Jesús se transfigura delante de Pedro, Santiago y Juan en el monte Tabor, dejando ver su gloria divina mientras aparecen Moisés y Elías. La Transfiguración prepara a los apóstoles para la crucifixión mostrándoles la naturaleza divina de Jesús y la necesidad de pasar por el sufrimiento para entrar en la gloria. Representa también la futura glorificación de los cuerpos de los creyentes en la resurrección.