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P E D I Á T R I C A
Acta Pediatr Esp. 2013; 71(8): e217-e223
REVISIÓN
e217
Introducción
Breve revisión histórica
Las primeras referencias sobre los trastornos del espectro au-
tista (TEA) se remontan a dos siglos atrás (niños «silvestres»),
pero el crédito de la descripción de esta patología como enti-
dad definida le pertenece a Leo Kanner1, quien describe con
detalle los síntomas centrales del autismo: niños sin una ade-
cuada capacidad de socialización-comunicación y con conduc-
tas e intereses restringidos y repetitivos2-4. Poco después,
Hans Asperger describe 4 casos de niños con similares carac-
terísticas, sin discapacidad intelectual ni retraso importante
del lenguaje5
. Es Rutter, en 1978, quien separa claramente
este trastorno de la esquizofrenia y propone 4 de los criterios
diagnósticos que aún hoy en día definen los TEA: deterioro de
las relaciones sociales (el síntoma fundamental del trastorno,
ya desde la primera descripción)1-3
, trastorno de la comunica-
ción, patrón de conductas estereotipadas y repetitivas, e inicio
infantil1,6
.
Con la aparición en 1980 de la tercera edición del Manual
Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-III), de
la Asociación Psiquiátrica Americana, el autismo se convirtió
en el prototipo de un nuevo grupo de trastornos del desarrollo
Trastornos del espectro autista. Puesta al día (I):
introducción, epidemiología y etiología
D. Martín Fernández-Mayoralas1, A.L. Fernández-Perrone1, A. Fernández-Jaén2
1
Adjunto de la Unidad de Neurología Infantil. 2
Jefe de la Unidad de Neurología Infantil. Hospital Universitario «Quirón
Madrid». Pozuelo de Alarcón (Madrid)
Fecha de recepción: 27/05/12. Fecha de aceptación: 27/07/12.
Correspondencia: D. Martín Fernández-Mayoralas. Sección de Neuropediatría. Servicio de Neurología. Hospital Universitario «Quirón Madrid».
Diego de Velázquez, 1. 28223 Pozuelo de Alarcón (Madrid). Correo electrónico: dmfmayor@yahoo.es
Resumen
Los trastornos del espectro autista (trastornos generalizados
del desarrollo) engloban un grupo de enfermedades que tienen
en común las siguientes características: afectación de la inte-
racción social, escasa actividad imaginativa, alteración de la
comunicación verbal y no verbal, así como comportamientos
estereotipados y repetitivos. Se trata de trastornos del neuro-
desarrollo que se caracterizan por su enorme complejidad y
heterogeneidad, tanto desde el punto de vista neurobiológico
(genética, neuroimagen, comportamiento y cognición, etc.) co-
mo clínico. Aunque el pronóstico de los niños con este trastor-
no es variable, así como las trayectorias evolutivas y la res-
puesta al tratamiento, sus efectos sobre la habilidad para la
socialización, el autocuidado y la participación en la comuni-
dad producen un deterioro crónico. El autismo no afecta sólo
de forma negativa al niño, sino también a su familia, y actual-
mente se considera un trastorno neurológico del comporta-
miento que sucede a lo largo de un continuo en cuanto a gra-
vedad y sintomatología. El tratamiento precoz se asocia a una
mejoría en los procesos adaptativos, cognitivos y lingüísticos,
lo que constituye un fértil terreno de actuación multidisciplina-
ria que puede resultar en un gran beneficio para estos pacien-
tes.
©2013 Ediciones Mayo, S.A. Todos los derechos reservados.
Palabras clave
Asperger, autismo, trastorno generalizado del desarrollo, tras-
tornos del espectro autista
Abstract
Title: Autism spectrum disorders. Up to date (I): preface, epide-
miology and etiology
Autism spectrum disorder is a term used to describe a class
of disorders that has in common the following characteristics:
impairments in social interaction, imaginative activity, verbal
and nonverbal communication skills, and a limited number of
interests and activities that tend to be repetitive. The expres-
sion of autism spectrum disorder is highly heterogeneous,
owing to the complex interactions between genes, the brain,
cognition and behavior throughout development. Although the
prognosis and response to treatment for children with autism
is variable, the disorder generally has lifelong effects on the
ability to socialize, to care for him/herself, and to participate
meaningfully in the community. The disorder may adversely
impact not just the affected child, but also his/her family mem-
bers. This disorder is now recognized to be a common neurobe-
havioral disorder, which occurs along a broad continuum. The
need for early focused intervention that will result in meaning-
ful outcomes in cognitive, language, and adaptive skills provides
a fertile ground for intervention research across many disci-
plines.
©2013 Ediciones Mayo, S.A. All rights reserved.
Keywords
Asperger, autism, pervasive developmental disorders, autism
spectrum disorders
Acta Pediatr Esp. 2013; 71(8): e217-e223
e218
de gravedad variable, descritos bajo el título de «trastornos
generalizados del desarrollo». Los estudios posteriores no per-
mitieron distinguir entre el «autismo infantil» y el «trastorno
generalizado del desarrollo de inicio en la infancia», por lo que
este último se eliminó en la revisión de la tercera edición del
DSM (DSM-III-R), que clasificaba los TEA en sólo dos catego-
rías: trastorno autista y trastorno generalizado del desarrollo
no especificado. En esta última categoría se clasificaba a cual-
quier individuo con dificultades reconocidas en el TEA que no
reunía todos los criterios para el trastorno autista7
. El DSM-III-R
reconocía la existencia de individuos autistas con inteligencia
normal o cercana a la normal, lo que influyó en el reconoci-
miento de las categorías diagnósticas que se iban a implantar
en el DSM de 1994 (DSM-IV) y el posterior texto revisado en el
año 2000 (DSM-IV-TR)1,7
.
Concepto actual de los trastornos
del espectro autista
Hoy en día se considera que no existe un único tipo de autismo,
tal como demuestran el DSM-IV-TR8
y la Clasificación Estadísti-
ca Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con
la Salud, décima revisión (CIE-10), de la Organización Mundial
de la Salud9
. El autismo no se expresa como una enfermedad
específica y se considera un síndrome con una impresionante
heterogeneidad genética y fenotípica3,10,11
. Actualmente, la cla-
sificación del DSM-IV-TR es la más ampliamente estudiada y
utilizada, por lo que nos ceñiremos a ella en la presente revisión.
No obstante, cabe destacar que ambas clasificaciones son muy
similares, y sus diferencias fundamentales son la existencia de
tres condiciones en el CIE-10 («autismo atípico», «otros trastor-
nos generalizados del desarrollo» y «trastorno generalizado del
desarrollo indeterminado»), que se unen en una sola en el DSM-
IV-TR («trastorno generalizado del desarrollo no especificado»),
y la existencia de una condición en el CIE-10 sin correlato en el
DSM-IV-TR («trastorno hiperactivo con retraso mental»)8,9
. En
el DSM-IV-TR se denominan trastornos generalizados del desa-
rrollo o TEA a los casos de niños que presentan alteraciones de
la interacción social como síntoma «estrella» del padecimiento3
,
y se establecen cinco trastornos: trastorno autista, trastorno de
Rett, trastorno desintegrativo infantil, trastorno de Asperger y
trastorno generalizado del desarrollo no especificado8. Los crite-
rios de trastorno autista se establecen en la tabla 1. Los criterios
del trastorno de Asperger son los mismos, salvo que no puede
haber un trastorno del lenguaje clínicamente significativo (p. ej.,
a los 2 años de edad los niños utilizan palabras sencillas y a los
3 años frases comunicativas, aunque pueden padecer un déficit
lingüístico semántico-pragmático importante)8,11. Sin embargo,
no parece que las personas que reúnen dichos logros lingüísticos
difieran significativamente de los que se retrasan en el lenguaje
temprano, si se comparan los grupos en función de su nivel de
desarrollo o cociente intelectual, por lo que la diferenciación en-
tre el trastorno de Asperger y el trastorno autista de alto rendi-
miento es habitualmente imposible. De ahí algunos de los cam-
bios que comentaremos posteriormente en referencia al futuro
DSM en su quinta edición (DSM-V)12. El trastorno de Rett es
casi exclusivo del sexo femenino, cursa con una desaceleración
del perímetro craneal entre los 5 y los 48 meses de edad y, sobre
todo, con una pérdida de las habilidades manuales intencionales
previamente adquiridas8
. El trastorno desintegrativo infantil cur-
sa con una marcada pérdida de las habilidades previamente
adquiridas, siempre después de un desarrollo completamente
normal durante, al menos, los 2 primeros años de vida, y es ex-
cepcional8
. El trastorno generalizado del desarrollo no especifi-
cado es un subgrupo que se utiliza cuando existe una grave alte-
ración del desarrollo de la interacción social recíproca o de las
habilidades de comunicación verbal o no verbal, o cuando hay
comportamientos, intereses y actividades estereotipados, pero
Criterios diagnósticos del DSM-IV-TR del trastorno
autista
Para establecer un diagnóstico de autismo deben cumplirse 6 o
más manifestaciones del conjunto de trastornos: 1) de la relación,
2) de la comunicación, y 3) de la flexibilidad. Y deben cumplirse
como mínimo dos elementos de 1), uno de 2) y uno de 3).
Trastorno cualitativo de la relación. Expresado como
mínimo en dos de las siguientes manifestaciones:
• Trastorno importante en muchas conductas de relación no
verbal, como mirar a los ojos, la expresión facial, las posturas
corporales y los gestos para regular la interacción social
• Incapacidad para desarrollar relaciones con iguales adecuadas
al nivel evolutivo
• Ausencia de conductas espontáneas encaminadas a compartir
placeres, intereses o logros con otras personas
(p. ej., conductas, señalar o mostrar objetos de interés)
• Falta de reciprocidad social o emocional
Trastorno cualitativo de la comunicación. Expresado
como mínimo en una de las siguientes manifestaciones:
• Retraso o ausencia completa de desarrollo del lenguaje oral
(que no se intenta compensar con medios alternativos de
comunicación, como los gestos)
• En personas con un habla adecuada, trastorno importante en la
capacidad de iniciar o mantener conversaciones
• Empleo estereotipado o repetitivo del lenguaje, o uso de un
lenguaje idiosincrásico
• Falta de juego de ficción espontáneo y variado, o de juego de
imitación social adecuado al nivel evolutivo
Patrones de conducta, interés o actividad restrictivos,
repetidos y estereotipados. Expresados como mínimo en
una de las siguientes manifestaciones:
• Preocupación excesiva por un foco de interés (o varios)
restringido y estereotipado, anormal por su intensidad o
contenido
• Adhesión aparentemente inflexible a rutinas o rituales
específicos y no funcionales
• Estereotipias motoras repetitivas (p. ej., sacudidas de manos,
retorcer los dedos, movimientos complejos de todo el cuerpo,
etc.)
• Preocupación persistente por partes de objetos
Antes de los 3 años, se producen retrasos o alteraciones en una
de estas tres áreas:
1. Interacción social
2. Empleo comunicativo del lenguaje
3. Juego simbólico
TABLA1
Trastornos del espectro autista. Puesta al día (I): introducción, epidemiología y etiología. D. Martín Fernández-Mayoralas, et al.
e219
no se cumplen los criterios de otro subtipo de TEA8
. Las caracte-
rísticas diferenciales de los trastornos generalizados del desa-
rrollo se reflejan en la tabla 2. A pesar de que el DSM-IV-TR
clasifica por categorías los diferentes tipos de trastornos, algu-
nos estudios (especialmente los genéticos) han coincidido en
mostrar a los TEA como un «continuo» de gravedad variable4,13
,
representado por una «familia de fenotipos dimensionales» que
incluye diferentes síntomas, niveles de funcionamiento y comor-
bilidades, lo que ha influido de manera notable en el borrador del
futuro DSM-V14-16.
Trastornos del espectro autista en el DSM-V
El DSM-V (se publicará probablemente en mayo de 2013) ha
realizado, en su borrador, una serie de cambios, muchos de ellos
controvertidos12,14. Conviene advertir que lo que se comenta a
continuación puede variar en el futuro, por lo que conviene ac-
ceder a la página http://www.dsm5.org/Pages/Default.aspx
para comprobar el avance de los cambios propuestos, aún no
definitivos17. Parece que se pretende eliminar el término «tras-
torno generalizado del desarrollo» y reemplazarlo por el término
más utilizado actualmente de TEA14,16
. Probablemente exista
una enorme simplificación y se contemple una única categoría
de TEA, eliminando las subcategorías (incluida la muy contro-
vertida eliminación del trastorno de Asperger y del trastorno
generalizado del desarrollo no especificado) a través de un es-
quema bidimensional5,12,14,18
. El motivo de este cambio radica
en la insuficiente fiabilidad de las categorías diagnósticas de
los TEA en el DSM-IV-TR cuando se comparan con las descrip-
ciones dimensionales (esto es, síntomas centrales, como la so-
cialización o los movimientos estereotipados, junto con otras
características, como el nivel cognitivo y lingüístico) de los ins-
trumentos diagnósticos estandarizados (sobre todo el Autism
Diagnostic Observation Schedule [ADOS])1,15
. Los déficit socia-
les y de comunicación, separados en el DSM-IV-TR, se unifica-
rán probablemente en un único criterio de déficit en la comuni-
cación e interacción social16
. El trastorno por déficit de atención/
hiperactividad (TDAH) dejará de estar «excluido» como comor-
bilidad en los casos de TEA19
. Los déficits deben ser clínicamen-
te significativos y persistentes, e incluir un marcado impedi-
mento de la comunicación verbal y no verbal utilizada para la
interacción social, la carencia de reciprocidad social y el fallo en
el desarrollo de las relaciones con iguales5,16
. El segundo crite-
rio consiste en la presencia de patrones de conducta e intereses
repetitivos y restrictivos, al menos dos de los siguientes: a)
comportamientos estereotipados motores, o verbales, o con-
ductas sensoriales inusuales; b) adhesión excesiva a rutinas y
rituales de comportamiento, y c) intereses restrictivos y fijos.
Los síntomas deben estar presentes en la infancia temprana5
.
Frente a las críticas de que con estos criterios muchos de los
niños con TEA pueden quedar fuera de los servicios médicos y
asistenciales que les corresponderían según el DSM-IV-TR, se
ha propuesto una nueva categoría dentro de los «trastornos de
la comunicación» denominada «trastorno de la comunicación
social», en la que se incluirían los casos que presentan algunas
Características diferenciales de los trastornos generalizados del desarrollo según los criterios del DSM-IV-TR
Características Trastorno autista Trastorno
desintegrativo infantil
Síndrome de Rett Síndrome
de Asperger
TGD-NE
Rasgo Autismo clásico Inicio retardado pero grave Autismo de infancia
tardía
Autismo de alto
funcionamiento
Atípico
Inteligencia RM grave o normal RM grave RM grave No RM RM moderado-normal
Edad de reconocimiento 0-3 años >2 años 0,5-2,5 años >2 años Variable
Habilidades comunicativas Limitadas Escasas Escasas Lenguaje conservado Limitadas-buenas
Habilidades sociales Muy limitadas Muy limitadas Muy escasas.
Varían con la edad
Limitadas Variable
Pérdida de habilidades No, o leves Marcadas Marcadas Generalmente no Generalmente no
Intereses restringidos Variable No aplicable No aplicable Marcadas Variable
Trastorno epiléptico Frecuente Muy frecuente Frecuente A veces A veces
Desaceleración del
crecimiento craneal
No No Sí No No
Prevalencia por 10.000 30-40 Muy raro 5-15 5-100 >15
Historia familiar Rara No No Frecuente Desconocida
Ratio por sexos M >F M >F F M >F M >F
Curso en la vida adulta Estable Declina Declina Estable Estable
Pronóstico De muy malo a
regular
Muy malo Muy malo Regular Regular/bueno
RM: retraso mental; TGD-NE: trastorno generalizado del desarrollo no especificado.
Adaptada de Popper y Steinger, 1995; modificada de Volkmar, 1991.
TABLA2
Acta Pediatr Esp. 2013; 71(8): e217-e223
e220
de las dificultades del autismo pero sin los comportamientos
rígidos y repetitivos16
. En definitiva, el DSM-V parece mejorar la
validez de los criterios diagnósticos que se conceptualizan más
dimensionalmente y menos en categorías estancas16
, cooperan-
do así en la investigación de marcadores útiles (sobre todo ge-
néticos) de fenotipos heterogéneos, sin que se vea entorpecida
por discusiones estériles acerca de las «condiciones-etiqueta»
propias del DSM-IV-TR. Pero hay dudas sobre un empeoramien-
to en la utilidad práctica de dichos criterios y en el acceso a los
servicios pertinentes5,14-16,18
.
Objetivo del estudio
y metodología utilizada
El objetivo del estudio es realizar una revisión del tema lo más
actualizada posible, pero de forma sucinta, dada su extensión,
en sus aspectos generales, epidemiológicos, etiológicos, fisio-
patológicos, diagnósticos y de tratamiento de los TEA. Para
ello, se han realizado búsquedas en las bases de datos Med-
line y PsycINFO utilizando los siguientes términos: Asperger’s
disorder, Asperger syndrome, autism, autism spectrum disor-
der, autistic disorder, PDD, PDD-NOS y pervasive develop-
mental disorder. Éstos se han combinado con otras catego-
rías según el tema tratado, como ADHD, DSM-IV-TR, DSM-V,
epidemiology, genetics, imaging, MRI, Rett, treatment e inter-
ventions, entre otras variables, de cara a ofrecer resumidamen-
te los datos obtenidos por los estudios de la mayor calidad
posible y/o revisiones de autores de reconocido prestigio.
Epidemiología
Los datos epidemiológicos actuales muestran que los TEA son
más frecuentes de lo que se pensaba hace pocos años. Si las
primeras estimaciones de prevalencia eran de 21-35 por 10.000
habitantes, en la última década estas cifras han aumentado,
estimándose la prevalencia actual entre 6 y 8 casos por 1.000
habitantes13,20, es decir, una prevalencia cercana al 1%1,19,21.
Los TEA afectan unas 4 veces más a hombres que a mujeres
(con diferencias según los subtipos: síndrome de Rett típico de
mujeres, o trastorno de Asperger, unas 8-10 veces más fre-
cuentes en varones)13,22. La mejora en la detección (diagnóstico
precoz), los cambios en los criterios diagnósticos y la amplia-
ción del diagnóstico a los casos más leves (incluidos bajo el
epígrafe de «trastorno generalizado del desarrollo no especifi-
cado») pueden justificar este incremento22, aunque ciertos as-
pectos sobre la naturaleza del aumento de la prevalencia que
se sigue observando en los últimos años no se han esclarecido
todavía23.
Etiología
Generalidades
En la mayoría de los casos las causas del trastorno del desa-
rrollo cerebral que conduce a un diagnóstico de TEA no están
definidas y no existe un marcador biológico universal, dado que
el trastorno se define por síntomas y signos clínicos, y debido
a que la etiología es extremadamente heterogénea3,22,24
.
A pesar de los esfuerzos por encontrar un déficit cognitivo
único y subyacente a la tríada sintomática de los TEA definida
en el DSM-IV-TR, dicha búsqueda ha resultado infructuosa, al
no existir homogeneidad clínica ni neurobiológica en estos
pacientes25. Baste decir que las tres teorías cognitivas domi-
nantes han sido la de la disfunción ejecutiva (planificación y
ejecución de acciones complejas: alteración inespecífica y he-
terogénea, presente en casi todos los TEA, pero también en la
mayoría de trastornos neuropsiquiátricos existentes, sobre to-
do en el TDAH)4,19, la teoría de la mente (habilidad escasa/
nula para atribuir estados mentales a uno mismo y los demás)
y la teoría de la coherencia central débil (la tendencia a focali-
zarse en elementos locales e individuales más que en el todo,
lo global)1,25
.
Se han postulado numerosos factores de riesgo. Se han con-
siderado ciertos factores endocrinológicos en la etiopatogenia
de los TEA, sobre todo respecto a las hormonas que tienen un
papel importante en el desarrollo del comportamiento, como la
hormona del crecimiento y sus factores relacionados, la mela-
tonina, la hormona tiroidea, la cortisona y la testosterona, en-
tre otras26
. Otros factores de riesgo son la prematuridad, el
bajo peso al nacimiento27
y la exposición a algunos fármacos o
tóxicos (antiepilépticos y etanol, entre muchos otros)28
. Las
enfermedades metabólicas se consideran hoy en día una causa
rara de TEA, y normalmente están asociadas a otros síntomas.
Algunas de ellas son las siguientes: fenilcetonuria13
, deficien-
cia del transportador de creatina, trastornos del metabolismo
de las purinas, deficiencia cerebral de folato o el síndrome de
Smith-Lemli-Opitz13
. Del mismo modo, las enfermedades mito-
condriales pueden justificar raramente este trastorno, también
relacionadas casi siempre con la afectación de otros órganos y
sistemas13,29
.
Neuroimagen y bases neuroanatómicas
Dada la extrema heterogeneidad etiológica, se han involucrado
numerosas estructuras anatómicas cerebrales (relacionadas
íntimamente entre sí a través de redes) en los TEA1,3
. Sólo co-
mo ejemplo, nombraremos algunas: surco temporal superior
(percepción del movimiento biológico)11
, giro fusiforme (per-
cepción de caras)1,11
, giro frontal inferior y lóbulo parietal infe-
rior (sistema de acción-percepción)1,19
, amígdala y sistema
límbico (percepción de los estados emocionales y de la expe-
riencia emocional)11
, corteza occípito-temporal (percepción vi-
sual del cuerpo humano), corteza prefrontal y corteza órbito-
frontal (teoría de la mente, recompensa y refuerzo social, además
de muchas otras funciones)1,3
. Los estudios de neuroimagen,
especialmente la resonancia magnética (RM) estructural, ofre-
cen resultados heterogéneos y a menudo contradictorios, lo
que no resulta extraño dada la elevadísima heterogeneidad
etiológica24,30. No obstante, algunos datos que ofrecen cierta
significación estadística, y que en general no se relacionan con
las diferentes categorías de TEA según el DSM-IV-TR19,30 ni
Trastornos del espectro autista. Puesta al día (I): introducción, epidemiología y etiología. D. Martín Fernández-Mayoralas, et al.
e221
con claras correlaciones anatómico-comportamentales31
, son:
a) crecimiento acelerado durante la infancia del volumen cere-
bral global31
(cerca de un 10%, especialmente a costa de la
sustancia blanca)19
, que parece alcanzar su punto máximo al-
rededor de los 2-4 años de edad19,24
(aunque un 10-15% de
pacientes con microcefalia indica un claro «subgrupo» de ma-
crocéfalos con TEA)19
; b) disminución del grosor del cuerpo
calloso24,31
; c) aumento del volumen del núcleo caudado y la
amígdala24,31,32
, y d) decenas de anomalías volumétricas corti-
cales (disminución de la sustancia gris en el complejo amígda-
la-hipocampo y en el precúneo19
, aumento o disminución del
número de neuronas en la corteza prefrontal)19
o de la sustan-
cia blanca (p. ej., en las conexiones fronto-límbicas), de la mie-
linización, de la conformación de los surcos y giros corticales,
entre otras, con importantes discrepancias entre los diferentes
estudios24,30-33
. La neuroimagen por tractografía con tensor de
difusión y cálculo de la fracción de anisotropía ha demostrado
diversas alteraciones en sujetos con TEA, lo que sugiere una
mala organización y una integridad estructural reducida de los
tractos de sustancia blanca en diferentes niveles19,24,31,32
. Algu-
nos estudios han mostrado la alteración de algunos neurotrans-
misores en el TEA. La neuroimagen aporta diversas herramien-
tasquepermitenestudiarlosprocesosbioquímicos-funcionales,
entre otras la tomografía por emisión de positrones (PET), la
tomografía computarizada por emisión de fotón único (SPECT),
la RM espectroscópica y la RM funcional. Los hallazgos me-
diante PET demuestran en algunos pacientes estudiados una
función dopaminérgica, GABAérgica y serotoninérgica altera-
da1,24,32
. La RM espectroscópica muestra que los niveles de
N-acetil aspartato están disminuidos en algunos pacientes con
TEA, coincidiendo con zonas de concentración disminuida de
serotonina (corteza frontal y tálamo izquierdo)34
. Los estudios
mediante RM funcional muestran alteraciones en las estructu-
ras anatómicas enumeradas previamente3
. Quizá los dos datos
más importantes son que la amígdala, el giro fusiforme y la
corteza cingulada anterior se activan menos en los estudios de
procesamiento de caras y otros procesos relacionados con la
socialización1,3,11,31, y que el giro frontal inferior (relacionado
con la comprensión del lenguaje) es más activo en los niños
sanos que en los niños con autismo35.
La RM funcional junto con los estudios por tractografía han
detectado evidencias de una conectividad cerebral alterada
entre muchas de las regiones expuestas previamente1,3,11
, dis-
minuida respecto a conexiones corticales de larga distancia3
(inter/intrahemisféricamente)32
, como el circuito frontotempo-
ral, que media el comportamiento social y comunicativo31,32
,
con un posible incremento de la conectividad a corta distan-
cia3,11
, localmente en ciertas áreas sensoriales primarias, como
la corteza visual, y entre regiones corticosubcorticales, lo que
apoya la posibilidad de una conectividad estructural y funcio-
nalmente atípica31
, ora aumentada, ora disminuida, según las
redes estudiadas (que habitualmente afectan a las funciones
lingüísticas y socioemocionales)32, en una cantidad apreciable
de pacientes con TEA24. Algunas de las alteraciones comenta-
das se han hallado en familiares de niños con TEA que encajan
en el «fenotipo amplio de autismo», que comentaremos a con-
tinuación4
.
Los avances en las técnicas de neuroimagen no son suficien-
tes para recomendar la realización de estudios funcionales
como prueba diagnóstica en la actualidad36-38, hasta que se
establezcan grupos homogéneos, especialmente desde el pun-
to de vista genético, que permitan obtener hallazgos precisos
y más centrados en redes que en regiones cerebrales31.
Genética: la clave
La edad materna y paterna elevada se asocia a un riesgo más
elevado de autismo39, y existe una recurrencia elevada en fa-
milias de niños con TEA13,40,41. Los TEA son 4 veces más fre-
cuentes en niños que en niñas32,39,42,43. Existe concordancia en
el diagnóstico de TEA en el 50-90% de los gemelos monocigo-
tos según los diferentes estudios, y se trata de diagnósticos
estrictos19 o de «rasgos» de TEA4,13,19. Estos «rasgos (endofe-
notipos)»19, o «fenotipo amplio de autismo», describen a perso-
nas con escasas habilidades sociales (como la alexitimia: difi-
cultad en identificar, describir y procesar las propias emociones)
y comunicativas (sobre todo con dificultades pragmáticas del
lenguaje)19, con una «personalidad inusual» (mirada huidiza,
distantes, con tendencia a ser obsesivos, rígidos), que se en-
cuentran con frecuencia en los familiares de las personas con
autismo (especialmente de niños con trastorno de Asperger
o autismo de alto rendimiento) y parecen manifestaciones le-
ves de los rasgos característicos de los TEA (TEA «subumbral»)4
que no incluyen el retraso mental (de ahí su mayor prevalencia
en familiares de esos subtipos de TEA)4. Estos datos apuntan a
una clara influencia genética (y dada la variable concordancia
en gemelos monocigotos, de mutaciones de novo en el ADN de
estos sujetos) en la etiología de la mayoría de los TEA32,39,44,45.
Las características dismórficas y las anomalías físicas menores
(macrocefalia, implantación auricular anómala, entre muchas
otras) son más frecuentes en individuos con TEA que en la po-
blación general13. En al menos el 10% de los casos (más aún
en las consultas de neurología infantil)13, el TEA se acompaña
de verdaderos síndromes, como los siguientes: duplicación
7q11.23, duplicación 15q11-q13, duplicación o deleción
16p11.2, duplicación 17q12, deleción 22q11.2, (síndrome de Di
George), deleción 22q13.3 (síndrome de Phelan-McDermid,
véase SHANK3 más adelante), esclerosis tuberosa, neurofibro-
matosis tipo I, síndrome del cromosoma X frágil, síndrome de
Moebius, Potocki-Lupski, Williams-Beuren, Sotos, Timothy,
CHARGE, Goldenhar, Down, Prader Willi, Angelman, Cohen,
Cowden, Bannayan-Riley-Ruvalcaba, Lange, DiGeorge, Smith-
Magenis y distrofia miotónica, entre muchos otros13,22,32,39,46,47
.
No hay motivos obvios para que estos síndromes no figuren en
el DSM-IV-TR y, sin embargo, esté presente el síndrome de
Rett, salvo que la etiología de este último era desconocida al
confeccionarse dicho manual48
. Actualmente se sabe que hay
una gran heterogeneidad genética en los TEA1,11,32,39
, así como
fenotípica11
, pues la mayoría de los síndromes descritos se
asocian a una discapacidad intelectual variable13
. La mayoría
de los genes codifican proteínas que interactúan en las vías
Acta Pediatr Esp. 2013; 71(8): e217-e223
e222
involucradas en la arquitectura neuronal (número y motilidad
de las neuronas, migración y densidad de los axones, forma-
ción de los circuitos neurales) y en la formación (sinaptogéne-
sis), estructura, función y transmisión de las sinapsis (p. ej.,
factores de transcripción)31,32,39
. Algunos de estos genes invo-
lucrados en la génesis de los TEA también lo están en otras
enfermedades neuropsiquiátricas, especialmente (pero no ex-
clusivamente) en las relacionadas con los trastornos del len-
guaje4,39
, el retraso mental y la esquizofrenia11,47
, y existe una
gran heterogeneidad fenotípica y no sólo genética11,47. Muchos
han sido descubiertos gracias a los avances técnicos que han
facilitado el conocimiento de la etiología de los pacientes con
TEA a raíz de la identificación de variaciones en el número de
copia (CNV)39,47 en aproximadamente el 10-20% de los pacien-
tes11,39. En su mayoría son mutaciones de novo13, y varios de
estos genes son, entre muchos otros, los siguientes: cadherina
9 y 10, semaforina-5A (SEMA5A), contactin-associated pro-
tein-like 2 (CNTNAP2), neurexina 1-a, neuroliguina 3 y 4X, fa-
milia SHANK 1, 2 y, sobre todo, 3, receptor de oxitocina (OXTR)
y brain-derived neurotrophic factor (BDNF)32,39,47. Algunas de
las alteraciones (microdeleciones y microduplicaciones) serían
detectables mediante hibridación genómica comparada (CGH
arrays), pero las mutaciones puntuales requerirían una secuen-
ciación completa del gen o los genes13. Muchos de ellos se
están empezando a relacionar con diversas alteraciones en la
neuroimagen (p. ej., el adelgazamiento del cuerpo calloso en
la mutación de SHANK3, la disminución del volumen cortical
frontal en la mutación de CNTNAP2 o una alteración de la trac-
tografía en pacientes con X frágil y TEA), lo que probablemente
ocasione un gran impacto en el conocimiento de la neurobiolo-
gía subyacente a los diversos trastornos genéticos que pueden
producir TEA e incluso a su tratamiento (p. ej., que el trata-
miento con oxitocina mejore la sintomatología central del TEA
a los pacientes con mutaciones de OXTR o que el tratamiento
con everolimus produzca efectos semejantes en los sujetos con
esclerosis tuberosa, y que quede claro que hablamos hipotéti-
camente, ya que actualmente no se dispone de datos claros al
respecto)24,32,39,47,49
. Por otro lado, parece que los TEA graves
suelen obedecer con más frecuencia a CNV raras de novo con
gran efecto, y los TEA de alto rendimiento y más leves a varian-
tes genéticas comunes (single-nucleotide-polymorphisms
[SNP]) con una gran carga familiar, de herencia poligénica en
muchos casos, y una enorme variabilidad fenotípica (autismo,
trastornos del lenguaje, esquizofrenia, trastornos neuropsi-
quiátricos más leves, etc.)4,47.
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Trastornos del espectro autista: introducción, epidemiología y etiología

  • 1. P E D I Á T R I C A Acta Pediatr Esp. 2013; 71(8): e217-e223 REVISIÓN e217 Introducción Breve revisión histórica Las primeras referencias sobre los trastornos del espectro au- tista (TEA) se remontan a dos siglos atrás (niños «silvestres»), pero el crédito de la descripción de esta patología como enti- dad definida le pertenece a Leo Kanner1, quien describe con detalle los síntomas centrales del autismo: niños sin una ade- cuada capacidad de socialización-comunicación y con conduc- tas e intereses restringidos y repetitivos2-4. Poco después, Hans Asperger describe 4 casos de niños con similares carac- terísticas, sin discapacidad intelectual ni retraso importante del lenguaje5 . Es Rutter, en 1978, quien separa claramente este trastorno de la esquizofrenia y propone 4 de los criterios diagnósticos que aún hoy en día definen los TEA: deterioro de las relaciones sociales (el síntoma fundamental del trastorno, ya desde la primera descripción)1-3 , trastorno de la comunica- ción, patrón de conductas estereotipadas y repetitivas, e inicio infantil1,6 . Con la aparición en 1980 de la tercera edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-III), de la Asociación Psiquiátrica Americana, el autismo se convirtió en el prototipo de un nuevo grupo de trastornos del desarrollo Trastornos del espectro autista. Puesta al día (I): introducción, epidemiología y etiología D. Martín Fernández-Mayoralas1, A.L. Fernández-Perrone1, A. Fernández-Jaén2 1 Adjunto de la Unidad de Neurología Infantil. 2 Jefe de la Unidad de Neurología Infantil. Hospital Universitario «Quirón Madrid». Pozuelo de Alarcón (Madrid) Fecha de recepción: 27/05/12. Fecha de aceptación: 27/07/12. Correspondencia: D. Martín Fernández-Mayoralas. Sección de Neuropediatría. Servicio de Neurología. Hospital Universitario «Quirón Madrid». Diego de Velázquez, 1. 28223 Pozuelo de Alarcón (Madrid). Correo electrónico: dmfmayor@yahoo.es Resumen Los trastornos del espectro autista (trastornos generalizados del desarrollo) engloban un grupo de enfermedades que tienen en común las siguientes características: afectación de la inte- racción social, escasa actividad imaginativa, alteración de la comunicación verbal y no verbal, así como comportamientos estereotipados y repetitivos. Se trata de trastornos del neuro- desarrollo que se caracterizan por su enorme complejidad y heterogeneidad, tanto desde el punto de vista neurobiológico (genética, neuroimagen, comportamiento y cognición, etc.) co- mo clínico. Aunque el pronóstico de los niños con este trastor- no es variable, así como las trayectorias evolutivas y la res- puesta al tratamiento, sus efectos sobre la habilidad para la socialización, el autocuidado y la participación en la comuni- dad producen un deterioro crónico. El autismo no afecta sólo de forma negativa al niño, sino también a su familia, y actual- mente se considera un trastorno neurológico del comporta- miento que sucede a lo largo de un continuo en cuanto a gra- vedad y sintomatología. El tratamiento precoz se asocia a una mejoría en los procesos adaptativos, cognitivos y lingüísticos, lo que constituye un fértil terreno de actuación multidisciplina- ria que puede resultar en un gran beneficio para estos pacien- tes. ©2013 Ediciones Mayo, S.A. Todos los derechos reservados. Palabras clave Asperger, autismo, trastorno generalizado del desarrollo, tras- tornos del espectro autista Abstract Title: Autism spectrum disorders. Up to date (I): preface, epide- miology and etiology Autism spectrum disorder is a term used to describe a class of disorders that has in common the following characteristics: impairments in social interaction, imaginative activity, verbal and nonverbal communication skills, and a limited number of interests and activities that tend to be repetitive. The expres- sion of autism spectrum disorder is highly heterogeneous, owing to the complex interactions between genes, the brain, cognition and behavior throughout development. Although the prognosis and response to treatment for children with autism is variable, the disorder generally has lifelong effects on the ability to socialize, to care for him/herself, and to participate meaningfully in the community. The disorder may adversely impact not just the affected child, but also his/her family mem- bers. This disorder is now recognized to be a common neurobe- havioral disorder, which occurs along a broad continuum. The need for early focused intervention that will result in meaning- ful outcomes in cognitive, language, and adaptive skills provides a fertile ground for intervention research across many disci- plines. ©2013 Ediciones Mayo, S.A. All rights reserved. Keywords Asperger, autism, pervasive developmental disorders, autism spectrum disorders
  • 2. Acta Pediatr Esp. 2013; 71(8): e217-e223 e218 de gravedad variable, descritos bajo el título de «trastornos generalizados del desarrollo». Los estudios posteriores no per- mitieron distinguir entre el «autismo infantil» y el «trastorno generalizado del desarrollo de inicio en la infancia», por lo que este último se eliminó en la revisión de la tercera edición del DSM (DSM-III-R), que clasificaba los TEA en sólo dos catego- rías: trastorno autista y trastorno generalizado del desarrollo no especificado. En esta última categoría se clasificaba a cual- quier individuo con dificultades reconocidas en el TEA que no reunía todos los criterios para el trastorno autista7 . El DSM-III-R reconocía la existencia de individuos autistas con inteligencia normal o cercana a la normal, lo que influyó en el reconoci- miento de las categorías diagnósticas que se iban a implantar en el DSM de 1994 (DSM-IV) y el posterior texto revisado en el año 2000 (DSM-IV-TR)1,7 . Concepto actual de los trastornos del espectro autista Hoy en día se considera que no existe un único tipo de autismo, tal como demuestran el DSM-IV-TR8 y la Clasificación Estadísti- ca Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud, décima revisión (CIE-10), de la Organización Mundial de la Salud9 . El autismo no se expresa como una enfermedad específica y se considera un síndrome con una impresionante heterogeneidad genética y fenotípica3,10,11 . Actualmente, la cla- sificación del DSM-IV-TR es la más ampliamente estudiada y utilizada, por lo que nos ceñiremos a ella en la presente revisión. No obstante, cabe destacar que ambas clasificaciones son muy similares, y sus diferencias fundamentales son la existencia de tres condiciones en el CIE-10 («autismo atípico», «otros trastor- nos generalizados del desarrollo» y «trastorno generalizado del desarrollo indeterminado»), que se unen en una sola en el DSM- IV-TR («trastorno generalizado del desarrollo no especificado»), y la existencia de una condición en el CIE-10 sin correlato en el DSM-IV-TR («trastorno hiperactivo con retraso mental»)8,9 . En el DSM-IV-TR se denominan trastornos generalizados del desa- rrollo o TEA a los casos de niños que presentan alteraciones de la interacción social como síntoma «estrella» del padecimiento3 , y se establecen cinco trastornos: trastorno autista, trastorno de Rett, trastorno desintegrativo infantil, trastorno de Asperger y trastorno generalizado del desarrollo no especificado8. Los crite- rios de trastorno autista se establecen en la tabla 1. Los criterios del trastorno de Asperger son los mismos, salvo que no puede haber un trastorno del lenguaje clínicamente significativo (p. ej., a los 2 años de edad los niños utilizan palabras sencillas y a los 3 años frases comunicativas, aunque pueden padecer un déficit lingüístico semántico-pragmático importante)8,11. Sin embargo, no parece que las personas que reúnen dichos logros lingüísticos difieran significativamente de los que se retrasan en el lenguaje temprano, si se comparan los grupos en función de su nivel de desarrollo o cociente intelectual, por lo que la diferenciación en- tre el trastorno de Asperger y el trastorno autista de alto rendi- miento es habitualmente imposible. De ahí algunos de los cam- bios que comentaremos posteriormente en referencia al futuro DSM en su quinta edición (DSM-V)12. El trastorno de Rett es casi exclusivo del sexo femenino, cursa con una desaceleración del perímetro craneal entre los 5 y los 48 meses de edad y, sobre todo, con una pérdida de las habilidades manuales intencionales previamente adquiridas8 . El trastorno desintegrativo infantil cur- sa con una marcada pérdida de las habilidades previamente adquiridas, siempre después de un desarrollo completamente normal durante, al menos, los 2 primeros años de vida, y es ex- cepcional8 . El trastorno generalizado del desarrollo no especifi- cado es un subgrupo que se utiliza cuando existe una grave alte- ración del desarrollo de la interacción social recíproca o de las habilidades de comunicación verbal o no verbal, o cuando hay comportamientos, intereses y actividades estereotipados, pero Criterios diagnósticos del DSM-IV-TR del trastorno autista Para establecer un diagnóstico de autismo deben cumplirse 6 o más manifestaciones del conjunto de trastornos: 1) de la relación, 2) de la comunicación, y 3) de la flexibilidad. Y deben cumplirse como mínimo dos elementos de 1), uno de 2) y uno de 3). Trastorno cualitativo de la relación. Expresado como mínimo en dos de las siguientes manifestaciones: • Trastorno importante en muchas conductas de relación no verbal, como mirar a los ojos, la expresión facial, las posturas corporales y los gestos para regular la interacción social • Incapacidad para desarrollar relaciones con iguales adecuadas al nivel evolutivo • Ausencia de conductas espontáneas encaminadas a compartir placeres, intereses o logros con otras personas (p. ej., conductas, señalar o mostrar objetos de interés) • Falta de reciprocidad social o emocional Trastorno cualitativo de la comunicación. Expresado como mínimo en una de las siguientes manifestaciones: • Retraso o ausencia completa de desarrollo del lenguaje oral (que no se intenta compensar con medios alternativos de comunicación, como los gestos) • En personas con un habla adecuada, trastorno importante en la capacidad de iniciar o mantener conversaciones • Empleo estereotipado o repetitivo del lenguaje, o uso de un lenguaje idiosincrásico • Falta de juego de ficción espontáneo y variado, o de juego de imitación social adecuado al nivel evolutivo Patrones de conducta, interés o actividad restrictivos, repetidos y estereotipados. Expresados como mínimo en una de las siguientes manifestaciones: • Preocupación excesiva por un foco de interés (o varios) restringido y estereotipado, anormal por su intensidad o contenido • Adhesión aparentemente inflexible a rutinas o rituales específicos y no funcionales • Estereotipias motoras repetitivas (p. ej., sacudidas de manos, retorcer los dedos, movimientos complejos de todo el cuerpo, etc.) • Preocupación persistente por partes de objetos Antes de los 3 años, se producen retrasos o alteraciones en una de estas tres áreas: 1. Interacción social 2. Empleo comunicativo del lenguaje 3. Juego simbólico TABLA1
  • 3. Trastornos del espectro autista. Puesta al día (I): introducción, epidemiología y etiología. D. Martín Fernández-Mayoralas, et al. e219 no se cumplen los criterios de otro subtipo de TEA8 . Las caracte- rísticas diferenciales de los trastornos generalizados del desa- rrollo se reflejan en la tabla 2. A pesar de que el DSM-IV-TR clasifica por categorías los diferentes tipos de trastornos, algu- nos estudios (especialmente los genéticos) han coincidido en mostrar a los TEA como un «continuo» de gravedad variable4,13 , representado por una «familia de fenotipos dimensionales» que incluye diferentes síntomas, niveles de funcionamiento y comor- bilidades, lo que ha influido de manera notable en el borrador del futuro DSM-V14-16. Trastornos del espectro autista en el DSM-V El DSM-V (se publicará probablemente en mayo de 2013) ha realizado, en su borrador, una serie de cambios, muchos de ellos controvertidos12,14. Conviene advertir que lo que se comenta a continuación puede variar en el futuro, por lo que conviene ac- ceder a la página http://www.dsm5.org/Pages/Default.aspx para comprobar el avance de los cambios propuestos, aún no definitivos17. Parece que se pretende eliminar el término «tras- torno generalizado del desarrollo» y reemplazarlo por el término más utilizado actualmente de TEA14,16 . Probablemente exista una enorme simplificación y se contemple una única categoría de TEA, eliminando las subcategorías (incluida la muy contro- vertida eliminación del trastorno de Asperger y del trastorno generalizado del desarrollo no especificado) a través de un es- quema bidimensional5,12,14,18 . El motivo de este cambio radica en la insuficiente fiabilidad de las categorías diagnósticas de los TEA en el DSM-IV-TR cuando se comparan con las descrip- ciones dimensionales (esto es, síntomas centrales, como la so- cialización o los movimientos estereotipados, junto con otras características, como el nivel cognitivo y lingüístico) de los ins- trumentos diagnósticos estandarizados (sobre todo el Autism Diagnostic Observation Schedule [ADOS])1,15 . Los déficit socia- les y de comunicación, separados en el DSM-IV-TR, se unifica- rán probablemente en un único criterio de déficit en la comuni- cación e interacción social16 . El trastorno por déficit de atención/ hiperactividad (TDAH) dejará de estar «excluido» como comor- bilidad en los casos de TEA19 . Los déficits deben ser clínicamen- te significativos y persistentes, e incluir un marcado impedi- mento de la comunicación verbal y no verbal utilizada para la interacción social, la carencia de reciprocidad social y el fallo en el desarrollo de las relaciones con iguales5,16 . El segundo crite- rio consiste en la presencia de patrones de conducta e intereses repetitivos y restrictivos, al menos dos de los siguientes: a) comportamientos estereotipados motores, o verbales, o con- ductas sensoriales inusuales; b) adhesión excesiva a rutinas y rituales de comportamiento, y c) intereses restrictivos y fijos. Los síntomas deben estar presentes en la infancia temprana5 . Frente a las críticas de que con estos criterios muchos de los niños con TEA pueden quedar fuera de los servicios médicos y asistenciales que les corresponderían según el DSM-IV-TR, se ha propuesto una nueva categoría dentro de los «trastornos de la comunicación» denominada «trastorno de la comunicación social», en la que se incluirían los casos que presentan algunas Características diferenciales de los trastornos generalizados del desarrollo según los criterios del DSM-IV-TR Características Trastorno autista Trastorno desintegrativo infantil Síndrome de Rett Síndrome de Asperger TGD-NE Rasgo Autismo clásico Inicio retardado pero grave Autismo de infancia tardía Autismo de alto funcionamiento Atípico Inteligencia RM grave o normal RM grave RM grave No RM RM moderado-normal Edad de reconocimiento 0-3 años >2 años 0,5-2,5 años >2 años Variable Habilidades comunicativas Limitadas Escasas Escasas Lenguaje conservado Limitadas-buenas Habilidades sociales Muy limitadas Muy limitadas Muy escasas. Varían con la edad Limitadas Variable Pérdida de habilidades No, o leves Marcadas Marcadas Generalmente no Generalmente no Intereses restringidos Variable No aplicable No aplicable Marcadas Variable Trastorno epiléptico Frecuente Muy frecuente Frecuente A veces A veces Desaceleración del crecimiento craneal No No Sí No No Prevalencia por 10.000 30-40 Muy raro 5-15 5-100 >15 Historia familiar Rara No No Frecuente Desconocida Ratio por sexos M >F M >F F M >F M >F Curso en la vida adulta Estable Declina Declina Estable Estable Pronóstico De muy malo a regular Muy malo Muy malo Regular Regular/bueno RM: retraso mental; TGD-NE: trastorno generalizado del desarrollo no especificado. Adaptada de Popper y Steinger, 1995; modificada de Volkmar, 1991. TABLA2
  • 4. Acta Pediatr Esp. 2013; 71(8): e217-e223 e220 de las dificultades del autismo pero sin los comportamientos rígidos y repetitivos16 . En definitiva, el DSM-V parece mejorar la validez de los criterios diagnósticos que se conceptualizan más dimensionalmente y menos en categorías estancas16 , cooperan- do así en la investigación de marcadores útiles (sobre todo ge- néticos) de fenotipos heterogéneos, sin que se vea entorpecida por discusiones estériles acerca de las «condiciones-etiqueta» propias del DSM-IV-TR. Pero hay dudas sobre un empeoramien- to en la utilidad práctica de dichos criterios y en el acceso a los servicios pertinentes5,14-16,18 . Objetivo del estudio y metodología utilizada El objetivo del estudio es realizar una revisión del tema lo más actualizada posible, pero de forma sucinta, dada su extensión, en sus aspectos generales, epidemiológicos, etiológicos, fisio- patológicos, diagnósticos y de tratamiento de los TEA. Para ello, se han realizado búsquedas en las bases de datos Med- line y PsycINFO utilizando los siguientes términos: Asperger’s disorder, Asperger syndrome, autism, autism spectrum disor- der, autistic disorder, PDD, PDD-NOS y pervasive develop- mental disorder. Éstos se han combinado con otras catego- rías según el tema tratado, como ADHD, DSM-IV-TR, DSM-V, epidemiology, genetics, imaging, MRI, Rett, treatment e inter- ventions, entre otras variables, de cara a ofrecer resumidamen- te los datos obtenidos por los estudios de la mayor calidad posible y/o revisiones de autores de reconocido prestigio. Epidemiología Los datos epidemiológicos actuales muestran que los TEA son más frecuentes de lo que se pensaba hace pocos años. Si las primeras estimaciones de prevalencia eran de 21-35 por 10.000 habitantes, en la última década estas cifras han aumentado, estimándose la prevalencia actual entre 6 y 8 casos por 1.000 habitantes13,20, es decir, una prevalencia cercana al 1%1,19,21. Los TEA afectan unas 4 veces más a hombres que a mujeres (con diferencias según los subtipos: síndrome de Rett típico de mujeres, o trastorno de Asperger, unas 8-10 veces más fre- cuentes en varones)13,22. La mejora en la detección (diagnóstico precoz), los cambios en los criterios diagnósticos y la amplia- ción del diagnóstico a los casos más leves (incluidos bajo el epígrafe de «trastorno generalizado del desarrollo no especifi- cado») pueden justificar este incremento22, aunque ciertos as- pectos sobre la naturaleza del aumento de la prevalencia que se sigue observando en los últimos años no se han esclarecido todavía23. Etiología Generalidades En la mayoría de los casos las causas del trastorno del desa- rrollo cerebral que conduce a un diagnóstico de TEA no están definidas y no existe un marcador biológico universal, dado que el trastorno se define por síntomas y signos clínicos, y debido a que la etiología es extremadamente heterogénea3,22,24 . A pesar de los esfuerzos por encontrar un déficit cognitivo único y subyacente a la tríada sintomática de los TEA definida en el DSM-IV-TR, dicha búsqueda ha resultado infructuosa, al no existir homogeneidad clínica ni neurobiológica en estos pacientes25. Baste decir que las tres teorías cognitivas domi- nantes han sido la de la disfunción ejecutiva (planificación y ejecución de acciones complejas: alteración inespecífica y he- terogénea, presente en casi todos los TEA, pero también en la mayoría de trastornos neuropsiquiátricos existentes, sobre to- do en el TDAH)4,19, la teoría de la mente (habilidad escasa/ nula para atribuir estados mentales a uno mismo y los demás) y la teoría de la coherencia central débil (la tendencia a focali- zarse en elementos locales e individuales más que en el todo, lo global)1,25 . Se han postulado numerosos factores de riesgo. Se han con- siderado ciertos factores endocrinológicos en la etiopatogenia de los TEA, sobre todo respecto a las hormonas que tienen un papel importante en el desarrollo del comportamiento, como la hormona del crecimiento y sus factores relacionados, la mela- tonina, la hormona tiroidea, la cortisona y la testosterona, en- tre otras26 . Otros factores de riesgo son la prematuridad, el bajo peso al nacimiento27 y la exposición a algunos fármacos o tóxicos (antiepilépticos y etanol, entre muchos otros)28 . Las enfermedades metabólicas se consideran hoy en día una causa rara de TEA, y normalmente están asociadas a otros síntomas. Algunas de ellas son las siguientes: fenilcetonuria13 , deficien- cia del transportador de creatina, trastornos del metabolismo de las purinas, deficiencia cerebral de folato o el síndrome de Smith-Lemli-Opitz13 . Del mismo modo, las enfermedades mito- condriales pueden justificar raramente este trastorno, también relacionadas casi siempre con la afectación de otros órganos y sistemas13,29 . Neuroimagen y bases neuroanatómicas Dada la extrema heterogeneidad etiológica, se han involucrado numerosas estructuras anatómicas cerebrales (relacionadas íntimamente entre sí a través de redes) en los TEA1,3 . Sólo co- mo ejemplo, nombraremos algunas: surco temporal superior (percepción del movimiento biológico)11 , giro fusiforme (per- cepción de caras)1,11 , giro frontal inferior y lóbulo parietal infe- rior (sistema de acción-percepción)1,19 , amígdala y sistema límbico (percepción de los estados emocionales y de la expe- riencia emocional)11 , corteza occípito-temporal (percepción vi- sual del cuerpo humano), corteza prefrontal y corteza órbito- frontal (teoría de la mente, recompensa y refuerzo social, además de muchas otras funciones)1,3 . Los estudios de neuroimagen, especialmente la resonancia magnética (RM) estructural, ofre- cen resultados heterogéneos y a menudo contradictorios, lo que no resulta extraño dada la elevadísima heterogeneidad etiológica24,30. No obstante, algunos datos que ofrecen cierta significación estadística, y que en general no se relacionan con las diferentes categorías de TEA según el DSM-IV-TR19,30 ni
  • 5. Trastornos del espectro autista. Puesta al día (I): introducción, epidemiología y etiología. D. Martín Fernández-Mayoralas, et al. e221 con claras correlaciones anatómico-comportamentales31 , son: a) crecimiento acelerado durante la infancia del volumen cere- bral global31 (cerca de un 10%, especialmente a costa de la sustancia blanca)19 , que parece alcanzar su punto máximo al- rededor de los 2-4 años de edad19,24 (aunque un 10-15% de pacientes con microcefalia indica un claro «subgrupo» de ma- crocéfalos con TEA)19 ; b) disminución del grosor del cuerpo calloso24,31 ; c) aumento del volumen del núcleo caudado y la amígdala24,31,32 , y d) decenas de anomalías volumétricas corti- cales (disminución de la sustancia gris en el complejo amígda- la-hipocampo y en el precúneo19 , aumento o disminución del número de neuronas en la corteza prefrontal)19 o de la sustan- cia blanca (p. ej., en las conexiones fronto-límbicas), de la mie- linización, de la conformación de los surcos y giros corticales, entre otras, con importantes discrepancias entre los diferentes estudios24,30-33 . La neuroimagen por tractografía con tensor de difusión y cálculo de la fracción de anisotropía ha demostrado diversas alteraciones en sujetos con TEA, lo que sugiere una mala organización y una integridad estructural reducida de los tractos de sustancia blanca en diferentes niveles19,24,31,32 . Algu- nos estudios han mostrado la alteración de algunos neurotrans- misores en el TEA. La neuroimagen aporta diversas herramien- tasquepermitenestudiarlosprocesosbioquímicos-funcionales, entre otras la tomografía por emisión de positrones (PET), la tomografía computarizada por emisión de fotón único (SPECT), la RM espectroscópica y la RM funcional. Los hallazgos me- diante PET demuestran en algunos pacientes estudiados una función dopaminérgica, GABAérgica y serotoninérgica altera- da1,24,32 . La RM espectroscópica muestra que los niveles de N-acetil aspartato están disminuidos en algunos pacientes con TEA, coincidiendo con zonas de concentración disminuida de serotonina (corteza frontal y tálamo izquierdo)34 . Los estudios mediante RM funcional muestran alteraciones en las estructu- ras anatómicas enumeradas previamente3 . Quizá los dos datos más importantes son que la amígdala, el giro fusiforme y la corteza cingulada anterior se activan menos en los estudios de procesamiento de caras y otros procesos relacionados con la socialización1,3,11,31, y que el giro frontal inferior (relacionado con la comprensión del lenguaje) es más activo en los niños sanos que en los niños con autismo35. La RM funcional junto con los estudios por tractografía han detectado evidencias de una conectividad cerebral alterada entre muchas de las regiones expuestas previamente1,3,11 , dis- minuida respecto a conexiones corticales de larga distancia3 (inter/intrahemisféricamente)32 , como el circuito frontotempo- ral, que media el comportamiento social y comunicativo31,32 , con un posible incremento de la conectividad a corta distan- cia3,11 , localmente en ciertas áreas sensoriales primarias, como la corteza visual, y entre regiones corticosubcorticales, lo que apoya la posibilidad de una conectividad estructural y funcio- nalmente atípica31 , ora aumentada, ora disminuida, según las redes estudiadas (que habitualmente afectan a las funciones lingüísticas y socioemocionales)32, en una cantidad apreciable de pacientes con TEA24. Algunas de las alteraciones comenta- das se han hallado en familiares de niños con TEA que encajan en el «fenotipo amplio de autismo», que comentaremos a con- tinuación4 . Los avances en las técnicas de neuroimagen no son suficien- tes para recomendar la realización de estudios funcionales como prueba diagnóstica en la actualidad36-38, hasta que se establezcan grupos homogéneos, especialmente desde el pun- to de vista genético, que permitan obtener hallazgos precisos y más centrados en redes que en regiones cerebrales31. Genética: la clave La edad materna y paterna elevada se asocia a un riesgo más elevado de autismo39, y existe una recurrencia elevada en fa- milias de niños con TEA13,40,41. Los TEA son 4 veces más fre- cuentes en niños que en niñas32,39,42,43. Existe concordancia en el diagnóstico de TEA en el 50-90% de los gemelos monocigo- tos según los diferentes estudios, y se trata de diagnósticos estrictos19 o de «rasgos» de TEA4,13,19. Estos «rasgos (endofe- notipos)»19, o «fenotipo amplio de autismo», describen a perso- nas con escasas habilidades sociales (como la alexitimia: difi- cultad en identificar, describir y procesar las propias emociones) y comunicativas (sobre todo con dificultades pragmáticas del lenguaje)19, con una «personalidad inusual» (mirada huidiza, distantes, con tendencia a ser obsesivos, rígidos), que se en- cuentran con frecuencia en los familiares de las personas con autismo (especialmente de niños con trastorno de Asperger o autismo de alto rendimiento) y parecen manifestaciones le- ves de los rasgos característicos de los TEA (TEA «subumbral»)4 que no incluyen el retraso mental (de ahí su mayor prevalencia en familiares de esos subtipos de TEA)4. Estos datos apuntan a una clara influencia genética (y dada la variable concordancia en gemelos monocigotos, de mutaciones de novo en el ADN de estos sujetos) en la etiología de la mayoría de los TEA32,39,44,45. Las características dismórficas y las anomalías físicas menores (macrocefalia, implantación auricular anómala, entre muchas otras) son más frecuentes en individuos con TEA que en la po- blación general13. En al menos el 10% de los casos (más aún en las consultas de neurología infantil)13, el TEA se acompaña de verdaderos síndromes, como los siguientes: duplicación 7q11.23, duplicación 15q11-q13, duplicación o deleción 16p11.2, duplicación 17q12, deleción 22q11.2, (síndrome de Di George), deleción 22q13.3 (síndrome de Phelan-McDermid, véase SHANK3 más adelante), esclerosis tuberosa, neurofibro- matosis tipo I, síndrome del cromosoma X frágil, síndrome de Moebius, Potocki-Lupski, Williams-Beuren, Sotos, Timothy, CHARGE, Goldenhar, Down, Prader Willi, Angelman, Cohen, Cowden, Bannayan-Riley-Ruvalcaba, Lange, DiGeorge, Smith- Magenis y distrofia miotónica, entre muchos otros13,22,32,39,46,47 . No hay motivos obvios para que estos síndromes no figuren en el DSM-IV-TR y, sin embargo, esté presente el síndrome de Rett, salvo que la etiología de este último era desconocida al confeccionarse dicho manual48 . Actualmente se sabe que hay una gran heterogeneidad genética en los TEA1,11,32,39 , así como fenotípica11 , pues la mayoría de los síndromes descritos se asocian a una discapacidad intelectual variable13 . La mayoría de los genes codifican proteínas que interactúan en las vías
  • 6. Acta Pediatr Esp. 2013; 71(8): e217-e223 e222 involucradas en la arquitectura neuronal (número y motilidad de las neuronas, migración y densidad de los axones, forma- ción de los circuitos neurales) y en la formación (sinaptogéne- sis), estructura, función y transmisión de las sinapsis (p. ej., factores de transcripción)31,32,39 . Algunos de estos genes invo- lucrados en la génesis de los TEA también lo están en otras enfermedades neuropsiquiátricas, especialmente (pero no ex- clusivamente) en las relacionadas con los trastornos del len- guaje4,39 , el retraso mental y la esquizofrenia11,47 , y existe una gran heterogeneidad fenotípica y no sólo genética11,47. Muchos han sido descubiertos gracias a los avances técnicos que han facilitado el conocimiento de la etiología de los pacientes con TEA a raíz de la identificación de variaciones en el número de copia (CNV)39,47 en aproximadamente el 10-20% de los pacien- tes11,39. En su mayoría son mutaciones de novo13, y varios de estos genes son, entre muchos otros, los siguientes: cadherina 9 y 10, semaforina-5A (SEMA5A), contactin-associated pro- tein-like 2 (CNTNAP2), neurexina 1-a, neuroliguina 3 y 4X, fa- milia SHANK 1, 2 y, sobre todo, 3, receptor de oxitocina (OXTR) y brain-derived neurotrophic factor (BDNF)32,39,47. Algunas de las alteraciones (microdeleciones y microduplicaciones) serían detectables mediante hibridación genómica comparada (CGH arrays), pero las mutaciones puntuales requerirían una secuen- ciación completa del gen o los genes13. Muchos de ellos se están empezando a relacionar con diversas alteraciones en la neuroimagen (p. ej., el adelgazamiento del cuerpo calloso en la mutación de SHANK3, la disminución del volumen cortical frontal en la mutación de CNTNAP2 o una alteración de la trac- tografía en pacientes con X frágil y TEA), lo que probablemente ocasione un gran impacto en el conocimiento de la neurobiolo- gía subyacente a los diversos trastornos genéticos que pueden producir TEA e incluso a su tratamiento (p. ej., que el trata- miento con oxitocina mejore la sintomatología central del TEA a los pacientes con mutaciones de OXTR o que el tratamiento con everolimus produzca efectos semejantes en los sujetos con esclerosis tuberosa, y que quede claro que hablamos hipotéti- camente, ya que actualmente no se dispone de datos claros al respecto)24,32,39,47,49 . Por otro lado, parece que los TEA graves suelen obedecer con más frecuencia a CNV raras de novo con gran efecto, y los TEA de alto rendimiento y más leves a varian- tes genéticas comunes (single-nucleotide-polymorphisms [SNP]) con una gran carga familiar, de herencia poligénica en muchos casos, y una enorme variabilidad fenotípica (autismo, trastornos del lenguaje, esquizofrenia, trastornos neuropsi- quiátricos más leves, etc.)4,47. Bibliografía 1. Kana RK, Libero LE, Moore MS. Disrupted cortical connectivity theory as an explanatory model for autism spectrum disorders. Phys Life Rev. 2011; 8: 410-437. 2. Kanner L. Autistic disturbances of affective contact. Acta Paedo- psychiatr. 1968; 35: 100-136. 3. McPartland JC, Coffman M, Pelphrey KA. Recent advances in un- derstanding the neural bases of autism spectrum disorder. Curr Opin Pediatr. 2011; 23: 628-632. 4. Sucksmith E, Roth I, Hoekstra RA. 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