El relato describe la creencia del personaje Olegario de que "los hombres no lloran" y cómo su hijo Paquito lo hace cambiar de opinión. Olegario se lastima el dedo mientras clava madera y derrama una lágrima, pero su hijo le recuerda su credo. Más tarde, Olegario ve una palmera flexible que se mece con el viento y comprende que ser flexible como la palmera permite enfrentar mejor los golpes de la vida.