La romanización de Hispania comenzó en el siglo III a.C. y fue un proceso largo que involucró tres fases: la conquista militar, la imposición de la administración y la cultura romanas, y la sumisión final de los pueblos del noroeste. Este proceso transformó fundamentalmente la organización política, social y lingüística de la península ibérica y legó importantes influencias como el derecho romano, el idioma latín y el cristianismo.