Este documento discute la autorrealización espiritual humana. Explica que Dios nos otorga un alma y un Espíritu Ajustador para ayudarnos en nuestro camino hacia la perfección divina. Para lograr la autorrealización, debemos establecer una alianza con nuestro Espíritu Ajustador mediante la oración y la adoración sincera a Dios. La verdadera religión consiste en una comunión espiritual íntima con las influencias divinas en nuestra mente.
Escrito 98 sobre la autorrealización espiritual humana
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DE JAIME DÍAZ PAGE -MÉXICO-
OCTUBRE 2013
ESCRITO 98
SOBRE LAAUTORREALIZACIÓN ESPIRITUAL HUMANA
Bienamados hermanos y hermanas estudiantes del Libro de Urantia, los saludo
cordialmente. En este trabajo haremos constar algunas enseñanzas relativas a nuestra
autorrealización espiritual.
Dios Padre nos ama con amor infinito de tal manera, que nos otorga una parte de
su naturaleza divina para nuestra salvaguarda y logro de la autorrealización espiritual divina.
El Señor envía a nuestra mente humana un espíritu de sí mismo que se denomina
Ajustador del Pensamiento o Chispa divina. Este Espíritu divino da origen a nuestra alma
con la participación de nuestra mente, cuando estamos cerca de cumplir 7 años de edad.
El Padre divino nos otorga una entidad morontial, que es el alma, y que tiene,
por su naturaleza, la capacidad de fusionarse con el Espíritu divino que la originó.
Cuando el alma madura, se ennoblece y se espiritualiza, se aproxima al estado celestial
porque llega a ser una entidad intermedia entre nuestro yo material y el Espíritu divino.
El alma, en este punto, se ha asemejado en gran manera al Espíritu Ajustador del
Pensamiento que la generó, esta semejanza permite que el alma sea atraída por el
Espíritu y finalmente en su momento se fusione con él.
Esta alma nuestra, que Dios Padre nos dio, es el vehículo receptor que Dios
necesita para que capture los nutrientes divinos, las cualidades divinas o valores
divinos de la verdad, la belleza y la bondad, que son valores de realización de la
conciencia de Dios; cuando estos valores están presentes en el alma indican que somos
conocedores de Dios y que nuestra conciencia, voluntad y carácter manifiestan los frutos
espirituales que compartimos con nuestro prójimo, en nuestra vida de relación social.
El vehículo del alma es lo único que tenemos para insertar nuestro asiento de
identidad temporal en el nivel morontial de la existencia, para que nuestra conciencia
no se destruya y viva para siempre. Es por esto que debemos trabajar junto al Espíritu
residente para que él nos provea por merecimiento, el agua y el pan de la vida celestial. Es
más que importante que establezcamos ahora una alianza con el Espíritu divino que
reside en nosotros, para recorrer el camino de la autorrealización espiritual con mayor
tranquilidad aunque tengamos que enfrentarnos a las inescapables vicisitudes de la vida.
Debemos saber que Dios, nuestro Señor, en verdad disfruta de cada uno de
nuestros logros de autorrealización. El Señor participa en cada uno de nuestros
esfuerzos por ascender a los mundos espirituales superiores. El goza de nuestra experiencia
progresiva en el camino de nuestra autorrealización.
Nosotros somos hijos de Dios, no de la materia. Somos hijos de la Realidad
Objetiva más elevada que existe, y que es DIOS. Aceptando esto, no debiéramos de
aislarnos de la Realidad Objetiva que es ÉL. La verdadera autorrealización consiste en
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identificarnos con la Realidad divina suprema y eterna; de esta manera estaremos
alineados con la energía, la mente y el espíritu del universo finito, limitado por el espacio
y condicionado por el tiempo. Lo mejor para nuestro crecimiento religioso es que
mantengamos un progreso sostenido de autorrealización, que ejerzamos la curiosidad en
las cosas de Dios, que tengamos sentimientos de satisfacción en nuestro accionar hacia
Dios, manteniendo una conciencia de verdadera humildad.
“La adoración a Dios es nuestro primer deber y privilegio más elevado”.
Debiéramos mantener una devoción sincera a los valores supremos y divinos para
fomentar con seguridad nuestro crecimiento religioso y la autorrealización. En verdad, las
únicas realidades por las que debemos luchar son divinas, espirituales y eternas.
Tenemos derecho a disfrutar de los placeres físicos y a satisfacer los afectos humanos, pero
todo esto no es el fundamento para construir nuestra PERSONALIDAD INMORTAL.
La mayor felicidad que podemos alcanzar en nuestra existencia se vincula a una
búsqueda inteligente y entusiasta de metas valiosas, el logro de esas metas es el
verdadero progreso en la autorrealización espiritual y humana.
En el proceso de la autorrealización experimentamos la materia en la mente y la
realidad espiritual en el alma, y nos hacemos conscientes de esta experiencia por medio de
la mente. Nuestra mente siempre presente, armoniza, condiciona y califica toda nuestra
experiencia humana. La energía, las cosas y los valores espirituales son teñidos por su
interpretación a través del medio mental de la conciencia.
Al vivir haciendo la voluntad del Padre, mediante la meditación espiritual
(oración-adoración al Padre) para asemejarnos a Él, nuestra personalidad se dirige
directamente hacia el logro de la Supremacía Espiritual, cada vez más cerca de
comprender a nuestro Padre Divino.
Al vivir para nuestro Padre, nuestra vida estará basada en la verdad, será sensible
a la belleza y estará dominada por la bondad divina. Entonces, como conocedores de Dios,
estaremos iluminados interiormente por la adoración espiritual que dedicamos al Padre
divino y exteriormente nos dedicaremos al servicio sincero de la hermandad universal,
mediante la misericordia y el amor. Estas cualidades de vida estarán unificadas
realmente en nuestra Personalidad, en los niveles siempre ascendentes de sabiduría
cósmica, autorrealización, encuentro con Dios Padre y adoración a su divina persona
infinita.
La bondad siempre avanza hacia nuevos niveles crecientes de libertad moral, de
autorrealización y logro espiritual de nuestra personalidad, en que descubrimos al
Ajustador y nos identificamos con él.
La autoconciencia en sí y por sí misma no es el alma, la autoconciencia moral es
la verdadera autorrealización humana, es la base del alma, y posee el valor potencial
para la sobrevivencia. La salvación es la autorrealización de la conciencia moral
espiritualizada mediante nuestra comunión con el Ajustador residente que la nutre.
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Los niveles más altos de autorrealización se obtienen mediante la adoración a
Dios y el servicio al prójimo. La generosidad es la marca de la grandeza humana.
La oración, y la adoración que la acompaña, es una técnica para que nos
apartemos de las actividades de la vida diaria en general, de los agobios de la vida material.
Es una vía o camino mental-espiritual para poder acercarnos a la autorrealización
espiritualizada y lograr la individualidad intelectual y religiosa.
La antigua religión enseñaba la abnegación, la nueva religión del Espíritu
enseña tan solo el olvido de uno mismo, realzando la autorrealización conjuntamente con
el servicio social y la comprensión del universo. El nuevo evangelio del reino está
dominado por la convicción de la verdad, el Espíritu de la Verdad eterna y universal.
Sobre el olvido de uno mismo, debiéramos considerar estos dos puntos: 1) Al
elegir dinámicamente la vida divina, renunciamos a la vida egoísta de nuestro yo. Jesús
pedía que oráramos por los demás, que no oráramos tanto por nosotros . Al progresar
en nuestro camino espiritual con y hacia Dios, el olvido de nosotros mismos avanzará
progresivamente de acuerdo al grado de nuestra espiritualización. Desearemos y
procuraremos el bienestar espiritual de los demás.
2) Durante la oración hay pedidos y demandas a Dios; rogamos por esto o por
aquello y esto está bien, es normal. Pero en la adoración al Padre que sigue después de
la oración, no realizamos ninguna demanda, no hay ningún interés de nuestra parte
en el culto verdadero a Dios; no pedimos nada ni esperamos nada a nuestro favor,
simplemente adoramos a Dios con devoción por lo que comprendemos que es Él. No
adoramos al Padre porque podamos obtener algo de esta veneración. Rendimos
devoción silenciosa, dedicándonos a la adoración como una reacción espontánea y
natural en la cual reconocemos la incomparable Personalidad de nuestro Padre, su
naturaleza amorosa y adorables atributos. Si durante la adoración hacemos alguna
petición, la devoción espiritual (la adoración) se convierte en oración.
Clave importante 1): El Maestro Jesús nos enseñó que, después de terminar con
nuestras oraciones (peticiones-ruegos etc.), permaneciéramos por un tiempo en un estado
de receptividad silenciosa para dar a nuestro Espíritu la mejor oportunidad, de hablar a
nuestra alma que escucha atentamente. Les sugiero 20 minutos o más si pueden, si lo
desean. Con los meses de práctica regular, el tiempo de meditación aumentará
automáticamente, debido a su amor por Dios Padre y viceversa. Háganlo y verán que es
así. Jesús nos dice que nos asemejamos a aquello que estamos adorando.
Clave importante 2): Jesús enseñó a los apóstoles, y a nosotros también, a orar
y adorar al Padre siempre en secreto, en privado, en la intimidad, cerrando la puerta
de la habitación. Debemos evitar en lo posible que se nos interrumpa, porque en esos
momentos alcanzamos un estado sublime de conciencia. Hagan la práctica con alegría y
plena confianza, ya que estamos en las manos preciosas del Padre divino y Cristo
Jesús. Mediten antes de las comidas o 3 horas después de haber comido, para evitar
inconvenientes físicos.