La revolución de los transportes en los siglos XVIII y XIX, con la invención del barco de vapor y el ferrocarril, facilitó el comercio mundial y la especialización económica. Esto, junto con el desarrollo de la navegación con cascos de hierro y hélices, mejoró la dieta humana y estimuló la emigración. Además, la nueva sociedad industrial se basó en la igualdad jurídica pero mantuvo las desigualdades reales entre las nuevas clases sociales como la burguesía y