2. quella mañana, cuando los niños llegaron a la escuela, vieron que
había algo raro sobre sus pupitres. Parecían unas grandes tapas con forma
de campana. Todos se miraron extrañados, y muy impacientes y curiosos,
preguntaron al profesor:
– ¡¿Qué es?! ¡¿Qué es?!
Sin esperar una respuesta, corrieron a sus sitios para levantar el misterio,
pero el profesor les dijo:
– No podéis tocar nada hasta que todos estéis sentados y yo lo diga.
¿Vale?
– ¡Vaaaaale! -se lamentaron todos con un gran suspiro.
Cuando se sentaron en sus sillas, el profesor les dijo:
– Preparados… Listos… ¡Ya!
3. Los niños levantaron las tapas, y
al hacerlo, un delicioso olor salió
de debajo. ¡Era un desayuno! Pero
muy extraño… Cada niño tenía una
cosa; algunos un vaso de leche o
un zumo de naranja; otros, un
plato con huevos o con fruta,
queso, tostadas, mermelada o
verduras.
4. El profesor les preguntó entonces:
– ¿Sabéis de donde vienen todas estas cosas?
– ¡Del supermercado! -gritó uno.
– ¡De la fábrica de comida! -gritó otro.
Y el profesor replicó:
– Pues no, pero hoy vais a investigarlo como detectives, siguiendo su
rastro. A cada uno de vosotros le ha tocado una cosa, y debe buscar de dónde
viene. Hoy vamos a aprender de dónde vienen los alimentos, así que nos vamos
de excursión.
– ¡¡Bieeen!!
5. Todos lo celebraron gritando y aplaudiendo…
Todos menos uno, que empezó a llorar. Sus
compañeros se giraron para ver qué le
pasaba.
6. – ¿Qué te pasa Luis? -preguntó el profesor.
– Que yo no tengo nada, mi plato está vacío…
Entonces todos los niños se rieron y se burlaron de él, porque era el más
gordito y siempre tenía hambre…
– ¿Estás seguro, Luis? -preguntó el profesor.
– ¡Sí! ¡Su plato está súper vacío, vaciísimo! -dijo otro asomándose a ver.
– Entonces Luis es el más afortunado -replicó el profesor- porque le ha
tocado un alimento mágico.
– ¡¿Cuál?! ¡¿Cuál?! -preguntaron todos extrañados.
7. – Un alimento que ni se ve ni se toca, pero está en todas partes, sin
el que no podríamos vivir y sin el que no existiría ningún otro alimento, así que
es el más importante…
Luis dejó de llorar para sentirse orgulloso de su plato vacío.
– ¿Pero qué alimento es? -preguntó.
– ¡Eso aún es una sorpresa, tenéis que adivinarlo! Se encuentra en el
lugar en el que nacen todas las cosas, un lugar único de donde vienen el
chocolate, el agua o la leche, los huevos o los patatas. ¿Queréis verlo?
8. – ¡Síiiiiiiii!
– Pues poneos el chaquetón y vamos al autobús.
Todos los niños formaron una fila y siguieron al profesor hasta el autobús, que
los llevó de viaje mientras cantaban canciones y se enseñaban unos a otros el
alimento que les había tocado. Menos Luis, que abría sus manos vacías y
susurraba a sus amigos:
– Mirad… Tengo el alimento invisible… -¡Y les soplaba en la cara!
9. El profesor se puso de pie y empezó a explicar:
– Niños, ahora imaginad una ciudad mágica en la que las personas y todas
las demás criaturas vivieran juntas, donde nacieran todas las cosas, desde el
agua que bebéis a la luna o la energía que hace moverse a las máquinas como
este autobús. Una ciudad para gigantes, donde los edificios y calles pasasen a
ser altas montañas, grandes campos e inmensos bosques por los que circulan
libremente los animales; desde los más pequeños, para los que la hierba es
como un bosque, a los más grandes, para los que nosotros somos enanos. Ese
lugar existe y estáis a punto de entrar en él. Se llama Naturaleza. ¿Estáis
preparados? ¡Pues mirad por la ventana!
10. De pronto, todo lo que decía el profesor se hizo realidad: el aburrido gris
de la ciudad desapareció y las ventanas se llenaron de colores. Los edificios se
transformaron en montañas, las farolas en árboles y las calles en caminos y
ríos. Los niños estaban admirados y gritaban señalándolo todo.
11. El profesor volvió a hablar:
– Vamos a llegar a nuestro destino. La granja. ¿Sabéis qué es una granja?
Un hogar para animales. El hogar que los defensores de la naturaleza
construyen para los animales. En ella juegan a dos cosas: la agricultura, para
recoger los alimentos de la tierra, y la ganadería, para recoger el alimento de
los animales. Cada alimento que tenéis os dará la energía del sol, la tierra y el
agua que los alimentó a ellos, y tendrá el rico sabor que les transmitió el
paisaje en que vivieron y crecieron.
12. El autobús llegó hasta una casa
en medio del campo y se paró. Los
niños bajaron y miraron alrededor.
¡Todo era tan distinto a la ciudad!
Los sonidos, los olores, los colores…
Podían correr hasta donde llegaba
la vista, por montañas o bosques,
porque no había calles, semáforos,
ni coches, y se sentían libres. Un
niño acompañado de su madre les
recibió en la puerta de la casa y les
dijo:
13. – ¡Bienvenidos a mi granja! Me llamo Juan y voy a presentaros a mis
amigos los animales. ¿Quién quiere investigar de dónde viene su alimento?
– ¡Yo! ¡Yo! -gritaban todos levantando la mano.
Juan llevó a todos los niños por la granja enseñándoles de dónde venían las
cosas que comemos.
El primero fue Felipe, que enseñó a Juan su vaso de leche y le preguntó:
- ¿De dónde viene la leche?
14. La leche venía de una vaca
llamada Cecilia, que cuando vio a
tantos niños se asustó y salió
corriendo. Juan logró calmarla, y al
volver con ella, enseñó a los niños
que con la hierba que comía en el
prado y el agua que bebía del río,
Cecilia era capaz de fabricar leche,
que tenía el poder de hacer más
duros nuestros huesos…
15. El segundo turno fue para María, que enseñando a Juan los huevos, le
preguntó:
- ¿De dónde vienen los huevos?
Los huevos venían de las gallinas, que cantaban en el corral. Juan enseñó a
María cómo cada vez que sacaba a una gallina de su nido de paja, aparecía
siempre, como por arte de magia, un nuevo huevo, con poder para nuestros
músculos.
Luego preguntó Carmen:
- ¿De dónde vienen las zanahorias?
16. - De la tierra- respondió Juan, y los llevó a un huerto lleno de alimentos:
tomates, patatas, calabazas… Las zanahorias tienen poder para los ojos. Un
conejo saltó en aquel momento llevando en su boca una zanahoria, su alimento
favorito… Las lechugas eran un tejado para las hormigas cuando llovía…
- ¿Y la lluvia? ¿Dónde nace la lluvia? Preguntó otro.
- En las nubes o en la montaña.
- ¿En la montaña?
- Sí, la montaña respira agua, y cuando respira mucha, forma ríos… La boca de
la montaña se llama manantial.
17. Los niños subieron hasta la boca de la montaña y vieron su fuente de agua, que
al caer, crecía y crecía hasta formar un río que llegaba al mar… Dentro del río
vivían también plantas y animales, como las truchas o las ranas.
El último niño que quedaba por preguntar era Luis, que, mostrando a Juan sus
manos vacías, le dijo:
- ¡Pero yo aún no sé cuál es mi alimento, porque no se ve!
- ¡Claro! Porque el tuyo es el más importante… ¡El aire!
- ¡¿El aire?!- preguntaron todos extrañados.
- Sí, -dijo el profesor- sin él no podríamos respirar y los alimentos tampoco,
así que no habría comida. Probad a no respirar. ¿Cuánto tiempo aguantáis?
Nada… ¿Veis?
18. - ¿Y dónde nace el aire? Le preguntó Luis a Juan -Soy el único que no ha visto
dónde nace su alimento.
Y Juan le dijo:
- El aire nace de todo lo verde, en las plantas, los árboles y los bosques;
cuando toman el sol, respiran, y lo que respiran es el aire-. Mientras les
explicaba, se adentraron por un camino en un bosque lleno de animales, para
bajar de la montaña y volver a la granja.
- Los bosques y las plantas son nuestros protectores porque fabrican el aire,
y el aire es el rey de los alimentos, así que Luis, como ahora vamos a comer,
¡cuando lleguemos a la granja, puedes comer todo lo que quieras!
Luis saltó de alegría, y aunque sabía que el aire era invisible, desde aquel día lo
adivinaba en cada planta y árbol que veía.