Este documento describe la doctrina católica del Purgatorio. Explica que el Purgatorio es un estado y lugar de purificación para las almas que mueren en gracia de Dios pero aún necesitan expiar pecados veniales o penas temporales. Detalla las pruebas bíblicas y de la tradición para esta creencia, así como los concilios que la han definido como dogma. También resume perspectivas sobre la naturaleza del sufrimiento en el Purgatorio y testimonios sobre esta realidad sobrenatural.
2. EL PURGATORIO
Realidad del purgatorio
a) Dogma
Las almas de los justos que en el instante de la muerte
están gravadas por pecados veniales o por penas
temporales debidas por el pecado van al purgatorio
(de fe).
El purgatorio (= lugar de purificación) es un lugar y
estado donde se sufren temporalmente castigos
expiatorios.
3. El Purgatorio y los Concilios
Concilio de Lyon II, Ds 856.
Concilio de Florencia, Ds 1304
Trento (Ds 1820; 1580)
«Las almas que partieron de este mundo en caridad
con Dios, con verdadero arrepentimiento de sus
pecados, antes de haber satisfecho con verdaderos
frutos de penitencia por sus pecados de obra y omisión,
son purificadas después de la muerte con las penas del
purgatorio» (Dz 464, 693; cf. Dz 456, 570 s).
4. El Purgatorio y los protestantes
Frente a los reformadores que consideraban
como contraria a las Escrituras la doctrina del
purgatorio (cf. Dz 777) y que la rechazaban
como incompatible con su teoría de la
justificación, el concilio de Trento hizo constar la
realidad del purgatorio y la utilidad de los
sufragios hechos en favor de las almas que en él
se encuentran.
5. Purgatorio y Sagrada Escritura
b) Prueba de Escritura
La Sagrada Escritura enseña indirectamente la
existencia del purgatorio. Según 2 Macabeos
12, 42-46, Judas Macabeo se da cuenta que los
soldados caídos en batalla tienen amuletos en
sus cuellos, cosa prohibida, por eso manda
hacer sacrificios en el Templo de Jerusalén - dos
mil dracmas de plata- para que se les perdone
ese pecado.
6. Culpas perdonadas
Las palabras del Señor en Mt 12, 32: «Quien
hablare contra el Espíritu Santo no será
perdonado ni en este siglo ni en el venidero»,
parecen admitir la posibilidad de que otros
pecados se perdonen no sólo en este mundo,
sino también en el futuro. SAN GREGORIO
MAGNO comenta: «En esta frase se nos da a
entender que algunas culpas se pueden
perdonar en este mundo y algunas también en
el futuro» (Dial, iv 39).
7. Purgatorio y Tradición
c) Algunas Pruebas de la Tradición
SAN CIPRIANO enseña que los penitentes que fallen después de
recibir la reconciliación tienen que dar en la vida futura el resto de
satisfacción necesaria, mientras que el martirio representa para los
que lo sufren una completa satisfacción: «Es distinto sufrir
prolongados dolores por los pecados y ser limpiado y purificado por
fuego incesante, que expiarlo todo de una vez por el martirio» (Ep.
55, 20). SAN AGUSTÍN distingue entre las penas temporales que hay
que aceptar en esta vida como penitencia y las que hay que
aceptar después de la muerte : «Unos solamente sufren las penas
temporales en esta vida, otros, sólo después de la muerte, y otros,
en fin, en esta vida y después de la muerte, pero todos tendrán que
padecerlas antes de aquel severísimo y último juicio» (De civ. Dei xxi 13).
8. Purgatorio y Santo Tomás de A.
La santidad de Dios exige que sólo las almas
completamente purificadas sean recibidas en el cielo
(Apoc 21, 27); su justicia, reclama que se paguen los
reatos de pena todavía pendientes y, por otra parte,
prohíbe que las almas unidas en caridad con Dios sean
arrojadas al infierno. Por eso hay que admitir la
existencia de un estado intermedio que tenga por fin la
purificación definitiva y sea, por consiguiente, de
duración limitada. (cf. SANTO TOMÁS, Sent. Iv, d. 21, q. 1,
a. 1, qc. 1; S.c.G. Iv 91).
9. El purgatorio
El purgatorio ha sido calificado por algunos santos como
la antesala del cielo. El Catecismo afirma: «Los que
mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero
imperfectamente purificados, aunque están seguros de
su eterna salvación, sufren después de su muerte una
purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para
entrar en la alegría del cielo. La Iglesia llama purgatorio a
esta purificación final de los elegidos, que es
completamente distinta del castigo de los condenados»
(nn. 1030-1031).
Es un dogma apoyado en la comunión de los santos.
Todo el mes de noviembre la Iglesia pide por las ánimas
del purgatorio.
10. Benedicto matiza sobre el
purgatorio
En Spe salvi, Benedicto XVI deja entender que la mayoría de las almas
pasan por el purgatorio: «Puede haber personas que han destruido
totalmente en sí mismas el deseo de la verdad y la disponibilidad para
el amor. [...] Puede haber personas purísimas, que se han dejado
impregnar completamente de Dios y, por consiguiente, están
totalmente abiertas al prójimo. [...] No obstante, según nuestra
experiencia, ni lo uno ni lo otro son el caso normal de la existencia
humana. En gran parte de los hombres -eso podemos suponer-, queda
en lo más profundo de su ser una última apertura interior a la verdad, al
amor, a Dios. Pero en las opciones concretas de la vida, esta apertura
se ha empañado con nuevos compromisos con el mal. Hay mucha
suciedad que recubre la pureza, de la que, sin embargo, queda la sed
y que, a pesar de todo, rebrota una vez más desde el fondo de la
inmundicia y está presente en el alma» (nn. 45-46).
11. El purgatorio: purificación necesaria
antes del encuentro con Dios
«La exigencia de integridad se impone evidentemente después de
la muerte, para entrar en la comunión perfecta y definitiva con
Dios. Quien no tiene esta integridad, debe pasar por la
purificación». Por otra parte, «quienes se encuentran en la
condición de purificación están unidos tanto a los
bienaventurados, que ya gozan plenamente de la vida eterna,
como a nosotros, que caminamos en este mundo hacia la Casa del
Padre». Las almas del purgatorio «experimentan la misma
solidaridad eclesial que actúa en la oración, en los sufragios y en la
caridad de los demás hermanos en la fe». De ahí que una de las
obras de misericordia sea rogar a Dios por los vivos y los difuntos.
San Juan Pablo II, 4 de agosto de 1999
12. Naturaleza del suplicio del
purgatorio
En el purgatorio se distingue una pena de
daño y otra de sentido. La pena de daño
consiste en la dilación temporal de la
visión beatífica de Dios. Como ha
precedido ya el juicio particular, el alma
sabe que su exclusión es temporal y posee
la certeza de que conseguirá la
bienaventuranza (Dz 778). Las almas del
purgatorio tienen conciencia de ser hijos y
amigos de Dios y suspiran por unirse con Él.
De ahí que esa separación temporal sea
para ellos muy dolorosa.
13. Duración del purgatorio
El purgatorio no subsistirá después de que
haya tenido lugar el juicio universal (sent.
común).
Después de que el soberano Juez haya
pronunciado su sentencia en el juicio
universal (Mt 25, 34 y 41), no habrá más que
dos estados: el del cielo y el del infierno.
Para cada alma el purgatorio durará hasta
que logre la completa purificación de todo
reato de culpa y pena. María Simma dice
que el promedio de estancia en el
Purgatorio es de 40 años.
14. Purgatorio - fuego
El purgatorio es un don del Corazón herido del
Cordero.
El fuego del purgatorio es fuego de Amor. Brotando
del horno ardiente del Corazón de Dios, cautivando
al alma y abrasándola en el deseo de la visión
beatífica, ese fuego es terrible precisamente porque
es fuego de Amor. El Amor de Dios enciende en el
alma que está en el purgatorio un vivo deseo de Él.
Dios, que es Amor, juzga mediante el amor. Es el
Amor quien exige la purificación, antes de que el
hombre madure por esa unión con Dios que es su
definitiva vocación y su destino (Cruzando el umbral
de la esperanza, Plaza & Janés 1991, pp. 187-188).
16. El Purgatorio según Santa Catalina
de Génova
Dios me hace ver que a nadie cierra las puertas del
cielo, y todos los que quieren entrar, entran; pero su
divina Esencia es de una pureza tan grande y tan
incomprensible, que el alma que en sí tiene el más
pequeño átomo de imperfección, antes se precipitaría
en mil infiernos que presentarse así ante tan santa
Majestad. Por eso, viendo que el purgatorio fue
establecido por Dios para purificar las almas de sus
manchas, gustosa se arroja a él, y considera como una
gran misericordia el encontrar ese medio de destruir el
obstáculo que le impide llegar en los brazos divinos
(Tratado del Purgatorio, c. 8)
17. Santa Catalina de
Génova decía que las
almas del purgatorio
estaban alegres en medio
de sus sufrimientos, si se
olvidaban de sí mismas, y
que ni siquiera podían
atormentarse por no
haber vivido más
santamente.
18. La Beata Ana Catalina Emmerick
escribe:
En el purgatorio el alma recuerda la visión tenida en
el juicio particular y lleva consigo este recuerdo. Sólo
por haber visto momentáneamente a Dios –que ya
es gozo que supera cualquier cosa- el alma está
ansiosa de volver a tener ese gran gozo; ese
recuerdo y el rayo de luz que la ha revestido al
comparecer delante de Dios, hacen que el alma
“vea” en su verdadero valor las faltas cometidas.
Este “ver” constituye su pena purgativa, con el
pensamiento de que esas faltas han retrasado años
o siglos, la posesión del Cielo.
19. María Simma, campesina de un
pueblecito de Austria
María Simma tuvo desde niña un especial interés por
las almas del Purgatorio, y fue esa la misión que Dios
le dio para esta vida cuando tuvo la edad de 25
años. Adecuadamente asistida por su confesor y
director espiritual, y bajo el cercano seguimiento del
Obispo del lugar, María vivía una vida donde la
Presencia sobrenatural se vuelve cotidiana. Las
almas se presentaban a ella buscando ayuda.
Dice que el purgatorio es un lugar y un estado.
20. María Simma
Relató el caso de una madre de cuatro hijos que
estaba por morir. En vez de rebelarse y de
inquietarse ella dijo al Señor: "Acepto la muerte,
en el momento que tú lo quieras, y pongo mi
vida en tus manos. Te confío mis hijos y sé que tú
encargarás de ellos". A causa de esta inmensa
confianza en Dios, esa mujer fue directamente al
Paraíso sin pasar por el Purgatorio.
Verdaderamente se puede decir que el amor, la
humildad y el abandono a Dios son tres llaves de
oro que nos hacen entrar directamente en el
Paraíso.
21. María Simma cuenta una
experiencia
Una vez un alma (era una mujer) me preguntó si
quería sufrir tres horas, en mi cuerpo, por ella. Yo
me dije: "Si es sólo por tres horas, quiero
aceptar". Esas tres horas me parecieron como
tres días, tan terribles eran los sufrimientos. Pero
miré el reloj y vi que habían pasado sólo tres
horas. Luego esa alma me dijo que, habiendo
aceptado sufrir con amor esas tres horas, le
había ahorrado veinte años de Purgatorio.
22. Dos preguntas a María Simma
Sor Emmanuele entrevista a María Simma:
- Entonces, ¿cómo vivir el sufrimiento para que pueda
dar frutos?
- Los sufrimientos son la prueba más grande del amor
de Dios, y si se ofrecen bien, pueden ganar muchas
almas.
- Y ¿qué hacer para recibir los sufrimientos como un
don?
- Hay que ofrecerlo todo a la Virgen Santa, pues ella
sabe mejor que nadie quién necesita esta o aquella
ofrenda para ser salvado.
23. Testimonio de María Simma
Un día me encontraba en el tren. En mi
compartimento había un hombre que no
terminaba de criticar a la Iglesia, a los sacerdotes
y hasta de ofender a Dios. No cesaba de
maldecir, y yo le dije: "Usted no tiene el derecho
de decir todo eso, ¡no está bien!". Llegada a mi
estación, mientras bajaba los dos peldaños de la
escalerita, dije sencillamente a Dios: "¡Señor, que
esta alma no se pierda!...". Algunos años después
el alma de este hombre vino a visitarme y me
contó de haber estado a la orilla del Infierno y de
haberse salvado sólo por la oración que yo había
hecho en aquel momento.
24. Un muchacho le relató a María
Simma
“No habiendo observado las leyes de tránsito, me maté a causa
del golpe, mientras iba en motocicleta en Viena”. Le pregunté:
"¿Estabas preparada para entrar en la eternidad?". "No lo estaba,
agregó, pero Dios da dos o tres minutos para que se puedan
convertir a cuantos pecan contra de él con insolencia y
presunción. Y sólo quien lo rechaza es condenado". El joven
continuó con su relato: "Cuando uno muere en un accidente, las
personas dicen que era su hora. Es falso: eso se puede decir sólo
cuando una persona muere no por su culpa. Pero según los
designios de Dios, yo hubiera podido vivir aún treinta años más;
entonces hubiese transcurrido todo el tiempo de mi vida. El hombre
no tiene el derecho de exponer su vida a un peligro de muerte,
salvo en caso de necesidad”.
25. María Simma aconseja
"Eduquen a los niños a saber renunciar a cosas
pequeñas. ¿Por qué hoy se da esta indiferencia
religiosa y esta decadencia moral? ¡Porque los niños no
han aprendido a renunciar! Ellos con el tiempo se
volverán descontentos y hombres sin discreción que
toman parte en todo, quieren tener todo a profusión.
Esto provoca tantas desviaciones sexuales, las prácticas
antinatalistas y el crimen del aborto. Estos hechos
claman al Cielo venganza. Quien desde niño no ha
aprendido a renunciar se vuelve egoísta, tirano. Por
este motive hoy existe tanto odio y falta de caridad.
¿Queremos ver tiempos mejores? Comencemos por la
educación de los niños”.
26. Un caso narrado por el santo Cura
de Ars
“Un buen sacerdote había tenido la desgracia de perder un amigo
muy querido. Por eso rezó mucho por la paz de su alma. Un día Dios
le hizo saber que su amigo estaba en el Purgatorio y sufría
terriblemente. Este santo sacerdote decidió ofrecer el Santo
Sacrificio de la Misa por su querido difunto. En el momento de la
Consagración, tomó la Hostia entre sus manos y dijo: "Padre Santo y
Eterno, en tus manos divinas está el alma de mi amigo en el
Purgatorio y en las pobres manos de este ministro tuyo está el
Cuerpo de Tu Hijo Jesús. Padre Bueno, libra a mi amigo y yo te
ofrezco a Tu Hijo junto con los méritos de su Pasión y Muerte". Su
pedido fue escuchado. En el momento de la elevación, él vio que
el alma de su amigo subía al Cielo resplandeciente de gloria. Dios
había aceptado la ofrenda”.
27. Bibliografía sugerida para ampliar
sus conocimientos
Justo Luis R. Sánchez de Alva y Jorge Molinero D.
De Vidaurreta, El más allá, Iniciación a la
Escatología, Nostra Ediciones, México 2001.
María Simma, Ayúdenos a salir de aquí. Entrevista
de Niky Eltz, Santa María Reina de la Paz, Toluca,
México.
María Simma, El sorprendente mundo del
Purgatorio, Fundación Jesús de la Misericordia,
Quito. Está en internet.