El documento describe el seguimiento de Cristo como la esencia de la moral cristiana. La moral cristiana no se basa en normas o principios, sino en seguir a Jesucristo, quien vino a la tierra para que los humanos puedan participar de la vida divina. El seguimiento de Cristo implica vivir identificados con Él, imitando Sus sentimientos y acciones de amor, humildad y obediencia. A lo largo de la historia, la Iglesia ha enfatizado el seguimiento de Cristo a través del martirio, la
2. Lo esencial de la moral cristiana, la última palabra, la
clave de todo, es Cristo. La esencia de la moral
cristiana, no es un conjunto de principios ni de
normas morales, sino una persona real e histórica que
ha vivido en esta tierra: Jesús de Nazaret.
Todo lo que hemos dicho está en la moral cristiana,
pero no es «lo propio» de la moral cristiana. Todo lo
que hemos dicho era necesario decirlo, pero no es
suficiente; queda lo más importante.
3. • Con el misterio de Cristo la moral cristiana recibe
unas dimensiones completamente nuevas: Dios se
ha hecho hombre para que los hombres
pudiéramos llegar a participar de la vida divina.
4. En la Biblia el nombre
simbólico del Mesías, es
el «Emmanuel» (en
castellano, Manuel), que
significa «Dios con
nosotros».
• Dios ha querido vivir entre nosotros. Pero no solo cuando
hace dos mil años vivió en Israel. El misterio de la moral
cristiana es que Cristo, «Dios con nosotros», se mete en la
vida de cada cristiano. La vida cristiana consiste en
identificarse con Cristo; en vivir en él, con Él y por Él.
5. EL SEGUIMIENTO DE CRISTO EN
VERITATIS SPLENDOR
• Pasamos ahora a ocuparnos de la encíclica de Juan Pablo II
sobre la moral, fijándonos exclusivamente en la categoría
de seguimiento de Cristo y el giro copernicano que supone
en la moral:
• La moral no son normas, ni nada teórico, sino una persona,
la especificidad de la moral cristiana tan debatida no se da
sobre todo en los contenidos sino en las motivaciones.
• El seguimiento que no hable de filiación, de gracia, de
cristificación, se quedará siempre en algo puramente
externo. Seguir a Cristo significa un cambio en el ser del
cristiano un elevarlo al plano sobrenatural, hacernos otros
Cristo, injertados en Él, hijos de Dios. Por eso, Veritatis
Splendor abre horizontes nuevos, la moral pasa de ser de
mínimos a conducir a la mística.
6. 1. EL SEGUIMIENTO DE CRISTO EN LA
TEOLOGÍA
A. Seguimiento en el Antiguo Testamento
• El Antiguo Testamento describe ya el modo de vivir de
Israel, su conducta moral, su vida de fe, en términos de
marcha, de camino. Un pueblo nómada como era el de
Israel expresaba fácilmente su relación con Dios
usando imágenes de itinerancia, seguir a Dios es
caminar humildemente con él. Dios mismo les hace
vivir una experiencia de fe a través de itinerarios de
dimensiones geográfico-espaciales, peregrinaciones,
éxodos, regreso…
• En el origen de la categoría de seguimiento está la
experiencia del éxodo de Dios, que camina con su
pueblo y lo guía por medio del arca, de sus
representantes y de la ley.
7. • En la plenitud de los
tiempos, viene Él
mismo, en la persona de
su Hijo a estar y caminar
con los hombres. La
existencia terrena de
Cristo es interpretada
por los apóstoles, como
un paso que arrastra a
otras personas en su
itinerancia, hasta el
punto que la vida
cristiana puede
definirse como camino.
8. B. Ven y sígueme: Seguimiento de
Cristo en el N.T.
• La relación entre Cristo y la ley moral puede resumirse del siguiente modo:
Jesús se sitúa en el centro de los preceptos morales y pide ser seguido e
imitado.
• B.1. Jesús está en el centro de los preceptos morales
• Los sinópticos hacen observar que, ya desde el principio de su vida
pública, Jesús al predicar su mensaje moral maravillaba a sus
oyentes, porque se presentaba con autoridad y con novedad. Lo mismo
que Moisés se había presentado como legislador del pueblo elegido sobre
el Monte Sinaí, así Cristo retorna la figura de legislador sobre la
«montaña». Y más bien, se presenta él como legislador sumo e
independiente, superando al mismo Moisés, al haber venido a
perfeccionar la ley: «Os fue dicho... pero yo os digo».
• Pero, no radica todavía aquí el aspecto original último de la intervención
de Jesucristo en el orden moral. En realidad, este orden tiene consistencia
únicamente en su misma Persona y se refiere necesariamente a El, como a
su corazón y centro.
9. • De este modo la conducta moral, los
sentimientos y las actitudes de vida pedidas por
Cristo legislador a sus discípulos miran siempre,
al menos en su último análisis, a su misma
Persona, aunque se refieran de forma insistente y
directa a otros. Por ejemplo, la entrada en el
Reino, o sea, el amor salvífico de Dios, está
condicionado a la «confesión» de Cristo. El
discípulo es llamado a adherirse a Cristo y a su
palabra como a una roca, si quiere que el edificio
de su vida moral no se arruine
10. • Las acciones caritativas hechas al prójimo
necesitado derivan su rectitud y validez de la
relación que tienen con Jesucristo. Es
necesario descubrir el rostro de Cristo y
alargarle la mano al extendérsela al pobre, al
hambriento, al sediento, al enfermo y al
prisionero.
11. • Todas las personas y todos los bienes, aun
cuando sean muy queridos y preciosos, deben
pasar a segundo plano ante la exigencia
primera de seguir a Cristo.
• Si el nuevo orden moral está centrado en
Cristo, el imperativo fundamental de tal orden
no puede ser otro que el seguimiento de
Jesús.
12. B.2. Seguir e imitar a Cristo
• Lo primero que aparece en los Evangelios es que los apóstoles siguen
físicamente a Jesús de Nazareth. El seguimiento físico deja entrever una
actitud interior más profunda.
• Jesús llama. Esto significa que seguirle es un don, una gracia, una fortuna
beatificante. Si habitualmente es el escolar quien busca al maestro para
someterse a su magisterio, aquí la relación se invierte porque Jesucristo
elige por una libre y gratuita iniciativa. Además hay otra diferencia: el
maestro relaciona a sus discípulos con la ley y no a su persona, mientras
Jesús afirma con extrema claridad «venid a mí, aprended de
mí, seguidme». No se trata pues, de aprender una simple enseñanza o de
imitar exteriormente una vida virtuosa, sino que seguir a Cristo significa
imitarlo e imitarlo significa conformarse a su estilo de vivir, vivir sus
sentimientos, tomar parte en su vida y misión, y, por lo mismo, en su
destino. Cuando los apóstoles pidan a los cristianos que tengan en su
corazón los mismos sentimientos de humildad y obediencia que Cristo
, «vivir como él vivió», obrar como él obró, «perdonar como él ha
perdonado», amar como él ha amado, no harán otra cosa que volver a
proponer la idea del seguimiento de Cristo a nivel de íntima comunión de
vida con Él.
13. Seguimiento para todos
• Se ha observado que la expresión seguir referida
a Cristo figura casi exclusivamente en los
Evangelios. La expresión es usada para subrayar,
ante todo y de modo particular, el lazo
singularísimo que une a los doce con el Maestro.
Pero la llamada no se reduce al estrecho círculo
de los doce o de sus discípulos, sino que mira a
todos. Efectivamente, se refiere a todos cuando
dice: «Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended
de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallareis descanso para vuestras almas
14. Seguimiento : comunión vital
• La imitación, como comunión vital con Cristo, se presenta como
imperativo central del discurso de la última cena, siendo lo más
importante amar como Cristo nos ha amado. Después de la Pascua
ya no será posible seguir a Jesús. Por eso, para el evangelio de
S.Juan, el seguimiento se expresa en un conocimiento mutuo y una
comunión vital entre el Señor y su discípulo, que introduce en la
relación de intimidad inefable que une al Hijo con el Padre. Seguir
no es ya una acción física, seguimiento equivale ahora a creer y
consiste en un estar, morar, permanecer mutuo entre el Señor y los
discípulos. A pesar del uso de estos verbos que parecen estáticos,
se trata de una realidad dinámica, de un verdadero camino en la fe
y en el amor, en el que Cristo se hace camino y al mismo tiempo
pastor, camino que hace salir de las tinieblas y entrar en la luz,
éxodo interior del mundo para entrar (compartiendo el destino de
la muerte y resurrección del Señor) en la casa del Padre y poseer la
vida eterna.
15. • Para S. Pablo, la relación con Cristo se expresa
en la identificación con Él, estar en Él, dejar
que sea Él quien viva en nosotros. Pero este
concepto en S.Pablo tampoco es estático, hay
que correr detrás de Cristo para
alcanzarlo, como Él nos ha alcanzado.
• Hay siempre un deseo de revivir la experiencia
de los discípulos del evangelio, caminar con
Jesús, compartir con Él la vida cotidiana.
16. • “La palabra griega que traducimos por “conformar” tiene
dos sentidos: de una parte, “meterse en la piel” de otro
como hacían los del teatro poniéndose la piel de los
animales que representaban, y el otro es “sumergirse”
como el que se hunde en el agua, en el bautismo, o como
dicen los místicos refiriéndose a Jesús: “tú has de perderte
en Él”. Así de fuerte es la expresión “conformar”: “hacerse
a la forma”, participar de su vida, de sus sentimientos. Es
decir, el hijo de Dios se siente motivado, en la medida
posible a una criatura, a revivir la vida de Jesús y
prolongarla en la propia, porque la gracia que El nos ganó
es participación de la que inhabita en su alma: tened en
vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús (Phil
2, 5).
17. SEGUIMIENTO HASTA LA CRUZ
• El seguimiento de Cristo es participación
en su cruz, unirse a su amor, a la
transformación de nuestra vida, que se
convierte en nacimiento del hombre nuevo,
creado según Dios (Ef 4,24). Quien omite la
cruz, omite la esencia del cristianismo (cfr.
1Cor 2,2)”. RATZINGER
18. C. Seguimiento en la Tradición
• Es obvio que la Teología moral ha hecho siempre
referencias explícitas e implícitas a la persona de
Jesús en cuanto norma primaria de la vida moral
cristiana. Sin embargo, esas referencias
cristológicas no han sido formuladas mediante la
categoría de seguimiento. Es difícil, por no decir
imposible, encontrar en la reflexión teológico-
moral antes del siglo XX una comprensión de la
vida moral cristiana en clave de seguimiento o un
tratamiento elaborado y sistemático del
significado moral de esta categoría. moral.
19. C.1. Época patrística
• En la época patrística sobresalen tres comprensiones
de la vida cristiana que tienen mucho que ver con la
vertiente moral del seguimiento.
• 1. el martirio constituye, sobre todo para la conciencia
cristiana de los tres primeros siglos, la forma perfecta
de seguir a Jesús imitando su muerte y siendo discípulo
perfecto del Señor.. Este vocabulario y esta
comprensión se encuentran en las cartas de san
Ignacio de Antioquia: “Permitidme imitar la pasión de
mi Dios…así seré verdadero discípulo; discípulo de
Cristo y condiscípulo vuestro.” También aparece este
tema en los escritos de san Cipriano, donde el
vocabulario de seguimiento está más presente
20. 2 Una transformación a partir del siglo IV.
El monacato, en sus configuraciones
concretas en Egipto, Palestina y Siria, la
expresión más cualificada del seguimiento
de Jesús. La frase acuñada en latín formula
acertadamente esta nueva sensibilidad:
“nudus sequi Christum nudum”
• 3. Sin embargo, el ideal de seguir a Cristo no puede quedar
reducido ni a la forma martirial ni a la forma monacal. En la
época patrística encontramos la extensión de ese ideal a todos
los cristianos Mediante la identificación agustiniana entre
seguimiento e imitación será fácil señalar cómo la imitación de
Cristo es la forma cristiana común de seguirlo. Lo expresa bien
san Juan Crisóstomo cuando se dirige así a todos los fieles:
• “Que Cristo no cese de mostrarse en nosotros. ¿Y cómo se
mostrará? Mediante los actos que hacemos a imitación suya”.
21. C.2. Edad Media
• En la Edad Media la idea del seguimiento de Jesús
adquiere acentos nuevos, vinculados éstos a
apoyar los movimientos espirituales de vuelta al
Evangelio. Así, san Bernardo destacará la
importancia la vuelta a la vida terrena de Jesús
para imitar las virtudes de pobreza, humildad,
paciencia, amor, etc.) y para configurar la
espiritualidad más encarnada en el humanismo
cristiano. El seguimiento de Cristo pobre será la
inspiración y el objetivo de las nuevas
instituciones religiosas: franciscanos, dominicos,
carmelitas, agustinos, etc.
22. Para S.Buenaventura, Cristo el ejemplo ético
para todas las situaciones, y la tonalidad
cristocéntrica de la moral de santo Tomás. De
santo Tomás es la afirmación tajante:
• “Hay que decir, como ya
expuse, la perfección no
consiste en la
pobreza, sino en seguir a
Cristo: dado que no es
suficiente con dejar
todo, Pedro añadió lo que
es perfecto, a saber: Te
hemos seguido.”
23. C.3. Edad Moderna
• Ya hemos esbozado las líneas generales de la Edad
Moderna. Sólo destacar que se pierde el entronque con los
principios teológicos y espirituales y se vincula la moral a la
casuística de la pastoral penitencial. Es normal que en esta
comprensión de la Teología moral, que tiene vigencia desde
el concilio de Trento hasta prácticamente el concilio
Vaticano II, tenga poca cabida la categoría de seguimiento.
Será en el campo de la espiritualidad donde haya que
buscar la función de esta categoría, que ahora se identifica
en significado con la imitación de Cristo. Así lo hace
expresamente la devotio moderna, una de cuyas
expresiones cualificadas es precisamente el libro titulado
Imitación de Cristo. Apoyándose en la vuelta al evangelio de
la Vita Christi de Ludolfo de Sajonia, san Ignacio de Loyola
encontrará su profundo cristocentrismo en el seguir e
imitar a nuestro Señor
24. • La escuela mística carmelitana del siglo XVI, con
santa Teresa y San Juan de la Cruz al frente,
transformarán la relación con Cristo en encuentro
místico, pero sin descuidar la configuración con Él
mediante la práctica de una vida: “en desnudez y
en nada”. San Juan de la Cruz dedica dos
hermosos capítulos de la Subida del Monte
Carmelo (capítulos 7 y 22 del libro 2) a explicar la
relación entre seguir a Cristo y negarse a si
mismo.
25. • La escuela de espiritualidad francesa del siglo
XVII interiorizará el seguimiento de Jesús y así
Pedro de Bérulle apoyará la espiritualidad
cristiana en la conformación con los estados
(históricos y místicos) del Verbo. En el siglo XVII
la referencia espiritual a Cristo está a flor de
piel, si bien con tonalidades moralizantes y
concentrando la imitación cristológica en los
misterios de la pasión y de la eucaristía sin
preocupación expresa hacia la forma de vida
del Jesús histórico. San Pablo de la Cruz
acentúa la imitación de la pasión de Cristo y
san Alfonso de Ligorio centra el seguimiento de
Jesús en la práctica de la caridad y de las demás
virtudes cristianas, según el esquema de 1 Cor
13.
26. • U. Von Balthasar cree que para san Ignacio el
seguimiento es, de manera central, obediencia y
conecta la doctrina ignaciana sobre el
seguimiento con el ethos teutónico y con el
imperativo categórico kantiano, llegando a la
afirmación siguiente: Ignacio de Loyola eleva
definitivamente a la esfera espiritual este ethos,
en su meditación “De Regno Christi”, que
caracteriza la espiritualidad de su Compañía, la
cual es, junto con el prusianismo secularizado,
casi el único lugar en que ha continuado vigente
este ethos hasta el día de hoy.
27. D. Ausencia del término en
enciclopedias y manuales
• Si hemos recordado los grandes hitos del uso de
la categoría de seguimiento (y de imitación) de
Cristo en la espiritualidad cristiana ha sido en
primer lugar, para poner de relieve dos
constataciones: primera, la presencia continua -
aunque con formas diversas- de la referencia
cristológica en la vida cristiana; y segunda, la
ausencia de estas categorías en la reflexión
teológico-moral. Tal ausencia es más evidente en
la etapa en que la Teología moral funciona como
disciplina independiente, es decir, desde el
concilio de Trento en adelante.
28. D.1. Enciclopedias
• Por eso, no es de extrañar que no aparezca este concepto en
Diccionarios o enciclopedias. Falta este artículo en la enciclopedia
Espasa, así como tampoco en la GER, ni en la gran enciclopedia
catalana ni en el diccionario enciclopédico Hispano-americano, por
tanto ya podemos juzgar que este concepto tan importante para la
Veritatis Splendor antes de ella no había sido recogida por
enciclopedias, alguna de ellas con clara vocación a la divulgación
teológica y formación del pueblo cristiano. Tampoco en los
diccionarios que todavía se viene usando entre nosotros como el
Diccionario de moral cristiana No aparece en el Diccionario de
Teología fundamental de la editorial San Pablo. También echamos
en falta el término seguimiento de Cristo en el Diccionario de
Teología moral de Roberti, y en los conceptos fundamentales de
Teología cristiana de Fries. Así mismo no aparece en el Diccionario
teológico interdisciplinar o en el Nuevo diccionario de teología o en
el compendio llamado Sacramentum mundi.
29. • A la larga lista de ausencias podemos añadir la falta del
término sequela o seguimento en la Enciclopedia cattolica,
la de suite o sucession en el Dictionnaire de Theologie
catholique o en Dictionnaire de spiritualité acétique et
mystique
• Lamentablemente, en el campo de la teología Espiritual
tampoco aparece en los grandes tratados estudiados en los
seminarios así es un término desconocido en el Directorio
ascético y Místico de Scaramelli ni en el célebre libro de
Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior.
Tanquerey ignora el término, ni siquiera lo menciona en un
apéndice que trata sobre la espiritualidad del N.T.
• Uno de los autores que más ha escrito sobre teología
espiritual Royo Marín en el esquema tradicional de este
tratado se atreve a apuntar una breve referencia a
Jesucristo como camino.
30. D.2. Manuales clásicos de moral
• Desgraciadamente el concepto seguimiento de Cristo es
inexistente tanto para Merkelbach, Mausbach o para los
manuales de los padres Regatillo y Zalba, así como el
manual de Noldin y Schmitt o el de Lanza-Palazzini. Si
examinamos su índice son idénticos, con muy pequeñas
aportaciones, hablan siempre de poner índice de uno en la
misma línea podemos encontrar la obra interesante de
Reding Fundamentos filosóficos de la teología moral
católica no se aparta mucho de las líneas generales de
estos manuales, aunque abunda en la fundamentación
filosófica. En el mundo anglosajón podríamos presentar la
obra de Connell Outlines of Moral Theology que viene a
coincidir con las que hemos presentado antes.
31. • El subtítulo de Mausbach-Ermecke es: “La
enseñanza de los deberes morales del
seguimiento de Cristo como confirmación con
Cristo y glorificación de Dios en la
construcción de su Reino en la Iglesia y el
mundo”. La verdadera renovación de la moral
se vislumbra en este subtítulo (excesivamente
largo), pero luego en el interior, no se aprecia
ningún cambio real. Se queda más en un
deseo o una premonición.
32. E. Redescubrimiento del Seguimiento
• E.1. Renovación alemana
• En el siglo XIX aflora esporádicamente la referencia al
seguimiento de Cristo dentro de la teología alemana. Pero
no será hasta el siglo XX cuando se recupere en la reflexión
teológico-moral el significado neotestamentario del
seguimiento. Desde el punto de vista de los libros de moral,
varios teólogos moralistas, siguiendo las huellas de la
escuela de Tubinga, intentan estructurar una teología moral
positiva de la vida cristiana (y no una moral del
confesonario). La moral debe enseñar cómo debe obrar el
cristiano, para ser fiel a la gracia y al compromiso de su
bautismo, y no tanto qué es o no es pecado. Especialmente
en Alemania, éste es el tiempo de las morales
cristocéntricas, y Tillmann quizá es el teólogo más
destacado
33. • Cristo es el todo de la vida moral cristiana,
principio, centro y fin. En Cristo, el Padre nos
ha dado todo y en Él también nos apremia a
amarlo por medio de una vida conforme a la
de su Hijo, identificándonos místicamente con
Cristo por los sacramentos
34. E.2. Renovación francesa
• También en Francia muchos teólogos se
esfuerzan por hacer una verdadera renovación
de la moral. Thils concluye en 1940 que la
necesidad más urgente es hacer de Jesucristo
el centro de toda moral El hombre ha de
cristificarse por medio de los sacramentos y
de la gracia. Tal cristificación debe penetrar
todo nuestro ser y nuestro actuar tanto en sus
proyecciones individuales como en las sociales
35. • Leclercq, ya en 1949, en el prólogo de su libro
L'enseigment de la moral chrètienne habla de
crisis de la teología moral. Es uno de los
pioneros en presentar el problema de la
descristianización y de los más aguerridos en
contra de los viejos manuales.
36. • Gilleman asienta todo el edificio moral sobre la
caridad, que a la vez cimiento y cemento que une
las partes de la moral. La caridad cristiana surge
de Cristo; por eso, construye una moral
cristocéntrica, utilizando para ello la categoría de
la imitación de Cristo. También pone las bases
para superar la separación entre ascética y
mística entre moral y espiritualidad: Si la
substancia de la vida moral es la caridad, no se
puede separar vida moral y perfección, teología
moral y teología espiritual. Imitar a Cristo es
buscar la santidad
37. • Al ser la moral concebida
como amar a Cristo, es
también por tanto es un
encuentro, con su Cuerpo,
en primero lugar con la
Iglesia. De aquí se deriva
una moral sacramental,
poniendo especial acento
en la Eucaristía. En el plano
del amor al prójimo,
considera la moral como un
encuentro con los demás,
que son miembros del
mismo cuerpo.
38. ¿QUÉ QUIERE DECIR VS CUANDO HABLA
DE SEGUIMIENTO DE CRISTO?
• La noción de seguimiento de Cristo no la
podemos entender como un mero repetir o
imitar lo que hizo Jesucristo, sino un cambio
interior de la persona, un meterse, injertarse, ser
otro Cristo. El cristiano no admira o repite sin más
lo que hizo Cristo, adquiere por los sacramentos
un ser nuevo, se hace hijo de Dios, otro
Cristo, recupera la imagen de Dios borrada por el
pecado. Estamos por tanto tocando lo más
importante de la vida cristiana, uniendo moral y
dogmática, contemplando como una unidad toda
la teología cristiana.
39. A. Cristo maestro, modelo y vida
• A.1. Cristo, Verbo Encarnado
• ¿Por qué Cristo es la ley para el cristiano? La respuesta
nos descubre que la razón está en el mismo ser de
Cristo. El es la Ley por ser el Verbo encarnado, el
Creador y el Redentor de todo y de cada uno. En
cuanto Verbo, Jesucristo representa de forma perfecta
el pensamiento y la voluntad de Dios. Es la Sabiduría.
Precisamente por esto, Él refleja en sí mismo y revela el
designio sapientísimo y amorosísimo de Dios según el
cual todas las criaturas y, en primer lugar los
hombres, son creadas y guiadas hacia su último fin.
Haciéndose hombre, el Verbo no pierde su carácter de
ley, sino que lo vuelve a proponer en forma concreta
para todos y para cada uno.
40. A.2. El personalismo de la moral
cristiana
• Como afirma la propia encíclica, seguir a Cristo es el
fundamento esencial y original de la moral cristiana. La
luz del rostro de Dios resplandece con toda su belleza
en el rostro de Jesucristo, «imagen de Dios invisible»,
«resplandor de su gloria», «lleno de gracia y de
verdad»: Él es «el Camino, la Verdad y la Vida». En
Jesús de Nazaret, al mismo tiempo que se nos da a
conocer la meta (comunión con Dios), se nos
manifiesta la vía o camino que conduce a ella:. Además
sólo de Cristo viene la fuerza que permite aspirar a la
meta y recorrer el camino que conduce a ella: Cristo es
no sólo luz y paradigma, sino también impulso que
hace posible la recepción de su palabra y la efectividad
de su seguimiento.
41. • De todo cuanto precede se deduce con absoluta
claridad que la ley del cristiano no es una norma
abstracta, sino una persona viviente y concreta:
Cristo Jesús. Esto le da al moral cristiana realismo,
simplicidad y dinamismo:
• 1. Practicidad o realismo: Se trata de seguir a una
persona, de imitar a Jesucristo, de vivir como el
Señor. Esto es muy distinto de un puro
conocimiento y de un simple amor a una idea.
42. • 2. Simplicidad y unicidad: La vida moral
cristiana, no obstante la multiplicidad de las
manifestaciones y la diversidad de preceptos,
se presenta simplificada, esencializada,
unitaria. Es siempre y en cada caso, seguir a
Cristo.
43. • 3. Dinamismo: Seguir a Cristo significa
caminar con él en un compromiso que no
conoce pausas o paradas, ya que el andar por
el camino, que es Cristo mismo, comporta la
gracia y el empeño de llegar a la perfección
del Padre que está en los cielos.
44. • Vivir moralmente es algo más, mucho más,
que ser los «hombres del deber». Es
responder personalmente a una persona, que
interpela y como respuesta, seguirle. Es un
diálogo personal con una Persona que invita a
seguirle. Es diálogo, seguimiento, imitación y
comunión de vida con Cristo, ser imagen
viviente de Cristo.
45. • Los que mejor han entendido el seguimiento
de Cristo han sido los santos; porque, por
encima de consideraciones teóricas, ellos han
sido los que de verdad han seguido a Cristo
VS 19
46. B.1. Concepto erróneo de seguimiento
• Hay una corriente, muy metida hoy en algunos
sectores de la Iglesia católica, que consideran
que el reciente Magisterio ha hablado de
seguimiento de Cristo, porque la imitación es
imposible. Del mismo modo se habla en este
sentido cuando se afirma que sólo somos
justificados por la fe en Cristo, que todo es
gracia, y nosotros somos incapaces de hacer
nada, porque somos pecadores.
47. • Obviamente manejan un significado del concepto
seguimiento de Cristo diferente al que proponemos aquí;
un seguimiento autómata, sin hacer una opción personal y
sin mérito por nuestra parte. Otros por otra parte, hablan
más de imitación porque entienden seguimiento
demasiado físicamente. Argumentan esto diciendo que
Judas le siguió, pero no le imitó, sino que lo traicionó. Y que
hoy somos millones los cristianos que seguimos a Cristo
pero no tratamos de configurarnos con Él, y nos quedamos
con una religiosidad popular puramente externa e incapaz
de afrontar el atroz secularismo que padecemos. Ante está
confusión, queda claro que hay que definir qué es
seguimiento de Cristo
48. • Esta confusión está motivada en gran parte
porque el protestantismo opone las ideas de
seguimiento e imitación, porque considera la
imitación ligada, no tanto a la obediencia de la
fe, sino al esfuerzo humano. Por eso, cuando
hablamos de seguimiento estamos hablando
de algo que implica a toda la persona y que
sólo se puede realizar con la cristificación
efectiva por la gracia.
49. • El seguimiento a Cristo no es posible por
nuestras propias fuerzas. Es necesario
desterrar de nuestra mentalidad todo
voluntarismo. Sólo es posible realizar este
seguimiento si Cristo habita en el corazón del
creyente.
50. • La imitación de Cristo es algo enteramente distinto a
una labor de copia de un modelo que se tiene
delante, y cuyos gestos, palabras y comportamiento
que constituyen la trama de la vida de Jesús hubiera
de repetir materialmente. Es el Espíritu Santo el que
modela y plasma a los cristianos para hacerlos cada
vez más semejantes a Cristo. Por eso todo cristiano
está llamado a dejarse guiar por el Espíritu Santo
para acoger, interiorizar y luego compartir la singular
relación que tuvo Jesús con los hombres y con el
Padre, hasta llegar a la entrega de la propia vida en la
Cruz. Por tanto, el seguimiento de Cristo recoge los
conceptos fundamentales en la dogmática y también
en la teología espiritual, podemos hablar de
recuperar la imagen de Dios, de ser otros Cristos, y
por tanto de filiación divina, injertados en el Cuerpo
de Cristo…, etc.
51. • La unión con Cristo engendra un ser nuevo:
Sepultados con Cristo, hemos resucitado con
Él. El amor quiere unir a los amantes, quiere
que cada uno viva la vida del otro. Esto se
realiza por la acción del Espíritu Santo, que
cristifica todo el ser del cristiano, para que el
cristiano piense como Cristo, quiera como
Cristo y tener sus mismos sentimientos.
52. • Esta habitar de Cristo en nosotros, no es una
bella metáfora, es algo real; es más, es lo más
real para el cristiano. Ser cristiano es vivir en
Cristo. Así lo entendió la más primitiva
tradición teológica cristiana de la que puede
ser un botón de muestra las siguientes
palabras de S.Agustín: “Alegrémonos y demos
gracias: hemos llegado a ser no sólo cristianos,
sino Cristo. Asombraos y alegraos: ¡Hemos
llegado a ser Cristo!”
53. Identificación plena
• La imitación será plena en el cielo, en el día de
la parusía, “el Señor Jesús transformará
nuestro cuerpo lleno de miserias conforme a
su cuerpo glorioso en virtud del poder que
tiene para someter a sí todas las cosas”. Entre
tanto el discípulo se esfuerza en “conocerle a
Él y la fuerza de su resurrección y la
participación en sus padecimientos” .
54. • El cristiano, cuando cree, ve purificada, fortalecida e
iluminada su razón; y cuando ejerce su inteligencia,
comprende y vive con lucidez su vida en Cristo. La eficacia
singularísima de Jesucristo, se resalta en seguida, cuando se
analiza el proceso humano para cumplir el bien. En el
cumplimiento del bien, el hombre pasa por dos fases: Una
primera intencional y la segunda ejecutiva. En la primera ve
el bien que debe realizar y lo juzga como valor, como algo
necesario o útil para la construcción de la propia
personalidad. En la fase ejecutiva, el hombre quiere el bien y
lo cumple. De este modo, el bien conseguido por la
inteligencia es acogido en lo profundo del corazón y
encarnado en la vida. Pues bien, en este proceso de la
acción moral entra en juego Cristo con una eficacia del todo
original. Como Maestro sumo indica con claridad el ideal o
valor moral; como Modelo perfectísimo atrae con su
ejemplo a la imitación; y como Vida inextinguible ayuda y
sostiene al hombre en su realización de los valores.
55. Especifidad de la moral cristiana
• No es un qué sino un quién
• El juicio moral del cristiano se acrisola por la
oración, que nos purifica y nos da una especial
lucidez. La gracia del Espíritu Santo engendra en
la razón y en la voluntad del hombre la fe, la
esperanza y la caridad y éstas asumen las virtudes
humanas regidas por la razón. El Espíritu Santo
engendra también disposiciones a recibir las
inspiraciones e impulsos espirituales necesarios
para llevar a cabo obras perfectas, Sto.Tomás
añadirá a cada virtud un don del Espíritu que la
perfecciona.
56. C.2. Miembros de su Cuerpo que es la
Iglesia
• INSERTADO EN CRISTO
EL CRISTIANO SE
CONVIERTE EN
MIEMBRO DE SU
CUERPO, QUE ES LA
IGLESIA
57. • LA IGLESIA NO ANUNCIA A UN CRISTO DEL
QUE PROVIENE; PERO DEL QUE, DURANTE SU
PEREGRINAR TERRENO, SE ENCUENTRA
ALEJADA; SINO A UN CRISTO DEL QUE VIVE, YA
QUE CONSTANTEMENTE SE LE ENTREGA.
CRISTO ESTÁ REALMENTE PRESENTE EN ELLA,
ACTÚA EN ELLA Y A TRAVÉS DE ELLA, Y POR
ESO SE HACE, A TRAVÉS SUYO,
CONTEMPORÁNEO DE TODO HOMBRE Y DE
TODO PERIODO DE LA HISTORIA.
58. “EL ERROR DE ALGUNOS MODOS DE
PRESENTAR EL SEGUIMIENTO DE CRISTO
RADICA PRECISAMENTE EN OLVIDAR QUE
CRISTO SIGUE VIVIENDO”.
59. C.3. Sacramentos: encuentros con
Cristo
• La Iglesia es depositaria no sólo de la palabra
que desvela la verdad de Cristo, sino de los
sacramentos que comunican su vida. A través
de la realidad sacramental de su Cuerpo
(Iglesia), signo e instrumento de la salvación
del género humano, el Señor sale al encuentro
del hombre, como salió hace 2000 años.
• Sin la incorporación sacramental no existe
moral cristiana
60. a. Por el bautismo, participamos de la
vida filial de Cristo
• Nos unimos a Jesucristo con
el Bautismo, porque nos
une al misterio Pascual de
Cristo. Participación real de
la vida misma del Hijo de
Dios, partícipes de la misma
vida filial de Cristo.
61. FILIACIÓN
• La categoría de la antropología bíblica que mejor expresa la
relación del creyente con Dios en el Hijo y con los demás es
la de filiación adoptiva. En el ámbito jurídico del helenismo
era la elección y creación de una relación real, con unos
derechos que nunca tendría un esclavo. La dignidad de
hijos es puro don; es comunicación del ser divino, que
constituye al Hijo, comunicación de ese dinamismo que
empuja al creyente a morir a la carne y vivir para Dios. Por
medio del Espíritu del Hijo, el Padre adopta a los creyentes,
comunicándoles algo de sí. Al ser verdaderos hijos,
debemos tener total confianza con Dios. Ser hijos en el Hijo
es también una apertura a los otros, ponerse al servicio
unos de otros, radicalidad a partir de la medida
propiamente divina. Este concepto de filiación es vital para
entender el de seguimiento, con Lutero podemos decir:
“Non imitatio fecit filios, sed filiatio fecit imitatores”.
62. • Siempre es clarificadora la vivencia de los santos:
«Descansa en la filiación divina. Dios es un Padre -
¡tu Padre!- lleno de ternura, de infinito amor.
Llámale Padre muchas veces, y dile -a solas- que le
quieres, ¡que le quieres muchísimo!: que sientes el
orgullo y la fuerza de ser hijo suyo»
63. b. La Eucaristía, cumbre
del seguimiento a Cristo
• Pero, nuestra inserción en Cristo no alcanza su
perfección en el Bautismo, es sólo la Eucaristía la que la
lleva a la perfección, donde continuamente es
representado el sacrificio de la muerte de Cristo. Ella es
el fundamento y raíz de nuestra vida en Cristo y por
tanto de la moral cristiana. La Eucaristía es "fuente y
cima de toda la vida cristiana".
• "Los demás sacramentos, como también todos los
ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están
unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada
Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual
de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua" .
64. • La comunión acrecienta nuestra unión con Cristo.
Recibir la Eucaristía en la comunión otorga, como
fruto principal, la unión íntima con Cristo Jesús.
La vida en Cristo encuentra su fundamento en el
banquete eucarístico. Lo que el alimento material
produce en nuestra vida corporal, la comunión lo
realiza de manera admirable en nuestra vida
espiritual. La comunión con la Carne de Cristo
resucitado, vivificada por el Espíritu Santo y
vivificante, conserva, acrecienta y renueva la vida
de gracia recibida en el Bautismo. Este
crecimiento de la vida cristiana necesita ser
alimentado por la comunión eucarística, pan de
nuestra peregrinación, hasta el momento de la
muerte, cuando nos sea dada como viático.
65. • La comunión nos separa del pecado. El Cuerpo de Cristo
que recibimos en la comunión es "entregado por
nosotros", y la Sangre que bebemos es "derramada por
muchos para el perdón de los pecados". Por eso la
Eucaristía no puede unirnos a Cristo sin purificarnos al
mismo tiempo de los pecados cometidos y
preservarnos de futuros pecados:
• La Eucaristía hace la Iglesia. Los que reciben la
Eucaristía se unen más estrechamente a Cristo. Por ello
mismo, Cristo une a todos los fieles en un solo cuerpo:
la Iglesia. La comunión renueva, fortifica, profundiza
esta incorporación a la Iglesia realizada ya por el
Bautismo.:
• La Eucaristía entraña un compromiso en favor de los
pobres: Para recibir en la verdad el Cuerpo y la Sangre
de Cristo entregados por nosotros debemos reconocer
a Cristo en los más pobres, sus hermanos
66. • Finalmente, en la celebración eucarística nos
unimos ya a la liturgia del cielo y anticipamos
la vida eterna cuando Dios será todo en todos.
• En resumen, la Eucaristía es el compendio y la
suma de nuestra fe: "Nuestra manera de
pensar armoniza con la Eucaristía, y a su vez la
Eucaristía confirma nuestra manera de
pensar" .
67. C.4. Seguir a Cristo
radicalmente, santidad
• JESÚS EXIGE QUE SE LE SIGA RADICALMENTE.
EN EL LENGUAJE EVANGÉLICO, RADICAL ES EL
QUE VA A LA RAÍZ, EL QUE ASUME LA
ENSEÑANZA DE JESÚS CON TODAS SUS
CONSECUENCIAS
• LA PALABRA QUE CRISTO DIRIGE A SUS
DISCÍPULOS: “SÍGUEME” SE CONVIERTE EN UN
IMPERATIVO ABSOLUTO E INCONDICIONADO.,
68. • LA NATURALEZA RADICAL DEL SEGUIMIENTO
DE CRISTO SE MUESTRA IGUALMENTE POR EL
TESTIMONIO DE AQUELLOS QUE MÁS
AUTÉNTICAMENTE SE HAN IDENTIFICADO
CON CRISTO: LOS SANTOS.
69. • LA SANTIDAD CRISTIANA ES UNA LLAMADA DIRIGIDA
A TODOS, LA SANTIDAD CRISTIANA CONSISTE EN
IMITAR Y SEGUIR A CRISTO, CONFIGURÁNDOSE CADA
VEZ MÁS CON ÉL HASTA LLEGAR A LA PLENITUD DE LA
CARIDAD, QUE ES EL VÍNCULO DE LA PERFECCIÓN. LA
SANTIDAD ES LA PERFECCIÓN DE LA FILIACIÓN
DIVINA, DECÍA SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ. SEGUIR A
CRISTO ES HACER QUE LAS VIRTUDES TEOLOGALES Y
MORALES (LAS VIRTUDES PRACTICADAS POR CRISTO)
CONSTITUYAN LA INSPIRACIÓN MÁS PROFUNDA Y
LOS CRITERIOS DE REGULACIÓN PRÁCTICA DE LAS
ACTIVIDADES Y DE LA VIDA, QUE CADA UNO
DESARROLLA SIGUIENDO LA PROPIA VOCACIÓN.
• “ES NECESARIO ACORDARSE DE DIOS MÁS
FRECUENTEMENTE QUE DE RESPIRAR” SAN
GREGORIO NACIANCENO,
70. • ORÍGENES DA UNA VISIÓN MUY INTERESANTE DE LA
SANTIDAD UNIDA AL CONCEPTO DE IMAGEN DE DIOS:
“DESDE ESTE PUNTO DE VISTA, SE ENTIENDE CÓMO A
TRAVÉS DE LAS BUENAS OBRAS ALCANZAMOS UNA
MAYOR SEMEJANZA CON EL SEÑOR. DIOS DIJO:
HAGAMOS AL HOMBRE A NUESTRA IMAGEN Y
SEMEJANZA Y HA AÑADIDO LO HIZO A IMAGEN DE
DIOS...EL HECHO DE HABER DICHO: LO HIZO A IMAGEN
DE DIOS Y DE SILENCIAR LA SEMEJANZA, INDICA QUE
EL HOMBRE DESDE LA PRIMERA CREACIÓN HA
ALCANZADO LA DIGNIDAD DE LA IMAGEN, MIENTRAS
QUE LA PERFECCIÓN DE LA SEMEJANZA LE HA SIDO
RESERVADA PARA EL FINAL, EN EL SENTIDO DE QUE ÉL
DEBE CONSEGUIRLA IMITANDO A DIOS CON LAS
PROPIAS OBRAS”. ORÍGENES DE PRINCIPIIS, 3, 6, 1; (SC
268, 237)
71. C.5.Per Maria ad Iesum: La Virgen
María: imagen y seguidora perfecta
de Cristo
• Nuestra Reina y Señora, la Santísima Virgen María es la
mejor seguidora de su Hijo, la que estaba totalmente
inhabitada por la Santísima Trinidad. Por ello, es
preciso poner de relieve la esencial dimensión mariana
de la vida cristiana: “Por su total adhesión a la voluntad
del Padre, a la obra redentora de su Hijo, a toda
moción del Espíritu Santo, la Virgen María es para la
Iglesia, el modelo de la fe y de la caridad. María
colaboró de manera totalmente singular a la obra del
salvador por su fe su esperanza y ardiente amor, para
restablecer la vida sobrenatural de los hombres” . Por
eso es: “nuestra madre en el orden de la gracia”.
72. • María es
verdaderamente
madre espiritual de
los cristianos y
ejerce una constante
mediación maternal:
el inmenso tesoro de
la gracia de Cristo
siempre se nos
comunica a través
de María.
73. María es la mejor imagen de Cristo, su
seguidora en todos sus actos, incluso
en la Cruz, por eso también decimos
que es Correndentora
• . Es el modelo que la Iglesia y los
cristianos deben imitar. “La
Iglesia, en la Santísima Virgen llegó
ya a la perfección… por
eso, resplandece ante toda la
comunidad como modelo de todas
las virtudes”.
74. • “La dimensión mariana de la vida de un
discípulo de Cristo se manifiesta de modo
especial en una entrega filial a la Madre de
Dios, iniciada con el testamento del Redentor
en el Gólgota” JUAN PABLO II, Redemptoris
mater, 45.
75. • “Así como nadie puede ir al Padre Supremo, si
no es por medio de su Hijo, así
ordinariamente nadie puede ir a Cristo, si no
es por medio de su madre” (León XIII)
• “A Jesús siempre se va y se vuelve por María”