2. Para lidiar con los grandes enigmas de la vida, el ser humano creó las religiones. En ellas pretende encontrar la luz que necesita para develar el misterio que envuelve su origen y su destino, para interpretar el sentido y el propósito de la existencia, para descubrir las causas del dolor que lo aqueja; y, en fin, para encontrar un poco de alivio a sus incontables males.
3. Sin embargo, estas religiones que la humanidad se ha dado, acabaron por institucionalizarse. Y al hacerlo, se convirtieron en organismos trasnacionales que, por momentos, aparecen ante nuestros ojos como grandes estructuras de poder y, los objetivos originales que propiciaron su aparición y que estaban revestidos de profunda espiritualidad, han quedado sepultados por esa avalancha de intereses que ahora ahoga a los cultos religiosos.
4. Precisamente, esa ausencia de espiritualidad que se manifiesta en las grandes religiones del mundo, es la que nos mueve a pensar que religión y espiritualidad no son lo mismo.
8. La religión es para los que necesitan que alguien les diga qué es lo que tienen que hacer; la espiritualidad es para los que sólo prestan oído a su voz interior.
9. La religión se organiza con base en dogmas incuestionables; la espiritualidad invita a razonarlo todo, a cuestionarlo todo; impulsa a que sea el practicante quien tome las decisiones y a que asuma las consecuencias de sus actos.