3. San Juan Crisóstomo
Su madre, Antusa, se quedó
viuda a la edad de 20 años y se
dedicó a cuidar y educar a Juan.
Éste se fue de ermitaño pero
tuvo que regresar por motivos
de salud. Una vez ordenado,
durante los primeros doce años
pronunció las homilías que le
harían famoso.
4. Los últimos ocho años de su vida fueron tumultosos. Fue
elegido obispo de Constantinopla (397) y entonces quiso
comenzar una restauración eclesiástica pero encontró
muchos obstáculos. Se enemistó con parte del clero y luego
con la emperatriz Eudoxia, a la que sus enemigos acudían
con intrigas. Teófilo de Alejandría, con acusaciones falsas,
consiguió que fuera depuesto y desterrado por el
emperador. El Pueblo se amotinó, y Juan, al día siguiente,
volvió a entrar triunfante a su sede.
El Crisóstomo
5. Sin embargo, la situación volvió a deteriorarse y unos dos
meses después salió desterrado a Armenia (404), pero como
la gente lo seguía buscando, lo desterraron a un lugar más
lejano, en la extremidad oriental del Mar Negro. En el
camino hacia ese último destierro, lleno de penalidades,
moría en 407. Sus restos fueron llevados a Constantinopla el
438, y el emperador Teodosio II, hijo de Eudoxia, pidió
públicamente perdón en nombre de sus padres.
6. Obra
La producción literaria de San Juan se ha conservado muy
bien debido a la fama que tuvo en vida. Es muy amplia,
ocupa 18 volúmenes en la edición de Migne. Está
compuesta por sermones, cartas y tratados. Entre sus
sermones están las homilías exegéticas, sobre el evangelio
de San Mateo (90 homilías). Tiene otras casi 90 homilías
sobre el evangelio de San Juan, tiene 55 sermones sobre los
Hechos de los Apóstoles, sobre varias Cartas de San Pablo,
etc.
7. Obra
En algunos sermones ataca determinados abusos morales,
aunque esa dimensión moral no está nunca ausente en
ninguno de ellos. Los sermones In kalendas, combate la
manera de celebrar el año nuevo. Tiene 21 homilías al
pueblo de Antioquía sobre las estatuas, a propósito de que
las del emperador y su familia habían sido derribadas en un
motín popular.
8. Tratados
Su tratado más importante es sobre el sacerdocio. Otros
tratan sobre la vida monástica y sobre la virginidad y la
viudez. Su obra acerca de la educación de los hijos tiene un
especial interés porque muestra la situación en Antioquía y
porque sigue siendo actual.
En las Homilías sobre San Mateo, leer “La confesión de San
Pedro” o “El perdón de los enemigos” en ENRIQUE
MOLINÉ, Los Padres de la Iglesia II, p. 87s. y p. 89s.
9. Sobre la lectura bíblica dice
"Tanto más fuerte es el aroma que
expanden los perfumes, cuanto más se
los frota entre los dedos. Así sucede
también con la frecuentación de las
Escrituras. Cuanto más familiares
llegan a sernos más se revela el tesoro
que esconden y más se logra
aprovechar el fruto de sus inefables
riquezas". San Juan Crisóstomo.
10. El perdón de los enemigos (Mt 18,21 ss)
Dos cosas, pues, son las que de nosotros quiere el Señor: que
condenemos nuestros propios pecados y que perdonemos los de
nuestro prójimo. Y el condenar por el perdonar, por lo que uno haga
más fácil el otro; pues aquel que considera sus propios pecados,
estará más pronto al perdón de su compañero. Y no perdonar
simplemente de boca, sino de corazón, pues de lo contrario,
manteniendo el rencor, no hacemos sino clavarnos la espada a
nosotros mismos. Porque ¿qué es lo que pudo haberte hecho tu
ofensor comparado con lo que tú te haces a ti mismo cuando
enciendes tu ira y te atraes contra ti la sentencia condenatoria de
Dios? Porque, si estás alerta y sabes obrar filosóficamente, todo el
mal recaerá sobre la cabeza del ofensor y él será quien lo pague
todo.
11. Más, si te obstinas en tu malhumor y enfado, entonces el daño será
para ti, no el que te hace tu enemigo, sino el que te haces a ti
mismo. No digas que te injurió y te calumnió y te hizo males sin
cuento, pues cuanto más digas, más demuestras que es un
bienhechor tuyo porque él te ha dado ocasión de expiar tus pecados.
Si más te hubiera agraviado, de mayor perdón hubiera sido causa. A
la verdad, como nosotros queramos, nadie será capaz de agraviarnos
ni dañarnos. Nuestros mismos enemigos nos harán los mayores
favores. Y no sólo los hombres, hasta el diablo puede ser para
nosotros la ocasión de la mayor gloria, como lo muestra la historia
de Job (…).
Esforcémonos por no odiar a nadie a fin de que Dios nos ame (…). Tú
más bien has adquirido gloria, si lo sabes llevar pacientemente.