado riesgo de volver a tener una
futura lesión (47,60), al igual que en fútbol, donde el riesgo del jugador aumenta de manera
significativa, cuando la lesión viene de la temporada anterior (1,21,33). Se ha pensado que
probablemente esto venga provocado por determinadas malas adaptaciones tras el proceso lesivo,
incrementando el riesgo de una futura lesión (43). Estas incluirían la formación de una cicatriz no
funcional (13) asociada a: una alteración en los mecanismos de alargamiento del tejido muscular
(51), una disminución de la flexibilidad (63), una reducción persistente en la fuerza excéntrica
(14,37), atrofia a largo plazo de la musculatura lesionada (50) o alteraciones en la biomecánica del
tren inferior (60), en el ángulo y torque máximo de flexión de rodilla (8).
5. -Los desequilibrios de fuerza han sido sugeridos como una de las causas de las lesiones en esta
musculatura, enfatizando la debilidad en los flexores de la rodilla, asimetrías entre una pierna y otra,
o ratios bajos en la relación flexores – extensores (H:Q ratios). Un estudio previo destaca que si la
musculatura isquiotibial es más fuerte proporcionaría una mayor protección ante una rotura,
mientras que si el músculo presenta una debilidad puede ser un factor de riesgo importante (30).
Evaluar la fuerza unilateral de la musculatura isquiotibial con el objetivo de determinar asimetrías o
desequilibrios entre miembros, es algo cada vez más común en deportes de equipo desde el punto
de vista preventivo. Ha sido propuesto que una debilidad sustancial de un miembro en comparación
con el otro (asimetría bilateral isquiotibial), puede predisponer a esa musculatura a un elevado
riesgo de lesión (67). Antiguas investigaciones sugirieron que una asimetría entre piernas mayor del
10% es un predictor de lesión en esta musculatura en jugadores de fútbol americano y atletas
(12,34). Más tarde, jugadores élite de fútbol australiano con asimetrías bilaterales del 8% o
superiores, manifestaron un aumento de riesgo lesivo en la musculatura isquiotibial (45), mientras
que jugadores de fútbol que tenían asimetrías mayores a un 15%, su riesgo se veía incrementado
(15,23). También existen investigaciones donde no encontraron similares hallazgos (65), y un
reciente estudio con jugadores de fútbol australiano (44) no encontró en los desequilibrios en la
fuerza excéntrica un predictor de riesgo de lesión. En este caso la valoración se efectuó con un
dispositivo novedoso que evalúo la fuerza excéntrica durante el ejercicio de
“NordicHamstring”(42), y no mediante valoraciones unilaterales. Un ratio H:Q bajo, manifiesta una
pobre capacidad de los isquiotibiales para actuar como frenos, cuando la cadera se está flexionando
y la rodilla estirando, durante la fase final del recobro durante la carrera. Las iniciales
investigaciones se centraron en comparaciones y desequilibrios valorando la fuerza concéntrica a
través de la articulación de la rodilla, estableciendo un ratio H:Q convencional, esta fue algo
criticada (43). La comparación de la fuerza excéntrica isquiotibial y concéntrica del cuádriceps se
conoce como un ratio de fuerza funcional, popularizada y más reciente (43). Antiguos estudios
encontraron que jugadores de fútbol americano con ratios convencionales H:Q menores de 0.50
tuvieron un elevado riesgo de lesión en los isquiotibiales (12,34). Otro estudio posterior con
jugadores de fútbol australiano, determinó un ratio menor de 0.61 como un indicador de riesgo de
lesión en esta musculatura (45), mientras que un posterior estudio también con jugadores de fútbol
australiano no encontró ninguna asociación entre ratios convencionales o funcionales y futuras
lesiones (5), al igual que ocurrió con velocistas (65). En contraposición, otras investigaciones
también con velocistas reflejaron en pretemporada que ratios H:Q funcionales (54) y ratios H:Q
isométricos (64) fueron significativamente más bajos en las piernas de los atletas posteriormente
lesionados. Una limitación de algunos de estos estudios ha sido el pequeño tamaño de la muestra.
Un estudio más reciente y potente en este aspecto (n=462) examinó la asociación entre H:Q y
lesiones de la musculatura isquiotibial, encontrando que un desequilibrio de fuerza incorrecto en
futbolistas, con ratios H:Q convencionales por debajo de 0.45-0.47, y ratios H:Q funcionales por
debajo de 0.80-0.89 fueron significativamente asociados a una mayor frecuencia de lesiones en los
isquiotibiales, comparados con aquellos jugadores que no manifestaron esos desequilibrios (15).
Además, la corrección de estos desequilibrios de fuerza llevaron a una sustancial reducción de estas
lesiones en comparación con aquellos que mantenían estos desequilibrios (15). Posteriormente, otro
estudio aunque con una muestra menor, reflejó que no existieron diferencias significativas entre
jugadores lesionados y no lesionados, en relación a varias valoraciones isocinéticas de fuerza en las
piernas. De todos estos factores de riesgo modificables, la fuerza excéntrica de los isquiotibiales y
6. el desequilibrio de fuerza entre piernas han recibido la mayor atención (15,44,54,65). Un reciente
meta análisis manifestó que la fuerza excéntrica isquiotibial valorada isocinéticamente no se podría
considerar como un predictor de factor de riesgo para una futura lesión (24,44). Mientras que la
dinamometría isocinética es considerada la herramienta “gold standard” para valorar la fuerza
excéntrica isquiotibial, su aplicación es limitada debido a que estos dispositivos son en gran parte
inaccesibles por su elevado coste (44) y su uso como predictor de futuras lesiones de los
isquiotibiales es cuestionable (25).
-El entrenamiento de la flexibilidad ha sido tradicionalmente propuesto como un componente clave
para la prevención de lesiones pese a la falta de evidencias científicas convincentes (43). Se ha
planteado que una mayor flexibilidad puede reducir el riesgo de padecer una lesión muscular debido
a la mayor capacidad de los componentes pasivos de la unidad músculo – tendinosa para absorber
energía como resultado de una mayor complianza (61), aunque este aspecto está cuestionado en la
literatura científica (55). Diversos estudios en fútbol americano (12) y fútbol australiano (4,27,45)
no encontraron relaciones entre la flexibilidad de los isquiotibiales en los test “sit-and-reach” o
“toe-touch” y una futura lesión isquiotibial. Incluso jugadores de fútbol australiano con historial
lesivo en los isquiotibiales, los cuales mostraron mayor flexibilidad en el “sit-and-reach”, fueron
probablemente más susceptibles a sufrir una lesión recurrente en esa musculatura (27). Además, una
pobre flexibilidad isquiotibial valorada mediante un test de extensión de rodilla pasivo o activo, o
mediante una subida o elevación con la pierna recta, no incrementó el riesgo en jugadores de fútbol
australiano (29), jugadores de fútbol (2) o velocistas (65). Por el contrario, un estudio con jugadores
de fútbol élite encontró que una flexibilidad en los isquiotibiales menor de 90º en un test pasivo de
elevación de pierna recta se correlacionó significativamente con una futura lesión. Otros estudios
también identificaron una flexibilidad reducida de los isquiotibiales como un factor de riesgo en
jugadores de fútbol élite (35,54).
-La fatiga y su asociado decremento en el rendimiento físico, ha sido a menudo sugerido como
factor causante de posibles lesiones. De este modo, estudios sobre incidencia lesional han mostrado
que las lesiones de isquiotibiales ocurren en mayor número en los últimos periodos de los
entrenamientos y de los partidos (11,19,62) (Figura 2). Estudios previos nos informan como los
músculos que fueron pre-fatigados vía estimulación eléctrica, absorbieron menos energía cuando se
compararon con los no fatigados (38), manifestando que un músculo fatigado puede ser más
vulnerable a sufrir una lesión debido a su reducida capacidad para resistir sobre estiramientos. Un
estudio mostró que la fatiga de los isquiotibiales inducida por esfuerzos dinámicos repetidos,
provocó un incremento en la extensión de la rodilla durante la parte final de la fase de recobro en la
carrera (49). Este incremento podría conducir a una mayor tensión ante este estiramiento excesivo
durante esta fase de la carrera, aunque normalmente es compensada con una reducción en la flexión
de la cadera (49). Otra investigación más reciente ha reflejado como la carrera intermitente diseñada
para replicar las demandas del juego en fútbol, reduce significativamente el torque de fuerza
excéntrico de la musculatura isquiotibial, con un impacto mínimo sobre la fuerza concéntrica en la
flexión o extensión de la rodilla (32,52). Aquellos jugadores que presentasen unos niveles mayores
de fatiga en la fase excéntrica de la musculatura isquiotibial, sería de esperar que tuviesen mayor
riesgo de lesión en una actividad prolongada, debido a la relación entre la debilidad en la fuerza
excéntrica y el riesgo de lesión en esta musculatura (15,54). Además, aspectos como la pérdida de la
concentración, deterioro de la ejecución técnica o de aspectos coordinativos, también podrían influir
7. en incrementar el riesgo de lesión.
Figura 2. Periodo de tiempo y ocurrencia en las roturas de isquiotibiales a lo largo de un partido
de fútbol. Tomado de Woods (62).
El entrenamiento de fuerza ha sido recomendado como una medida preventiva con el objetivo de
reducir o evitar las lesiones en los isquiotibiales (53). Previos estudios han demostrado la
efectividad del entrenamiento de fuerza excéntrica sobre la musculatura isquiotibial, incrementando
la producción de fuerza excéntrica en la musculatura isquiotibial y reduciendo sustancialmente las
lesiones en este grupo muscular con resultados prometedores (1,3,40).
-El “NordicHamstring” ha mostrado incrementar el torque de fuerza excéntrica en la musculatura
isquiotibial(40) y cambiar el ángulo en la curva torque-articulación de los isquiotibiales a longitudes
musculares mayores (7), justificando ambos mecanismos, debido a que entrenar con este ejercicio
correspondería a reducir las lesiones en esta musculatura. Existen estudios donde el entrenamiento
con este ejercicio no ha reducido el ratio de lesiones de isquiotibiales tanto en jugadores de fútbol
australiano amateur (28) como en jugadores de fútbol profesional (20), probablemente debido a la
falta de cumplimiento que existió con los programas de entrenamiento diseñados, la cual fue muy
bajo. Sin embargo, jugadores de fútbol élite que incluyeron el entrenamiento con este ejercicio
como parte de su programa de acondicionamiento, tanto en pretemporada como en temporada,
manifestaron una reducción del 65% en lesiones de los isquiotibiales en comparación con los
equipos que no lo hicieron (1). Además, estos equipos que administraron a sus jugadores este
programa de intervención, también redujeron los ratios y la severidad de estas lesiones en
comparación con previas temporadas (1). Un reciente dispositivo emplea este ejercicio como test de
campo para valorar la fuerza máxima isquiotibial excéntrica y desequilibrios entre piernas, con un
tiempo de valoración de menos de 2 minutos por deportista (42). En esta investigación se reflejó
8. como una fuerza excéntrica isquiotibial por debajo de 256N al comienzo de la pretemporada y de
279N al final de la pretemporada incrementó el posible riesgo de lesión en esta musculatura,
manifestándose que bajos niveles de fuerza excéntrica acrecentaron el riesgo de una posterior lesión
en jugadores de fútbol elite australianos (44).
-En entrenamiento mediante Sistemas Inerciales con Sobrecarga Excéntrica durante la
pretemporada, ha manifestado incrementar la fuerza isquiotibial excéntrica y reducir
significativamente las lesiones en esta musculatura (3). Sin embargo, el grupo control presentó un
excesivo ratio de incidencia lesional en los isquiotibiales (66%), lo que reduce un poco la relevancia
de estos hallazgos (31). Otro estudio reciente emplea esta metodología de entrenamiento (ejercicios
“leg curl” y “half squat”) para comprobar el efecto sobre la incidencia lesional y severidad en
lesiones musculares con jugadores junior de fútbol (17). La comparación entre grupos reflejó como
el grupo experimental que llevó a cabo el proceso de entrenamiento manifestó una probable
reducción en días de abstinencia por lesión, en comparación con el grupo control, junto con un
posible decremento en la incidencia lesional por 1000 h de competición. Una mejora en las lesiones
musculares severas fue reflejada también en el grupo experimental, aunque el estudio no presentó
ningún tipo de información referida a los diferentes tipos de lesiones musculares. Por lo tanto, tras
esta limitación con la que cuenta este trabajo, no se puede manifestar que este proceso de
entrenamiento haya tenido algún efecto sobre la reducción o prevención de lesiones en la
musculatura isquiotibial.
9. Luis Suárez Arrones www.masterdefutbol.com @LSuarez_Arrones.
Luis Suárez Arrones dictará la asignatura Entrenamiento de la Fuerza en el Curso
Internacional de Entrenamiento en Deportes Colectivos que comenzará el lunes 15 de
Septiembre del 2014.
Stefano Benítez Capacitaciones G-SE 2014.
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