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GIOVANNI SARTORI
LA SOCIEDADMULTIÉTNICA
PLURALISMO, MULTICULTURALISMO
Y EXTRANJEROS
Traducción de Miguel Ángel Ruiz de Azúa
TAURUS
PENSAMIENTO
Título original: Pluralismo, multiculturalismo e estranei
© Giovanni Sartori, 2001
© De esta edición:
Grupo Santularia de Ediciones, S.A-, 2001
Torrelaguna, 60. 28043 Madrid
Teléfono (91) 7449060
Telefax (91) 744 92 24
• Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A.
Beazley, 3860. 1437 Buenos Aires
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ni por ningún medio, seamecánico,
fotoquímico, electrónico, magnético,
electroóptico, por fotocopia,
o cualquier otro, sin el permiso previo
por escrito de la editorial.
ÍNDICE
PREFACIO 7
PRIMERA PARTE
PLURALISMO YSOCIEDAD UBRE
1. La sociedad abierta:
¿hasta qué punto abierta? 13
2. Pluralismoy tolerancia 17
3. Elpluralismo de partidos 23
4. Elempobrecimiento del concepto 27
5. Niveles de análisis 31
6. Tolerancia, consenso ycomunidad 41
7. Comunidad pluralistayreciprocidad 49
8.Recapitulación 57
SEGUNDA PARTE
MULTICULTURALISMO YSOCIEDADDESMEMBRADA
1. El multiculturalismo antipluralista 61
2. Cultura, etniay el otro 69
3.La política del reconocimiento .......... '75
4. Reconocimiento, acción afirmativa
y diferencias ........................... 83
5.Elretroceso de laley al arbitrio .......... 91
6. Ciudadanoyciudadanía diferenciada ____ 99
7. Inmigración, integración ybalcanización .. 107
8. Conclusiones ........................... 123
BIBLIOGRAFÍA ............................. 133
PREFACIO
-Miste esun libro de teoría de labuena sociedad.
Buena sociedad que espara mí—lomanifiesto
de entrada— la sociedad pluralista. Pero no es
un libro de teoría que sólo sea teoría. El plu-
ralismo está connaturalmente "empapado
de práctica". En el pluralismo, ideas y expe-
rienciasforman un todo. Dela misma manera,
en midiscursoempiezopor losprincipios, pero
después llego siempre a sus consecuencias ya
lo que resulta en los hechos.
Decía que para mí la buena sociedad es la
sociedad pluralista. Hoyla palabra "pluralis-
mo" está muyde moda; lo que no quiere decir
que se entienda bien. Al contrario. La prue-
ba de ello, de ese mal entendimiento, está en
creer que el pluralismo encuentra una conti-
nuación y su ampliación en el multiculturalis-
mo, esdecir, en una política que promueve las
diferencias étnicas y culturales. No. En este li-
bro voya mantener que esa complementarle-
LA SOCIEDAD MULTIÉTN1CA
dad es falsa y que pluralismo ymulticulturalis-
mo son concepciones antitéticas que se nie-
gan la una a la otra.
Es obvio que la sociedad pluralista es tam-
bién la sociedad abierta. Yen esta óptica la
pregunta que más nos agobia hoy es:¿hasta
qué punto abierta? La sociedad abierta, ¿qué
grado de apertura puede llegar atener? Actual-
mente la elasticidad (apertura) de la sociedad
abierta está puesta a dura prueba tanto por
las reivindicaciones multiculturales internas
(por ejemplo,en Estados Unidos), como por
la intensa presión de flujos migratorios exter-
nos (ése es, sobre todo, el caso de Europa).
Y ante esta última situación, la teoría del plu-
ralismo se topa con el problema concreto,con-
cretísimo, de los "extraños o extranjeros", de
personas que no son "comonosotros".Aquíla
pregunta se convierte en: ¿hasta qué punto
la sociedad pluralistapuede acoger sin desinte-
grarse a extranjerosque la rechazan?Y,al con-
trario, ¿cómo se hace para integrar al extran-
jero, al inmigrado de otra cultura, religión y
etnia muydiferentes?
Respondo: se hace mal, o mejor dicho, "no
se hace", si estos difíciles problemas se afron-
tan con la ligereza—no sabría decir hasta qué
punto irresponsable o hasta qué punto in-
consciente— con la que los políticos en ejerci-
8
GIOVANNI SARTORÍ
ció lo están haciendo. Aquien se siente "inva-
dido" (no importa que las estadísticas digan
que sin razón) nuestros dirigentes respon-
den de dosmaneras:primero, asegurando que
para integrar al inmigrado basta con "nacio-
nalizarle" (o sea, concederle la ciudadanía);
y, segundo; haciendo ver que los inmigrados
son "útiles"y,por tanto, que también le sirven
a él. La primera respuesta —lo veremos en el
libro— es falsa. Y en cuanto a la segunda, por
ahora diré sólo que es banal. Sí, es obvio que
los inmigrados sirven. Pero ¿sirven todos, in-
discriminadamente, por definición? Es igual-
mente obvio que no. Y,por consiguiente, los
inmigrados que sirvenson los que sirven. ¡Me-
. nudo descubrimiento!
Dejando a un lado, añado, el hecho de que
la fórmula del "inmigrado útil" sufre dos gra-
ves limitaciones.Primera: ¿elque esútil a corto
plazo lo es también a largo plazo?Ydespués,
segunda, el problema no es sólo económico.
Por el contrario —lo diré en el libro—, esemi-
nentemente no económico. Esfundamental-
mente social y ético-político. Sin contar con
que también lo útil económico puede tener,y
con frecuencia las tiene, consecuencias "per-
judiciales", consecuencias nocivas.Y,por tan-
to, el hecho de que el inmigrado pueda resul-
tar beneficioso pro tempore para la economía
LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA
dad es falsa y que pluralismo ymulticulturalis-
mo son concepciones antitéticas que se nie-
gan la una ala otra.
Es obvio que la sociedad pluralista es tam-
bién la sociedad abierta. Yen esta óptica la
pregunta que más nos agobia hoy es: ¿hasta
qué punto abierta? La sociedad abierta, ¿qué
grado de apertura puede llegar a tener? Actual-
mente la elasticidad (apertura) de la sociedad
abierta está puesta a dura prueba tanto por
las reivindicaciones multiculturales internas
(por ejemplo, en Estados Unidos), como por
la intensa presión de flujos migratorios exter-
nos (ése es, sobre todo, el caso de Europa).
Y ante esta última situación, la teoría del plu-
ralismo se topa con el problema concreto, con-
cretísimo, de los "extraños o extranjeros", de
personas que no son "como nosotros". Aquíla
pregunta se convierte en: ¿hasta qué punto
la sociedad pluralista puede acoger sin desinte-
grarse a extranjeros que la rechazan?Y,alcon-
trario, ¿cómo se hace para integrar al extran-
jero, al inmigrado de otra cultura, religión y
etnia muy diferentes?
Respondo: se hace mal, o mejor dicho, "no
se hace", si estos difíciles problemas se afron-
tan con la ligereza—no sabría decir hasta qué
punto irresponsable o hasta qué punto in-
consciente— con la que los políticos en ejerci-
8
OtOVANNI lARTOM
ció lo están haciendo. Aquien le líente "inva-
dido" (no importa que las estadísticas digan
que sin razón) nuestros dirigentes respon-
den de dosmaneras:primero,asegurando que
para integrar al inmigrado basta con "nacio-
nalizarle" (o sea, concederle la ciudadanía);
y, segundo, haciendo ver que los inmigrados
son "útiles"y,por tanto, que tambiénlesirven
a él. La primera respuesta—lo veremosen el
libro— es falsa. Yen cuanto a la segunda, por
ahora diré sólo que es banal. Sí, es obvio que
los inmigrados sirven.Pero ¿sirven todos, in-
discriminadamente, por definición? Es igual-
mente obvio que no. Y,por consiguiente, los
inmigrados que sirvenson los que sirven.¡Me-
. nudo descubrimiento!
Dejando a un lado, añado, el hecho de que
la fórmula del "inmigrado útil" sufre dos gra-
veslimitaciones.Primera:¿elque es útil a corto
plazo lo es también a largo plazo? Ydespués,
segunda, el problema no es sólo económico.
Por el contrario —lo diré en el libro—, esemi-
nentemente no económico. Es fundamental-
mente social y ético-político. Sin contar con
que también lo útil económico puede tener,y
con frecuencia las tiene, consecuencias "per-
judiciales", consecuencias nocivas.Y,por tan-
to, el hecho de que el inmigrado pueda resul-
tar beneficioso pro tempore para la economía
LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA
no demuestra nada fuera de la economía yso-
bre lo que más importa: la "buena conviven-
cia". Precisamente, la buena convivencia plu-
ralista. Yése es mi tema.
GIOVANNI SARTORI
Columbia University
NuevaYork, abril de 2000
10
PRIMERA PARTE
PLURALISMO Y SOCIEDAD LIBRE
1
LA SOCIEDAD ABIERTA:
¿HASTA QUÉ PUNTO ABIERTA?
Oociedad cerrada, sociedad abierta. La con-
traposición es de Karl Popper (1945) y plan-
tea bien elinterrogante de estaobra: dado que
una buena sociedad no debe sercerrada, ¿has-
ta qué punto debe ser "abierta" una sociedad
abierta? Sé entiende, abierta sin autodestruir-
se como sociedad, sin explotar o implosionar.
Y, por supuesto, po.r sociedad abierta no se en-
tiende —ni aquí ni en laliteratura que trata de
ello— una sociedad sin fronteras. Las fronte-
ras pueden desplazarse,pero siempre habráal-
guna frontera, aunque se puedan variar enor-
memente su franqueabilidad ysu porosidad.
Así pues, sociedad abierta. Popper la teori-
zó en su trabajo La sociedad abierta y sus enemi-
gos, en el que_el primer enemigo (y,por tanto,
elfundador de lasociedad cerrada) resulta ser
Platón. Lo cual es una interpretación muy ar-
bitraria. Pero en este trabajo la teoría poppe-
riana de la sociedad abierta no interesa dema-
13
LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA
siado1. Aquí basta establecer que la sociedad
abierta es,en esencia, lasociedad libre tal como
la entiende el liberalismo2; y que el mérito
de la expresión popperiana essobre todo el de
ser una muy acertada expresión alusiva,un es-
pléndido aserto evocativo. Pero también por
esta razón decir sociedad abierta no ayudade-
masiado a quien quiere abarcar y profundizar
en el tema.
Vuelvo a la pregunta: ¿abierta a qué y hasta
qué punto? ¿Puede llegar a incluir, por ejem-
plo, una sociedad multicultural y multiétnica
basada en la "ciudadanía diferenciada"? Pop-
per no seplanteaba estosproblemas porque en
su tiempo no se planteaban; y ni siquiera nos
suministra un hilo conductor para afrontarlos.
1 Para Popper, los elementos que la caracterizan son: I) un
racionalismo crítico, II) la libertad individual, III) la tole-
rancia. Para una discusión y análisis crítico, véase G. W.Ca-
rey (1986). Esobvio que el aspecto más controvertido de la
definición popperiana es el del "racionalismo crítico" (que
es su particular concepción de la racionalidad). A este res-
pecto, la tesis que me parece más aceptable es que una so-
ciedad inflamada de pasiones y demasiado emotiva tiende
más a encerrarse que a abrirse. Pero yo me detendría aquí.
2 Para confirmarlo, basta esta cita: lo que debemos pedir al
Estado "es protección no sólo para nosotros, sinotambién
para los otros", lo cualimplica, entre otras cosas,que "el Es-
tado limite la libertad de los ciudadanos de la manera más
igualitaria posible ysin sobrepasar loslímitesnecesarios para
conseguir una igual limitación de libertad" (TheOpen So-
ciety,pp. 108-109).
14
GIOVANNI SARTORI
Para entender hasta qué punto sepuede abrir
una sociedad y, por consiguiente, cuándo la
apertura llega a ser "demasiado abierta", de-
bemos identificar un código genético. Y sosten-
dré que este código genético de la sociedad abier-
ta es el pluralismo. Porque es el pluralismo el
que desciframejorque cualquier otro concep-
to las creencias de valor ylos mecanismos que
han producido históricamente la sociedad li-
bre y la ciudad liberal y por ello el que mejor
permite precisar yprofundizar las "aperturas"
que vamos a debatir.
15
2
PLURALISMO Y TOLERANCIA
IJe entrada, la primera objeción puede ser
que el concepto de pluralismo es difícil, de-
masiado oscuro y complejo como para servir
verdaderamente de hilo explicativo; o bien,
por el contrario, que la noción de pluralismo
se ha convertidoen una noción que sirve para
todo y por ello resulta demasiado fácil y de-
masiado vacía como para tener utilidad heu-
rística.
Y esta última objeción, por desgracia, sí tie-
ne fundamento. Desde hace medio siglo a
nuestros días el "novedismo"3 seha dedicado
a "desgastarpalabras"ya desquiciar ellengua-
je en que sebasaelproceder de lasideasclaras
y distintas.Yseguramente "pluralismo"está en-
3 El "novedismo" —la manía de ser nuevos y originales a
cualquier precio,y cueste lo que cueste— esmi bestia negra
desde hace tiempo. Véase Sartori (1987), p. 105; (1993),
pp. 261-263.
Traduzco por "novedismo" el neologismo que utiliza Sarto-
ri de navitismo. (N. del T.)
17
LA SOCIEDAD MULTIETNICA
tre esas palabras desgastadas, incluso es una
de las más desgastadas. Hoy "pluralismo" es
una palabra de moda; y por eso mismo se ha
convertido en una palabra trivializada de la que
se abusa. Pero ésa no es una razón para tirar-
la a la basura. Una palabra abandonada debe
ser una palabra sustituible; si no, incurrimos
en una mera pérdida. Ycomo "pluralismo" no
es sustituible, resulta que hay que restaurar y
reconstruir eseconcepto. Una reconstrucción
de la que resultará que sibien esverdad que el
concepto de pluralismo es complejo —todos
los conceptos importantes lo son—no escier-
to que sea oscuro.
Históricamente, la idea de pluralismo (su-
brayo: la idea, no la palabra, que llegarásiglos
más tarde) ya está implícita en el desarrollo
del concepto de tolerancia y en suaceptación
gradual en el siglo xvii en la época de lasgue-
rras de religión4. Se comprende que toleran-
cia y pluralismo son conceptos distintos, pero
también es fácil entender que están intrínse-
camente conectados. En este sentido: que el• * ~-
4 Los trabajos clásicos sobrela tolerancia son la Areopagitica
de Millón (1644), la Epístola deiolerantiade Locke (1689) y
el Traite sur la tolérancede Voltaire (1763). Tres recientesli-
bros colectivos, relacionados entre sí, son: Horton y Men-
dus (1985); Edwards y Mendus (1987); y Mendus (1988).
Véase también Kamen (1967) yKing (1999).
18
GIOVANNI SARTORI
pluralismotoresubonetolerancia y, por consi-
guiente, que el pluralismo intolerante es un
falso pluralismo. La diferencia está en que la
tolerancia respeta valores ajenos, mientras que
el pluralismo afirma un valor_rjropio. Por-
que el pluralismo afirma que la diversidad yel
disenso son valores que enriquecen al indivi- *
dúo ytambién a su ciudad política.
Hay que subrayar que aquí se produce un
vuelco radical de perspectiva. Muchos atribu-
yen el mérito de esta inversión a la Reforma
y concretamente al puritanismo. El más emi-
nente defensor de esta tesisha sidoA.D.Lind-
say (1934)5. Pero hay que tener cuidado con
las generalizaciones. La Re/orma protestante
pluraliza lasiglesias,pero en esa rupjtura y frag-
mentación no hay nada de intrínsecamente
pluralista. En cuanto al puritanismo, si se re-
fieren en concreto a la experiencia de lascon-
gregaciones y las comunidades puritanas,
entonces el hecho es que para los puritanos
ingleses y americanos "democracia" y "liber-
5 Esa interpretación ha sido retomada recientemente por
Maddox (1996). La tesis que hace remontar el origen de la
democracia al puritanismose basa sobre todo en la expe-
riencia de los Levellersy sus Putney Debates (recogidos,junto a
otros libelos de los puritanos de izquierda, en Gabrieli,
1956).Esverdadque estaliteraturade la época de Cromwell
se caracteriza por fuertes elementoslibertarios, pero no es
un modelo para el conjunto de laexperiencia puritana.
9
LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA
tad" eran palabras e ideas despreciables. Es
verdad que lospuritanos afirmaban la libertad
de conciencia y de opinión, pero en realidad
reivindicaban la libertad dejtiijrropia concien-
cia y opinión, para después ser intolerantes
frente a lasopiniones y religiones ajenas. Y, por
tanto, desafiar a las autoridades constituidas
en nombre de la libertad de conciencia no_es
pluralismo porque lo que reivindicamos para
nosotros mismosseniega a los otros.
* La experiencia puritana ha sido importan-
te, en cambio,para romper el nudo entre la es-
fera de Dios y la del César, y después, siguien-
do esasenda, para despolitizar lasociedad. Con
Ipsjpuritanos el centro de gravedad de la vida
humana se coloca en asociacionesvoluntarias
independientes del Estado; asoriaciones myo
ví"/-"lo interno (entre asociados) nrevalece
sobre el vínculo (externo) entre individuos y
soberano. Pero esta despolitización no impli-
ca —repito— que los puritanos hayan descu-
bierto la visión pluralista del mundo. Por otra
parte, descubrir a lospadres fundadores noin-
teresa demasiado. Sí interesa, en cambio, en-
tender bien el significado y la extraordinaria
novedad del descubrimiento.
Hasta el siglo xvii se había creído siempre
que la diversidad era la causa de la discordia y
de los desórdenes que llevaban a losEstados
20
GIOVANNI SARTORI
a la ruina. Por tanto, se había creído siempre
que la salud del Estado exigía la unanimidad.
Peroen esesiglo sefue afirmando gradualmen-
te una concepción opuesta y fue la unanimi-
dad laque poco apoco sehizosospechosa.Yla
civilización liberal y luego la liberal-democra-
cia se han construido a trompicones a partir
de este revolucionariovuelco.Losimperios de
la antigüedad, las autocracias, los despotismos
son portadores de (yse apoyan en) una visión
monocromática de la realidad, mientras que
la democracia es multicolor. Pero esJa_demo-
cracia liberal, no la democracia de los antiguos,
la oue SP funda sobre el disenso y sobre la di-
versidad. Somos nosotros, no los griegos de la
época de Pericles, los que hemos inventado
un sistemapolítico de concordiadücors. de con-
senso enriquecido y alimentado por el disen-
so, por la discrepancia.
21
EL EMPOBRECIMIENTO DEL CONCEPTO
V olvamos ala Begriffsbildung, ala construcción
conceptual. Hemos visto que, históricamente,
el concepto de pluralismo se desarrolla a lo
largo de la trayectoria que va desde la intole-
rancia a la tolerancia, de la tolerancia al respe-
to del disenso ydespués, mediante ese respeto,
a creer en elvalor dela diversidad. Pero cuando se
acuña la palabra "pluralismo"ydespués, en elsi-
glo xx, cuando se incorpora al vocabulario de
la política, los antepasados intelectuales que
he mencionado se ignoraron u olvidaron.Los
pluralistas ingleses de principios del novecien-
tos (Figgis, D. H. Colé y, sobre todo, Harpld
Laski) derivaron su doctrina del Genossenschafts-
recht alemán teorizado por Gierke, o sea del
mundo medieval de las corporaciones, y, por
tanto, redujeron el pluralismo a una teoría
de la sociedad multigrupo entendida para
negar la primacía del Estado. Esta reducción
es aceptable para la Begriffsbildung, pero, por
27
LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA
supuesto, constituye un drástico empobreci-
miento del concepto. Ylos sucesivospluralis-
tas americanos de los años cincuenta (bien re-
presentados por el volumen The Governmental
Process de David Truman) lo hicieron peor. En
la versión politológica norteamericana (paso
por alto la de los antropólogos, porque sólo
añadiría confusión a la confusión) el plura-
lismo empieza con Arthur Bentley (que escri-
bía The Process of Government en 1908) ydesem-
boca en una pura ysimple teoría de los grupos
de interés, en la llamada interest group theory of
politics1.Yaquíyasí que nos salimos de madre.
Aparte de que hacer arrancar el pluralismo
de Bentley es historiográficamente risible, si
pluralismo esexpresión yreivindicaciónde "in-
terés" entonces toda la nobleza del conceptose
pierde. En realidad, en el llamado pluralismo
americano no hayningún contenido holística-
mente pluralistajjDel pluralismo como creen-
cia de valoryano queda ni rastro, el concepto
se desarraiga completamente de su razón de
ser y.seconvierte así en una palabra librada al
viento que suena bien pero que significa'pocqj
Yeso contribuye a explicar la gran populari-
dad adquirida por la palabra a partir de los
7 Véase Gunnell (1996). Ladificultad no está en la calidadde
la literaturaen cuestión (queno tratode infravalorar), sino
en lopoco que contienede auténticamente pluralista.
28
GIOVANNI SARTORI
años sesenta. Desde entonces se nos cuenta
que elpluralismoexiste siempre yen todas par-
tes. Existeen África8, existe en India, existía en
la Unión Soviética (a pesar del comunismo)9y
existe en todas partes por fuerza (esdecir, por
definición) porque todas las sociedades son
de alguna manera "plurales" y de alguna ma-
nera diferenciadas.
Sí, pero sobre todo y fundamentalmente
no. Pluralismono es serplurales.Ysi confundi-
mos los dos conceptos entonces colocamos
juntos, en una noche hegeliana en la que to-
dos los gatos son pardos, una fragmentación
tribal (África), un sistema de castas (India) y
también (¿por qué no?) la existencia confor-
me al propio estamento del orden medieval.
Pero esto no esmás que una operación que yo
llamo de evaporización de los conceptos, o
sea, de destrucción de las ideas claras y distin-
tas. Yantes de retomar el camino y de llegar a
los abusos más recientes del término me toca
precisar lo que se puede y se debe entender
sensatamente por "pluralismo".
8 Véase paratpdos esos casos,Kuper ySmith (1969).
9 Para una visión de conjunto, véase Solomon (1983). He
criticado los estudios soviéticos, en esteyotros aspectos,en
Sartori(1993).
29
I
NIVELES DE ANÁLISIS
JLJeclaro yrepito que derivar "pluralismo" de
"plural" —de algo más que uno— sólo es ex-
presión de pobreza y simplismo intelectuales.
Y para comprender el pluralismo extrayéndo-
lo del gran magma todo-pluralista que he re-
cordado más arriba, distinguiré tres niveles
de análisis, esdecir, entre: 1) pluralismo como
creencia, 2) pluralismo social,y 3) pluralismo
político.
En el nivelde lossistemasde creencia sepue-
de hablar de una cultura pluralista con la mis-
ma extensión de significado con la que habla-
mos de una cultura secularizada. En efecto, las
dos nociones son complementarias. Si una
cultura está secularizada, no puede ser monis-
ta. Yviceversa,si es pluralista debe ser secula-
rizada (las fes reveladas no toleran contra-fes).
En cualquier caso, en el terreno de las creen-
cias, esta amplitud de significado se concreta
así: que una cultura pluralista es tanto másge-
1
31
LA SOCIEDAD MULT1ÉTNICA
nuina cuanto másse afianza en sus anteceden-
tes históricosy,por tanto, en el principio de la
tolerancia. Que la variedad y no la uniformi-
dad, el discrepar y no la unanimidad, el cam-
biar y no el inmovilismo, sean "cosas buenas",
éstas son las creencias de valor que emergen
con la tolerancia, que se adscriben al contexto
cultural del pluralismo y que tiene que expre-
sar una cultura pluralista que haga honor asu
nombre.Yéstas son laspremisas a partir de las
que debemos valorar el llamado "multicultu-
ralismo" de nuestros días10.
En teoría, o en principio, está claro que el
pluralismo está obligado a respetar una multi-
plicidad cultural con la que seencuentra. Pero
no está obligado a fabricarla. Yen la medida
en que el multiculturalismo actual separa, es
agresivo e intolerante, en esamismamedida el
multiculturalismo en cuestión es la negación
misma del pluralismo. Elpluralismo sostieney
alimenta una sociedad abierta que refleja un
"orden espontáneo" (en el sentido que ha teo-
rizado Hayek), y por supuesto respeta una so-
ciedad multicultural que es existente y pree-
xistente. Sin embargo, el intento primario del
pluralismo es asegurar la paz intercultural, no
10 Hayuna antología interdisciplinar sobre este tema,com-
pilada por Cordón yNewfield (1996).Analizaremoselmul-
ticulturalismo en la Segunda Parte de este libro.
GIOVANNI SARTORI
fomentar una hostilidad entre culturas. Los
liberáis americanos que defienden el multicul-
turalismo hablan de una política del reconoci-
miento (recognition). Pero convenientemente
olvidan precisar que un contexto pluralista
postula un reconocimiento recíproco. Un reco-
nocimiento que recibe a cambio un radical
desconocimiento es antipluralista. El ataque
frontal contra los autores "varones, blancos
y muertos" que han sido los autores canóni-
cos de la civilización occidental (incluyendo a
Dante y Shakespeare) no es más que expre-
sión de radical incultura; y redimirlo bajo el
manto del pluralismo es analfabetismo cuan-
do no falta de honestidad intelectual. Repito:
el pluralismo eshijo de la tolerancia y,por tan-
to, está "llamado" a desconocer una intole-
rancia que es, en resumidas cuentas, un odio
cultural que reivindica una superioridad cul-
tural alternativa.
Algunos multiculturalistas nos cuentan que
el suyo es un "neopluralismo". Yla novedad
consistiría en que sus antecedentes son distin-
tos. Sheldon Wohlin observa que la tolerancia
lockiana se adscribe a una pluralidad de aso-
ciaciones voluntarias y,por tanto, a "identida-
des que no nos obligan", mientrasque elnuevo
pluralismo se refiere a asociaciones involunta-
rias (de sexo o de raza) que senos quedan "pe-
32 33
LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA
gadas a la espalda" (1993, p. 467). Esverdad,
pero hasta un cierto punto. Las asociaciones
de la época de Locke (y hasta 1789) no eran
para nada voluntarias y se inscribían en una
sociedad rígidamente estratificadadeestamen-
tos y corporaciones, de la que no se salía con
mayor facilidad de como hoy se pueda salir del
sexo—operándose— o del color de la piel.En
cualquier caso, la cuestión es que el pluralis-
mo trata cualquier "identidad" (voluntaria o
involuntaria) de la misma manera y por ello,
decía, en términos de respeto y de reconoci-
miento recíproco. Si no es así, entonces no
hay pluralismo. Por consiguiente, hay que re-
petir que un multiculturalismo que reivindica
la secesión cultural, y que se resuelve en_una
tribalización de la cultura, es antipluralista. El
llamado neopluralismo no puede de ninguna
manera redimir-—aunque se aplique acircuns-
tancias nuevas o distintas— la negación del
pluralismo.
- Paso al segundo nivel de análisis, al plura-
lismo social. Aquí el tema es que no debemos
confundir el pluralismo social con cualquier
diferenciación social.Puesto que no existenso-
ciedades de iguales (salvo en losescritosutópi-
cos) , todas las sociedades están diferenciadas
de muchas maneras. De ello no se deduce que
todas estén diferenciadas "pluralistamente".
GIOVANNI SARTORI
Volveré sobre este tema. Por el momento ob-
servo sólo que esun error mantener que todas
las~ sociedades sean, en alguna medida, inevi-
tablemente pluralistas. ¡Por favor! El plura-
lismo no esun meroysimple equivalente de la
noción de "complejidad estructural".Veremos
que es un tipo específico de estructura social.
Voy al tercer nivel de análisis, al pluralismo
político. En una primera aproximación pode-
mos decir que en el terreno político el térmi-
no "pluralismo" indica una diversificación del
poder (en la terminología de Robert Dahl una
"poliarquía abierta") basada en una pluralidad
de grupos que son, a la vez,independientes y
no exclusivos. Yahe señalado cómo este plura-
lismo político convierte las "partes" en parti-
dos.Asípues, paso a otros temas concretos.
Un primer tema consiste en cómo el plurar
lismo se refleja sobre el consenso y sobre el
conflicto. Seha mantenido que la democracia
se basa en el conflicto, no en el consenso. No
estoy de acuerdo, yaquí veo un uso mistifican-
te, o por lo menos demasiado diluido, de la
noción de conflicto. El conflicto, el verdade-
ro, llevabaa Hobbes a aceptar una paz impues-
ta por el dominio despótico de su Leviatán, y
el conflicto llevaba a BolingbrokeyHume,Ma-
dison yWashington (yasí sucesivamente hasta
Benedetto Croce) a desconfiar del "particio-
34 35
LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA
nar" y a invocar una "coalición de los parti-
dos". Cuando el conflicto es conflicto, esdecir,
algo parecido a la guerra, entonces ño ayuda
nada para construir la ciudad liberal-demo-
crática. Por tanto, debe quedar claro que el
elemento central de la Weltanschauung plura-
lista no es ni el consenso ni el conflicto, sino,
en cambio, la dialéctica del disentir,y a través
de ella un debatir que en parte presupone
consenso y en parte adquiere intensidad de
conflicto, pero que no se resuelve en ninguno
de estos dos términos.
Ciertamente, consenso y conflicto adquie-
ren una función y una importancia distintas •
en los diferentes niveles de análisis. En el te-
rreno de losfundamentáis, de losprincipios fun-
damentales, es necesario el consenso.Yel con-
senso más importante de todos es el consenso
acerca de las reglas de resolución de los con-
flictos (que es,en democracia, la regla mayori-
taria). Después, si hay consenso sobre cómo
resolver los conflictos, entonces es lícito "en-
trar en conflicto" sobre las policies, sobre laso-
lución de lascuestionesconcretas, en elcampo
de laspolíticas de gobierno. Pero esasí porque
el consenso de fojndo, o sobre los fundamen-
tos, nos autolimita en el "entrar en conflicto", y
asídomesticael conflicto, lo transforma en con-
flicto pacífico. Al contrario, ypor otro lado, el
GIOVANNI SARTORI
consenso no debe entenderse como un parien-
te cercano de la unanimidad. Elconsenso plu-
ralista se basa en un proceso de ajuste entre
mentes e intereses discrepantes. Podremos de-
cir así: consenso es un proceso de compromi-
sosyconvergencias en continuo cambio entre
convicciones divergentes.
Un segundo tema trata sobre la relación en-
tre pluralismo y regla mayoritaria, que en in-
glés (majority rule) se precisa como una regla-
mando. Si el mando mayoritario se entiende
como lo hicieron Madison,Tocqueville yjohn
Stuart Mili, o sea, como la amenaza de una ti-
ranía de la mayoría,de una determinada mayo-
ría numérica que "manda" en el sentido literal
del término, entonces el pluralismo rechaza la
tiranía de la mayoría. Lo que no quiere decir
que el pluralismo rechace el principio (ojo,
el principio) mayoritario como principio re-
gulador, o lo que es lo mismo, como criterio
'de toma de decisiones11. Es obvio que no. Así
también el pluralismo se plantea como la me-
jor defensa ylegitimación del principio mayo-
ritario limitado, del principio de que la ma-
yoría debe respetar losderechos de la minoría,
y, por consiguiente, del principio de que la
11 Véase más ampliamente Sartori (1987), cap. VI, especial-
mente laspp. 131-137.
36
37
í ,
LA SOCIEDAD MUI.TIÉTNICA
mayoría debe ejercer su poder con modera-
ción en los límites planteados por el respeto
del principio pluralista.
Un tercer tema se refiere al nexo entre plu-
ralismo y la "política como paz" (y no como
guerra, comoen laversiónhobbesianayschmit-
tiana de la política). El pluralismo, se ha di-
cho al comienzo,separa la esfera de Diosde la
del César,yal hacerlo niega que el Obispo o el
Príncipe tengan una "exigencia total" sobre
nosotros. Con el paso del tiempo esta nega-
ción o limitación vaa tutelar cada vezmás una
esfera privada de la existencia, de tal modo
que las cambiantesvicisitudesde la lucha polí-
tica ya no ponen en riesgo los bienes y lamis-
ma vida de los contendientes. Es decir, que
quien pierde sepuede volver tranquilamente a
su casa. Yes en ese momento cuando aparece
una política de pacífica rotación ysustitución
en el poder, y con ella la ciudad pluralista. Lo
repito así: la ciudad pluralista presupone que'
las distintas esferas de la vida —los terrenos
de la religión, de la política yde la economía—
están adecuadamente separadas; y éstos son
presupuestos que ha sostenido el pluralismo
(aunque, por supuesto, no sólo elpluralismo).
Un último tema, elcuarto, aborda laya men-
cionada configuración estructural del plura-,
lismo. Una sociedad fragmentada no por ello
38
GIOVANNI SARTORI
es una sociedad pluralista.Ysiesverdad, como
lo es, que el pluralismo postula una sociedad
de^'asociaciones múltiples", ésta no esuna de-
terminación suficiente.En efecto, estasAsocia-
ciones deben ser, en primer lugar, voluntarias
(no obligatorias o dentro de lascuales senace)
y, en segundo lugar, no exclusivas, abiertas a
afiliaciones múltiples. Yeste último es el rasgo
distintivo. Por tanto, una sociedad multigru-
pos espluralista si,ysólo si,los grupos en cues-
tión no son grupos tradicionales y, segundo,
sólo si se desarrollan "naturalmente" sin ser
impuestos de alguna manera. De donde resul-
ta que el llamado pluralismo africano no es tal
y que tampoco lo es un sistema de estratifica-
ción de castas (léase India).
El tema sepuede resumir en este indicador:
la existencia o no de cross-cutting cleavages, o
sea, de líneas de división cruzadas (o que se
cortan). De hecho la ausencia de cleavages cru-
'zados es un criterio que permite por sí solo
excluir del pluralismo a todas las sociedades
cuya articulación se basa en tribu, raza, casta,
religión y cualquier tipo de grupo tradiciona-
lista. Y esto no se dice para discriminar a na-
die, sino porque el pluralismo sólo funcionasi
existe, yno funciona siesartificioso o mal atri-
buido. Por ello, el pluralismo funciona cuan-
do los cleavages, laslíneas de división,se neutra-
39
LA SOCIEDADMULT1ÉTNICA
lizan yfrenan por múltiples afiliaciones (ytam-
bién lealtades), mientras que "disftmciona",
por así decirlo, cuando las líneas de fractura
económico-sociales coinciden, sumándoseyre-
forzándose unas a otras (por ejemplo, en gru-
pos cuya identidad es a la vezétnica, religiosay
lingüística). En este caso aún cabe asegurar la
paz y la coexistencia social si hay élites conso-
ciativas (era el caso,por ejemplo,de Holanda)•.
Pero la paz social está en peligro cuando las
"comunidades cerradas" con cleavages coinci-
dentes se convierten en invasorasyagresivas12.
Dicho todo esto, se debe tener presente
siempre que los cmss-wMing cleavagesindican un
elemento estructural, no un estado de creen-
cias;yque la creencia en el valordel pluralismo
es la condición previade todo lo demás.
12 A este respectola distinciónse da entre cleavages acumu-
lativos que se traducenen una "sociedadsegmentada", cu-
yas subcomunidades se cierran en autonomías defensivas,
y cleavages acumulativos que se traducen en cambioen sub-
comunidades belicosas, con tendencia a lahegemonía,que
se quierenimponerunas a otras. Véase SaniySartori (1983),
pp. 332-337.
40
TOLERANCIA, CONSENSO YCOMUNIDAD
JLJe modo que entender el pluralismo estam-
bién entender de tolerancia, consenso, disen-
so yconflicto. Querría ahora profundizar bre-
vemente en los dos primeros conceptos, para
después introducir en el discurso la noción de
comunidad.
Para empezar,volvamosa echar una mirada
ala tolerancia. Tolerancia no esindiferencia,ni
presupone indiferencia. Si somos indiferen-
tes, no estamos interesados: fin del discurso.
Tampoco es verdad, como se suele mantener,
que la tolerancia suponga un relativismo.Cier-
to esque, sisomosrelativistas, estamos abiertos
a una multiplicidad de puntos de vista.Pero la
tolerancia es tolerancia (su nombre lo indica)
precisamente porque no presupone una vi-
sión relativista. Quien tolera tiene creenciasy
principios propios, los considera verdaderos,
y, sin embargo, concede que los otros tengan
el derecho a cultivar "creencias equivocadas".
41
LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA
La cuestión es importante porque establece
que el tolerar no es, ni puede ser, algoilimita-
do. "La tolerancia está siempre en tensión y
nunca es total. Si a una persona le importaal-
guna cosa tratará de llevarla a cabo, de reali-
zarla; de lo contrario, es difícil creer que ver-
daderamente le importe. Pero no intentará
realizarla por cualquier medio, a toda costa"
(Lucas, 1985, pp. 296-301)V
Entonces, ¿cuál es la elasticidad de la tole-
rancia? Sila pregunta nos lleva a buscar un lí-
mite fijo y preestablecido, no encontraremos
esafrontera. Pero el grado de elasticidad de la
tolerancia se puede establecer con tres crite-
rios. El primero es que siempre debemos pro-
porcionar razones de aquello que conside-
ramos intolerable (y,por tanto, la tolerancia
prohibe el dogmatismo)13. El segundo crite-
rio implica el harm principie, el principio "de
no hacer el mal",de no dañar. Esdecir,que no
estamos obligados a tolerar comportamientos
que nos infligen daño o perjuicio. Yel tercer
criterio es obviamente la reciprocidad: al ser to-
13 Sobre bases paralelas,John Rawls distingueentre "plura-
lismo razonable" y "pluralismo como tal"y defiende elpri-
mero, porqueuna sociedadliberal democrática se basa en
una serie de "puntos de vista" universales que requierenla
lealtad de todos (1993,pp. 36-39). Estoy de acuerdo en el
fondo, pero para mí es el pluralismocomo tal el que es (y
debe ser) "razonable".
42
GIOVANNI SARTORI
lerantes con los demás esperamos, a nuestra
vez, ser tolerados por ellos14.
Volvamos a echar una ojeada al consenso.
El inglés nos permite distinguir entre consen-
sus y consent, digamos que entre un estado di-
fuso de consenso yun concreto ypuntual con-
sentir. Distinción que nos ayudaa precisar que
el consenso en cuestión no es un activo apro-
bar ysostener esto o aquello. Por tanto, elcon-
senso puede ser pura y simple aceptación,
un confluir generalizado ysólo pasivo. Incluso
así, el consenso es un compartir que de alguna
manera wn^Graham, 1984). Y esta defini-
ción pone bien de relieve la conexión entre el
concepto de consenso yel de comunidad.
Hay que tener también en cuenta que laco-
munidad se puede definir como "un compar-
tir que de alguna manera une". Ymi discurso
debe llegar, para ser completo, a la noción de
comunidad, porque ya no podemos dar por
descontado que la unidad política por exce-
lencia sea el Estado-nación. Lo que nos obliga
a repensar el problema. Y,para repensarlo, hay
que volvera aquella unidad primaria de todas
14 Éste era ya el principioplanteadopor Milton ypor Locke:
la toleranciano debe extendersealosintolerantes. Estácla-
ro que todos los principiosse tienen que entender con to-
lerancia; pero, precisamente, en los límites y secundum quid,
según loscasos.
43
LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA
las construcciones sociopolíticas que es, preci-'
sámente, la comunidad.
Por muy importante que sea o nos parezca
todavía el Estado-nación, el hecho es que, visto
en perspectiva, el Estado-nación sólo se consti-
tuyó en el transcurso del s'igloxrx, yque a.felix
Austria, el imperio poliétnico y multinacional
de losHabsburgo, resistió muybien (al menos
combatiendo bien) hasta su derrota de 1918.
El Estado-nación ha sido, pues, el principio
organizativo unificador del Estado moderno
—sólo o sobre todo en Europa— durante me-
nos de dos siglos. Al principio, y a partir de la
Edad Media, las nationes eran las lenguas. La
nación alemana era aquellos que hablaban en
alemán, y así para todas las demás. El Esta-
do-nación fue concebido por el Romanticis-
mo —porque la Ilustración fue cosmopoli-
ta— yse concibe como una entidad que no es
sólo lingüística. En su versión digamos que
más acabada, el Estado-nación es una entidad
orgánica (evocadapor nociones como "espíri-
tu del pueblo", de Volksgeisty de Volkseek), radi-
cada en un mítico, lejano pasado y reforzada
—con la RevoluciónFrancesa— por la pasión
patriótica, y aún más reforzada —en su ver-
sión extrema— por una "identidad de sangre"
(racial y,por tanto, a no confundir con el ino-
cuo principiojurídico del ius sanguinis).
44
GIOVANNI SARTORI
Apartir de estas premisas, "nación" setrans-
forma en "nacionalismo" y—en su desarrollo
en Alemania con Hitler— en pureza y supre-
macía racial. Pero lo de Hitler fue un extre-
jnismo solitario.Lamayorparte de los Estados
nacionales surgidos en Europa en la estela de
las revoluciones de 1830 y de 1848 sólo afir-
man una identidad lingüística y patriótica. La
Nación ha sido, para la mayoría,una reivindi-
cación de independencia que destruyó los
agregados puramente dinásticos que se ha-
bían ido constituyendoen la época del absolu-
tismo. Con el Estado-nación ya no es concebi-
ble que lospueblos cambien de manos no sólo
por razón de conquista (lo que puede ocurrir
aún) sino como una propiedad cualquiera del
soberano. Eso ya no sucede. Pero los pasados
méritos del Estado-nación no bastan hoy para
salvarlo como unidad óptima de la geopolíti-
ca. Porque hoy el Estado-nación está siendo
vaciado en una doble dirección: en lo máspe-
queño ytambién en lo más grande, en lo local
y también en lo supranacional.
En todo caso, mi tesis es la siguiente: que
cuanto más se debilita la "comunidad nacio-
nal", tanto másdebemos buscar o reencontrar
una comunidad. O dicho de otra manera: cada
vez que una superestructura (la nación, elim-
perio u otra) se disgrega, nos volvemos inevita-
45
LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA
blemente a la infraestructura primordial que
los griegos llamaban koinonía y reaparece la
necesidad de reencontrar una Gemeinschaft,
un vínculo que "sentimos"yque —como decía
antes— nos vinculaynos une.
Gemeinschaft (comunidad) era el concepto
que Tónnies contraponía a Gesettschaft (socie-
dad) . Para él la primera era "un organismo vi-
viente", mientras que la sociedad sólo era un
agregado mecánico no yabasado en un inme-
diato idem sentiré sino en mediaciones de in-
tercambio y de contrato. Tónnies sigue siendo
el clásico de referencia, en lo concerniente al
concepto de comunidad. Pero su Gemeinschaft
sólo era, o era sobre todo, el "grupo primario".
Ahora bien, no niego que el significado fuerte
del concepto se despliegue en los grupos sim-
bióticos. Pero de comunidad se da también un
significado másdébil que se amplía al contexto
que Cooley llamaba "grupo secundario". Lo
diré de otra manera: la comunidad de Tónnies
eslacomunidad concreta, másallá de la cualse
da también la comunidad abstracta.
Por consiguiente, retomando mi hilo con-
ductor, no estoy diciendo que debamos volver
a lo pequeñorni que "lo pequeño esbello".Es
verdad que las comunidades del pasado (la.po-
lis griega, las villas medievales, la democracia
de aldea) eran microcolectividades en que ac-
46
GIOVANNT SARTORI
tuaban cara a cara. Pero sila comunidad no se
concibe como un cuerpo operativo, sino como
un identity marker,digamos que como un "identi-
ficador", un sentir común en el que nos iden-
tificamos y que nos identifica, entonces no
hace falta que una comunidad seapequeña.De
esta manera, italianos, ingleses, franceses, ale-
manes yasí sucesivamente se pueden concebir
como "amplias comunidades" del mismo mo-
do en que son o eran considerados como na-
ciones;ypor másque la comunidad europea, o
el hablar de una comunidad iberoamericana,
nos remite a comunidades abstractas, si estos
grandes agregados logran nuestra participa-
ción y nos dan un sentido de pertenencia, es
muy legítimo considerarlos como comunida-
des, aunque sean suigeneris.
Estoy diciendo, pues, que los seres huma-
nos viven infelizmente en el estado de muche-
dumbres solitarias, en condiciones anómicas,
y por ello buscan siempre pertenecer, reunirse
en comunidades e identificarse en organiza-
ciones y organismos en los que se reconocen:
para empezar, en comunidades concretas de
vecindad, pero después incluso en amplias
"comunidades simbólicas". Sin embargo, tam-
bién aquí se plantea un problema de elastici-
dad análogo al que nos hemos encontrado al
hablar de la tolerancia. En aquella ocasión nos
47
LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA
habíamos preguntado: ¿cuál es^el límite más
allá del que la cuerda de la tolerancia se rom-
pe? Ahora tenemos que preguntarnos: ¿hasta
qué punto podemos tirar de la cuerda de la
comunidad?
Así como no creo en la contraposición
schmittiana entre Freund y Fdnd, entre amigo
y enemigo15, tampoco logro creer, en el otro
extremo, en[Ta difusa apertura cosmopolita
auspiciada por el último DahrendorfTÍHablar
de comunidad mundial espura retórica, es va-
porizar el concepto de comunidad. A mí me
parece, por el contrario, que el animalhuma-
no se agrega en coalescencias y "se agrupa"
como subspede del animal social, con tal que
exista siempre un límite, una frontera (móvil
pero no anulable) entre nosotros y ellos. Noso-
tros es "nuestra" identidad; ellos son las identi-
dades diferentes que determinan la nuestra.
La alteridad es el complemento necesario de
la identidad: nosotros somosquienes somos, y
como somos, en función de quienes o como
no somos. Toda comunidad implica clausura,
un juntarse que es también un cerrarse hacia
afuera, un excluir. Un "nosotros" que no está
circunscrito por un "ellos" ni siquiera llega a
existir.
15 Véasemi crítica a Schmitten Sartori (1995), pp. 27&-2S4.
48
COMUNIDAD PLURALISTA
Y RECIPROCIDAD
Ya estoy preparado para la pregunta máses-
pinosa de todas, que es:¿enqué medida el plu-
ralismo amplía y diversifica la noción de co-
munidad? O dicho de otro modo, ¿cómo se
llevan entre sípluralismoycomunidad? ¿Cómo
se relacionan? ¿Unacomunidad puede sobre-
vivir si está quebrada en subcomunidades que
resulta que son, en realidad, contracomunida-
dés que llegan a rechazar las reglas en que se
basa un convivir comunitario?
Al afrontar esté delicado problema tengo
que recordar que la comunidad pluralista es
una adquisición reciente, difícil y por supues-
to frágil16. Una comunidad pluralista se defi-
ne por el pluralismo.Y el pluralismo tal como
16 Tan reciente que Tónnies, que escribía en 1887 (véase la
traducción en castellano de 1947y la italiana de 1963), no
la había intuido ni contemplado. ATónnies, como a Durk-
heim e incluso, en los años veinte, a Max Weber, la noción
misma de "comunidad pluralista" les hubiera parecido un
contrasentido.
49

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  • 1. . GIOVANNI SARTORI LA SOCIEDADMULTIÉTNICA PLURALISMO, MULTICULTURALISMO Y EXTRANJEROS Traducción de Miguel Ángel Ruiz de Azúa TAURUS PENSAMIENTO
  • 2. Título original: Pluralismo, multiculturalismo e estranei © Giovanni Sartori, 2001 © De esta edición: Grupo Santularia de Ediciones, S.A-, 2001 Torrelaguna, 60. 28043 Madrid Teléfono (91) 7449060 Telefax (91) 744 92 24 • Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A. Beazley, 3860. 1437 Buenos Aires • Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A. de C.V. Avda. Universidad, 767, Col. del Valle, México, D.F. C. P. 03100 • Distribuidora y Editora Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A. Calle 80, n.° 10-23 Teléfono: 635 12 00 Santafé de Bogotá, Colombia Diseño de cubierta: Pep Garrió y Sonia Sánchez ISBN: 84-3064416-2 Dep. Legal: M-5.126-2001 Printed in Spain - Impreso en España Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en pane, ni registrada en o transmitida por, un sistema de recuperación de información,en ninguna forma ni por ningún medio, seamecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial. ÍNDICE PREFACIO 7 PRIMERA PARTE PLURALISMO YSOCIEDAD UBRE 1. La sociedad abierta: ¿hasta qué punto abierta? 13 2. Pluralismoy tolerancia 17 3. Elpluralismo de partidos 23 4. Elempobrecimiento del concepto 27 5. Niveles de análisis 31 6. Tolerancia, consenso ycomunidad 41 7. Comunidad pluralistayreciprocidad 49 8.Recapitulación 57 SEGUNDA PARTE MULTICULTURALISMO YSOCIEDADDESMEMBRADA 1. El multiculturalismo antipluralista 61 2. Cultura, etniay el otro 69
  • 3. 3.La política del reconocimiento .......... '75 4. Reconocimiento, acción afirmativa y diferencias ........................... 83 5.Elretroceso de laley al arbitrio .......... 91 6. Ciudadanoyciudadanía diferenciada ____ 99 7. Inmigración, integración ybalcanización .. 107 8. Conclusiones ........................... 123 BIBLIOGRAFÍA ............................. 133 PREFACIO -Miste esun libro de teoría de labuena sociedad. Buena sociedad que espara mí—lomanifiesto de entrada— la sociedad pluralista. Pero no es un libro de teoría que sólo sea teoría. El plu- ralismo está connaturalmente "empapado de práctica". En el pluralismo, ideas y expe- rienciasforman un todo. Dela misma manera, en midiscursoempiezopor losprincipios, pero después llego siempre a sus consecuencias ya lo que resulta en los hechos. Decía que para mí la buena sociedad es la sociedad pluralista. Hoyla palabra "pluralis- mo" está muyde moda; lo que no quiere decir que se entienda bien. Al contrario. La prue- ba de ello, de ese mal entendimiento, está en creer que el pluralismo encuentra una conti- nuación y su ampliación en el multiculturalis- mo, esdecir, en una política que promueve las diferencias étnicas y culturales. No. En este li- bro voya mantener que esa complementarle-
  • 4. LA SOCIEDAD MULTIÉTN1CA dad es falsa y que pluralismo ymulticulturalis- mo son concepciones antitéticas que se nie- gan la una a la otra. Es obvio que la sociedad pluralista es tam- bién la sociedad abierta. Yen esta óptica la pregunta que más nos agobia hoy es:¿hasta qué punto abierta? La sociedad abierta, ¿qué grado de apertura puede llegar atener? Actual- mente la elasticidad (apertura) de la sociedad abierta está puesta a dura prueba tanto por las reivindicaciones multiculturales internas (por ejemplo,en Estados Unidos), como por la intensa presión de flujos migratorios exter- nos (ése es, sobre todo, el caso de Europa). Y ante esta última situación, la teoría del plu- ralismo se topa con el problema concreto,con- cretísimo, de los "extraños o extranjeros", de personas que no son "comonosotros".Aquíla pregunta se convierte en: ¿hasta qué punto la sociedad pluralistapuede acoger sin desinte- grarse a extranjerosque la rechazan?Y,al con- trario, ¿cómo se hace para integrar al extran- jero, al inmigrado de otra cultura, religión y etnia muydiferentes? Respondo: se hace mal, o mejor dicho, "no se hace", si estos difíciles problemas se afron- tan con la ligereza—no sabría decir hasta qué punto irresponsable o hasta qué punto in- consciente— con la que los políticos en ejerci- 8 GIOVANNI SARTORÍ ció lo están haciendo. Aquien se siente "inva- dido" (no importa que las estadísticas digan que sin razón) nuestros dirigentes respon- den de dosmaneras:primero, asegurando que para integrar al inmigrado basta con "nacio- nalizarle" (o sea, concederle la ciudadanía); y, segundo; haciendo ver que los inmigrados son "útiles"y,por tanto, que también le sirven a él. La primera respuesta —lo veremos en el libro— es falsa. Y en cuanto a la segunda, por ahora diré sólo que es banal. Sí, es obvio que los inmigrados sirven. Pero ¿sirven todos, in- discriminadamente, por definición? Es igual- mente obvio que no. Y,por consiguiente, los inmigrados que sirvenson los que sirven. ¡Me- . nudo descubrimiento! Dejando a un lado, añado, el hecho de que la fórmula del "inmigrado útil" sufre dos gra- ves limitaciones.Primera: ¿elque esútil a corto plazo lo es también a largo plazo?Ydespués, segunda, el problema no es sólo económico. Por el contrario —lo diré en el libro—, esemi- nentemente no económico. Esfundamental- mente social y ético-político. Sin contar con que también lo útil económico puede tener,y con frecuencia las tiene, consecuencias "per- judiciales", consecuencias nocivas.Y,por tan- to, el hecho de que el inmigrado pueda resul- tar beneficioso pro tempore para la economía
  • 5. LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA dad es falsa y que pluralismo ymulticulturalis- mo son concepciones antitéticas que se nie- gan la una ala otra. Es obvio que la sociedad pluralista es tam- bién la sociedad abierta. Yen esta óptica la pregunta que más nos agobia hoy es: ¿hasta qué punto abierta? La sociedad abierta, ¿qué grado de apertura puede llegar a tener? Actual- mente la elasticidad (apertura) de la sociedad abierta está puesta a dura prueba tanto por las reivindicaciones multiculturales internas (por ejemplo, en Estados Unidos), como por la intensa presión de flujos migratorios exter- nos (ése es, sobre todo, el caso de Europa). Y ante esta última situación, la teoría del plu- ralismo se topa con el problema concreto, con- cretísimo, de los "extraños o extranjeros", de personas que no son "como nosotros". Aquíla pregunta se convierte en: ¿hasta qué punto la sociedad pluralista puede acoger sin desinte- grarse a extranjeros que la rechazan?Y,alcon- trario, ¿cómo se hace para integrar al extran- jero, al inmigrado de otra cultura, religión y etnia muy diferentes? Respondo: se hace mal, o mejor dicho, "no se hace", si estos difíciles problemas se afron- tan con la ligereza—no sabría decir hasta qué punto irresponsable o hasta qué punto in- consciente— con la que los políticos en ejerci- 8 OtOVANNI lARTOM ció lo están haciendo. Aquien le líente "inva- dido" (no importa que las estadísticas digan que sin razón) nuestros dirigentes respon- den de dosmaneras:primero,asegurando que para integrar al inmigrado basta con "nacio- nalizarle" (o sea, concederle la ciudadanía); y, segundo, haciendo ver que los inmigrados son "útiles"y,por tanto, que tambiénlesirven a él. La primera respuesta—lo veremosen el libro— es falsa. Yen cuanto a la segunda, por ahora diré sólo que es banal. Sí, es obvio que los inmigrados sirven.Pero ¿sirven todos, in- discriminadamente, por definición? Es igual- mente obvio que no. Y,por consiguiente, los inmigrados que sirvenson los que sirven.¡Me- . nudo descubrimiento! Dejando a un lado, añado, el hecho de que la fórmula del "inmigrado útil" sufre dos gra- veslimitaciones.Primera:¿elque es útil a corto plazo lo es también a largo plazo? Ydespués, segunda, el problema no es sólo económico. Por el contrario —lo diré en el libro—, esemi- nentemente no económico. Es fundamental- mente social y ético-político. Sin contar con que también lo útil económico puede tener,y con frecuencia las tiene, consecuencias "per- judiciales", consecuencias nocivas.Y,por tan- to, el hecho de que el inmigrado pueda resul- tar beneficioso pro tempore para la economía
  • 6. LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA no demuestra nada fuera de la economía yso- bre lo que más importa: la "buena conviven- cia". Precisamente, la buena convivencia plu- ralista. Yése es mi tema. GIOVANNI SARTORI Columbia University NuevaYork, abril de 2000 10 PRIMERA PARTE PLURALISMO Y SOCIEDAD LIBRE
  • 7. 1 LA SOCIEDAD ABIERTA: ¿HASTA QUÉ PUNTO ABIERTA? Oociedad cerrada, sociedad abierta. La con- traposición es de Karl Popper (1945) y plan- tea bien elinterrogante de estaobra: dado que una buena sociedad no debe sercerrada, ¿has- ta qué punto debe ser "abierta" una sociedad abierta? Sé entiende, abierta sin autodestruir- se como sociedad, sin explotar o implosionar. Y, por supuesto, po.r sociedad abierta no se en- tiende —ni aquí ni en laliteratura que trata de ello— una sociedad sin fronteras. Las fronte- ras pueden desplazarse,pero siempre habráal- guna frontera, aunque se puedan variar enor- memente su franqueabilidad ysu porosidad. Así pues, sociedad abierta. Popper la teori- zó en su trabajo La sociedad abierta y sus enemi- gos, en el que_el primer enemigo (y,por tanto, elfundador de lasociedad cerrada) resulta ser Platón. Lo cual es una interpretación muy ar- bitraria. Pero en este trabajo la teoría poppe- riana de la sociedad abierta no interesa dema- 13
  • 8. LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA siado1. Aquí basta establecer que la sociedad abierta es,en esencia, lasociedad libre tal como la entiende el liberalismo2; y que el mérito de la expresión popperiana essobre todo el de ser una muy acertada expresión alusiva,un es- pléndido aserto evocativo. Pero también por esta razón decir sociedad abierta no ayudade- masiado a quien quiere abarcar y profundizar en el tema. Vuelvo a la pregunta: ¿abierta a qué y hasta qué punto? ¿Puede llegar a incluir, por ejem- plo, una sociedad multicultural y multiétnica basada en la "ciudadanía diferenciada"? Pop- per no seplanteaba estosproblemas porque en su tiempo no se planteaban; y ni siquiera nos suministra un hilo conductor para afrontarlos. 1 Para Popper, los elementos que la caracterizan son: I) un racionalismo crítico, II) la libertad individual, III) la tole- rancia. Para una discusión y análisis crítico, véase G. W.Ca- rey (1986). Esobvio que el aspecto más controvertido de la definición popperiana es el del "racionalismo crítico" (que es su particular concepción de la racionalidad). A este res- pecto, la tesis que me parece más aceptable es que una so- ciedad inflamada de pasiones y demasiado emotiva tiende más a encerrarse que a abrirse. Pero yo me detendría aquí. 2 Para confirmarlo, basta esta cita: lo que debemos pedir al Estado "es protección no sólo para nosotros, sinotambién para los otros", lo cualimplica, entre otras cosas,que "el Es- tado limite la libertad de los ciudadanos de la manera más igualitaria posible ysin sobrepasar loslímitesnecesarios para conseguir una igual limitación de libertad" (TheOpen So- ciety,pp. 108-109). 14 GIOVANNI SARTORI Para entender hasta qué punto sepuede abrir una sociedad y, por consiguiente, cuándo la apertura llega a ser "demasiado abierta", de- bemos identificar un código genético. Y sosten- dré que este código genético de la sociedad abier- ta es el pluralismo. Porque es el pluralismo el que desciframejorque cualquier otro concep- to las creencias de valor ylos mecanismos que han producido históricamente la sociedad li- bre y la ciudad liberal y por ello el que mejor permite precisar yprofundizar las "aperturas" que vamos a debatir. 15
  • 9. 2 PLURALISMO Y TOLERANCIA IJe entrada, la primera objeción puede ser que el concepto de pluralismo es difícil, de- masiado oscuro y complejo como para servir verdaderamente de hilo explicativo; o bien, por el contrario, que la noción de pluralismo se ha convertidoen una noción que sirve para todo y por ello resulta demasiado fácil y de- masiado vacía como para tener utilidad heu- rística. Y esta última objeción, por desgracia, sí tie- ne fundamento. Desde hace medio siglo a nuestros días el "novedismo"3 seha dedicado a "desgastarpalabras"ya desquiciar ellengua- je en que sebasaelproceder de lasideasclaras y distintas.Yseguramente "pluralismo"está en- 3 El "novedismo" —la manía de ser nuevos y originales a cualquier precio,y cueste lo que cueste— esmi bestia negra desde hace tiempo. Véase Sartori (1987), p. 105; (1993), pp. 261-263. Traduzco por "novedismo" el neologismo que utiliza Sarto- ri de navitismo. (N. del T.) 17
  • 10. LA SOCIEDAD MULTIETNICA tre esas palabras desgastadas, incluso es una de las más desgastadas. Hoy "pluralismo" es una palabra de moda; y por eso mismo se ha convertido en una palabra trivializada de la que se abusa. Pero ésa no es una razón para tirar- la a la basura. Una palabra abandonada debe ser una palabra sustituible; si no, incurrimos en una mera pérdida. Ycomo "pluralismo" no es sustituible, resulta que hay que restaurar y reconstruir eseconcepto. Una reconstrucción de la que resultará que sibien esverdad que el concepto de pluralismo es complejo —todos los conceptos importantes lo son—no escier- to que sea oscuro. Históricamente, la idea de pluralismo (su- brayo: la idea, no la palabra, que llegarásiglos más tarde) ya está implícita en el desarrollo del concepto de tolerancia y en suaceptación gradual en el siglo xvii en la época de lasgue- rras de religión4. Se comprende que toleran- cia y pluralismo son conceptos distintos, pero también es fácil entender que están intrínse- camente conectados. En este sentido: que el• * ~- 4 Los trabajos clásicos sobrela tolerancia son la Areopagitica de Millón (1644), la Epístola deiolerantiade Locke (1689) y el Traite sur la tolérancede Voltaire (1763). Tres recientesli- bros colectivos, relacionados entre sí, son: Horton y Men- dus (1985); Edwards y Mendus (1987); y Mendus (1988). Véase también Kamen (1967) yKing (1999). 18 GIOVANNI SARTORI pluralismotoresubonetolerancia y, por consi- guiente, que el pluralismo intolerante es un falso pluralismo. La diferencia está en que la tolerancia respeta valores ajenos, mientras que el pluralismo afirma un valor_rjropio. Por- que el pluralismo afirma que la diversidad yel disenso son valores que enriquecen al indivi- * dúo ytambién a su ciudad política. Hay que subrayar que aquí se produce un vuelco radical de perspectiva. Muchos atribu- yen el mérito de esta inversión a la Reforma y concretamente al puritanismo. El más emi- nente defensor de esta tesisha sidoA.D.Lind- say (1934)5. Pero hay que tener cuidado con las generalizaciones. La Re/orma protestante pluraliza lasiglesias,pero en esa rupjtura y frag- mentación no hay nada de intrínsecamente pluralista. En cuanto al puritanismo, si se re- fieren en concreto a la experiencia de lascon- gregaciones y las comunidades puritanas, entonces el hecho es que para los puritanos ingleses y americanos "democracia" y "liber- 5 Esa interpretación ha sido retomada recientemente por Maddox (1996). La tesis que hace remontar el origen de la democracia al puritanismose basa sobre todo en la expe- riencia de los Levellersy sus Putney Debates (recogidos,junto a otros libelos de los puritanos de izquierda, en Gabrieli, 1956).Esverdadque estaliteraturade la época de Cromwell se caracteriza por fuertes elementoslibertarios, pero no es un modelo para el conjunto de laexperiencia puritana. 9
  • 11. LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA tad" eran palabras e ideas despreciables. Es verdad que lospuritanos afirmaban la libertad de conciencia y de opinión, pero en realidad reivindicaban la libertad dejtiijrropia concien- cia y opinión, para después ser intolerantes frente a lasopiniones y religiones ajenas. Y, por tanto, desafiar a las autoridades constituidas en nombre de la libertad de conciencia no_es pluralismo porque lo que reivindicamos para nosotros mismosseniega a los otros. * La experiencia puritana ha sido importan- te, en cambio,para romper el nudo entre la es- fera de Dios y la del César, y después, siguien- do esasenda, para despolitizar lasociedad. Con Ipsjpuritanos el centro de gravedad de la vida humana se coloca en asociacionesvoluntarias independientes del Estado; asoriaciones myo ví"/-"lo interno (entre asociados) nrevalece sobre el vínculo (externo) entre individuos y soberano. Pero esta despolitización no impli- ca —repito— que los puritanos hayan descu- bierto la visión pluralista del mundo. Por otra parte, descubrir a lospadres fundadores noin- teresa demasiado. Sí interesa, en cambio, en- tender bien el significado y la extraordinaria novedad del descubrimiento. Hasta el siglo xvii se había creído siempre que la diversidad era la causa de la discordia y de los desórdenes que llevaban a losEstados 20 GIOVANNI SARTORI a la ruina. Por tanto, se había creído siempre que la salud del Estado exigía la unanimidad. Peroen esesiglo sefue afirmando gradualmen- te una concepción opuesta y fue la unanimi- dad laque poco apoco sehizosospechosa.Yla civilización liberal y luego la liberal-democra- cia se han construido a trompicones a partir de este revolucionariovuelco.Losimperios de la antigüedad, las autocracias, los despotismos son portadores de (yse apoyan en) una visión monocromática de la realidad, mientras que la democracia es multicolor. Pero esJa_demo- cracia liberal, no la democracia de los antiguos, la oue SP funda sobre el disenso y sobre la di- versidad. Somos nosotros, no los griegos de la época de Pericles, los que hemos inventado un sistemapolítico de concordiadücors. de con- senso enriquecido y alimentado por el disen- so, por la discrepancia. 21
  • 12. EL EMPOBRECIMIENTO DEL CONCEPTO V olvamos ala Begriffsbildung, ala construcción conceptual. Hemos visto que, históricamente, el concepto de pluralismo se desarrolla a lo largo de la trayectoria que va desde la intole- rancia a la tolerancia, de la tolerancia al respe- to del disenso ydespués, mediante ese respeto, a creer en elvalor dela diversidad. Pero cuando se acuña la palabra "pluralismo"ydespués, en elsi- glo xx, cuando se incorpora al vocabulario de la política, los antepasados intelectuales que he mencionado se ignoraron u olvidaron.Los pluralistas ingleses de principios del novecien- tos (Figgis, D. H. Colé y, sobre todo, Harpld Laski) derivaron su doctrina del Genossenschafts- recht alemán teorizado por Gierke, o sea del mundo medieval de las corporaciones, y, por tanto, redujeron el pluralismo a una teoría de la sociedad multigrupo entendida para negar la primacía del Estado. Esta reducción es aceptable para la Begriffsbildung, pero, por 27
  • 13. LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA supuesto, constituye un drástico empobreci- miento del concepto. Ylos sucesivospluralis- tas americanos de los años cincuenta (bien re- presentados por el volumen The Governmental Process de David Truman) lo hicieron peor. En la versión politológica norteamericana (paso por alto la de los antropólogos, porque sólo añadiría confusión a la confusión) el plura- lismo empieza con Arthur Bentley (que escri- bía The Process of Government en 1908) ydesem- boca en una pura ysimple teoría de los grupos de interés, en la llamada interest group theory of politics1.Yaquíyasí que nos salimos de madre. Aparte de que hacer arrancar el pluralismo de Bentley es historiográficamente risible, si pluralismo esexpresión yreivindicaciónde "in- terés" entonces toda la nobleza del conceptose pierde. En realidad, en el llamado pluralismo americano no hayningún contenido holística- mente pluralistajjDel pluralismo como creen- cia de valoryano queda ni rastro, el concepto se desarraiga completamente de su razón de ser y.seconvierte así en una palabra librada al viento que suena bien pero que significa'pocqj Yeso contribuye a explicar la gran populari- dad adquirida por la palabra a partir de los 7 Véase Gunnell (1996). Ladificultad no está en la calidadde la literaturaen cuestión (queno tratode infravalorar), sino en lopoco que contienede auténticamente pluralista. 28 GIOVANNI SARTORI años sesenta. Desde entonces se nos cuenta que elpluralismoexiste siempre yen todas par- tes. Existeen África8, existe en India, existía en la Unión Soviética (a pesar del comunismo)9y existe en todas partes por fuerza (esdecir, por definición) porque todas las sociedades son de alguna manera "plurales" y de alguna ma- nera diferenciadas. Sí, pero sobre todo y fundamentalmente no. Pluralismono es serplurales.Ysi confundi- mos los dos conceptos entonces colocamos juntos, en una noche hegeliana en la que to- dos los gatos son pardos, una fragmentación tribal (África), un sistema de castas (India) y también (¿por qué no?) la existencia confor- me al propio estamento del orden medieval. Pero esto no esmás que una operación que yo llamo de evaporización de los conceptos, o sea, de destrucción de las ideas claras y distin- tas. Yantes de retomar el camino y de llegar a los abusos más recientes del término me toca precisar lo que se puede y se debe entender sensatamente por "pluralismo". 8 Véase paratpdos esos casos,Kuper ySmith (1969). 9 Para una visión de conjunto, véase Solomon (1983). He criticado los estudios soviéticos, en esteyotros aspectos,en Sartori(1993). 29
  • 14. I NIVELES DE ANÁLISIS JLJeclaro yrepito que derivar "pluralismo" de "plural" —de algo más que uno— sólo es ex- presión de pobreza y simplismo intelectuales. Y para comprender el pluralismo extrayéndo- lo del gran magma todo-pluralista que he re- cordado más arriba, distinguiré tres niveles de análisis, esdecir, entre: 1) pluralismo como creencia, 2) pluralismo social,y 3) pluralismo político. En el nivelde lossistemasde creencia sepue- de hablar de una cultura pluralista con la mis- ma extensión de significado con la que habla- mos de una cultura secularizada. En efecto, las dos nociones son complementarias. Si una cultura está secularizada, no puede ser monis- ta. Yviceversa,si es pluralista debe ser secula- rizada (las fes reveladas no toleran contra-fes). En cualquier caso, en el terreno de las creen- cias, esta amplitud de significado se concreta así: que una cultura pluralista es tanto másge- 1 31
  • 15. LA SOCIEDAD MULT1ÉTNICA nuina cuanto másse afianza en sus anteceden- tes históricosy,por tanto, en el principio de la tolerancia. Que la variedad y no la uniformi- dad, el discrepar y no la unanimidad, el cam- biar y no el inmovilismo, sean "cosas buenas", éstas son las creencias de valor que emergen con la tolerancia, que se adscriben al contexto cultural del pluralismo y que tiene que expre- sar una cultura pluralista que haga honor asu nombre.Yéstas son laspremisas a partir de las que debemos valorar el llamado "multicultu- ralismo" de nuestros días10. En teoría, o en principio, está claro que el pluralismo está obligado a respetar una multi- plicidad cultural con la que seencuentra. Pero no está obligado a fabricarla. Yen la medida en que el multiculturalismo actual separa, es agresivo e intolerante, en esamismamedida el multiculturalismo en cuestión es la negación misma del pluralismo. Elpluralismo sostieney alimenta una sociedad abierta que refleja un "orden espontáneo" (en el sentido que ha teo- rizado Hayek), y por supuesto respeta una so- ciedad multicultural que es existente y pree- xistente. Sin embargo, el intento primario del pluralismo es asegurar la paz intercultural, no 10 Hayuna antología interdisciplinar sobre este tema,com- pilada por Cordón yNewfield (1996).Analizaremoselmul- ticulturalismo en la Segunda Parte de este libro. GIOVANNI SARTORI fomentar una hostilidad entre culturas. Los liberáis americanos que defienden el multicul- turalismo hablan de una política del reconoci- miento (recognition). Pero convenientemente olvidan precisar que un contexto pluralista postula un reconocimiento recíproco. Un reco- nocimiento que recibe a cambio un radical desconocimiento es antipluralista. El ataque frontal contra los autores "varones, blancos y muertos" que han sido los autores canóni- cos de la civilización occidental (incluyendo a Dante y Shakespeare) no es más que expre- sión de radical incultura; y redimirlo bajo el manto del pluralismo es analfabetismo cuan- do no falta de honestidad intelectual. Repito: el pluralismo eshijo de la tolerancia y,por tan- to, está "llamado" a desconocer una intole- rancia que es, en resumidas cuentas, un odio cultural que reivindica una superioridad cul- tural alternativa. Algunos multiculturalistas nos cuentan que el suyo es un "neopluralismo". Yla novedad consistiría en que sus antecedentes son distin- tos. Sheldon Wohlin observa que la tolerancia lockiana se adscribe a una pluralidad de aso- ciaciones voluntarias y,por tanto, a "identida- des que no nos obligan", mientrasque elnuevo pluralismo se refiere a asociaciones involunta- rias (de sexo o de raza) que senos quedan "pe- 32 33
  • 16. LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA gadas a la espalda" (1993, p. 467). Esverdad, pero hasta un cierto punto. Las asociaciones de la época de Locke (y hasta 1789) no eran para nada voluntarias y se inscribían en una sociedad rígidamente estratificadadeestamen- tos y corporaciones, de la que no se salía con mayor facilidad de como hoy se pueda salir del sexo—operándose— o del color de la piel.En cualquier caso, la cuestión es que el pluralis- mo trata cualquier "identidad" (voluntaria o involuntaria) de la misma manera y por ello, decía, en términos de respeto y de reconoci- miento recíproco. Si no es así, entonces no hay pluralismo. Por consiguiente, hay que re- petir que un multiculturalismo que reivindica la secesión cultural, y que se resuelve en_una tribalización de la cultura, es antipluralista. El llamado neopluralismo no puede de ninguna manera redimir-—aunque se aplique acircuns- tancias nuevas o distintas— la negación del pluralismo. - Paso al segundo nivel de análisis, al plura- lismo social. Aquí el tema es que no debemos confundir el pluralismo social con cualquier diferenciación social.Puesto que no existenso- ciedades de iguales (salvo en losescritosutópi- cos) , todas las sociedades están diferenciadas de muchas maneras. De ello no se deduce que todas estén diferenciadas "pluralistamente". GIOVANNI SARTORI Volveré sobre este tema. Por el momento ob- servo sólo que esun error mantener que todas las~ sociedades sean, en alguna medida, inevi- tablemente pluralistas. ¡Por favor! El plura- lismo no esun meroysimple equivalente de la noción de "complejidad estructural".Veremos que es un tipo específico de estructura social. Voy al tercer nivel de análisis, al pluralismo político. En una primera aproximación pode- mos decir que en el terreno político el térmi- no "pluralismo" indica una diversificación del poder (en la terminología de Robert Dahl una "poliarquía abierta") basada en una pluralidad de grupos que son, a la vez,independientes y no exclusivos. Yahe señalado cómo este plura- lismo político convierte las "partes" en parti- dos.Asípues, paso a otros temas concretos. Un primer tema consiste en cómo el plurar lismo se refleja sobre el consenso y sobre el conflicto. Seha mantenido que la democracia se basa en el conflicto, no en el consenso. No estoy de acuerdo, yaquí veo un uso mistifican- te, o por lo menos demasiado diluido, de la noción de conflicto. El conflicto, el verdade- ro, llevabaa Hobbes a aceptar una paz impues- ta por el dominio despótico de su Leviatán, y el conflicto llevaba a BolingbrokeyHume,Ma- dison yWashington (yasí sucesivamente hasta Benedetto Croce) a desconfiar del "particio- 34 35
  • 17. LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA nar" y a invocar una "coalición de los parti- dos". Cuando el conflicto es conflicto, esdecir, algo parecido a la guerra, entonces ño ayuda nada para construir la ciudad liberal-demo- crática. Por tanto, debe quedar claro que el elemento central de la Weltanschauung plura- lista no es ni el consenso ni el conflicto, sino, en cambio, la dialéctica del disentir,y a través de ella un debatir que en parte presupone consenso y en parte adquiere intensidad de conflicto, pero que no se resuelve en ninguno de estos dos términos. Ciertamente, consenso y conflicto adquie- ren una función y una importancia distintas • en los diferentes niveles de análisis. En el te- rreno de losfundamentáis, de losprincipios fun- damentales, es necesario el consenso.Yel con- senso más importante de todos es el consenso acerca de las reglas de resolución de los con- flictos (que es,en democracia, la regla mayori- taria). Después, si hay consenso sobre cómo resolver los conflictos, entonces es lícito "en- trar en conflicto" sobre las policies, sobre laso- lución de lascuestionesconcretas, en elcampo de laspolíticas de gobierno. Pero esasí porque el consenso de fojndo, o sobre los fundamen- tos, nos autolimita en el "entrar en conflicto", y asídomesticael conflicto, lo transforma en con- flicto pacífico. Al contrario, ypor otro lado, el GIOVANNI SARTORI consenso no debe entenderse como un parien- te cercano de la unanimidad. Elconsenso plu- ralista se basa en un proceso de ajuste entre mentes e intereses discrepantes. Podremos de- cir así: consenso es un proceso de compromi- sosyconvergencias en continuo cambio entre convicciones divergentes. Un segundo tema trata sobre la relación en- tre pluralismo y regla mayoritaria, que en in- glés (majority rule) se precisa como una regla- mando. Si el mando mayoritario se entiende como lo hicieron Madison,Tocqueville yjohn Stuart Mili, o sea, como la amenaza de una ti- ranía de la mayoría,de una determinada mayo- ría numérica que "manda" en el sentido literal del término, entonces el pluralismo rechaza la tiranía de la mayoría. Lo que no quiere decir que el pluralismo rechace el principio (ojo, el principio) mayoritario como principio re- gulador, o lo que es lo mismo, como criterio 'de toma de decisiones11. Es obvio que no. Así también el pluralismo se plantea como la me- jor defensa ylegitimación del principio mayo- ritario limitado, del principio de que la ma- yoría debe respetar losderechos de la minoría, y, por consiguiente, del principio de que la 11 Véase más ampliamente Sartori (1987), cap. VI, especial- mente laspp. 131-137. 36 37 í ,
  • 18. LA SOCIEDAD MUI.TIÉTNICA mayoría debe ejercer su poder con modera- ción en los límites planteados por el respeto del principio pluralista. Un tercer tema se refiere al nexo entre plu- ralismo y la "política como paz" (y no como guerra, comoen laversiónhobbesianayschmit- tiana de la política). El pluralismo, se ha di- cho al comienzo,separa la esfera de Diosde la del César,yal hacerlo niega que el Obispo o el Príncipe tengan una "exigencia total" sobre nosotros. Con el paso del tiempo esta nega- ción o limitación vaa tutelar cada vezmás una esfera privada de la existencia, de tal modo que las cambiantesvicisitudesde la lucha polí- tica ya no ponen en riesgo los bienes y lamis- ma vida de los contendientes. Es decir, que quien pierde sepuede volver tranquilamente a su casa. Yes en ese momento cuando aparece una política de pacífica rotación ysustitución en el poder, y con ella la ciudad pluralista. Lo repito así: la ciudad pluralista presupone que' las distintas esferas de la vida —los terrenos de la religión, de la política yde la economía— están adecuadamente separadas; y éstos son presupuestos que ha sostenido el pluralismo (aunque, por supuesto, no sólo elpluralismo). Un último tema, elcuarto, aborda laya men- cionada configuración estructural del plura-, lismo. Una sociedad fragmentada no por ello 38 GIOVANNI SARTORI es una sociedad pluralista.Ysiesverdad, como lo es, que el pluralismo postula una sociedad de^'asociaciones múltiples", ésta no esuna de- terminación suficiente.En efecto, estasAsocia- ciones deben ser, en primer lugar, voluntarias (no obligatorias o dentro de lascuales senace) y, en segundo lugar, no exclusivas, abiertas a afiliaciones múltiples. Yeste último es el rasgo distintivo. Por tanto, una sociedad multigru- pos espluralista si,ysólo si,los grupos en cues- tión no son grupos tradicionales y, segundo, sólo si se desarrollan "naturalmente" sin ser impuestos de alguna manera. De donde resul- ta que el llamado pluralismo africano no es tal y que tampoco lo es un sistema de estratifica- ción de castas (léase India). El tema sepuede resumir en este indicador: la existencia o no de cross-cutting cleavages, o sea, de líneas de división cruzadas (o que se cortan). De hecho la ausencia de cleavages cru- 'zados es un criterio que permite por sí solo excluir del pluralismo a todas las sociedades cuya articulación se basa en tribu, raza, casta, religión y cualquier tipo de grupo tradiciona- lista. Y esto no se dice para discriminar a na- die, sino porque el pluralismo sólo funcionasi existe, yno funciona siesartificioso o mal atri- buido. Por ello, el pluralismo funciona cuan- do los cleavages, laslíneas de división,se neutra- 39
  • 19. LA SOCIEDADMULT1ÉTNICA lizan yfrenan por múltiples afiliaciones (ytam- bién lealtades), mientras que "disftmciona", por así decirlo, cuando las líneas de fractura económico-sociales coinciden, sumándoseyre- forzándose unas a otras (por ejemplo, en gru- pos cuya identidad es a la vezétnica, religiosay lingüística). En este caso aún cabe asegurar la paz y la coexistencia social si hay élites conso- ciativas (era el caso,por ejemplo,de Holanda)•. Pero la paz social está en peligro cuando las "comunidades cerradas" con cleavages coinci- dentes se convierten en invasorasyagresivas12. Dicho todo esto, se debe tener presente siempre que los cmss-wMing cleavagesindican un elemento estructural, no un estado de creen- cias;yque la creencia en el valordel pluralismo es la condición previade todo lo demás. 12 A este respectola distinciónse da entre cleavages acumu- lativos que se traducenen una "sociedadsegmentada", cu- yas subcomunidades se cierran en autonomías defensivas, y cleavages acumulativos que se traducen en cambioen sub- comunidades belicosas, con tendencia a lahegemonía,que se quierenimponerunas a otras. Véase SaniySartori (1983), pp. 332-337. 40 TOLERANCIA, CONSENSO YCOMUNIDAD JLJe modo que entender el pluralismo estam- bién entender de tolerancia, consenso, disen- so yconflicto. Querría ahora profundizar bre- vemente en los dos primeros conceptos, para después introducir en el discurso la noción de comunidad. Para empezar,volvamosa echar una mirada ala tolerancia. Tolerancia no esindiferencia,ni presupone indiferencia. Si somos indiferen- tes, no estamos interesados: fin del discurso. Tampoco es verdad, como se suele mantener, que la tolerancia suponga un relativismo.Cier- to esque, sisomosrelativistas, estamos abiertos a una multiplicidad de puntos de vista.Pero la tolerancia es tolerancia (su nombre lo indica) precisamente porque no presupone una vi- sión relativista. Quien tolera tiene creenciasy principios propios, los considera verdaderos, y, sin embargo, concede que los otros tengan el derecho a cultivar "creencias equivocadas". 41
  • 20. LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA La cuestión es importante porque establece que el tolerar no es, ni puede ser, algoilimita- do. "La tolerancia está siempre en tensión y nunca es total. Si a una persona le importaal- guna cosa tratará de llevarla a cabo, de reali- zarla; de lo contrario, es difícil creer que ver- daderamente le importe. Pero no intentará realizarla por cualquier medio, a toda costa" (Lucas, 1985, pp. 296-301)V Entonces, ¿cuál es la elasticidad de la tole- rancia? Sila pregunta nos lleva a buscar un lí- mite fijo y preestablecido, no encontraremos esafrontera. Pero el grado de elasticidad de la tolerancia se puede establecer con tres crite- rios. El primero es que siempre debemos pro- porcionar razones de aquello que conside- ramos intolerable (y,por tanto, la tolerancia prohibe el dogmatismo)13. El segundo crite- rio implica el harm principie, el principio "de no hacer el mal",de no dañar. Esdecir,que no estamos obligados a tolerar comportamientos que nos infligen daño o perjuicio. Yel tercer criterio es obviamente la reciprocidad: al ser to- 13 Sobre bases paralelas,John Rawls distingueentre "plura- lismo razonable" y "pluralismo como tal"y defiende elpri- mero, porqueuna sociedadliberal democrática se basa en una serie de "puntos de vista" universales que requierenla lealtad de todos (1993,pp. 36-39). Estoy de acuerdo en el fondo, pero para mí es el pluralismocomo tal el que es (y debe ser) "razonable". 42 GIOVANNI SARTORI lerantes con los demás esperamos, a nuestra vez, ser tolerados por ellos14. Volvamos a echar una ojeada al consenso. El inglés nos permite distinguir entre consen- sus y consent, digamos que entre un estado di- fuso de consenso yun concreto ypuntual con- sentir. Distinción que nos ayudaa precisar que el consenso en cuestión no es un activo apro- bar ysostener esto o aquello. Por tanto, elcon- senso puede ser pura y simple aceptación, un confluir generalizado ysólo pasivo. Incluso así, el consenso es un compartir que de alguna manera wn^Graham, 1984). Y esta defini- ción pone bien de relieve la conexión entre el concepto de consenso yel de comunidad. Hay que tener también en cuenta que laco- munidad se puede definir como "un compar- tir que de alguna manera une". Ymi discurso debe llegar, para ser completo, a la noción de comunidad, porque ya no podemos dar por descontado que la unidad política por exce- lencia sea el Estado-nación. Lo que nos obliga a repensar el problema. Y,para repensarlo, hay que volvera aquella unidad primaria de todas 14 Éste era ya el principioplanteadopor Milton ypor Locke: la toleranciano debe extendersealosintolerantes. Estácla- ro que todos los principiosse tienen que entender con to- lerancia; pero, precisamente, en los límites y secundum quid, según loscasos. 43
  • 21. LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA las construcciones sociopolíticas que es, preci-' sámente, la comunidad. Por muy importante que sea o nos parezca todavía el Estado-nación, el hecho es que, visto en perspectiva, el Estado-nación sólo se consti- tuyó en el transcurso del s'igloxrx, yque a.felix Austria, el imperio poliétnico y multinacional de losHabsburgo, resistió muybien (al menos combatiendo bien) hasta su derrota de 1918. El Estado-nación ha sido, pues, el principio organizativo unificador del Estado moderno —sólo o sobre todo en Europa— durante me- nos de dos siglos. Al principio, y a partir de la Edad Media, las nationes eran las lenguas. La nación alemana era aquellos que hablaban en alemán, y así para todas las demás. El Esta- do-nación fue concebido por el Romanticis- mo —porque la Ilustración fue cosmopoli- ta— yse concibe como una entidad que no es sólo lingüística. En su versión digamos que más acabada, el Estado-nación es una entidad orgánica (evocadapor nociones como "espíri- tu del pueblo", de Volksgeisty de Volkseek), radi- cada en un mítico, lejano pasado y reforzada —con la RevoluciónFrancesa— por la pasión patriótica, y aún más reforzada —en su ver- sión extrema— por una "identidad de sangre" (racial y,por tanto, a no confundir con el ino- cuo principiojurídico del ius sanguinis). 44 GIOVANNI SARTORI Apartir de estas premisas, "nación" setrans- forma en "nacionalismo" y—en su desarrollo en Alemania con Hitler— en pureza y supre- macía racial. Pero lo de Hitler fue un extre- jnismo solitario.Lamayorparte de los Estados nacionales surgidos en Europa en la estela de las revoluciones de 1830 y de 1848 sólo afir- man una identidad lingüística y patriótica. La Nación ha sido, para la mayoría,una reivindi- cación de independencia que destruyó los agregados puramente dinásticos que se ha- bían ido constituyendoen la época del absolu- tismo. Con el Estado-nación ya no es concebi- ble que lospueblos cambien de manos no sólo por razón de conquista (lo que puede ocurrir aún) sino como una propiedad cualquiera del soberano. Eso ya no sucede. Pero los pasados méritos del Estado-nación no bastan hoy para salvarlo como unidad óptima de la geopolíti- ca. Porque hoy el Estado-nación está siendo vaciado en una doble dirección: en lo máspe- queño ytambién en lo más grande, en lo local y también en lo supranacional. En todo caso, mi tesis es la siguiente: que cuanto más se debilita la "comunidad nacio- nal", tanto másdebemos buscar o reencontrar una comunidad. O dicho de otra manera: cada vez que una superestructura (la nación, elim- perio u otra) se disgrega, nos volvemos inevita- 45
  • 22. LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA blemente a la infraestructura primordial que los griegos llamaban koinonía y reaparece la necesidad de reencontrar una Gemeinschaft, un vínculo que "sentimos"yque —como decía antes— nos vinculaynos une. Gemeinschaft (comunidad) era el concepto que Tónnies contraponía a Gesettschaft (socie- dad) . Para él la primera era "un organismo vi- viente", mientras que la sociedad sólo era un agregado mecánico no yabasado en un inme- diato idem sentiré sino en mediaciones de in- tercambio y de contrato. Tónnies sigue siendo el clásico de referencia, en lo concerniente al concepto de comunidad. Pero su Gemeinschaft sólo era, o era sobre todo, el "grupo primario". Ahora bien, no niego que el significado fuerte del concepto se despliegue en los grupos sim- bióticos. Pero de comunidad se da también un significado másdébil que se amplía al contexto que Cooley llamaba "grupo secundario". Lo diré de otra manera: la comunidad de Tónnies eslacomunidad concreta, másallá de la cualse da también la comunidad abstracta. Por consiguiente, retomando mi hilo con- ductor, no estoy diciendo que debamos volver a lo pequeñorni que "lo pequeño esbello".Es verdad que las comunidades del pasado (la.po- lis griega, las villas medievales, la democracia de aldea) eran microcolectividades en que ac- 46 GIOVANNT SARTORI tuaban cara a cara. Pero sila comunidad no se concibe como un cuerpo operativo, sino como un identity marker,digamos que como un "identi- ficador", un sentir común en el que nos iden- tificamos y que nos identifica, entonces no hace falta que una comunidad seapequeña.De esta manera, italianos, ingleses, franceses, ale- manes yasí sucesivamente se pueden concebir como "amplias comunidades" del mismo mo- do en que son o eran considerados como na- ciones;ypor másque la comunidad europea, o el hablar de una comunidad iberoamericana, nos remite a comunidades abstractas, si estos grandes agregados logran nuestra participa- ción y nos dan un sentido de pertenencia, es muy legítimo considerarlos como comunida- des, aunque sean suigeneris. Estoy diciendo, pues, que los seres huma- nos viven infelizmente en el estado de muche- dumbres solitarias, en condiciones anómicas, y por ello buscan siempre pertenecer, reunirse en comunidades e identificarse en organiza- ciones y organismos en los que se reconocen: para empezar, en comunidades concretas de vecindad, pero después incluso en amplias "comunidades simbólicas". Sin embargo, tam- bién aquí se plantea un problema de elastici- dad análogo al que nos hemos encontrado al hablar de la tolerancia. En aquella ocasión nos 47
  • 23. LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA habíamos preguntado: ¿cuál es^el límite más allá del que la cuerda de la tolerancia se rom- pe? Ahora tenemos que preguntarnos: ¿hasta qué punto podemos tirar de la cuerda de la comunidad? Así como no creo en la contraposición schmittiana entre Freund y Fdnd, entre amigo y enemigo15, tampoco logro creer, en el otro extremo, en[Ta difusa apertura cosmopolita auspiciada por el último DahrendorfTÍHablar de comunidad mundial espura retórica, es va- porizar el concepto de comunidad. A mí me parece, por el contrario, que el animalhuma- no se agrega en coalescencias y "se agrupa" como subspede del animal social, con tal que exista siempre un límite, una frontera (móvil pero no anulable) entre nosotros y ellos. Noso- tros es "nuestra" identidad; ellos son las identi- dades diferentes que determinan la nuestra. La alteridad es el complemento necesario de la identidad: nosotros somosquienes somos, y como somos, en función de quienes o como no somos. Toda comunidad implica clausura, un juntarse que es también un cerrarse hacia afuera, un excluir. Un "nosotros" que no está circunscrito por un "ellos" ni siquiera llega a existir. 15 Véasemi crítica a Schmitten Sartori (1995), pp. 27&-2S4. 48 COMUNIDAD PLURALISTA Y RECIPROCIDAD Ya estoy preparado para la pregunta máses- pinosa de todas, que es:¿enqué medida el plu- ralismo amplía y diversifica la noción de co- munidad? O dicho de otro modo, ¿cómo se llevan entre sípluralismoycomunidad? ¿Cómo se relacionan? ¿Unacomunidad puede sobre- vivir si está quebrada en subcomunidades que resulta que son, en realidad, contracomunida- dés que llegan a rechazar las reglas en que se basa un convivir comunitario? Al afrontar esté delicado problema tengo que recordar que la comunidad pluralista es una adquisición reciente, difícil y por supues- to frágil16. Una comunidad pluralista se defi- ne por el pluralismo.Y el pluralismo tal como 16 Tan reciente que Tónnies, que escribía en 1887 (véase la traducción en castellano de 1947y la italiana de 1963), no la había intuido ni contemplado. ATónnies, como a Durk- heim e incluso, en los años veinte, a Max Weber, la noción misma de "comunidad pluralista" les hubiera parecido un contrasentido. 49