1. Escuela Normal Fronteriza Tijuana
Licenciatura de Educación Secundaria con Especialidad en Español
Observación y Práctica Docente IV
El estatus del error en la escuela
Existe un supuesto sobre un ideal educativo que no da lugar al error, se da
por hecho, que una actividad está muy bien pensada, planeada, con una
ejecución casi perfecta, sinónimo de perfeccionismo, sin dar espacio algún
error. Se da por hecho, también que el desempeño docente y el del alumno
deberá ir a la par en todo momento y, ¿Qué pasa cuando se presenta algún
error? ¿Será que el error arruina el proceso educativo?
Parece de sentido común defender que en la escuela, todos deberíamos
tratar de evitar los errores. En una escuela ideal, el profesor y el alumno que
realizaran bien su labor minimizarían los errores y, en caso de aparecer, “los
corregirían”. A pesar de la notable simplificación de lo expuesto, esta
concepción es muy común entre profesores, alumnos y padres: el error
manifiesta un “fallo” atribuido al profesor (“esto no se ha explicado bien”) o al
alumno (“esto no se ha aprendido bien”). Dado el estatus negativo del error, es
sensato tratar de evitarlo a toda costa. Nadie está cómodo con los errores, pues
cuando aparecen indican o bien una “falta” del alumno o una labor deficiente
del profesor. Refiriéndonos, por supuesto, a los errores que cometen alumnos
comprometidos con su trabajo y no a los errores atribuidos a la dejadez, la
pereza o la desidia.
Esta consideración del error conlleva dos posturas simétricas:
Si la responsabilidad de evitarlos es del alumno, el modo de tratarlos esa
posterior: el profesor los detecta y el alumno los corrige. Si el error se repite el
profesor puede sancionarlo para forzar al alumno a asumir su responsabilidad
de corregirlo.
Si la responsabilidad de evitar los errores es del profesor, el modo de
tratarlo es a priori (antes): el profesor debe prevenirlo, anticipando en su labor
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docente las dificultades con las que se va a encontrar el alumno. Si el error se
repite el profesor debería replantearse sus propuestas didácticas.
Examinar las concepciones del error no es una insignificancia de un
profesor ocioso. Estas concepciones tienen unas consecuencias tremendas. Si el
error tiene un estatus negativo, todo el mundo trata de ocultarlo cuando no
sabe cómo evitarlo. El alumno que desconoce la grafía correcta de una
palabra, busca inmediatamente un sinónimo. El alumno que no es capaz de
comprender un problema, lo resuelve memorizando la mecánica de las
operaciones. El alumno que se siente inseguro con las oraciones subordinadas,
redacta frases breves y cortas. Es decir, los alumnos desarrollan estrategias para
ocultar lo que no saben. Si escondemos lo que no sabemos, no podemos
interrogarnos sobre las causas de esa ignorancia! La ocultación del error,
paradójicamente, impide el aprendizaje.
Afirma Astolfi que el estatus didáctico que se da al error es un buen
indicador del modelo pedagógico utilizado en clase. Y sostiene, con razón a mi
entender, que los errores no son faltas condenables ni fallos de programa:
son síntomas de los obstáculos con los que se enfrenta el pensamiento de los
alumnos. Debemos, pues, despenalizarlos y concederles otro estatus: los errores
son indicadores de procesos y, consecuentemente, el modo de tratarlos es in
situ.
El autor Jean Pierre dice que el problema de error en el aprendizaje es
igual de antiguo que la enseñanza, que el error en la vida diaria y el sentido
común no deja de repetirnos que solo dejan de equivocarse aquellos que no
hacen nada.
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En la actualidad los padres de familia cometen el error de darles todo a
sus hijos para que no molesten, para que no hagan un escándalo público o en
casa, es un error total que se comporten permisivos, complacientes, y en caso
de que cometan un errorno se lesreprende, argumentan no poder con ellos, los
padres deben mostrarles el error que cometieron y que ellos mismos busquen la
solución, convirtiéndose en un aprendizaje que transformara sus vidas
En la escuela todo cambia, porque el error es fuente de angustia y de
estrés, los alumnos que se consideran buenos tienen miedo de cometer errores y
es lamentable que los alumnos adopten esa actitud de miedo o frustración,
limitándose a participar. La tarea docente es interactuar con ellos para darles
la oportunidad a equivocarse, para que sean capaces de comprender y
razonar sobre el error.
“El error”, un medio para enseñarde Jean Pierre Astolfi. Astolfi, profesor de
Ciencias de la Educación en la Universidad de Rouen, hace un buen examen
del estatus del error, un serio análisis de su naturaleza según Bachelard y Piaget,
una tipología sugerente de los errores de los alumnos y, finalmente, una mirada
a los aspectos didácticos, estratégicos y afectivos del error.