2. “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que
el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede
entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5)
“Porque somos sepultados juntamente con él para
muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo
resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así
también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:4)
“Os daré corazón nuevo, y pondré
espíritu nuevo dentro de vosotros; y
quitaré de vuestra carne el corazón de
piedra, y os daré un corazón de carne”
(Ezequiel 36:26)
Mientras que el bautismo es la manifestación externa
de nuestro cambio de vida, el nacimiento del Espíritu
es la forma en que el Espíritu transforma nuestro
corazón y nos hace nuevas criaturas.
3. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2ª de Corintios 5:17)
El nuevo nacimiento implica
necesariamente una nueva vida.
Aunque la obra del Espíritu –como el
viento– es invisible, sus efectos son
claramente visibles para aquellos que
nos rodean.
Al igual que un bebé recién nacido debe
crecer hasta llegar a ser un adulto, el nuevo
nacimiento no es instantáneo. Debemos
crecer paulatinamente hasta llegar a ser
perfectos, “a la medida de la estatura de la
plenitud de Cristo” (Efesios 4:13)
Despierta nuestra
conciencia.
Cambia nuestra
mente.
Subyuga todo
deseo impuro.
Nos llena con la
dulce paz del
cielo.
¿Qué hace el
Espíritu en
nosotros?
4. “No es el contacto casual con Cristo lo que se necesita, sino el permanecer en
él. Él os llamó a morar con él. No os propone una felicidad pasajera que se
experimente ocasionalmente mediante la búsqueda ferviente del Señor, y que
se desvanece al abocaros a vuestras ocupaciones seculares. Vuestra
permanencia en Cristo aliviana toda tarea necesaria, porque él lleva el peso
de todas las cargas. El hizo provisión para que permanezcáis en él. Esto
significa que debéis estar conscientes de que permanecéis en Cristo, de que
estáis continuamente con Cristo, donde vuestra mente se anima y fortalece
porque la habéis puesto sobre Cristo” E.G.W. (En los lugares celestiales, 18 de febrero)
“Permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el pámpano no puede llevar fruto
por sí mismo, si no permanece en la
vid, así tampoco vosotros, si no
permanecéis en mí” (Juan 15:4)
5. “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis;
llamad, y se os abrirá” (Mateo 7:7)
¿Qué dos cosas son imprescindibles para crecer
espiritualmente y permanecer en Cristo?
• Permanecer en Cristo
implica conocer su
voluntad y vivir de
acuerdo a ella. Esto lo
conseguimos a través
del estudio continuo
de su Palabra.
• A través de la oración,
aprendemos a
vaciarnos de nosotros
mismos y a depender
completamente de él.
6. “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mateo 7:7)
Según Jesús, ¿qué condiciones deben cumplir
nuestras oraciones para ser contestadas?
Necesitamos creer que Dios nos
puede responder (Mateo 21:22).
Debemos tener una actitud de
perdón hacia nuestro prójimo
(Marcos 11:25).
Tenemos que subordinar nuestra
voluntad a la voluntad del Padre
(Mateo 6:10; Lucas 22:42).
Cualquier “demora” en la
respuesta no debería
desanimarnos; por el contrario,
necesitamos “orar siempre, y no
desmayar” (Lucas 18:1).
7. “Y decía a todos: Si
alguno quiere venir en
pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz
cada día, y sígame”
(Lucas 9:23)
¿Qué significa llevar la cruz?
E.G.W. (La fe por la cual vivo, 25 de mayo)
Llevar nuestra cruz significa negarnos a
nosotros mismos diariamente. No de
vez en cuando, sino cada día; no solo
una parte de nuestro ser, sino todo.
8. “Todos somos probados en este
tiempo. Hemos sido bautizados en
Cristo; y si estamos dispuestos a
separarnos de todo aquello que
tienda a degradarnos y a hacernos lo
que no debemos ser, recibiremos
fuerza para crecer en Cristo, nuestra
cabeza viviente, y veremos la
salvación de Dios”
E.G.W. (Consejos para la iglesia, pg. 425)