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Artivismo: Alcalde de Tirana
1. ALCALDE DE TIRANA
Antoni Gutiérrez-Rubí
@antonigr
Historias de Artivismo
2. Tirana era una ciudad gris, típica del
comunismo, insegura y con decenas de
construcciones ilegales. Cada año
aumentaba su decadencia y a nadie le
importaba, hasta que llegó un hombre
para cambiarla por completo. Edi Rama,
alcalde de Tirana descubrió que pintando
la ciudad de colores podía recuperar el
espacio público y a la vez luchar contra la
corrupción y la inseguridad.
Fuente: El color de la ciudad sin nombres
3. En 1997, este pintor que vivía en París
viajó a la capital albana a visitar a sus
padres. Fue atacado por unos
delincuentes que casi lo matan,
mientras caminaba por una de sus
calles en la noche. Al sobrevivir, se dio
cuenta que su ciudad natal tenía que
cambiar y regresó a Albania para
convertirse en ministro de cultura. Años
después, con el refrendo de sus
electores, cambió el Ministerio por la
Alcaldía.
4. Tuvo la idea de hacer lo que siempre había
hecho: pintar. Con el poco presupuesto que
tenía en la alcaldía, se dedicó a rescatar las
fachadas de antiguos edificios y fábricas
comunistas y teñirlas de color. Esto empezó a
llenar de alegría a la ciudad. “La pintura fue
vista como esperanza y dio un sentido de
seguridad a la gente. Pintar fue una forma de
hacer política”, aseguró en una de sus charlas
en la plataforma TED, donde fue elegido como
ponente por el impacto social que causó su
proyecto. La revista Art in América llegó a
llevar en su portada una fotografía de una de
las calles que parecía más una obra de arte
abstracto.
5. Pintar las casas solo fue el principio. Se
recuperaron parques y espacios públicos, se
demolieron construcciones ilegales, la
delincuencia disminuyó radicalmente.
Desde entonces, su iniciativa ha dado la
vuelta al mundo y otros la copian en Brasil,
Colombia, México y otras partes de Europa,
que pretenden rescatar las ciudades a través
del color.
Una vez más colorida, se empezó a tomar
en cuenta otro problema que hasta
entonces nadie percibía. Lo más común al
llegar a Tirana era perderse. Un 80 % de las
calles no tenían nombre y las casas no
contaban con números. Los bancos no
encontraban las direcciones, las cartas se
perdían, los vecinos no sabían dónde
estaban. Las referencias eran los lugares
tradicionales como las torres gemelas, las
fábricas, la pizzería Kolonat o una farmacia.
6. Hace un par de años, la Unión Europea financió un
sistema de direcciones y señalización que empieza a
cambiar el orden de las cosas en la ciudad sin
nombres. Hasta entonces, la gente se ubicaba gracias
a los colores de Rama.
Hasta la caída del muro de Berlín, Tirana era una
ciudad pequeña –213 calles- y bastante rural. Una vez
terminado el comunismo empezó a crecer
exponencialmente sin tener un plan urbanístico.
Actualmente, hay 1.000 calles y algunas de ellas ya
empiezan a tener nombre y numeración. Los
nombres han sido escogidos por un grupo de
expertos de la Academia de las Ciencias y del
Instituto de la Lengua Albanesa, que han analizado
nombres de figuras no politizadas nacionales e
internacionales que llevarán las nuevas calles de la
ciudad.
Tirana es un ejemplo de la importancia de lo visual y
lo estético en cambiar los comportamientos y la
historia de una ciudad. Una ciudad sin colores y sin
nombres que se ha convertido en una explosión de
color y vida en apenas diez años.