La arquitectura bizantina se caracteriza por edificios con exteriores austeros pero interiores luminosos, con grandes cúpulas y uso de materiales como ladrillos y mármol. La iglesia de Santa Sofía en Estambul, construida en el siglo VI, es el ejemplo más representativo, con una gran cúpula central sobre pechinas que crea un espacio diáfano e ingrávido iluminado por la luz.