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DE: JAIME DÍAZ PAGE (MÉXICO)
OCTUBRE 2006
ESCRITO 41
SOBREVIVENCIA Y RELIGIÓN
Amados compañeros estudiantes sinceros del Libro de Urantia, los saludo
cordialmente. Este escrito tiene el propósito incondicional de que mantengamos nuestra
atención sobre el proceso de la Sobrevivencia de nuestra alma y la Religión de la experiencia
personal que la hace realidad, independientemente de la lectura y el estudio de la Revelación
divina.
La revelación nos enseña que esta experiencia de vida personal, es única, que no
tendremos otra oportunidad futura en este planeta para expresar nuestra elección de
sobrevivencia espiritual. Jesús nos enseñó hace 2000 años y nuevamente ahora, por medio de la
Revelación ampliada de la verdad, que como hijos de Dios, si creemos en sus palabras, si las
hacemos nuestras, haciendo la voluntad de Dios en nuestra existencia, podremos lograr la
sobrevivencia de nuestra conciencia, conservándola después de nuestra muerte física y por
toda eternidad. En realidad esta es la tarea más importante que tenemos que realizar en esta vida
única, aparte de nuestras obligaciones cotidianas. Con alegría y esperanza deberíamos tomar
conciencia real de este gran desafío, luchando por medio de la fe viviente, de la cual nos habla
Jesús, para alcanzar el triunfo espiritual, finalizando nuestra vida en la tierra con las manos
llenas de frutos espirituales que complacen al Señor, trayendo gozo y tranquilidad a nuestra
personalidad sobreviviente.
El estudio de la revelación nos ha enseñado que no existe la sobrevivencia automática,
sino que debemos luchar por ella en calidad de seres mortales. Se nos ha revelado que tenemos
capacidad y habilidad para sobrevivir. Nuestra decisión de elegir o no la sobrevivencia, indicará
nuestro destino final y eterno. Estas verdades son tan importantes que no debemos permitir que
las vicisitudes de la vida material y tecnológica las sepulten, cayendo en la auto-confianza y la
pasividad o conformismo espiritual.
Recordemos que las lecturas espirituales sobre la verdadera religión no espiritualizan
nuestra alma, solo nos indican e instruyen sobre el camino a seguir; que la espiritualización del
alma se alcanza mediante la comunión con Dios (esto es religión) en los altos niveles de las
realidades eternas que moran en nosotros, recibiendo en nuestra alma los valores supremos de la
verdad, la belleza y la bondad que son valores de realización de la conciencia de Dios.
Entonces, debemos realizar un trabajo interior, iluminando nuestra conciencia con la ayuda
sabia de nuestro Ajustador del Pensamiento, sabiendo que exteriormente esto nos conducirá a
realizar un servicio amoroso y altruista a nuestros hermanos humanos.
Jesús nos enseña que la salvación o pérdida de nuestra alma depende de que nuestra
conciencia moral haya establecido o no una alianza eterna con nuestro espíritu Ajustador del
Pensamiento. La religión de la experiencia personal es el medio que nos conduce al reino de
Dios por toda eternidad. La religión es la técnica para la sobrevivencia.
Puesto que Dios Padre no nos creó inmortales, sino como criaturas mortales, nuestra
identidad mortal es transitoria en este espacio-tiempo; pero nuestra identidad puede volverse
real y permanente si así lo deseamos, haciendo uso del libre albedrío de nuestra Personalidad,
volviéndonos un fenómeno continuado en el universo. Nosotros determinamos nuestro destino,
nadie puede hacerlo por nosotros. Tenemos identidad sólo en sentido material y temporal. En
este momento el asiento temporal de nuestro “yo”, está anclado en nuestro sistema material
intelectual, en nuestra mente humana. Dios nos ha bendecido con el don de la personalidad,
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que nos confiere auto-conciencia y libre albedrío, y es gracias a este divino don que podemos, si
nosotros lo queremos, transferir el asiento temporal de nuestro “yo” desde el sistema pasajero
de la mente hasta el sistema más elevado del alma morontial, el sistema que es más duradero.
Este sistema del alma morontial ha sido creado por nuestra misma mente y la acción de nuestro
Ajustador del Pensamiento, como el nuevo vehículo potencial para la sobrevivencia de nuestra
alma-personalidad.
Dios Padre nos ama infinitamente, él desea que estemos con él por siempre y para
siempre, realizando nosotros la carrera por la perfección divina, alcanzando la condición de
espíritus inmortales, encontrando a Dios Padre en el Paraíso que es su morada eterna. Él nos ha
equipado, por así decirlo, con todo lo necesario para que logremos la etapa de la sobrevivencia y
nuestra meta final que es el Paraíso.
Si en verdad deseamos sobrevivir a la muerte física de nuestro cuerpo y alcanzar la vida
eterna, entonces tenemos que dirigir nuestra mirada hacia Jesús de Nazaret y los Reveladores
celestiales que nos brindan la enseñanza, los detalles y los pormenores espirituales para la
consecución de la sobrevivencia por medio de la verdadera religión, la religión de la
experiencia religiosa personal.
La vida personal de Jesús y sus enseñanzas dejaron para nosotros el nuevo camino
viviente que debiéramos recorrer mediante la religión de la experiencia viviente y personal,
sabiendo que el involucrarnos con la religión del amor del Padre significará para nosotros
esfuerzo, lucha, conflicto, fe, determinación, amor, lealtad y progreso; habrá que embarcarnos
en el buque de la fe para adentrarnos, como dice Jesús, en los altos mares de la verdad
inexplorada, buscando las orillas más distantes de las realidades espirituales, que pueden ser
descubiertas por nuestra mente humana y experimentadas realmente por nuestra alma en
evolución.
El modelo de los valores espirituales verdaderos debemos buscarlos en el mundo
espiritual, en los niveles divinos de la realidad eterna (el Ajustador) que en nosotros mora.
Porque sólo en los más altos niveles de nuestra mente superconsciente, a medida que ella (la
mente) incide en el mundo espiritual de nuestra experiencia humana, encontraremos los
divinos valores que impregnarán nuestra alma con las verdades divinas del Padre celestial.
La verdadera religión, la de la alianza divina consciente con nuestro espíritu, nos
llevará a experimentar a Dios en nuestra propia conciencia, a sentir a Dios en nuestra propia
alma, experimentando las realidades divinas y eternas en nosotros mismos. No estamos
hablando de sugestiones o imaginaciones humanas, estamos hablando de eventos reales, de
experiencias verdaderas que son registradas en nuestra alma, al establecer el contacto divino
de fe con nuestro Dios interior. Probemos y veremos que es así.
Estas experiencias se hacen disponibles para nosotros mediante el mecanismo ordenado
y natural de nuestra mente humana, pues la mente, correcta y sabiamente dirigida, alcanza los
niveles experienciales divinos, los niveles espirituales donde nuestra conciencia conoce a
Dios. Nuestro espíritu, el Ajustador del Pensamiento, hace contacto con nuestra mente humana
sólo en el dominio de los pensamientos más elevados y más espiritualizados. Se nos enseña que:
“Son vuestros pensamientos los que os conducen a Dios”. 1104:6.
Jesús enseñó a Rodán que la práctica de la adoración a Dios brinda un reposo que
renueva la mente, que ilumina e inspira el alma, que aporta el valor para enfrentarse a los
problemas humanos, que provee la comprensión que elimina los temores debilitantes, y la
conciencia de la unión con la divinidad, que da la seguridad para atreverse a ser como Dios.
Dios Padre nos dice “Sed vosotros perfectos, así como Yo Soy perfecto”.
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El reposo de la adoración o comunión espiritual, alivia nuestras tensiones, elimina
nuestros conflictos, y aumenta poderosamente los recursos de nuestra personalidad para crear un
carácter fuerte y vigoroso. Desde el punto de vista humano, se trata de combinar la meditación
y la relajación; la meditación pone en contacto nuestra mente con nuestro espíritu. La
relajación que logremos alcanzar determinará la capacidad para la receptividad de lo
espiritual. La repetición frecuente de estas experiencias, producen hábitos de adoración que nos
dan fuerzas; estos hábitos se traducen en un fuerte carácter espiritual que será reconocido por
nuestros semejantes como: una personalidad madura. Toda esta filosofía, más el Evangelio
del Reino de Jesús, constituyen la Nueva Religión, la religión de la experiencia personal
espiritual.
“La actitud más sana de la Meditación Espiritual se encuentra en la adoración
reflexiva y en la oración de acción de gracias”1100:1.
Los reveladores, conociendo nuestra naturaleza humana imperfecta, afirman que
nosotros nos creemos “demasiado ocupados” como para “encontrar tiempo” para la
meditación espiritual y la devoción religiosa. 2077:3 Pienso que somos capaces e inteligentes
para sustituir alguna o algunas actividades banales, que no aportan un beneficio real a nuestra
conciencia, por otra que puede traernos un beneficio eterno; todo es cuestión de demostrar
realmente nuestro amor a Dios Padre, de querer, de decidirnos, de romper la inercia y
cambiar todo para mejor.
Por otro lado, aquellos hermanos nuestros que deseen convertirse en guías, consejeros o
instructores espirituales, y quieran ayudar a conducir a los hombres hacia el reino de Dios, no
podrán hacerlo mediante “una enseñanza meramente intelectual”. Jesús nos dice que la
experiencia personal de la fe viviente libera las actividades superhumanas (espirituales) de
nuestra chispa divina, entre ellas el poder espiritual que es el resultado de llegar a “conocer a
Dios”; es decir, se debe poseer la fe viviente que provee el poder espiritual para realizar obra
espiritual; sin poder espiritual no se puede realizar obra espiritual. Es mediante la meditación
espiritual, la comunión con Dios, como crece en nosotros la fe viviente, y el poder espiritual
de Dios se manifiesta en nosotros realmente. Jesús nos dice que el hombre nunca podrá
conocer las verdades divinas sin el ejercicio de la fe viviente. Solo la verdadera religión de la
experiencia personal hará todo esto posible para los creyentes y para nuestros hermanos que se
interesen en guiar positiva y eficazmente a los hombres que están en busca de la verdad divina.
También se nos enseña que si deseamos guiar a otros hacia el reino de Dios, entonces
debemos nosotros mismos caminar en la luz clara de la verdad viviente.
Los reveladores nos hacen saber que no debemos considerar la verdadera religión
como un sistema de creencias filosóficas sometidas al razonamiento humano. Que la verdadera
religión es la experiencia de la divinidad en nuestra conciencia moral, la experiencia con las
realidades eternas de Dios en nuestra vida humana, la realización de las satisfacciones
espirituales en nuestra vida.
Nos enseñan que la religión no es, ni puede ser nunca, un asunto de mera creencia
intelectual o razonamiento filosófico, que la religión comprende el pensar, el sentir, el actuar
con reverencia hacia una realidad (Dios-Ajustador) que consideramos digna de adoración
universal. 1780:4.
La verdadera religión nos lleva desde la creencia intelectual a la experiencia real de
la fe viviente que es capaz de alcanzar la realidad de Dios y todo lo relacionado con el
espíritu divino de nuestro Padre. Conocemos a Dios mediante la experiencia religiosa
espiritual y no por el razonamiento humano.