1. El lado oculto de la
agroindustria: Impactos
sociales y ambientales
PUBLICADO: 2012-05-30
Artículo escrito Anaïs Marshall, profesora e investigadora en
geografía, (Universidad de París 13 - Nord) para La Revista
Agraria
2. Quien viaja por la carretera Panamericana Norte se sorprende por los
grandes espacios arenosos que han sido transformados, en poco
tiempo, en campos verdes. Desde los años noventa, en la agricultura
peruana predomina una política de liberalización de los mercados
económicos y de tierras. Uno de los efectos de esta política, en la
costa, es el resurgimiento de empresas agroindustriales y la
implementación de extensas zonas de cultivo en los intervalles
arenosos.
Recientemente, tuve la oportunidad de estudiar dos zonas en las que se
establecieron numerosas empresas agroindustriales, con fundos cada
vez más grandes: Virú y sus intervalles integrados en el ámbito del
Proyecto Especial Chavimochic (PECH) en La Libertad, y la Pampa
de Villacurí y la zona del margen del valle de Ica. Estas dos zonas una
desarrollada por un proyecto estatal; la otra, por inversiones privadas,
donde la producción para la exportación es cada día más importante,
atraviesan importantes cambios territoriales. A continuación,
presentaré las consecuencias sociales y los impactos ambientales que
he podido observar.
El establecimiento de extensas empresas agroindustriales y la
extensión de sus fundos crean muchos empleos; en efecto, para
trabajar en el campo o en las plantas industriales, las empresas
contratan ingenieros o técnicos en planillas, y obreros agrícolas
temporales. La oferta de empleo provocó migraciones regionales y
nacionales.
Estas migraciones en Chavimochic y Villacurí y en particular, la
necesidad de alojar a los migrantes-trabajadores,no fueron previstas
por los gobiernos locales; y pocos terrenos fueron dedicados al
desarrollo de nuevos centros poblados. Al inicio, los migrantes
alquilaban cuartos en los pueblos cercanos a los fundos, o se alojaban
3. en viviendas improvisadas al lado del camino, o a veces directamente
en el mismo fundo. Pero el proceso de migración constante y el
crecimiento de la población originaron la creación de nuevos centros
poblados, tras la invasión de tierras que inicialmente estaban
dedicadas a la agricultura. La ausencia de organización y de una
política de ordenamiento territorial por parte de las autoridades locales
y estatales provocaron desarrollos autogestionados: en la Pampa de
Villacuri, por ejemplo, los pobladores de Nueva Esperanza se han
asociado y han instalado, ellos mismos, las redes de alcantarillado y
tienen acceso al agua potable gracias a camiones cisternas (entrevistas,
2008).
El establecimiento territorial y el desarrollo económico de esas
empresas han modificado la organización socioeconómica en los
valles. Por ejemplo, algunos productos con fuerte demanda en los
mercados internacionales, como la alcachofa y el tomate, no crecen en
tierras arenosas; para estos dos productos, las empresas establecen
contratos agrarios con agricultores de los valles viejos a fin de acceder
a tierras de buena calidad. Existen contratos de varios tipos: el
contrato de alquiler, donde el propietario deja su tierra (para otra
actividad) y deja a la empresa con toda la responsabilidad de la
producción; el contrato de integración, donde el propietario produce
según las recomendaciones técnicas de la empresa y en la cosecha le
vende a esta su producción; y el contrato de compraventa, donde el
propietario produce según sus propios criterios y vende sus productos
durante la cosecha a quien le ofrece más (Marshall, 2008).
Estos nuevos sistemas de producción han permitido a varios pequeños
o medianos agricultores aumentar sus ingresos y mejorar su nivel de
vida integrando cadenas de producción para la exportación. Sin
embargo, se da un impacto ambiental, pues los cultivos de tomate y de
4. alcachofa afectan considerablemente los suelos. Por ejemplo, el
tomate seca los suelos, que se vuelven improductivos después de tres
o cuatro campañas agrícolas (Figueroa, 1996); y en el caso de la
alcachofa, los propietarios arrendadores explican (entrevistas, 2005-
2008) que sus tierras tenían demasiadas filtraciones y, para
recuperarlas, han construido drenes a fin de extraer el exceso de agua
y volver a producir. Hoy en día, los pequeños y medianos agricultores
propietarios se adaptan y eligen trabajar con las empresas que
proponen los contratos más adecuados, donde los beneficios superen
los daños.
En estas dos áreas agrícolas dinámicas Chavimochic y Villacurí, el
acceso al recurso hídrico y los impactos ambientales son distintos. En
la zona de influencia del PECH, el Estado construyó un canal madre,
con una longitud de 285 km desde la bocatoma en el río Santa hasta el
río Moche. Una importante cantidad de agua, originalmente de la
cuenca del Santa, es trasladada a las cuencas de Chao, Virú y Moche,
de manera artificial. Este aporte hídrico permite extender las
superficies agrícolas en los intervalles y acceder regularmente al agua
todo el año y no ser afectado por las sequías; sin embargo, provoca el
aumento del nivel de la napa freática por el hecho de dejarse de
utilizar los pozos tubulares (Vásquez, 2000a y 2000b). En la parte baja
del valle, como en Huancaquito Bajo, pero también en Santa Elena y
en el Carmelo, varias tierras son, hoy en día, no cultivables debido a
los altos niveles de sal o a las inundaciones de las parcelas. Los drenes
están saturados y es casi imposible extraer los excesos de agua y
limpiar los suelos. En el año 2005, 12,877 hectáreas fueron integradas
en la agricultura en los intervalles arenosos de Virú, y más de 8,615
hectáreas, o sea el 50% del valle, fue afectado por el alto nivel del
5. acuífero, que se encuentra a entre 0 y 2 metros de profundidad
(Marshall,2011).
En la zona de Ica, el recurso hídrico utilizado para la agricultura en la
Pampa de Villacurí es subterráneo. El acuífero es común a Ica y a
Villacurí. Los pozos de los cuales se extrae el agua en la Pampa,
bombean también en el acuífero de Ica. En 2009, 543.13 millones de
metros cúbicos fueron extraídos del acuífero de Ica-Villacurí, lo cual
duplica considerablemente el volumen máximo para una extracción
sostenible, que es de 252.99 millones (Oré, 2012). Frente a la
reducción considerable del nivel de la napa freática, una gran cantidad
de pequeños agricultores que tenían acceso al agua subterránea por
pozos a tajo abierto se vuelven dependientes del agua superficial, cuya
disponibilidad es irregular.
Para atenuar la reducción del nivel del agua subterránea, varios
decretos y leyes prohíben o limitan las extracciones subterráneas en
zonas sensibles. Esas reglamentaciones han provocado que las
empresas compren los pozos con redes tubulares, o el canal troncal,
para así trasladar el agua desde los sectores autorizados hacia los
sectores sensibles, a menudo ubicados en las pampas de las márgenes
del valle.
Es contradictorio ver cómo, hoy en día, las empresas agroindustriales
de las pampas, que se han beneficiado de un modelo económico
liberal para el acceso a los recursos (tierra y agua), ahora se dirigen al
Estado, frente al agotamiento del recurso hídrico, para pedir el
desarrollo
de otros proyectos de riego que les permitan seguir cultivando en las
pampas (Marshall, 2009; Oré, 2012).
Notas bibliográficas
6. FIGUEROA, A., 1996. Pequeña agricultura y agroindustria en el
Perú. Cepal/ FAO/ GTZ, 56 pp.
MARSHALL A., 2008. El proyecto especial Chavimochic. Contratos
agrarios entre agroexportadores y pequeños agricultores en los
valles de Virú y Chao. En Damonte G., Fulcrand B. y Gómez R. Perú:
el problema agrario en debate. SEPIA XII, 686 pp. (pp. 553-584).
MARSHALL A., 2009. S’approprier le désert. Agricultura mondialisée
et dynamiques socio-environnementales sur le piémont côtier du
Pérou. Thèse de Doctorat. Université de Paris 1 Panthéon-Sorbonne,
493 pp.
MARSHALL A., 2011. Terres gagnées et terres perdues.
Conséquences