8.
Feliz el que Teme al Dios.
¡Qué feliz es el que teme al Señor, todo el que sigue sus
caminos! Gozarás del fruto de tu trabajo; ¡qué feliz y próspero
serás! Tu esposa será como una vid fructífera, floreciente en
el hogar. Tus hijos serán como vigorosos retoños de olivo
alrededor de tu mesa. Esa es la bendición del Señor para los
que le temen. Que el Señor te bendiga continuamente desde
Sión; que veas prosperar a Jerusalén durante toda tu vida.
Que vivas para disfrutar de tus nietos. ¡Que Israel tenga paz!
(Salmos 128 NTV)
Primera llave para la felicidad
9.
Pone su amor en la Ley del Señor y en ella medita noche
y día.
Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni va
por el camino de los pecadores, ni hace causa común con los
que se burlan de Dios, sino que pone su amor en la ley del
Señor y en ella medita noche y día. Ese hombre es como un
árbol plantado a la orilla de un río, que da su fruto a su
tiempo y jamás se marchitan sus hojas. ¡Todo lo que hace, le
sale bien!.
(Salmos 1:1-3 DHH)
Segunda llave para la felicidad
10.
Obedece sus leyes y lo buscan con todo su corazón.
Felices son los íntegros, los que siguen las enseñanzas
del Señor. Felices son los que obedecen sus leyes y lo buscan
con todo el corazón. No negocian con el mal y andan solo en
los caminos del Señor. Nos has ordenado que cumplamos
cuidadosamente tus mandamientos. ¡Oh, cuánto deseo que
mis acciones sean un vivo reflejo de tus decretos!
(Salmos 119:1-5 NTV)
Tercera llave para la felicidad