Heinsohn Privacidad y Ciberseguridad para el sector educativo
Transmitir el placer de leer y pensar
1. signos
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En la última edición del informe PISA, la media de
los alumnos españoles en lectura cayó 20 puntos
respecto a la prueba anterior, la mayor bajada de
todos los países desarrollados, dentro de un des-
censo general de todos los participantes. Paralela-
mente se puede observar que mientras la relación
con el libro se distancia, conquistan terreno otras expe-
riencias, como la que ofrece la televisión, que se dispa-
ra hasta cerca de las cuatro horas de media diaria.
Pero… ¿qué beneficios apor-
ta la lectura? ¿Sigue siendo,
en el siglo de la imagen y el
ciberespacio, un presupuesto
básico del aprendizaje? Y so-
bre todo, ¿cómo transmitir a
los hijos, acosados por multi-
tud de alternativas de ocio, el
gusto por la lectura?
Transmitir el
placer... de leer
y pensar
2. n las últimas décadas se ha transfor-
mado sustancialmente el consumo
cultural de occidente. Aunque parece
ser que los jóvenes leen más que an-
tes (Boudelot, 1999), la lectura se ha
convertido en un acto cultural que
debe coexistir con otras ofertas como
los entornos informáticos, la imagen
o la música.
Además, se ha producido un cambio
en lo que respecta a la relación entre la
lectura y el éxito escolar. Así, entre la
Educación Primaria y Secundaria se
produce un receso en el índice de lectu-
ra, a la vez que se observa un cambio de
orientación hacia lecturas más específi-
cas y relacionadas con el rendimiento
académico.
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Helena Vales-Villamarín Navarro (Departamento Pedagógico de Attendis)
3. “...la lectura pasará a convertirse en un acto individual,
privado, en el que el niño o niña disfruten de los mundos
mágicos de las lecturas y sigan desarrollándose como
personas a partir de los libros y por ellos mismos”
Por otra parte, según el Estudio
General de Medios (EGM) el consumo
de libros impresos en España se ve
amenazado por el consumo de produc-
tos multimedia y por el rápido incre-
mento de accesos a Internet, con un
tiempo medio de conexión que oscila
entre media hora y dos horas. No obs-
tante, conviene recordar que una gran
cantidad de la información que circula
por la Red es de carácter escrito.
En cualquier caso, parece que el es-
caso hábito lector de niños y adoles-
centes es un tema que preocupa a fa-
milias, docentes y administraciones.
Es lógico, si se tiene en cuenta que
existe una relación directa y constata-
da entre la lectura y el éxito escolar.
Los malos estudiantes suelen tener en
su origen problemas en el campo de la
lectura: no han aprendido a leer bien,
lo que genera problemas de compren-
sión que arrastrarán durante toda su
vida académica. Ya lo decía Miguel de
Cervantes:”El que lee mucho y anda
mucho, ve mucho y sabe mucho”.
El gusto por la lectura no se
improvisa
Pero, ¿hay algo que los padres puedan
hacer para que sus hijos se conviertan
en lectores? Según los especialistas, sí
hay, y mucho. Es bien sabido que en
muchos aspectos del comportamiento
y la personalidad, los hijos son un fiel
reflejo de los padres. Los pequeños
tienden a repetir los patrones que ob-
servan en casa y, de padres lectores, sal-
drán —generalmente— niños lectores.
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Sin embargo, el papel de los padres
en el desarrollo del hábito lector de los
hijos no se reduce al buen ejemplo. Las
cuestiones importantes, y la lectura
de los hijos lo es, no pueden dejarse a
la improvisación, sino que salen ade-
lante con esfuerzo y planificación.
¿Cuándo iniciar el hábito lector en
los hijos? Es conocido que durante los
seis primeros años de vida los niños
construyen los cimientos para ser lecto-
res competentes, por lo que los especia-
listas recomiendan que los bebés ten-
gan contacto con los libros desde bien
pronto. La Asociación Española de
Pediatría de Atención Primaria (AEPap)
ha recordado que promocionar el hábi-
to de la lectura desde edades tem-
pranas influye no sólo en la capa-
cidad lectora sino en el desarro-
llo integral del niño o niña.
Ya desde que
nacen, el con-
tacto con los li-
bros promueve
la denominada
“lectura emer-
gente”, en varias fa-
ses. Antes de los 2
años la lectura emer-
gente significa la to-
ma de contacto con
el texto impreso, co-
menzando por dife-
renciar dibujos y objetos de las gra-
fías, conocer que ambos se relacio-
nan entre sí, y más adelante empe-
zar a conocer la estructura de las
historias narradas, que contienen
principio, desarrollo y final. Cuando
el niño inicie el aprendizaje de los
grafemas empezará, a su vez, la in-
terpretación de que esos pequeños
trazados son las letras. A partir de
este momento se abre un camino
de infinitas posibilidades para el
desarrollo de la persona. Incluso la
lectura pasará a convertirse en un ac-
to individual, privado, en el que el niño
o niña disfruten de los mundos mági-
cos de las lecturas y sigan desarrollán-
dose como personas a partir de los li-
bros y por ellos mismos.
A nivel cognitivo-emocional, la
lectura emergente significa acercar-
se a otras realidades y, aunque muy
ligada a los sentidos (estadio senso-
rio-motor), es transmisora de emo-
ciones (a través de las voces, el to-
no…). La lectura emergente es tam-
bién acercarse y familiarizarse con
un nuevo objeto lúdico que es el li-
bro, para el cual se puede dedicar un
momento mágico del día.
A partir de los 2 años, el niño deja
de ser prelingüístico, por lo que esta
lectura emergente se dirige ahora ha-
cia el progreso del lenguaje y al enri-
quecimiento de su vocabulario. Con
ello se van formando los cimientos pa-
ra el posterior desarrollo de la lectura.
El placer de leer
Tras estas ideas y consejos sobre los
beneficios de la lectura y la forma de
motivar a los hijos hacia este campo,
es importante insistir en que el há-
bito lector es como una “enfer-
medad” contagiosa; el deseo de
leer sólo se pue-
de lograr por
contacto, imita-
ción o seduc-
ción. Se trata de
buscar una manera
de interesar al lector,
despertar su curiosidad.
El verbo leer no soporta
el imperativo.
Muchas veces se
quiere dar a la lectura
una finalidad, una fun-
ción, y se olvida que la tiene por sí
misma. A veces hay que leer por el
mero hecho de hacerlo. No hay que
olvidar que la literatura debe tener
un punto de inutilidad, como todas
las cosas bellas. No siempre hay
que buscar una función a las cosas
y la lectura es una de ellas. El reto de
los padres es ayudar a sus hijos a
percibir esta realidad. Hay que
transmitirles primero el hábito, la
costumbre y, luego, el placer de dis-
frutar de la lectura.
El que lee abre ventanas a la vida
y entra en diálogo con personajes de
la historia, reales o no, de todos los
tiempos; gana en conocimientos y
desarrolla inquietudes que la vida de
la literatura le ofrece. La lectura de
un buen libro es un diálogo incesan-
te en que el libro habla y el alma con-
testa; por eso vale la pena transmitir
y vivir el placer de leer y pensar, hoy
más que nunca.