3. (15:42) Crucifragium:
No le quebraron las
piernas (Jn 19:31-33).
Jesús cumplió las pro
fecías referentes al
cordero pascual (Ex
12:46; Nm 9:12).
Costado traspasado: sangre y agua (Jn 19:34-37).
Zacarías profetizó esto del Mesías (Zac 12:10).
4. El soldado para confirmar que Jesús estaba
muerto, lo hirió en el costado con la lanza
hasta llegar al corazón.
Juan nos deja evidencia legal del fallecimien-
to de Jesús. Él estaba clínicamente muerto.
El hecho de que ningún hueso suyo fue que-
brantado, que el costado fue abierto por la
lanza, y que salió sangre y agua cumplían las
profecías de las Escrituras respecto al
Mesías.
5. Era alrededor de las 5 pm, a tan solo unos
minutos de que se inicié el sábado.
Durante el transcurso del sábado no se per-
mitían entierros, la ley exigía que el cuerpo de
Jesús fuera sacado de la cruz y sepultado
antes de las 6 pm.
“No dejen que su cuerpo pase la noche sobre
el madero; sin falta lo enterrarás el mismo
día, porque maldito por Dios es el colgado”
(Dt 21:23).
6. cuando Jesús estuvo muerto. Osadamente pi-
dió el cuerpo de Jesús para darle sepultura.
(15:43) José de Arima-
tea era rico (Mt 27:57),
justo (Lc 23:50) y se-
guidor secreto de Je-
sús (Jn 19:38).
Lo que no hizo cuan-
do Jesús estaba vivo,
lo hizo públicamente
7. El griego 'tolmao' traducido como 'osadía' in-
dica que José se armó de valor, con bravura
se esforzó, se atrevió a pedir el cuerpo.
Nadie lo había solicitado. Pudo ser echado a
la fosa común. Pilato pudo negarlo como lo
hizo con el letrero de la cruz, pues desprecia-
ba a los judíos.
José al llevarse el cuerpo de Jesús a su tum-
ba, quedó ceremonialmente impuro para par-
ticipar de la fiesta de la Pascua.
8. (15:44) Los crucifica-
dos podían permane-
cer hasta 3 días en la
cruz antes de fallecer.
Sorprendido por el in-
forme sobre la muerte
de Jesús, Pilato envió
llamar al centurión, quien tenía la informa-
ción oficial para confirmarle el hecho de que
Jesús ya había muerto.
9. La muerte física de Jesús quedó atestiguada
por un oficial romano a quien Pilato preguntó
como fuente confiable si era cierto que Jesús
había muerto. Este hecho niega el argumento
que Jesús no había muerto en la cruz, sino
que tan sólo se había desmayado.
Que esto quede grabado en nuestras mentes
y corazones: Nuestro Salvador realmente en-
frentó la muerte y murió en nuestro lugar
para que no le tengamos temor a ella.
10. Pilato tenía la potestad de disponer del cadá-
ver de los crucificados por Roma.
(15:45) La Biblia testi-
fica por boca de las
autoridades romanas,
que Jesús ya estaba
muerto cuando lo ba-
jaron de la cruz y no
que solo había perdi-
do el conocimiento.
11. Entonces Pilato, le concedió el cuerpo de Je-
sús (en griego, la palabra es ‘cadáver’) a
José. Probablemente, Pilato siempre supo
que Jesús había sido inocente.
La cruz ya había sido bajada y colocada so-
bre el suelo; los clavos habían sido arranca-
dos. José de Arimatea, con quienes le ayuda-
ban, envolvió el cuerpo en un lienzo y rápida-
mente lo llevó a su tumba excavada en la
roca en un huerto cercano.
12. (15:46) El evangelio
de Juan nos dice que
fue aquí donde Nico-
demo se unió al cor-
tejo (Jn 19:38-42).
Mientras José había
ido a buscar a Pilato
para pedir permiso
para sepultar a Jesús, Nicodemo se había
quedado cuidando el cadáver.
13. Nicodemo inmovilizó el cuerpo de Jesús
hasta obtener el permiso para sepultarlo. Si
ellos no hubieran actuado con rapidez, el
cuerpo de Jesús hubiera sido desechado
como basura.
La premura del tiempo hizo que tan solo lo
prepararan ligeramente y a la rápida para
alcanzar ponerlo en la tumba que José había
preparado para sí antes de las 6 pm en que
oficialmente empezaba el Sabbat.
14. Después de que el cuerpo de Jesús fue
quitado de la cruz, fue lavado antes de ser
envuelto en tiras de sábana (lienzos) con
especias aromáticas. Esto se hizo en
conformidad con las costumbres judías de
sepultura.
Al morir Jesús entre criminales y ser puesto
en la tumba de un hombre rico cumplía con
las profecías. Ninguna de estas dos cosas
pudo Jesús disponerlas.
15. “Y se dispuso con los impíos su sepultura,
mas con los ricos fue en su muerte; aunque
nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su
boca” (Is 53:9).
El sepulcro era un pequeño habitáculo de 3
m2 excavado en la roca viva. La puerta era
una piedra en forma de rueda que podía
desplazarse por una canaleta tallada en el
suelo, de está manera podía cerrarse y evitar
el saqueo por parte de los depredadores.
16. (15:47) Las mujeres no
podían acercarse a es-
tos hombres miembros
del Sanedrín, así que
de lejos los siguieron,
para ver donde era que
iban a dejar el cuerpo
del maestro.
Ellas entendieron que el cuerpo de Jesús no
había sido preparado adecuadamente.
17. El Evangelio de Mateo
nos informa que los
judíos pidieron una
guardia y sellar la tum
ba (Mt 27:62-66).
Las autoridades judías
exigieron a Pilato prote-
ger el cuerpo para evitar
su hurto, pusieron el sello y la guardia para impedir
todo intento de perturbar la tumba.
18. Era necesario para legitimar el mensaje del
evangelio que la muerte, sepultura y resurrec
ción de Jesús estuvieren autenticados como
el registro de hechos históricos fidedignos.
“En primer lugar, les he enseñado lo mismo
que yo recibí: Que, conforme a las Escrituras,
Cristo murió por nuestros pecados; que tam-
bién, conforme a las Escrituras, fue sepultado
y resucitó al tercer día” (1 Cor 15:3-4).
19. Siempre deberíamos recordar que un día mo-
riremos. Todos enfrentaremos la muerte, el
ataúd, el funeral, y la corrupción, de todas
maneras ocurrirá así.
Es un hecho que nos estremecemos, nos
entristecemos y llena nuestras mentes de
pesar: un día moriremos.
“Cristo es el que murió; más aún, el que tam-
bién resucitó, el que además está a la dere-
cha de Dios e intercede por nosotros…”
20. “… Como está escrito: Por causa de ti siem-
pre nos llevan a la muerte, somos contados
como ovejas de matadero. Sin embargo, en
todo esto somos más que vencedores por
medio de aquel que nos amó” (Rom 8:34-37).
A los creyentes nos consuela el hecho de que
nuestro Señor estuvo en la tumba en una oca
sión. Tan cierto como que resucitó victorioso
de ella, todos los que creen en Él resucitare-
mos en el día de su Venida.
21. ¿Estás preparado para morir?
El verdadero creyente no le tiene miedo a la
muerte.
¡Ven y recíbele!
“¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dón-
de, oh sepulcro, tu victoria? ¡Pero gracias
sean dadas a Dios, de que nos da la victoria
por medio de nuestro Señor Jesucristo!” (1
Cor 15:55, 57).