2. La democracia es una forma de gobierno en la que los
ciudadanos escogen a los gobernantes o dirigentes que
los representarán en la conducción del país. Esta
escogencia se hace a través del voto y los elegidos por
mayoría deben actuar según lo indique nuestra
Constitución Política de 1991 y las leyes, procurando
siempre lo mejor para el país.
3. En la historia de la democracia mexicana la
primera mitad del siglo XIX estuvo cubierta con
el manto de la inexperiencia. Tres siglos con una
estructura política monárquica y antiliberal
poco ayudó a la rápida consolidación de la
novedosa
4. De acuerdo con la carta magna la elección de
funcionarios se realizaba de manera indirecta.
La mayoría de los ciudadanos sólo participaban
en una primera elección para designar un
elector que, como representante de un número
determinado de ciudadanos, participaría en la
elección final de los miembros del Congreso.
5. Como representantes de la nación, a los miembros
del Congreso correspondía designar al
presidente y al vicepresidente de la nación
mediante el sufragio secreto. De acuerdo con la
Constitución de 1824 –primera del México
independiente- el candidato que reuniera la
mayoría absoluta de votos de las legislaturas
sería presidente pero “si dos tuvieran dicha
mayoría, será presidente el que tenga más
votos, quedando el otro como vicepresidente”.
6. La elección del Ejecutivo era un gravísimo error de
sentido común que contribuiría a sumir al país
en la inestabilidad política. El Congreso no
previó que siendo los candidatos presidenciales
rivales de partido, el presidente y el
vicepresidente electos serían invariablemente
opositores entre sí, lo cual paralizaría el ejercicio
del poder.
7. . El modelo de elección adoptado provenía de la
Constitución norteamericana, pero en Estados
Unidos funcionaba porque la elección se
verificaba por fórmulas: si un candidato
presidencial triunfaba no tendría problemas: a
la primera magistratura lo acompañaría un
vicepresidente de su mismo partido. En México,
la vicepresidencia parecía representar el premio
de consolación para el candidato presidencial
derrotado en detrimento, desde luego, de la
autoridad presidencial.
8. La Constitución contenía además otro elemento
susceptible de provocar la inestabilidad política
y desatar todo tipo de impugnaciones en la
elección presidencial: “Si hubiere empate –
señalaba el artículo 90- en las votaciones hechas
por las legislaturas, se repetirá por una sola vez
la votación; y si aún resultare empatada,
decidirá la suerte”.
9. Por azares de la fortuna la primera elección
presidencial del México independiente no tuvo
empate ni evidenció el problema de la
vicepresidencia. Guadalupe Victoria concluyó
su periodo de gobierno sin problema alguno
(1824-1828). Pero en la siguiente elección (1828),
el triunfo de Manuel Gómez Pedraza fue
impugnado por el candidato derrotado Vicente
Guerrero –quien de acuerdo a la ley ocuparía la
vicepresidencia- y la sucesión presidencial
terminó dirimida en el terreno de las armas.