reseña

1. LENGUA Y LOS HABLANTES
Autor: Raúl Ávila Autor: Verenice Castro Ayala
INTRODUCCION:
El mundo ante la interpretación del hombre, está lleno de significaciones. Tan
pronto el hombre decide ir más allá de los objetos mismos, encuentra que ellos
tienen un valor que los trasciende: una significación. La manera en que viste una
persona nos puede indicar su status socioeconómico, su tipo de actividad e
incluso algunas características de su personalidad. ¿Cuál es la diferencia entre
los signos de primer tipo como el vestido o el cacharro y los del segundo como
golpear en una puerta o las palabras? En los primeros la finalidad de comunicar
algo más allá del objeto mismo no es la función primaria: el vestido sirve
fundamentalmente para cubrirse el cuerpo y el cachorro para cocinar con él. En
cambio en los segundos su función primaria en realidad su única función es la de
comunicar, se producen voluntariamente para establecer la comunicación.
DESARROLLO:
La semiología se ocupa del estudio de los signos producidos por el hombre, hay
dos planteamientos del campo semiológico: el extenso que abarca tanto los
signos primarios como los secundarios y el limitado que incluye únicamente el
estudio de los primarios. Dentro del campo de la semiología de la comunicación
hay una clase de signos muy conocidos, los que utilizamos todos los días al hablar
y escribir.
La lengua es un sistema de signos y como tal constituye uno de los objetos de
estudio de la semiología. La lengua es eficaz porque con los signos podemos
trasmitir un número infinito de mensajes de acuerdo con la manera en que
decidamos combinarlos y con la complejidad de los enunciados que utilicemos.
CONCLUSION:
La lengua es eficaz porque si el hablante y el oyente comparten el mismo código
es decir, utilizan la misma lengua los mensajes que se trasmitan serán precisos o
incluso intencionalmente imprecisos, por último es eficaz porque con ella
podemos comunicar nuestras ideas, nuestros deceos y nuestras emociones, lo
pasado, lo presente o lo futuro, lo real o lo imaginario, sin mas limite que nuestra
capacidad, nuestra voluntad o nuestra audacia para utilizarla como instrumento
de comunicación.