1. SAN JOAQUÍN Y SANTA ANA
Pequeño itinerario de oración en familia
26 DE JULIO DE 2019
La familia, escuela permanente
para formar a Jesús
La experiencia cristiana de fe es un proceso
permanente que se afianza en el paso de la historia
y de acuerdo a los contextos en los cuales la
persona crece. Evidentemente, la familia ocupa un
lugar importante en el itinerario de crecimiento
espiritual, debido a que, no solo posibilita las bases
de una creencia, sino que se convierte en la
creadora de identidad cristiana para cada uno de
sus integrantes.
En la perspectiva de san Juan Eudes, es muy
diciente que la propuesta de formar a Jesús
atraviesa cada una de las realidades humanas:
"Pensando en Él a menudo y contemplándolo en
todas las cosas, llenaremos nuestro entendimiento
de Jesús y lo formaremos e instalaremos en
nuestro espíritu" (O.C. I, 273).
En este sentido, la familia está llamada no solo a
formar a Jesús, sino a enfocarse en la realización de
esta importante tarea; en otras palabras, las
actitudes, las acciones, la convivencia y la
fraternidad dentro de la familia deben hablar de
Jesús, y de esta manera, ha de convertirse en
modelo, en escuela y ejemplo a seguir para los
diferentes contextos sociales.
Celebrar a san Joaquín y santa Ana, es festejar el
don de la familia en la sociedad; es descubrir la
grandeza del amor de Dios que se imprime en el
corazón de los hombres y se comunica generación
tras generación.
“Los santos Joaquín y Ana forman parte de esa
larga cadena que ha transmitido la fe y el amor de
Dios, en el calor de la familia. ¡Qué precioso es el
valor de la familia, como lugar privilegiado para
transmitir la fe!”.
Papa Francisco
2. [A continuación consagrar a la
presencia del Señor las
intenciones particulares para
esta oración, de manera
especial, por los integrantes
de la familia].
Adoremos a Dios en su
infinito amor a sus criaturas y
a nosotros en especial.
Alabemos, amemos y
agradezcamos los incontables
testimonios de su amor.
Pidamos perdón por haberle
respondido con ingratitud y
por no haber amado a nuestro
prójimo conforme con su
mandamiento
Entreguémonos a Dios, todo
caridad, para que destruya en
nosotros los obstáculos al
amor divino y nos haga
posesión suya por entero.
Amén.
Inicio:
En el nombre del Padre, y del Hijo
y del Espíritu Santo
Pero centrarse en Cristo de una
manera especial, pues cada
escuela de espiritualidad lo
hace a su manera, insistiendo
en algún aspecto u otro del
Señor Jesús y en una forma
propia de unirse a él, de seguirlo
y vivir sus misterios.
Influenciado por la Escuela
Francesa de Espiritualidad, San
Juan Eudes, entendió que la
vida cristiana consiste no tanto
en imitar a Jesús. Considerar al
Señor Jesús principalmente
como modelo de nuestra vida
que estamos llamados a
reproducir lo mejor posible.
A San Juan Eudes lo
conmovieron profundamente,
entre otros, estos textos de la
Palabra de Dios que se
repetían en la espiritualidad
beruliana:
“Cristo debe ser todo en todas
las cosas”.
“Cristo es la cabeza del cuerpo
de la Iglesia”
“ya no soy yo quien vive es
Cristo quien vive en mí”,
“para mí la vida es Cristo”
“sufro dolores de parto hasta
que Cristo sea formado en
ustedes”.
Todos esos textos paulinos le
hicieron entender que la vida
cristiana consiste en centrarse
en la persona de Nuestro
Señor Jesucristo.
Oración inicial
Reflexionemos:
Los cristianos
llamados a vivir
centrados en Jesús
Actuar como Cristo, tratar de
ser y obrar como Jesús, orar
como Jesús, ser humilde como
Jesús, obediente como Jesús.
San Juan Eudes nos presenta
muchas veces a Jesús como el
prototipo que hay que imitar,
pero para él ese imitar es
mucho más que un mero copiar
un modelo exterior.
La vida cristiana no es dejar que
un agente externo o el poder de
la gracia del Señor nos mueva a
hacerlo todo por Cristo o actuar
en todo por Cristo; es cuando le
pedimos al Señor que obre y
produzca en nosotros el orar, el
ser humildes y obedientes por
el poder de su gracia y los
méritos de su obra salvadora.
3. La vida cristiana consiste
sobre todo en vivir la misma
vida de Cristo, nuestra cabeza:
“Así como los miembros son
animados del espíritu de su
cabeza y viven de su vida,
debemos estar animados del
Espíritu de Jesús, vivir de su
vida, marchar en sus caminos,
estar revestidos de sus
sentimientos, hacer nuestras
acciones con las disposiciones
e intenciones con que él hacía
las suyas, en una palabra,
continuar y completar su
vida”. (O.C. I, 161).
Se trata de dejar que el
Espíritu Santo forme a Jesús
en nosotros para que viva y
actúe en nosotros. Es el
llamado cristocentrismo
místico. Cristo no solamente
es el modelo, el fin y el motor
invisible de nuestra vida
espiritual, sino que él y
nosotros formamos una sola
persona mística. Y entonces se
trata de que Jesús actúe en
nosotros: “ya no soy yo quien
vive es Cristo quien vive en
mí” (Ga 2, 20). Es cuando
pedimos al Señor que él viva
en nosotros sus misterios, que
prolongue en nosotros su vida,
que ore en nosotros, que haga
todo en nosotros.
No me propongo imitar su
forma de pastor, ni pido que
me dé su gracia para ser un
buen pastor, sino que le ruego
que él sea el buen pastor de
las ovejas en mí.
P. Carlos Triana, CJM
Dios y Padre nuestro, que por
obra de tu amor nos hiciste
miembros de tu único Hijo y nos
diste tener con él un mismo
corazón; concédenos cumplir
con amor tu voluntad, para que
deseando lo que te agrada
podamos ver cumplido nuestro
anhelo de santidad.
Amén.
(O.C. VIII, 701)
Padrenuestro, Avemaría,
Gloria.
"La familia es la fuente de toda
fraternidad, y por eso es también
el fundamento y el camino
primordial para la paz, pues, por
vocación, debería contagiar al
mundo con su amor".
Papa Francisco
Pregunta
La vida cristiana es, para san
Juan Eudes, la experiencia
constante de la formación de
Jesús en el corazón. ¿De qué
manera mi familia puede
enfocarse cada vez más en que
Jesús viva y Reine
plenamente?
Tarea
Reúnete con tus seres
queridos, celebra con ellos el
don del amor de Dios y ora con
ellos para que el corazón de
Jesús se haga vida en cada
integrante.
Oración final
Bendición final
Para la bendición final, puede
utilizarse la fórmula:
Queremos, Señor Jesús, que
vivas y reines entre nosotros. Y
nos bendiga con su Hijo, la
Santísima Virgen María.
Amén.