La Transfiguración muestra a Jesús brillando en la cima de una montaña con Moisés y Elías, con sus discípulos testigos. Pedro ofrece construir tres chozas para ellos, pero son interrumpidos por una voz celestial que declara a Jesús como el Hijo amado. Más abajo, los discípulos no pueden curar a un niño endemoniado. La pintura de Rafael representa estas escenas simultáneas para enfatizar la naturaleza divina y humana de Cristo.