En el siglo XVIII, a pesar de que la mayoría de los europeos eran analfabetos, la intelectualidad y los grupos sociales más influyentes descubrieron el papel que podía desempeñar la razón. La población mundial creció un 50% en el siglo XIX, llegando a 1500 millones en 1900, aunque hubo grandes variaciones entre países. Los europeos comenzaron a emigrar en busca de mejores oportunidades de empleo, favorecidos por el transporte y las comunicaciones.